Tema 2: ¿Por qué soy católico?

En el curso está dirigido principalmente a padres de familia, pero podrán participar también, educadores, sacerdotes encargados de la pastoral familiar, párrocos y colaboradores de parroquias, dirigentes de empresas y todo aquél interesado en la formación religiosa de las familias.

Nadie está obligado a creer, pero, para poder decidir, tiene que saber de qué va. La libertad, propia y ajena, merece el mayor aprecio, pero también es verdad que la información facilita la mejor elección: no se puede elegir lo que se desconoce. Conviene, pues, proponer, sin imponer, una serie de datos especialmente útiles a la hora de decidir qué valores inspirarán nuestra vida. La decisión última depende de cada uno, pero antes hay que informarse. De los padres cristianos se espera que sepan dar un testimonio coherente de su fe.

Fecha de inicio del curso: 2 de febrero

Fecha de finalización del curso: 22 de marzo

Periodicidad de envió de las lecciones: uno por semana los jueves

Moderadores: monik, Xavier Villalta, Catholic.net, maría eugenia, Michael Esparza, Moderadores Animadores

Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor maría eugenia » Mié Feb 08, 2012 12:59 pm

Respuestas al Tema 1

1) Es posible demostrar la existencia de Dios:

2) De qué modo se reveló Dios al hombre: Antiguo Testamento y, llegada la plenitud de los tiempos, haciéndose hombre en Cristo

3) Cuál es el fundamento de la credibilidad de la doctrina cristiana? La Divinidad de Cristo (es la que menos aciertan)

4) Cómo se prueba la divinidad de Jesús? Mostrando que los Evangelios que narran sus milagros, especialmente el de la Resurrección, son fidedignos.

Conviene insistir en que ponemos el acento en LAS RAZONES DE LA FE, esto es, en mostrar que el razonamiento ayuda a creer. Conviene pues, dejar claro, que la fe no es, estrictamente hablando, un sentimiento, sino más bien "la voluntad que asiente a lo que le propone la razón iluminada por la fe, esto es: que vale la pena creer, aunque no se entiendan plenamente los misterios divinos, porque nos fiamos de la Revelación de Dios, que no puede ni engañarse ni engañarnos".

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LAS RAZONES DEL CREYENTE
(Breve introducción a la fe católica)
Tema 2: ¿Por qué soy católico?
(La Iglesia Católica)




(No negamos nuestra fe a las palabras pronunciadas por el Poder divino(
(S. Hipólito)



No sólo cristiano, también católico

Debido a nuestra hambre de Dios, la espiritualidad siempre estará de moda. Por desgracia, no sucede lo mismo con la Revelación objetiva y con sus implicaciones morales. Con la excusa de combatir la intolerancia religiosa, no pocos cristianos han sucumbido ante el aparente encanto de posturas sincretistas de corte oriental, como el new age, que a la larga prescinden de Dios y reducen la oración a una simple técnica de relajación mental. Por eso conviene insistir en que «la oración cristiana está siempre determinada por la estructura de la fe, en la que resplandece la verdad misma de Dios y de la criatura»1. Hay muchos ejemplos cotidianos que muestran la importancia de conocer bien las verdades reveladas por Cristo. No hace mucho tiempo me contaba un amigo una anécdota muy ilustrativa en este sentido. Paseaba por las calles de Londres y quiso entrar en una iglesia para acercarse a un Sagrario y rezar ante el Santísimo Sacramento. El problema estaba en cómo saber si el templo al que quería acceder era católico o protestante. La diferencia es esencial, precisamente por la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía. Mi amigo se solía fijar, para distinguir, en los horarios que hay en la entrada. Si se anuncian servicios, es protestante, mientras que si el aviso se refiere a las Misas, es una iglesia católica. Durante esas pesquisas, se acercó amablemente una señora anglicana para preguntarle si deseaba algo e invitarle a entrar. Mi amigo le explicó que es católico y que, por tanto, sabía que no encontraría al Señor en el Sagrario. Extrañada, la buena señora le replicó: «¡Pero Jesús está en todas partes!». Intentó explicarle, me temo que en vano, que efectivamente Cristo, como Dios, está en todas partes, pero que su presencia sacramental en la Eucaristía es otro tipo de presencia mucho más cercana, que sería imposible sin la Encarnación.

