Sesión 1: Introducción

Curso que tratará de ayudar a quienes quieren proseguir los eslabones de una cadena de amor iniciada entre Dios y el Fundador y ser protagonista de una etapa más de la historia de tu Congregación

Fecha: 16 de enero al 26 de marzo del 2012

Moderadores: Catholic.net, gache, marcela lombard, Moderadores Animadores

Sesión 1: Introducción

Notapor gache » Lun Ene 16, 2012 11:20 am

¿ES POSIBLE HABLAR DE PASTORAL VOCACIONAL EN NUESTROS DÍAS?


Premisas para el trabajo vocacional.

1. Dios sigue llamando, premisa fundamental de la pastoral vocacional

Tal parece que hablar o escribir sobre la pastoral vocacional es tiempo perdido. Además de que nadie o muy pocos lo hacen, los resultados siempre pobres o negativos1 a los que ya estamos acostumbrándonos, nos hacen pensar que de este tema es mejor no hablar, o hablar en tonos más bien moderados.

Si bien es cierto que el futuro de las congregaciones dependen de las vocaciones, muchas veces se trata de ignorar la realidad o no tomarla en cuenta con la importancia que el tema amerita. ¿Cuántos son los capítulos generales que dedican un amplio espacio de tiempo y de esfuerzo a tratar este tema? Y cuando lo llegan a tratar se ve claramente que ha sido por contentar algún grupo nostálgico de personas que se empeñaban en sacarlo a la luz. Pero son pocas las congregaciones que después de un capítulo general se dedican a trabajar organizadamente en la pastoral vocacional. Más bien se da el caso contrario en el que las congregaciones han olvidado conscientemente el trabajo vocacional y se dedican, también conscientemente, a organizar la muerte de la congregación buscando casi desesperadamente a quien entregar todo el patrimonio económico y espiritual de la congregación.

Para tratar el tema de la pastoral vocacional necesitamos todos partir de una hipótesis fundamental. No debemos hacer pastoral vocacional por miedo al futuro, ya que del miedo se genera sólo miedo2. Tampoco se busca un trabajo vocacional para sustituir los huecos que van dejando las personas ancianas que mueren o aquellos que se generan por la redistribución de las comunidades. Se debe buscar sobretodo partir del hecho fundamental de que Dios sigue llamando. “Es necesario tener confianza en el Señor Jesús, que continúa llamando a seguir sus pasos, y encomendarse al Espíritu Santo, autor e inspirador de los carismas de la vida consagrada.”3 Es el Señor Jesús el que sigue llamando hombres y mujeres, jóvenes y adolescentes a la vida consagrada. Y esto porque Dios mismo no puede contradecirse. El ha querido establecer que la vida consagrada, si bien no se encuentra dentro de la jerarquía de la Iglesia, pertenece a la esencia misma de ella, como un carisma:

“En realidad, la vida consagrada está en el corazón mismo de la Iglesia como elemento decisivo para su misión, ya que « indica la naturaleza íntima de la vocación cristiana »y la aspiración de toda la Iglesia Esposa hacia la unión con el único Esposo. En el Sínodo se ha afirmado en varias ocasiones que la vida consagrada no sólo ha desempeñado en el pasado un papel de ayuda y apoyo a la Iglesia, sino que es un don precioso y necesario también para el presente y el futuro del Pueblo de Dios, porque pertenece íntimamente a su vida, a su santidad y a su misión. Las dificultades actuales, que no pocos Institutos encuentran en algunas regiones del mundo, no deben inducir a suscitar dudas sobre el hecho de que la profesión de los consejos evangélicos sea parte integrante de la vida de la Iglesia, a la que aporta un precioso impulso hacia una mayor coherencia evangélica. Podrá haber históricamente una ulterior variedad de formas, pero no cambiará la sustancia de una opción que se manifiesta en el radicalismo del don de sí mismo por amor al Señor Jesús y, en El, a cada miembro de la familia humana. Con esta certeza, que ha animado a innumerables personas a lo largo de los siglos, el pueblo cristiano continúa contando, consciente de que podrá obtener de la aportación de estas almas generosas un apoyo valiosísimo en su camino hacia la patria del cielo.”

Sin esta certeza, que la vida consagrada es un don de Dios a la Iglesia, no se puede hacer pastoral vocacional o aquella que se haga, dejará de tener el vigor o la fuerza de quien se sabe que está trabajando no tanto por crear vocaciones, sino por descubrir vocaciones que el Señor ha previamente suscitado al interno de la Iglesia4. Es la certeza que se convierte en esperanza. “si anteriormente la actividad vocacional nacía en buena parte del miedo (a la desaparición, a la disminución) y de la pretensión de mantener determinados niveles de presencia o de obras, ahora el miedo, siempre pésimo consejero, cede el puesto a la esperanza cristiana, que nace de la fe y se proyecta hacia la novedad y el futuro de Dios.”5

Con esta certeza se puede iniciar, continuar y consolidar el trabajo de la pastoral vocacional. Una certeza que nace no de la confianza en sí mismo, ni siquiera en el propio carisma o en las dotes organizacionales de una buena y estructurada labor de pastoral vocacional. Es la certeza de saber que antes de iniciar nuestro trabajo Dios ya ha llamado a hombres y mujeres en diversas partes del mundo a compartir el mismo estilo de vida que El quiso compartir con su madre y con los doce apóstoles por Él elegidos6. Es la certeza de saber que Cristo no puede dejar sólo al rebaño que Él ha escogido como propiedad suya. Es la certeza que nace de saber que si nosotros caminamos para encontrar a adolescentes y jóvenes que quieran dar su vida por el evangelio, Cristo ya ha suscitado dicha inquietud en el corazón de esos adolescentes y jóvenes. Es la seguridad que viene de Dios, no de nosotros mismos, de saber que antes de comenzar el trabajo de la pastoral vocacional, Él ya tiene los frutos asegurados porque Él no quiere ver vacíos los conventos de almas consagradas.


