por Rosa-Ma-Ngrt » Dom Nov 14, 2010 11:25 pm
Principios básicos que sustentan a la mística vocacional.
1. Oración y Vida Sacramental. El fundamento, lo primero que se debe hacer es orar, Jesús mismo lo dice "rogad al Dueño de la mies... pedid y se os dará". Las vocaciones se ganan "de rodillas". La oración es nuestra fuerza, una oración constante, confiada, que suplica, que no se cansa sino que se fortalece en la fe y en la esperanza. Una oración que agradece porque se fía del mismo Dios y El no falla nunca. Comunitariamente la oración por las vocaciones está presente en todas las celebraciones, actos de piedad, momentos de oración, Eucaristía, no puede faltar porque es prioritaria y lleva a la búsqueda y vivencia de una fuerte Vida Sacramental y Mariana.
2. Sacrificio personal por las Vocaciones: En la vida Consagrada, la vivencia y fidelidad a los votos de castidad, pobreza y obediencia, requiere esfuerzo, sacrificio, oblación, que solo el Amor al Señor en una respuesta libre y generosa, puede ser la mejor garantía de la felicidad en el seguimiento de Quien nos ha elegido. Todo lo que implica la respuesta generosa al llamado, no es fácil, pero es una magnífica oportunidad de ofrecimiento por las vocaciones. Cada esfuerzo, sacrificio, por pequeño que sea tiene un valor incalculable si se ofrece por amor en bien de las vocaciones.
3. Colocar la búsqueda de buenas y abundantes vocaciones en un lugar preferencial dentro del gobierno de la Congregación.
Son las vocaciones la fuerza de la misión de la Iglesia y de la Congregación. No se puede continuar y extender el Reino de Dios, la colaboración con el Señor en la salvación de la humanidad, sin las personas. El bien que hace la Congregación en cada una de sus obras apostólicas con la vivencia de su carisma y espiritualidad, no puede continuarse, no tiene futuro, sin las personas. Es precisamente esta reflexión la que debe motivar a quienes están al frente, en la búsqueda incansable e ininterrumpida de las vocaciones, no escatimando ni los recursos humanos ni materiales a este propósito, de modo especial siendo conscientes del poco aprecio y significado que actualmente se tiene de la vida religiosa.
4. Despertar en todas las religiosa la conciencia de que todas son responsables de contagiar la alegría de vivir felices el llamado recibido del Señor. Mi ayuda, mi trabajo cualquiera que sea es indispensable para obtener del Señor el don de santas y fervorosas vocaciones.
5. Buscarlos, salir al encuentro y ayudar en el discernimiento vocacional a ejemplo de Cristo con los discípulos de Emaús: Jesús el Maestro, el primer promotor vocacional. No espera que lleguen sus discípulos, va a su encuentro, se acerca, los acompaña, dialoga con ellos desde la realidad que están viviendo, los lleva por el camino de la confianza, del deseo de su bien, del amor y desde aquí las dudas se disipan, los va llevando con respeto y delicadeza, hasta darles el toque de gracia, la entrega total para hacerlos sus seguidores, sus discípulos y apóstoles.
Para todo promotor, este es el camino del discernimiento en el proceso vocacional, los jóvenes necesitan a su lado a alguien que los guíe debidamente, que los ayude a conocer cuál es la voluntad de Dios en su vida.
6. Respeto a la decisión personal.
Uno de los más grandes regalos que Dios ha dado al hombre es la libertad. Así nos quiere y nos ama, libres y en esta libertad, tomamos decisiones. El Señor nos invita, nos llama, pero respeta nuestra decisión, a nada nos forza. Es así como se debe trabajar por las vocaciones. Somos mediadores pero no somos nosotros los que decidimos ni damos la vocación, es Dios quien llama, y llama como, cuando y donde El quiere.
7. El acompañar las Vocaciones.
Las vocaciones deben siempre acompañarse, necesitan apoyo, ayuda, orientación, son muchos los problemas, dudas, dificultades que surgen, aún de la propia familia, del ambiente tan adverso que las rodea. Acompañarlas, ayudarlas a discernir la voluntad de Dios, acercándolaa la vivencia fuerte de los sacramentos, de la oración, de la devoción a María,de la dirección espiritual. Enseñarles nuestra vida religiosa compartiéndola con ellas en todo lo posible, así como es, con la verdad.
8. Ejemplo de alegría, entrega y donación total.
Nuestro tesstimonio de una vida gozosa, que vive feliz su entrega al Señor, no estamos frutradas ni somos solteronas, sino mujeres alegres, porque podemos darnos sin medida, podemos hacer el bien a los demás, alegres porque pertenecemos al Señor, porque podemos ofrecernos y sacrificarnos por el bien de los demás.
9. Trabajo Vocacional ordenado y programado con objetivos claros y de revisión constante.
Es necesario valorar y actuar este principio, y no improvisar, ni trabajar en el desorden y la desorganización.
10. Alimentarse del triunfo, no del fracaso.
Somos conscientes de que la realidad del mundo discristianizado y carente de valores, no valora, ni le es significativa para nada la vida religiosa. Desafortunadamente dentro de los mismos católicos esto es evidente de alguna manera.
Sin embargo la firme esperanza y la confianza en el Señor deben alentarnos, porque la obra es Suya, no debemos sentirnos derrotadas, El es fiel a sus promesas y nos da la gracia y fortaleza, nos ilumina para encontrar los mejores caminos. Hagamos llenas de fe, todo lo posible y confiemos plenamente en "El".
De nuevo agradezco de corazón todas sus atenciones, Dios les bendiga. S. Rosa Ma. Negrete R. HMA, Salesiana.