Esa anécdota muestra hasta qué punto las verdades de fe conforman la vivencia cristiana. Los protestantes, en efecto, al desconocer la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, no pueden disfrutar de ese gran regalo de amor que supone tenerle cerca de nosotros, escondido pero vivo. Allí donde está su cuerpo, se encuentra también su alma y su divinidad. De ahí la importancia de conocer todas las verdades reveladas por Dios. En concreto, si no se está familiarizado con la «hondura de la Encarnación»2, la vida cristiana se resiente: se vuelve espiritualista.

No todos los cristianos son católicos. La religión católica, con más de mil millones de fieles, es la más numerosa del mundo. Pero hay cientos de millones de personas que creen en la divinidad de Cristo pero no en la Iglesia Católica. O bien estamos equivocados los católicos, creyendo demasiadas cosas, o bien es incompleta la fe de los ortodoxos (que no creen en la potestad otorgada por Cristo al Romano Pontífice) y la de los protestantes (que, en líneas generales, además de no aceptar la autoridad del Papa, no veneran a la Virgen María y no creen que Cristo haya instituido siete sacramentos). ¿Cómo saber quién tiene razón? Si un católico cree, por ejemplo, que Jesucristo está realmente presente en el Sagrario y un protestante piensa que no, uno de los dos se equivoca. Es, pues, «necesario —afirma Juan Pablo II—saber cuál de estas Iglesias o comunidades es la de Cristo, puesto que Él no fundó más que una Iglesia, la única que puede hablar en su nombre»3.

No se trata de hacer un juicio de valor sobre personas, sino sobre ideas. No pretendo comparar la valía personal de católicos y de otros cristianos, sino buscar quién confiesa la fe más verdadera. De hecho, hay ortodoxos y protestantes que son mejores personas que muchos católicos. Una cosa es la verdad y otra la caridad. Estar en la verdad facilita la santidad de vida, pero Dios ayuda a todos. Además, los cristianos que viven hoy en día no son responsables de las dolorosas divisiones surgidas en el pasado. Lo que sí se espera de todos es que busquen honestamente dónde se encuentra la verdad más plena y se adhieran a ella. También es verdad que la caridad, el amor y respeto mutuos, facilita esa unidad tan ansiada entre los cristianos. Hubo tiempos de obcecamiento, en que los miembros de las distintas confesiones cristianas apenas se trataban. El afán ecuménico de Juan Pablo II ha contribuido mucho a crear ese ambiente distendido, tan propenso a la búsqueda serena de la verdad. Gracias a Dios, empiezan a desaparecer recelos multiseculares. Es de esperar que en el siglo XXI se restablezca esa unidad por la que rezó Cristo en la Última Cena4.

Volviendo a tomar el hilo de nuestras consideraciones racionales, hemos visto que sólo Dios es infalible. Si Jesucristo es Dios, todas sus declaraciones son infalibles. Si revelase cien verdades, todas ellas serán igualmente verdaderas y nadie tendrá derecho a cambiarlas. Si creo que Cristo es Dios, entonces aceptaré sus cien verdades. Incluso antes de conocerlas, me las creeré, ya que la razón que me lleva a creérmelas no radica en que me convenzan más o menos, sino en que el que las ha revelado es infalible, no puede engañarse ni engañarme.
Pues bien, una de esas declaraciones dogmáticas de Cristo concierne a la Iglesia. Cristo mismo fundó una sola Iglesia, con San Pedro al frente: «Tú eres Pedro —le dijo—, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Infierno no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos»5. Este texto es fundamental. De modo contundente, Cristo afirma que quiere edificar su Iglesia sobre Pedro y le promete ayuda hasta el fin de los tiempos.

El Primado del Papa

De esas palabras, se desprende también el Primado del Papa sobre los demás Obispos, puesto que Cristo confiere a Pedro una potestad por encima de los demás apóstoles. Eso es precisamente lo que no reconocen los cristianos no-católicos: que Cristo haya constituido al Obispo de Roma como pastor universal. Sin embargo, si estudiamos este asunto en sede teológica, comprobamos la verdad de la fe católica. Para estudiar una cuestión teológica, es preciso acudir a las dos fuentes de la Revelación: la Sagrada Escritura y el testimonio de la Tradición. Por último se estudian las declaraciones del Magisterio de la Iglesia.