2. No cortar las manos a Dios

Frente a esta certeza nuestras dudas e incertidumbres de frente al futuro de la vida consagrada y concretamente, al futuro de nuestro Instituto, deben de parecer tonterías. Es Dios mismo quien asegura el futuro de la vida consagrada, en la medida en que la vivencia de dicha vida sea plena y radical y en la medida en que nuestra confianza en las futuras vocaciones se convierta en planes de acción organizados, estructurados y con miras a largo plazo.

Las dudas matan la acción de Dios. Si bien Él puede suscitar vocaciones en cualquier momento y de cualquier forma, Él ha querido dejar en las manos de los hombres las acciones concretas para llevar a cabo su designio divino. Dios tampoco se contradice en este campo y no puede violentar la libertad de los hombres. Sin embargo son los hombres los que pueden cortar las manos de Dios. Cuando una religiosa duda que Dios pueda seguir llamando a adolescentes y jóvenes en la vida consagrada, cuando piensa que los tiempos han cambiado y ahora Dios ya no llama a la vida consagrada en ciertas partes del mundo, cuando está convencida que el tiempo de la vida consagrada ha ya quedado atrás para dar paso a la labor de los seglares, cuando se contenta porque ve llegar en el Instituto vocaciones de otras latitudes pero no hace nada por suscitar vocaciones en la cultura en la que ella vive, cuando piensa que la labor de la pastoral vocacional se reduce sólo a la oración, cuando está convencida que por más que se trabaje y se esfuerce uno en la pastoral vocacional, no se obtendrá ningún resultado, en ese momento ha dejado que la duda tome el lugar de Dios, es decir, ha matado ya la acción de Dios a favor de las vocaciones.

Trabajar por las vocaciones es trabajar por Dios y con Dios. Cuando la duda, bajo distintas vertientes de entre las cuales hemos dado un ejemplo en renglones arriba, se apodera de la mente de una persona consagrada, paraliza no sólo su acción, sino la acción de Dios. Bien sabemos lo poderoso que es el pensamiento humano. Poderoso porque precede a la acción. Es el pensamiento el que señala la dirección que tomará la acción de la persona, ya que la voluntad es una facultad ciega que se mueve sólo en base al bien que le presente el pensamiento. Si la persona da cabida en su mente a todas esas dudas, o aunque fuera a una sola, paraliza la acción. La acción humana y por lo tanto la acción de Dios. Para su acción, la acción humana, porque la mente está segura que no alcanzará nada o que alcanzará muy poco con el trabajo. Una idea repetida una y mil veces dentro de la mente es como un eco que llega a hacerse realidad a través de la voluntad. Si la persona consagrada a través de la duda se repite a sí misma que no es posible encontrar o suscitar vocaciones por los motivos que hemos expuesto anteriormente o por otros motivos que ella se dará a sí misma, ella misma comienza a convencerse de que no hay nada que hacer por las vocaciones y lógicamente no hará nada por las vocaciones. En ese momento, además de que no hace nada por las vocaciones, su pensamiento comienza a justificar su inacción. Y su fe, lógicamente, comienza a debilitarse.

Para actuar Jesucristo siempre ha necesitado de la fe de los hombres. Lo vemos a través de las curaciones y de los milagros que realizó en su vida. Si la persona consagrada ha perdido la fe en las vocaciones, es muy difícil que Cristo actúe. Pero no porque Cristo no pueda actuar, sino porque la persona consagrada le ha quitado a Dios las posibilidades de actuar. Cuando la persona consagrada mira a Cristo, Él puede actuar, como Pedro que pudo caminar sobre las aguas. Pero cuando la duda se abre paso en su vida, es de esperarse que el hombre comience a ahogarse en medio de las aguas de la duda.

Creo que ese es el panorama de la pastoral vocacional que se presenta en muchas partes de nuestro mundo. Conozco religiosas que en lugares florecientes de vocaciones como Sudamérica, India o Filipinas no hacen nada por las vocaciones y sus conventos comienzan a vaciarse o a no recibir vocaciones con la afluencia con que solían llegar. Y sin embargo conozco también religiosas que en ciudades europeas como Palermo, Barcelona o Mästricht consiguen vocaciones cada año. ¿Secreto, enigma o misterio? Nada de eso. Tan sólo una fe en Dios que permite dejar el trabajo a Dios.

Quien duda y deja que la dude penetre el pensamiento y contamine la acción corta a Dios todas las posibilidades de actuar. Su labor puede equipararse al aborto de las vocaciones que tarde o temprano se traducirá en la eutanasia de la congregación.


3. Los tiempos han cambiado, pero nosotros seguimos igual
Bien sabemos que el cambio es una de las constantes de nuestra época. Así lo había predicho el Concilio Vaticano II cuando afirmaba que “El género humano se halla en un período nuevo de su historia, caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresivamente se extienden al universo entero. Los provoca el hombre con su inteligencia y su dinamismo creador; pero recaen luego sobre el hombre, sobre sus juicios y deseos individuales y colectivos, sobre sus modos de pensar y sobre su comportamiento para con las realidades y los hombres con quienes convive. Tan es así esto, que se puede ya hablar de una verdadera metamorfosis social y cultural, que redunda también en la vida religiosa.”7

Y del cambio son conscientes las congregaciones religiosas que han hecho varios adaptaciones, profundas, espirituales y estructurales algunas de ellos, sencillos, materiales y meramente organizativas, otras.

