por marina » Mar Mar 08, 2011 10:45 pm
¿Cuáles son las penas comunes?
Santo Tomás de Aquino cuando dice: “Por la justicia original, la razón controlaba perfectamente las fuerzas inferiores del alma; y la razón misma, sujeta a Dios, se perfeccionaba. Pero esta justicia original nos fue arrebatada por el pecado del primer padre... Y por ello todas las fuerzas del alma quedan como destituidas de su propio orden, por el que se ordenan naturalmente a la virtud. Esa destitución se llama herida de la naturaleza”.
las potencias del alma
a) la razón, en la cual reside la prudencia;
b) la voluntad, en la cual reside la justicia;
c) la pasión o apetito irascible, en la cual reside la fortaleza, y
d) la pasión o apetito concupiscible, en la cual reside la templanza.
De modo que
a’) en cuanto la razón ha sido despojada de su orden a lo verdadero, está la herida de la ignorancia;
b’) en cuanto la voluntad ha sido destituida de su orden al bien, está la herida de la malicia;
c’) en cuanto la pasión irascible ha sido despojada de su orden a lo arduo, está la herida de la debilidad;
d’) en cuanto la pasión concupiscible está destituida de su orden a lo deleitable, moderado por la razón, está la herida de la concupiscencia”.
. el debilitamiento de la inteligencia para conocer el bien. Todo lo contrario de lo que Satanás, el padre de la mentira, le había prometido a Eva: “Conocerás el bien y el mal”. Es precisamente esa capacidad de conocer la que se debilita. La Serpiente le prometió conocer y ahora conoce menos. Santo Tomás habla de “la ceguera de la mente y el embotamiento del sentido, que se oponen al don de entendimiento”3 .
A veces nos examinamos y no logramos comprender cómo estamos delante de Dios. Nos examinamos para ir a confesarnos y no logramos ver nada.
Con la acedia, tomamos el bien de Dios y de los que sirven a Dios por mal nuestro. ¡Cuánta gente no puede aguantar un buen sermón![
se encandila con el brillo de los bienes creados y ya no puede conocer al Creador de ellos.
los apetitos instintivos y los apetitos del alma no obedecen a la razón. Dice San Agustín que la consecuencia de haber desobedecido a Dios hace que ahora una parte de mi propio ser no me obedezca a mí: “por decirlo en breves palabras, en la pena y castigo de aquel pecado, ¿con qué castigaron o pagaron la desobediencia sino con ser desobedecidos? ¿Pues qué cosa es la miseria del hombre sino padecer contra sí mismo la desobediencia de sí mismo, y que - ya que no quiso lo que pudo -, quiera ahora lo que no puede? […] Porque, a pesar suyo, muchas veces el ánimo se turba y la carne se duele, envejece y muere, y todo lo demás que padecemos no lo sufriéramos contra nuestra voluntad, si nuestra naturaleza obedeciese completamente a nuestra voluntad; pero, a la verdad, padece algunas cosas la carne que no la dejan servir a la voluntad.”9 .
10) Cuando digo “apetitos instintivos” me refiero por ejemplo a la necesidad de comer o al apetito sexual; son los apetitos de nuestro componente animal. En cambio, los apetitos del alma son los apetitos relativos al componente espiritual: el deseo de ser amado, el deseo de ser apreciado, el apetito de la propia excelencia. En sí mismas estas pasiones, sea física, sea anímicas, son buenas.
Por haber desobedecido a Dios, ahora le desobedecen sus propios impulsos instintivos o anímicos: gula, lujuria, avaricia, vanidad, soberbia, ira, miedo y tristeza por la frustración de los deseos. Es decir, los vicios capitales. A las pasiones les corresponden por su desorden estos vicios.
. Va a perder el auto-dominio. Se paga desobediencia con desobediencia. Y en particular va a ser la desobediencia de sus propias pasiones a su razón. Sus mismas pasiones no le van a obedecer.