Empecemos con el Evangelio. Ahí vemos que Cristo confiere a Pedro potestades especiales que no confiere a los otros apóstoles: aparte de entregarle —como hemos visto— la potestad de las llaves6, le dice que tiene que confirmar a sus hermanos en la fe7, y después de la resurrección le confirma en su ministerio pastoral8. En los Hechos de los Apóstoles, vemos a Pedro ejerciendo su primado, no porque él sea mejor que los demás apóstoles, sino porque así se lo ordenó Cristo.

Tras la Ascensión, Pedro actúa siempre como cabeza de la Iglesia. Pide que se nombre a otro apóstol para ocupar el puesto de Judas. El día de Pentecostés, es él quien dirige la palabra al pueblo. Preside el Concilio de Jerusalén, resume sus conclusiones, acatadas por todos. En una visión, se entera de que hay que aceptar en la Iglesia a los gentiles y bautiza a los primeros de ellos...

Los testimonios de los primeros siglos confirman que el Primado de Pedro no es, como afirmaron algunos protestantes, un invento de los cristianos de Roma para justificar su eminencia, sino algo aceptado por los cristianos desde el principio. Excavaciones en los años cincuenta han demostrado que Pedro fue sepultado en Roma. Por eso, los Obispos de Roma siempre fueron reconocidos como sucesores de Pedro. Las leyes promulgadas por el Papa tenían vigencia en todas las iglesias, y si surgía alguna duda o disputa, acudían a Roma para solucionarla. Así, Clemente I, tercer sucesor de San Pedro, intervino en una discordia ocurrida en la iglesia de Corinto. Escribe a los rebeldes y les pide «obedecer a lo que Cristo les ha mandado a través nuestro»9.

En el siglo II, San Ireneo, refiriéndose a la Iglesia de Roma, nos ha legado este testimonio de fe: «Porque con esta Iglesia, debido a su eminente origen, tienen que estar de acuerdo todas la iglesias, es decir los creyentes de todo el mundo, pues en Ella se ha conservado la Tradición que viene de los apóstoles, para salvación de todos los hombres de todas partes»10. A su vez, San Cipriano (siglo III), enseña que «la sede episcopal de Roma es la Cátedra de Pedro, la más importante de las Iglesias, de la que procede la unidad sacerdotal» y que «quien abandone la Cátedra de Pedro, sobre la que Cristo ha edificado su Iglesia, ya no es miembro de la Iglesia». En el siglo V, San Agustín confiesa que «sobre esta Cátedra de la unidad, Dios ha colocado también la doctrina de la verdad»11.

Esta doctrina ha sido confirmada por los diversos Concilios ecuménicos. Así, en el año 451, el Concilio de Calcedonia, dirigiéndose al Papa León I, declaró: «Tu has sido el portavoz de la voz de Pedro»12. El Concilio de Florencia (1440-1446) resumió de este modo la doctrina sobre el Primado del Papa: «Definimos que la santa Sede Apostólica y el Romano Pontífice tienen el primado sobre todo el orbe y que el mismo Romano Pontífice es el sucesor del bienaventurado Pedro, príncipe de los Apóstoles, verdadero vicario de Cristo y cabeza de toda la Iglesia y padre y maestro de todos los cristianos, y que al mismo, en la persona del bienaventurado Pedro, le fue entregada por Nuestro Señor Jesucristo plena potestad de apacentar, regir y gobernar a la Iglesia universal»13.

Misión de la Iglesia

Veamos ahora algunos matices que ayudan a entender la doctrina revelada sobre la Iglesia. Ante todo, es preciso señalar que la Iglesia no ejerce su potestad en nombre propio. Se trata de una potestad delegada. Pedro, y sus sucesores, administran algo que no les pertenece, son «administradores de los misterios de Dios»14. «La palabra “administrador” —recuerda Juan Pablo II— no puede ser sustituida por ninguna otra. (...) El administrador no es propietario, sino aquel a quien el propietario confía sus bienes para que los gestione con justicia y responsabilidad»15. Cristo confiere una potestad que proviene de Dios mismo. Cuando Cristo confiere a los apóstoles la potestad de perdonar los pecados, les dice: «"Como el Padre me envió, también yo os envío". Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: "Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos"»16.