Los cambios que se han dado en el mundo han afectado profundamente la mentalidad de los hombres, como lo menciona también el Concilio: “Como ocurre en toda crisis de crecimiento, esta transformación trae consigo no leves dificultades. Así mientras el hombre amplía extraordinariamente su poder, no siempre consigue someterlo a su servicio. Quiere conocer con profundidad creciente su intimidad espiritual, y con frecuencia se siente más incierto que nunca de sí mismo. Descubre paulatinamente las leyes de la vida social, y duda sobre la orientación que a ésta se debe dar.”8 El hombre de nuestra época no es el mismo que el de tiempos pasados. Los cambios afectan su modo de comportarse, su modo de concebir la vida. Y si de por sí esta situación ya es complicada y difícil de enfrentar, viene a hacerse más difícil por la velocidad de los cambios. Si ayer se hablaba de una cierta era postmoderna, hoy se habla de una era digital y seguramente mañana se estará hablando de otro tipo de cultura con otro tipo de hombre muy diverso al que apenas nos estamos acostumbrando a ver.

Uno de los objetivos del Concilio Vaticano II era precisamente el invitar a la Iglesia a adaptarse al hombre de nuestra época, un hombre que cambia a la velocidad de la luz, pero que en su interior sigue añorando a Dios porque no ha dejado de ser criatura de Dios. Muchas congregaciones religiosas han hecho grandes y elogiosos esfuerzos por lograr esta adaptación, pero desgraciadamente la mayoría, en especial en Europa, ha quedado a la zaga. Y corre el peligro de quedarse para siempre atrás de los cambios.

No se trata de adaptar modas del mundo o comportamientos secularizados, lo que daría origen al triste espectáculo al que asistimos al ver a no pocas congregaciones que se han “auto-secularizado” después del Concilio Vaticano II9. Bien podemos afirmar que han cambiado demasiado o que han cambiado sin un adecuado discernimiento.

Es por tanto el cambio materia común y corriente después del Concilio Vaticano II, en las congregaciones religiosas. Sin embargo resulta curioso y sorprendente que en materia fundamental como el de la pastoral vocacional se siga con técnicas tan antiguas como el de esperar a que las vocaciones toquen a las puertas del convento o el pensar que hacer algo de promoción vocacional sea ir en contra de la Providencia o presionar demasiado a los jóvenes. Es cierto que en un pasado era algo normal el ver lista de candidatas o postulantes en las congregaciones religiosas, sobretodo porque dichas vocaciones eran el producto de una adecuada pastoral vocacional llevada a cabo, quizás en forma tácita, por la parroquia, la familia y la escuela. En la base de toda pastoral vocacional se debe dar siempre una adecuada iniciación a la vida cristiana, con su respectivo crecimiento. Dicho cultivo de la vida cristiana se daban por los tres agentes antes mencionados, por lo que era hasta cierto punto normal el que las vocaciones llegarán sin un trabajo directo sobre ellas. Hasta cierto punto, porque las religiosas colaboraban ya sea en alguno de los tres campos mencionados: en la parroquia, en la escuela o en la misma familia. Por ello, las vocaciones eran cultivadas por algunos de estos agentes con la ayuda de las religiosas.

Ahora en cambio, vemos que los tres agentes, parroquia, familia y escuela católica pasan por momentos difíciles y que poco o nada influyen en la formación de los niños, los jóvenes y los adolescentes. La emergencia educativa de la que tanto se habla no es otra cosa el fruto de la crisis de estos tres agentes. En estos tiempos, esperar vocaciones de alguno de estos agentes es casi como un sueño o como una quimera.

Los tiempos por tanto han cambiado, y sin embargo la mentalidad de muchas congregaciones religiosas y muchas mujeres consagradas que forman parte de estas congregaciones, no ha cambiado. Se sigue aún esperando a que caigan las vocaciones del cielo, a que toquen a la puerta las candidatas. Asistimos por tanto al triste espectáculo de que no hay peor ciego del que no quiere ver, a semejanza de los fariseos que no aceptaban la realidad del Mesías, aún cuando la tenían enfrente de ellos. Han cambiado muchas cosas en la congregación, pero quizás sólo externamente, porque no han cambiado su visión interior del mundo y de la vida. Se pretende creer desde el punto de vista de la pastoral vocacional que aún pueden atraerse vocaciones con métodos pre-conciliares. Y así, quienes han sido capaces de cambiar muchas de sus concepciones de vida con respecto a la vida consagrada y que han caído sin lugar a dudas en extremos que las han llevado a la casi extinción de sus congregaciones o a una avanzada secularización de las mismas, no han sido capaces de emprender el cambio en la pastoral vocacional.


4. Cambio de paradigma: entender el Vaticano II y entender a la joven de hoy

No hay soluciones fáciles a un problema tan difícil. No hay recetas a lo que debe ser un arte, como es el cultivo de las vocaciones. Pero si bien debe aceptarse que es un problema difícil, debe aceptarse también el hecho que deben buscarse soluciones intrépidas, denodadas y valerosas. Quien ve venir al enemigo con un tanque de guerra y sale a su encuentro con agujas o alfileres puede considerarse verdaderamente un demente o un desfasado. Busca al menos oponerse con medios iguales.