Jesús siempre se atribuyó a sí mismo el título de Hijo del Hombre14 . ¡Él es el Hombre! El nuevo Adán que ha recobrado su figura humana, su imagen y semejanza con Dios. Sólo si vivimos de acuerdo a la Voluntad del Padre, obedeciendo, recobramos el poder de nuestra razón. El amor filial nos hace recuperar el poder de nuestra razón sobre nuestros instintos. ¡Y no hay otro camino en que se sane la pena del pecado original que el vivir como hijos; la fe en Jesús, en el Hijo del Hombre! Él nos saca del fondo del mar, donde estábamos por el pecado y donde, desfigurados, teníamos aspecto de animales.
a) la intemperancia, o sea la falta de moderación en el uso de los bienes y b) la debilidad ante el mal, que tiene dos formas: a) la impaciencia o falta de tolerancia ante el mal y el sufrimiento y b) la cobardía, la huida ante el peligro que uno podría vencer.
Primero, en la inteligencia, la ignorancia.
Segundo, en la voluntad, la malicia y a consecuencia de la malicia, la injusticia.
Tercero, en el deseo del bien, la concupiscencia, la falta de moderación en el uso de los bienes.
Y cuarto, en el deseo irascible, la debilidad, la impaciencia, la cobardía y/o la pereza.
1.- Dos potencias espirituales: la inteligencia y la voluntad
2.- Dos potencias sensitivas:
a) el apetito concupiscible –ante el bien presente se mueve necesariamente mi apetito
b) el apetito irascible –ante el bien ausente tengo que hacer un trabajo para conseguir mover mi apetito.
21) El concupiscible es, por ejemplo el que me hace moderarme en el comer, el dormir, el trabajar, y en la moderación en todo lo placentero. Por su debilitamiento se instala la adicción: un deseo que avasalla la voluntad. El irascible, por ejemplo, es lo que me hace estudiar para llegar a recibirme, que es un bien futuro, o el tolerar males presentes, ahorrar por ejemplo, para poder después obtener un bien; privarme de muchos bienes en aras de otro bien
[ 22) Estos desórdenes tienen que ser sanados por las cuatro virtudes cardinales animadas por las tres virtudes teologales.
a) A la sanación de la razón acude la virtud de la prudencia, que es la que adapta los medios buenos para alcanzar al fin. Ella evita que nos equivoquemos en la elección del fin, y en la elección de los medios aptos para alcanzarlo.
b) A la sanación de la voluntad acude la virtud de la justicia, que se mueve a darle a cada uno lo que le corresponde, cosa que a veces es costoso porque implica sacrificios.
23) Por eso, para hacer posible la prudencia y la justicia, deben ser gobernados los apetitos sensitivos por las potencias espirituales: inteligencia y voluntad. Y este gobierno se realiza por la templanza y la fortaleza
c) A la sanación del apetito concupiscible acude la virtud de la templanza, que modera el uso de los bienes e impide las adicciones.
d) A la sanación de la impaciencia, la cobardía y la pereza, acude la virtud de la fortaleza. Esta virtud tiene dos modos de resistir el mal: ante el mal invencible es virtud de paciencia y ante el mal vencible es virtud de coraje o valentía.
además de esta herida inicial, el varón y la mujer sufren las penas que derivan de sus pecados personales y de sus culpas propias.
Culpa es el mal uso de la voluntad para hacer el mal. Culpable es el hombre por hacer el mal voluntariamente. Pena es lo que le sobreviene contra su voluntad por aplicar su voluntad al mal.
[ ¿Cuales son las penas que le sobrevienen a Adán y a Eva a consecuencia del pecado original?[/color]
Primero, en la inteligencia, la ignorancia.
Segundo, en la voluntad, la malicia y a consecuencia de la malicia, la injusticia.
Tercero, en el deseo del bien, la concupiscencia, la falta de moderación en el uso de los bienes.
Y cuarto, en el deseo irascible, la debilidad, la impaciencia, la cobardía y/o la pereza.
¡Santa alegría!
El que llegue primero es un feto(Los espermatozoides)
Glorioso Patriarca San José, ruega por nosotros, cuida de la Iglesia con la amorosa solicitud con que cuidaste de Jesús