La finalidad primordial de la Iglesia es salvar almas. Para llevar a cabo esta misión, la Iglesia recibió de Cristo tres ministerios: enseñar, santificar (administrar los medios de salvación, fundamentalmente los sacramentos) y gobernar (como en cualquier sociedad humana, hace falta organizar las relaciones entre los diversos miembros). Hay una diferencia entre los dos primeros ministerios y el tercero. No es lo mismo potestad de enseñar y de administrar sacramentos que competencia para gobernar. Cuando la Iglesia enseña su doctrina dogmática y administra los medios de santificación, goza de la misma potestad infalible que Cristo. En cambio, en su tarea de gobierno, por ejemplo al nombrar un obispo, la autoridad eclesiástica es simplemente competente y se puede equivocar. No es lo mismo obediencia de la fe que docilidad. Una declaración dogmática del Papa merece ser asentida por todos los fieles como verdad de fe; en cambio, respecto a las directrices pastorales, se espera de los fieles una actitud de solidaridad.

Si se pierde de vista esa diferencia entre potestad y competencia, no se entiende bien la Iglesia Católica. Cristo es garantía de que los sacramentos válidamente administrados tengan una eficacia divina y de que lo que enseña de modo estable el Santo Padre, y los Obispos en comunión con él, sea infalible. Como veremos, se trata de una potestad conferida por el mismo Cristo17. Pero en el ámbito pastoral y en el gobierno de los asuntos que regulan la vida de la Iglesia (véase, por ejemplo, el Código de Derecho Canónico, conjunto de leyes que regulan los derechos y deberes de los fieles), si bien Dios ayuda, puede haber errores. Cuanto más santo sean un pastor, más acertada será su actuación. En cambio, la eficacia sobrenatural de los sacramentos y la confianza que merece una declaración dogmática no dependen directamente de su santidad de vida de los pastores. Cristo mismo garantiza la eficacia de los sacramentos y la infalibilidad de la doctrina.

Detengámonos en la potestad que ha recibido la Iglesia de enseñar infaliblemente en nombre de Cristo. Veamos por qué nada es tan seguro y razonable como creer en lo que enseña la Iglesia.

«Lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos»18, dijo Cristo a Pedro. Y a los apóstoles: «Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha»19. Son palabras fuertes. No entendemos cómo hombres falibles puedan participar de la infalibilidad divina. Es un misterio. Pero si lo dice Cristo, que es Dios, lo creemos firmemente, ya diga que un trozo de pan se convierte en su Cuerpo o que el Papa no se puede equivocar al proclamar un dogma de fe.

Es lógico que Cristo confíe a la Iglesia la potestad de conservar, interpretar y actualizar el depósito de la fe. Para asegurar la transmisión fiel del mensaje de Cristo a través de la historia, se precisa una instancia infalible de interpretación. Así, si surgen dudas, se pueden resolver con la seguridad de que Dios está detrás de esa interpretación. Se evita así que, cada vez que nos gustaría saber lo que Dios piensa sobre algo que se pone en duda —como la Asunción de la Virgen— o sobre algo nuevo —como la fertilización in vitro—, tenga que volver Cristo para aclararlo.

Es, pues, razonable que Cristo, inteligente como es, ya haya previsto todo eso y lo haya resuelto de antemano, confiando esa potestad a su Vicario en la tierra. No olvidemos que en el Evangelio se encuentran de modo implícito muchas verdades de las que los cristianos, gracias a la oración y a la reflexión teológica, se han ido percatando poco a poco a lo largo de la historia. Pero estos avances no deben traicionar el núcleo original. De hecho, la Iglesia jamás ha proclamado un dogma que contradiga al Evangelio o no esté implícitamente presente en él. La experiencia protestante, en cambio, muestra que al contar únicamente con la Sagrada Escritura, la unidad de fe se ha ido resquebrajando más y más.

Como recuerda Scott Hahn, en un libro apasionante en el que relata su conversión a la fe católica, «desde la época de la Reforma, han ido surgiendo más de veinticinco mil diferentes denominaciones protestantes, y los expertos dicen que en la actualidad nacen cinco nuevas a la semana. Cada una de ellas asegura seguir al Espíritu Santo y el pleno sentido de la Escritura»20.

Por otra parte, creer en la Iglesia no equivale a depositar nuestra confianza en personas humanas. Al comparar el cristianismo con otras religiones, vimos que no es razonable depositar toda nuestra confianza en un hombre, que sólo Dios ofrece plenas garantías de credibilidad. Comparando a las diversas iglesias cristianas, podemos aplicar el mismo razonamiento. Si lo miramos de cerca, el católico es el único cristiano cuya fe se basa únicamente en Cristo.