Pues esta misma imagen la podemos aplicar al caso de la pastoral vocacional. Se ve el problema y en lugar de buscar soluciones que estén a la altura, se utiliza la técnica de la avestruz que se esconde de frente al problema, o se sigue utilizando técnicas del pasado que resultan ya del todo inútiles y desfasadas. En muchas congregaciones se espera aún que las vocaciones toquen a la puerta o que Dios haga algo maravilloso para atraer las jóvenes hasta las puertas del convento.

Es necesario cambiar de paradigma y enfrentar el problema cara a cara. Soluciones fáciles, recetas mágicas no las hay. El primer cambio que debe hacerse es en la mentalidad con la que debemos afrontar el problema. En primer lugar se debe ver la escasez de vocaciones como un problema y no como parte normal de la vida consagrada en nuestros tiempos. Pensar que es normal tener escasez de vocaciones es ya haber dejado que una visión pesimista invada nuestro pensamiento y paralice la acción. El cambio de mentalidad debe consistir en aceptar la disminución o falta de vocaciones como un gran problema. No dar por un hecho lo que es una verdadera tragedia y buscar soluciones en correspondencia con este gran problema. A grandes males, grandes remedios, dice un refrán popular que bien puede aplicarse en este caso.

Para ello, hay que entender a la adolescente y a al joven de hoy, que quizás la última vez que va a pisar la Iglesia en su vida será el día de su confirmación. “Promuevan los Institutos entre sus miembros un conocimiento adecuado de las condiciones de los hombres y de los tiempos y de las necesidades de la Iglesia, de suerte que, juzgando prudentemente a la luz de la fe las circunstancias del mundo de hoy y abrasados de celo apostólico, puedan prestar a los hombres una ayuda más eficaz.”10 Era ésta la invitación de los padres conciliares a la vida religiosa para que pudiera adaptarse al mundo de nuestros días y pudiera ayudar al hombre de hoy a llegar a Dios. Pero tal parece que estas palabras han caído en el olvido en muchas congregaciones religiosas. Ahora el hablar de juventud entre algunas religiosas es casi un sinónimo de hablar del demonio o de hablar de algo imposible. Se ha extirpado de la mentalidad de las religiosas las palabras que tengan que ver con la juventud: jóvenes, adolescentes, pastoral juvenil, pastoral vocacional. Todo ha quedado recluido en el pasado, en el arcón de los recuerdos.

Y lo que debería ser normal para las religiosas, es decir, el trabajo con la niñez, la adolescencia o la juventud ha venido a ser una cosa extraordinaria, cuando no imposible. Ahora trabajar con la juventud da miedo a algunas religiosas que muchas veces, desgraciadamente, se repliegan más sobre sí mismas y sobre sus problemas. Desconocen a las adolescentes y a las jóvenes de hoy y todo lo que pueda significar un trabajo pastoral con ellas les parece exagerado o inútil. Han perdido sin duda alguna la esperanza.

No han entendido quizás los objetivos del Concilio Vaticano II que buscaba ir a las raíces del evangelio para que con esa fuerza se pudiera llegar al hombre de hoy, con el fin de salvarlo, de ayudarlo a encontrar a Dios. Hay quienes han entendido el Concilio desde una hermenéutica meramente humana, en la que tal parecía que se daba vía libre a la imaginación para buscar aquellos medios más humanos para desterrar el mensaje evangélico de toda obra social a favor de los hombres. La medida de dichas congregaciones parecería ser que mientras menos se hablara de Cristo y del evangelio más eficacia se tendría en la labor social que se desarrollaría.

Hay otras congregaciones que no han pasado de haber hecho un cambio de fachada, meramente externo. Han cambiado quizás el vestido, las oraciones. Han reestructurado las provincias, las han hecho más funcionales. Han construido casas para las hermanas ancianas dotándolas de todos los servicios necesarios. Laudable y encomiable labor, no cabe duda. Pero sus métodos de pastoral con los adolescentes y los jóvenes han quedado obsoletos, pasados de moda. Antes veíamos la clásica figura de la religiosa dando clases de catecismo, animando grupos juveniles en la parroquia. Hoy desgraciadamente cuesta trabajo ver una religiosa que quiera hablar de su propia vocación a una chica, buscando suscitar al menos una inquietud en dicho corazón juvenil.

El Concilio Vaticano no ha sido comprendido y ahí está para ser aplicado en la pastoral de los adolescentes, de los jóvenes y de las vocaciones. Bastaría con abrir un poco más los ojos… y el corazón.


Alza la vista…
La difícil estación por la que pasa la vida consagrada ha causado estragos en ellas. Pero los ha causado sobre todo en sus ánimos, en su esperanza, en su ilusión por vivir la vida consagrada y por transmitirla a los demás. Abatidos y cansados, muchas religiosas y con ellas congregaciones enteras, deambulan por la vida esperando solo el momento final de retornar a la casa del Padre. “Nadie tiene el don de la eternidad en la congregación” y con éste y otros muchos sofismas se dan razón para vivir una vida pálida, sin dejar transpirar la belleza de quien ha entregado su vida a Cristo y se siente feliz, inmensamente feliz.

La carga de los problemas, las desilusiones que trajeron tantos experimentos fallidos en la época del post-concilio, han dejado una huella muy fuerte en su alma. Han perdido, desgraciadamente la ilusión de transmitir esta vida a otras personas. No son infieles, no viven una vida doble o persona que finge sentir lo que no siente, pero viven quizás cansadas, con algo de mediocridad y tibieza y mucho de tristeza, melancolía y desesperanza. Y no es por cuestión de la edad, como muchas de estas religiosas fácilmente podrían sacar como conclusión. Quien ama la vida consagrada, quien es idéntica consigo mismo y con Cristo, busca transmitir a Cristo, busca transmitir lo que es, aún con su silencio11, aún en contra de un mundo secularizado, aún cuando los otros no lo entiendan o no se den cuenta. Quien ama no se deja envolver por el pesimismo de nuestro mundo secularizado que ha perdido la razón de su existencia.

