Boricua2011 escribió:¿Por qué no la causa? Si la salvación fuera por ambas, por fe y por obras, entonces podríamos pararnos ante Dios y decirle: “Tienes que salvarme por las obras que hice.” Pero Dios no está en deuda con el hombre. El hombre es quien está en deuda con Dios.
Este aporte de Boricua demuestra que los protestantes no han entendido lo que la Iglesia Católica enseña al respecto. La salvación es por gracia, gracia que obrada por el ESpíritu Santo nos mueve a la conversión, para ser justificados por la fe, pero una vez justificados, esa gracia OBRA en nosotros y con nosotros, así que cualquier obra ordenada de forma sobrenatural para gloria de Dios, es primero de él que nos movió la voluntad a asentir. De esta forma, cuando no obro, lo que hago es rechazar la gracia que me mueve.
Por tal razón, el reclamo de Cristo en Mt 25, porque moviéndolos la gracia no obraron.
Así que si alguno buscará exigir a Dios por las obras que hizo tiene que saber que esas obras fueron dadas por la gracia de Dios.
Por más obras que hagamos, nunca llegaremos a merecer que Dios se dejara azotar, escupir, torturar, y humillar por nosotros en carne humana. Nunca seremos dignos de eso. Somos muy pequeños y El es muy grande. Lo hizo por una sola razón: por amor que no merecemos. Esto es lo que llamamos: gracia. La fe es la mano con la que aceptamos ese regalo inmerecido.
Pablo negó contundentemente que la salvación pudiera ser por ambas cosas: “Y si por gracia, ya no es por obras, de otra manera la gracia no sería gracia.” (Romanos 11:6) Pero también dijo; justo después de acabar de decir en el verso 9 de Efesios 2: “No por obras para que nadie se gloríe”; añadió en el verso 10: “Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas.” La Fe sin obras es muerta, no es real ni viva porque se demuestra con las obras. No por obras, pero para obras. La Biblia es clara.
No puede ser que todavía se confunda las obras de la Ley con las obras de la gracia de Dios que actúa en nosotros y con nosotros.