Si sigue al Papa es porque cree en la promesa de infalibilidad hecha por el mismo Cristo. Un protestante, en cambio, tiene que fiarse de Cristo y de un hombre. De las cien verdades reveladas por Cristo, Lutero decide que hay que quitar cinco, Calvino que hay que quitar diez, etc. ¿Pero cómo puedo estar seguro de que no se equivocan? A pesar de todo el respeto que merecen, los fundadores de iglesias protestantes son simples hombres que no han recibido directamente de Cristo potestad alguna. Un metodista tiene que creer en John Wesley, un adventista en Willian Miller y en Ellen White, un mormón en Joe Smith, un testigo de Jehová en C.T. Russel, etc. También dentro de la Iglesia Católica ha habido siempre personas que afirman haber recibido de Dios algún carisma especial. Piénsese en santos como Bernardo, Domingo de Guzmán, Francisco de Asís, Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola, Don Bosco, San Josemaría Escrivá, etc. Todos ellos enriquecieron a la Iglesia con su doctrina, con su ejemplo, y con fundaciones extendidas hoy en día por todo el mundo. ¡Pero ninguno de ellos se sintió llamado a fundar otra iglesia y su carisma fue reconocido por los sucesores de Pedro! No puede haber unidad en la fe, dentro de la legítima diversidad, sin un Vicario de Cristo común a todos los cristianos...

«Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación», dijo Cristo a sus discípulos21. Los apóstoles entendieron la importancia de custodiar y de transmitir fielmente ese tesoro recibido de Cristo.

Conscientes de lo que recibieron en depósito, no permitieron que alguien lo cambiara. «Aun cuando nosotros mismos —afirma San Pablo— o un ángel del cielo os anunciara un evangelio distinto del que os hemos anunciado, ¡sea anatema! Como lo tenemos dicho, también ahora lo repito: Si alguno os anuncia un evangelio distinto del que habéis recibido, ¡sea anatema!»22. Como decía Juan Pablo I, «cuando el pobre Papa y cuando los Obispos y los sacerdotes presentan la doctrina, no hacen más que ayudar a Cristo. No es doctrina nuestra, es la de Cristo, sólo tenemos que custodiarla y presentarla»23.

La crisis que de las misiones católicas en las últimas décadas se debe en gran parte a perder de vista lo que acabamos de ver. Los misioneros deben evangelizar y vivir la caridad, pero si dudan de la verdad de la doctrina recibida de Cristo, se convierten en simples asistentes sociales. No se trata de imponer a los demás, con afán de conquista, las propias convicciones, sino de respetar delicadamente la legítima libertad de cada persona. Tampoco es que los cristianos se sientan orgullosamente superiores a los demás. Se sienten humildes depositarios de un mandato divino destinado a contribuir a la verdadera felicidad de sus semejantes. Estar convencido de haber recibido una verdad divina no impide el diálogo y el respeto de la legítima libertad ajena. Juan Pablo II ha sido un preclaro ejemplo de persona a la vez coherente y tolerante. Ante los representantes del poder mundial en las Naciones Unidas, afirmó en 1995: «Como cristiano, mi esperanza y confianza se centran en Jesucristo... [quien] para nosotros es Dios hecho hombre y forma parte por ello de la historia de la humanidad. […] La fe en Cristo no nos aboca a la intolerancia. Por el contrario, nos obliga a inducir a los demás a un diálogo respetuoso. El amor a Cristo no nos distrae de interesarnos por los demás, sino que nos invita a responsabilizarnos de ellos, a no excluir a nadie...»24.