Pero a quien le falta el verdadero amor, no ve al Amado, sino que se ve a sí mismo. En muchas latitudes la vida consagrada ha perdido la mirada en el horizonte vasto del mundo, para fijar la vista sólo en sí mismo. No puede escuchar la voz de Cristo que la invita a alzar la vista para ver los campos que ya están prontos para la cosecha. No puede como Moisés alzar su vista hacia la montaña de Dios y dejar de ver el rebaño. Muchos en la vida consagrada bajan la vista y contemplan el pequeño rebaño de sus limitaciones.

Hoy es el tiempo de alzar la vista, de renovar la esperanza en Cristo que nos dice Duc in altum(Lc. 5, 4). “¡Duc in altum! Esta palabra resuena también hoy para nosotros y nos invita a recordar con gratitud el pasado, a vivir con pasión el presente y a abrirnos con confianza al futuro: « Jesucristo es el mismo, ayer, hoy y siempre » (Hb 13,8).”12 La vida consagrada necesita nuevamente alzar la vista y darse cuenta que Dios sigue aún llamando a adolescentes y jóvenes a la vida consagrada. Da verdaderamente pena ver a tantas almas buenas que se pierden en la vida porque nadie les habla de Cristo, porque nadie les ayuda a cultivar en sí mismos la vida cristiana. Porque nadie les dice que Cristo aún tiene un plan para ellos.
Es curioso como el mundo puede hacer su invitación a los adolescentes y a los jóvenes. Los invita a vivir el mundo de la droga, del sexo, de la pornografía y frente a ellos nadie o muy pocos son los que se oponen. Sin embargo la misma religiosa ha amordazado el mensaje de Cristo ahogándolo en su propia persona con el pretexto del respeto de la libertad por los adolescentes y los jóvenes. Cristo no puede ser predicado, en cambio, la droga, el sexo y la pornografía tienen carta blanca para hacerlo. Proponer el mensaje de Cristo no es imponer nada, no es hacer proselitismo.
Alzar la vista y ver a los adolescentes y a los jóvenes que sin ellos saberlo, y aún en contra de ellos mismos, están esperando que alguien les lleve el mensaje del evangelio. Alzar la vista no es ser un iluso y pretender que no hay dificultades en la nueva evangelización. Alzar la vista, porque ya se ha alzado antes el corazón a Dios y se ha ya recuperado la confianza en Él: “¡Vosotros no solamente tenéis una historia gloriosa para recordar y contar, sino una gran historia que construir! Poned los ojos en el futuro, hacia el que el Espíritu os impulsa para seguir haciendo con vosotros grandes cosas.”13

Todo es cuestión del amor…

Cuando la mirada se alza, cuando se ve más allá de las propias mezquindades, de los problemas de la congregación, de las dificultades del mundo secularizado que tanto ha influido en la juventud de hoy, es posible hacer algo por las vocaciones. Alzar la mirada no es otra cosa que dejar de confiar en sí mismo para comenzar a confiar más en Cristo. Alzar la mirada es tener la seguridad de que Cristo llama a muchas adolescentes y jóvenes a la propia congregación y lo único que debemos hacer es descubrir y ayudar a descubrir en las adolescentes y las jóvenes dicha llamada.

La persona consagrada es la persona que vive en el amor y por el amor de Cristo. Busca hacer lo que a Cristo le gusta, busca complacerlo en todo momento, ya que tal es la definición del amor. “Idem velle, idem nolle, querer lo mismo y rechazar lo mismo, es lo que los antiguos han reconocido como el auténtico contenido del amor: hacerse uno semejante al otro, que lleva a un pensar y desear común.”14 Y si Cristo sigue llamando personas a la vida consagrada, y si Él quiere cautivar aún a hombres y mujeres, la mujer consagrada que verdaderamente ama al Amado no querrá otra cosa que lo quiere el Amado: vocaciones a la vida consagrada.

No es el amor un sentimiento que nace de la pasión o del afecto momentáneo. Es un acto de la voluntad que pone en movimiento a toda la persona. La inteligencia se da cuenta de lo que quiere el amado y la fuerza de voluntad se pone en marcha para lograrlo. He aquí la síntesis del amor. La religiosa que busca agradar en todo a Jesús se da cuenta que su Amado ha inspirado a su fundador un carisma, esto es, una gracia de Dios para la Iglesia y que no quiere que ese carisma muera, a pesar de las dificultades por las que atraviesa hoy en día la vida consagrada. Se da cuenta del regalo inmenso que Dios ha hecho a la humanidad a través del carisma y que Dios quiere seguir actuando a través de dicho carisma. Su amor a Dios, si es verdadero y operativo se deberá traducir en una búsqueda de personas que estén disponibles a dar su vida para que otras personas se acerquen a Cristo. Por ello, la pastoral vocacional es fruto del amor al carisma, porque se sabe que el carisma es un regalo de Dios para que los hombres lleguen a Dios y el objetivo de dicha pastoral es lograr que haya más mujeres consagradas que quieran ayudar a los hombres a llegar a Dios a través del carisma que Dios les ha regalado.

La pastoral vocacional es también fruto del amor a Dios porque si Dios sigue aún llamando personas a la vida consagrada, Él ha querido unir al misterio de la llamada, la participación de los hombres. Dios suele llamar siempre por medio de causas segundas. Salvo raras ocasiones Dios se vale de personas, de medios, de acontecimientos para hacer llegar su llamada. El hombre no llama ni puede fabricar el llamado. Es una prerrogativa exclusiva de Dios, pero toca al hombre colaborar con dicha llamada. “Toda vocación viene de Dios, pero termina en la Iglesia, y pasa, siempre, por su mediación. La Iglesia (« ecclesia ») que por innata constitución es vocación, es al mismo tiempo generadora y educadora de vocaciones. Por consiguiente, « la pastoral vocacional tiene como sujeto activo, como protagonista, a la comunidad eclesial como tal, en sus diversas expresiones: desde la Iglesia universal a la Iglesia particular y, análogamente, desde ésta a la parroquia y a todos los estamentos del Pueblo de Dios »”15. Cada persona tiene por tanto la gracia necesaria para colaborar en la pastoral de las vocaciones, ya que Dios se vale de muchos instrumentos para hacer llegar su llamada. La persona que ama a Dios se siente siempre dispuesta a colaborar con Él para suscitar esta llamada en el alma de muchos adolescentes y jóvenes.

Por ello se puede afirmar que la pastoral vocacional nace y se desarrolla en el amor. Quien ama con pasión a Cristo, a la Iglesia, a su propio carisma, no puede permanecer indiferente frente al triste espectáculo de la falta de vocaciones en todos los sectores de la Iglesia y en todas las partes del mundo. Debe ser una llamada a la actuación como un reflejo del amor. Contemplar que la Iglesia se queda sin operarios conforme pase el tiempo y no hacer nada es indiferencia, lo contrario del amor. La resignación nunca es amiga del amor. El amor busca darse, sacrificarse, donarse, a pesar de no ver los resultados. El amor es buscar aunque no se encuentre, tocar aunque nadie responda, insistir aunque no se vean los resultados. El amor es entregar la vida por un ideal y en este caso el ideal puede ser la búsqueda de buenas y santas vocaciones


NOTAS
1 “El problema de las vocaciones es un auténtico desafío que interpela directamente a los Institutos, pero que concierne a toda la Iglesia. En el campo de la pastoral vocacional se invierten muchas energías espirituales y materiales, aunque los resultados no siempre se corresponden a las expectativas y a los esfuerzos realizados.” Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal Vita consecrata, 25.3.1996, n. 64.
2 “si anteriormente la actividad vocacional nacía en buena parte del miedo (a la desaparición, a la disminución) y de la pretensión de mantener determinados niveles de presencia o de obras, ahora el miedo, siempre pésimo consejero, cede el puesto a la esperanza cristiana, que nace de la fe y se proyecta hacia la novedad y el futuro de Dios.” Congregación para la educación católica, Nuevas vocaciones para una nueva Europa, 6.1.1998, n.13c

3 Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal Vita consecrata, 25.3.1996, n. 64.
4 “Es necesario tener confianza en el Señor Jesús, que continúa llamando a seguir sus pasos, y encomendarse al Espíritu Santo, autor e inspirador de los carismas de la vida consagrada.” Ibídem.
5 Congregación para la educación católica, Nuevas vocaciones para una nueva Europa, 6.1.1998, n.13c

6 “La invitación de Jesús: « Venid y veréis » (Jn 1, 39) sigue siendo aún hoy la regla de oro de la pastoral vocacional. Con ella se pretende presentar, a ejemplo de los fundadores y fundadoras, el atractivo de la persona del Señor Jesús y la belleza de la entrega total de sí mismo a la causa del Evangelio.” Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal Vita consecrata, 25.3.1996, n. 64.

7 Concilio Vaticano II, Constitución pastoral Gaudium et spes, 7.12.1965, n. 4.

8 Ibídem.

9 “Alcuni hanno interpretato l’apertura al mondo non come un’esigenza dell’ardore missionario del cuore di Cristo, ma come un passaggio alla secolarizzazione, scorgendo in essa alcuni valori di grande spessore cristiano, come l’uguaglianza, la libertà e la solidarietà, mostrando disponibili a fare concessioni e a scoprire campi di cooperazione. (…) Inconsciamente si è caduti nell’autosecolarizzazione di molte comunità ecclesiali; queste sperando di compiacere quanti erano lontani, hanno viso andare via, defraudati e disillusi, coloro che già vi partecipavano: i nostri contemporanei, quando s’incontrano con noi, vogliono vedere quello che non vedono in nessun’altra parte, ossia la gioia e la speranza che nascono dal fatto di stare con il Signore risorto” (Benedicto XVI, Discursos, 7.9.2009).

10 Concilio Vaticano II, Decreto Perfectae caritatis, 28.10.1965, n. 2b.

11 “Quien ejerce la caridad en nombre de la Iglesia nunca tratará de imponer a los demás la fe de la Iglesia. Es consciente de que el amor, en su pureza y gratuidad, es el mejor testimonio del Dios en el que creemos y que nos impulsa a amar. El cristiano sabe cuando es tiempo de hablar de Dios y cuando es oportuno callar sobre Él, dejando que hable sólo el amor. Sabe que Dios es amor (1 Jn 4, 8) y que se hace presente justo en los momentos en que no se hace más que amar.” Benedicto XVI, Carta encíclica Deus caritas est, 25.12.2005, n. 31

12 Juan Pablo II, Carta apostólica Novo Millennio ineunte, 6.1.2001, n. 1.

13 Juan Pablo II, Exhortación apostólica postsinodal Vita consecrata, 25.3.1996, n. 110.

14 Benedicto XVI, Carta encíclica Deus caritas est, 25.12.2005, n. 17.

15 Congregación para la Educación Católica, Nuevas vocaciones para una nueva Europa, 6.1.1998, n.25b.



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Bibliografía recomendada/ artículos de apoyo :
- Una cultura vocacional : http://es.catholic.net/vocaciones/639/2 ... p?id=18758
Mensaje del Santo Padre con ocasión de la XXX Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, 1993

- Nuevas vocaciones para una nueva Europa: http://es.catholic.net/religiosas/806/2 ... p?id=29615
La nueva evangelización debe reanunciar el sentido fuerte de la vida como "vocación".

- Carta del Papa Benedicto XVI en el congreso europeo de Pastoral Vocacional: http://www.es.catholic.net/religiosas/8 ... p?id=47993
Carta del Papa Benedicto XVI a los participantes en el congreso europeo de pastoral vocacional el pasado 4 de julio en el Vaticano.
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor Candy23 » Mar Ene 17, 2012 1:23 am

[color=#FF00BF][color=#FF00FF]Me encantó el punto de no permitir que el miedo frene la acción de Dios en el trabajo Vocacional.
Y me parece que aplica para todo en nuestra vida.
Que maravilla que Dios nos tome de la mano para ense;arnos a confiar en El.

Todo lo que viene aún en la historia de la Iglesia y en la historia de las congregaciones, depende de Dios, pero nos compromete a nosotros, ojala que Dios nos regale el don de la Fe y nos permita vencer las tentaciones que nos encontremos en el camino.[/color][/color]
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor Verbum01 » Mar Ene 17, 2012 1:21 pm

Saludos desde la Fraternidad Misionera Verbum Dei de Loeches-Madrid. Muchísima gracias por esta introducción. Leyéndola, varios aspectos han llamado mi atención tales como:
1.Tener presente que Dios sigue llamando y que el futuro de las congregaciones dependen de las vocaciones.
2. Cambiar de paradigma: entender el Vaticano II y entender a la joven de hoy
3. la pastoral vocacional es fruto del amor al carisma , es también fruto del amor a Dios .
Lea esta introducción con mucho gusto, y eso me animó a contestar rápido todas las preguntas del encuesta.
Que Dios bendiga vuestro esfuerzo. Un abrazo.
Atango.
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor Brandon16 » Mar Ene 17, 2012 2:36 pm

Esta muyy buena la Introduccion y interesante.
"Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos" Salmo 127
Brandon16
 
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor adelizon » Mar Ene 17, 2012 2:51 pm

Creo que la mejor manera de iniciar este curso es recordar que el Señor Jesús continúa llamándonos para que sigamos sus pasos, por más que vivamos inmersos en una cultura antivocacional.
Saludo a todas y todos mis compañeras y compañeros y les expreso mi gozo por poder participar en este curso.
adelizon
 
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor Pablo19 » Mar Ene 17, 2012 4:29 pm

Me ha parecido muy interesante esta introducción, principalmente, porque se realiza un análisis de la realidad dónde refleja los grandes fallos que tenemos al transmitir nuestro amor de Dios a los demás.

En definitiva, increible, muchas gracias, me ha servido mucho para pensar.
Pablo19
 
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor Mari73 » Mar Ene 17, 2012 4:31 pm

Me gustó la introducción, es interesante saber como la duda va apagando tu fé. Me gustó el lenguaje, es cómodo y fácil de entender, el uso de los ejemplos...buenisimo.
Mari73
 
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Gracias

Notapor Sor Rocio » Mar Ene 17, 2012 5:01 pm

Es la primera vez que participo en un foro. He leído con gusto la introducción y me ha encantado, la veo muy realista y a la vez esperanzadora. El punto "no cortar las manos a Dios" me ha encantado. Que no cortemos las manos a Dios sino que seamos sus instrumentos para seguir seduciendo almas para Cristo. Gracias.
Sor Rocio
 
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor jl023cl » Mar Ene 17, 2012 9:07 pm

Como Introducción al tema, me pareció muy interesante sobre todo en lo que respecta al hecho de que Dios nos sigue llamando pese a la poca fe existente en la humanidad en estos momentos.
El lenguaje usado es claro y ameno.
jl023cl
 
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor HnaElena » Mar Ene 17, 2012 9:47 pm

Que el Senor les bendiga a todos!
Me encantó esta primera sesión del curso. Me llevó a meditar mucho de mi propia vocación religiosa. El don, el tesoro que el Señor ha puesto en nuestras manos es inmenso, bello y frágil a la vez, por eso debemos cuidarlo y atesorarlo. Pero esto no significa que lo guardamos sólo para nosotr@s mismos, al contrario, debemos dar testimonio de nuestra propia vocación al mundo. "Duc in altum" (Lc 5,4) Sí, tenemos que navegar mar adentro, lanzarnos a llevar la buena Nueva a todos. Como decía el documento, no debemos quedarnos con los brazos cruzados, esperando... hay que lanzarnos por lo que hay por delante. Somos las manos de Dios!
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor Nayurel » Mar Ene 17, 2012 11:39 pm

:) Este tema me pone a pensar muchas cosas, me parece que aveces nosotros mismos somos piedra de tropiezo para muchas personas con inquietudes vocacionales... Debemos buscar los medios necesarios para poder llegar a los jóvenes que sienten este llamado a servir! Sin prejuicios y confiando siempre en Dios que es el que llama a servirle. :lol:
Nayurel
 
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor omar23 » Mar Ene 17, 2012 11:50 pm

Muy buenas noches a todos, espero que estén muy bien y me da mucho gusto el poder iniciar este curso de Pastoral Vocacional y me gusta mucho la temática que nos presentan para este curso.

Me llama la atención de la introducción como se nos sugiere y se nos hace ver la realidad en la que se encuentran los jóvenes en la actualidad. Debemos considerar que las vocaciones del futuro saldrán de este contexto y no podemos alejarnos nosotros de ese contexto sin dejar que nos gane la tentación de ser parte de las tentaciones que el mundo nos presente.

considero que ahora los que estamos en busca de las vocaciones debemos de estar en medio del mundo y no alejados de ese contexto y en la medida en que nos hagamos presente en este mundo secularizado y demos testimonio de nuestro ser Cristiano los jóvenes se acercaran.

S hermano en Cristo Misionero
A mayor Gloria de Dios
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor bryanj » Mié Ene 18, 2012 3:28 am

Saludos hermanitos

Pues coincido con la lectura introductoria . También percibo que además del miedo por la ausencia de postulantes también se nota las ansias por ello . Esto puede terminar un poco asustando de los que están en discernimiento.
Por otro parte oremos para que los directores de los Seminarios y conventos sepan realmente formar y elegir dentro de los aspirantes , para no tener problemas serios que lamentablemente hoy en día vemos en nuestra Iglesia. Gracias.
bryanj
 
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor Laura Griselda » Mié Ene 18, 2012 1:39 pm

BUENAS HERMANOS. LES MANDO UN FRATERNAL SALUDO DESDE MI HUMILDE CIUDAD, GARUPA MISIONES, ARGENTINA. LA INTRODUCCION ME PARECIO MUY INTERESANTE. LA PARTE QUE DICE: JESUS TIENE UN PLAN PARA TODOS. ES ALGO FANTASTICO Y NO HAY QUE DEJAR DE TRANSMITIR A NUESTROS JOVENES, QUE POR MAS QUE ESTEN ALEJADOS DE ÉL, POR LAS CIRCUNSTANCIAS DE LA VIDA, JESUS ESTA SIEMPRE. SOLO HAY QUE ALZAR LA VISTA, Y AMAR. GRACIAS.
Laura Griselda
 
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor cindy perez soler » Mié Ene 18, 2012 2:13 pm

Buenas, A mi correo no me ha llegado la primera sección. a ver si la administardora me puede ayudar en eso. Gracias
cindy perez soler
 
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor ensunombre » Mié Ene 18, 2012 8:44 pm

Excelente la introduccion del tema. Lo mas importante y la unica manera de trabajar y tener la certeza para hacer pastoral vocacional es teniendo confianza en nuestro Señor Jesus ya que el sigue llamando a hombres mujeres a tener una vida consagrada. Gracias y que Dios los siga bendiciendo!
ensunombre
 
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor jguerras100 » Jue Ene 19, 2012 11:43 am

¿ES POSIBLE HABLAR DE PASTORAL VOCACIONAL EN NUESTROS DÍAS?

Paz y Bien Dios les ama y yo también
Muy acertada y llena de esperanzas y de compromisos es esta introducción porque debemos ver al creador y su deseo vivo que el hombre sea rescatado de la vida sin Cristo, por ello ha puesto a mensajeros en la tierra que son los que al convertirse en auténticos hijos de Dios y reales cristianos estarán más preocupados y ocupados no por la cantidad sino por la calidad y posición de ser hijos de Dios.
Rom 10:13-18 Pues todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.
Pero ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Cómo creerán en aquel a quien no han oído? ¿Cómo oirán sin que se les predique?
Y ¿cómo predicarán si no son enviados? Como dice la Escritura: ¡Cuán hermosos los pies de los que anuncian el bien!
Pero no todos obedecieron a la Buena Nueva. Porque Isaías dice: ¡Señor!, ¿quién ha creído a nuestra predicación?
Por tanto, la fe viene de la predicación, y la predicación, por la Palabra de Cristo.
Y pregunto yo: ¿Es que no han oído? ¡Cierto que sí! Por toda la tierra se ha difundido su voz y hasta los confines de la tierra sus palabras.

Por ello considero oportuna esta introducción para recordarnos lo que Jesucristo Nuestro señor nos ordenó al resucitar. Mat 28:19-20 Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo".

Y teniendo la gran promesa que al regresar a su Padre nos dejó para que las vocaciones y los institutos no teman.
Hch 1:7-11 Él les contestó: "A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad, sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra."
Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos.
Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco que les dijeron: "Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo."

Así que no nos quedemos mirando las circunstancias o al mundo, sino fijemos los ojos en Cristo y su promesa del Espíritu Santo que es quien nos guía, aconseja, enseña y corrige.

Paz y Bien


Paz y Bien
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor nicogl02 » Jue Ene 19, 2012 5:52 pm

les pido por favor a quien me pueda ayudar pues no me a llegado el primer tema para poder opinar, les agradeceria me informaran como debo hacer para poder participar. Gracias Dios les Bendiga.
nicogl02
 
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor virgo07 » Jue Ene 19, 2012 6:05 pm

Si la Pastoral Vocacional es un ejercicio que se debe realizar y mas ahora en donde la forma de vida de nuestra sociedad no permite el encuentro del ser humano consigo mismo y mucho menos plantearse cual es su trascendencia en este mundo. Asie que debemos dar los medios y herramientas necesarias para que se realice dicha búsqueda y se logre una realización plena de la persona en el estado de vida al que Dios le llama. Gracias por esta participación. Dios les bendiga.
virgo07
 
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Re: Sesión 1: Introducción

Notapor Brandon16 » Jue Ene 19, 2012 7:23 pm

Esta muy enriquecedora la introducción
"Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos" Salmo 127
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