El misterio de la Iglesia

Si se mira con ojos humanos, sin la fe, la Iglesia Católica no se entiende. Es de Dios pero está compuesta por hombres. En ella, convive lo más alto con lo más bajo. La Iglesia constituye un profundo misterio. Es mucho más que un conjunto de clérigos con determinadas potestades. La unión íntima de todos los miembros de la Iglesia, entre sí y con Cristo, en la tierra y en el Paraíso, es un misterio tan profundo, que excede nuestra capacidad intelectual. «Este misterio —recuerda Juan Pablo II— es más grande que la sola estructura visible de la Iglesia. Estructura y organización sirven al misterio. La Iglesia, como Cuerpo místico de Cristo, penetra en todos y a todos comprende. Sus dimensiones espirituales, místicas, son mucho mayores de cuanto puedan demostrar todas las estadísticas sociológicas»25. La Iglesia es la Familia de Dios, el Pueblo de Dios que camina hacia la Jerusalén Celeste. Llegará un día, tras el fin del mundo, en que la Iglesia brillará en todo su esplendor. Entretanto, cada día pasan miembros de la Iglesia militante a la Iglesia purgante o triunfante. A veces nos fijamos demasiado en las miserias de los miembros de la Iglesia, olvidando la gloria de la Iglesia en el Cielo. Helmut Laun, en un libro en el que relata su conversión, cuenta que un día tuvo una visión de la Iglesia gloriosa. El relato de lo que contempló es escalofriante. No encuentra palabras para describir lo que vio, pero lo intenta diciendo: «Todo lo que había leído sobre la Iglesia Católica, una y santa, antes de mi conversión, era completamente cierto, ¡pero apenas era una sombra comparado con la deslumbrante belleza sobrenatural de la Iglesia triunfante! Ni siquiera un millar de palabras cuidadosamente escogidas podrían nunca describir la visión que tendremos de la Iglesia de Cristo en su última y plena realidad, de una sola mirada, en la otra vida, cuando estemos contemplando la bondad y sabiduría de Dios. Lo que innumerables santos han dicho de la Iglesia es sin duda cierto. ¡Una realidad inexpresablemente gloriosa!»26.

La Iglesia es un regalo de Dios. Conviene ponerlo de relieve especialmente en estos momentos en los que sufre tantos ataques. Se trata de una familia a la vez divina y humana. Es divina puesto que sus miembros están íntimamente unidos por lazos sobrenaturales, y es humana en cuanto que prolonga el hogar más maravilloso que jamás haya existido: el de Jesús, María y José en Nazaret.

Creemos en la Iglesia por la misma razón que nos adherimos a las demás verdades infaliblemente reveladas por el Hijo de Dios. Es muy de agradecer la existencia de esta familia porque, a través de ella, Cristo nos garantizó seguridad en la doctrina27. No prometió al Santo Padre, su vicario en la tierra, infalibilidad de conducta, sino de doctrina. De los tres ministerios confiados a la Iglesia —enseñar, santificar y regir—, Jesucristo asegura la eficacia de los dos primeros: no hay error posible en los dogmas y está asegurada la eficacia de los sacramentos válidamente administrados. En cambio, a la hora de organizar la vida eclesial, todo es mejorable. Si el Papa proclama un dogma, el católico no se lo cree porque ese Papa sea un gran hombre, sino porque recibió de Cristo la potestad de hablar en su nombre. «Es la Iglesia —enseña Juan Pablo II— la que conserva, interpreta y actualiza el legado de Cristo. Y es en unión con la Iglesia, bajo la dirección del Papa y de los Obispos, como cada cristiano puede crecer en la fe. (...) Por desgracia, la Iglesia no siempre está "sin mancha ni arruga". Pero es a ella a quien Jesús confió su Buena Nueva, así como los caminos ordinarios a través de los cuales nos llega su gracia»28.

Para apreciar el gran don que supone la Iglesia, tenemos que trascender lo visible y centrarnos en lo esencial. Por ejemplo, al recibir un sacramento, poco importa la imperfección del sacerdote que lo administre, pues sabemos que es Jesucristo mismo quien nos lo confiere. Así también, puesto que la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, no dudamos de su santidad ante las patentes miserias de algunos católicos, pues recordamos que su cabeza es Jesucristo, que su alma es el Espíritu Santo y que la mayor parte de sus miembros son santos que ya están en el Cielo. Sin duda, nos duelen los pecados propios y ajenos, más aún si sintonizamos con el dolor que causan al Corazón de Jesús, pero eso no enfría nuestro cariño hacia la que amamos como a una madre.

«La Iglesia —dice San Josemaría—, que es divina, es también humana, porque está formada por hombres y los hombres tenemos defectos [...]. Cuando el Señor permite que la flaqueza humana aparezca, nuestra reacción ha de ser la misma que si viéramos a nuestra madre enferma o tratada con desafecto: amarla más, darle más manifestaciones externas e interiores de cariño»29. Hay quienes se extrañan demasiado de las debilidades ajenas, como si no fuéramos todos pecadores. Jesucristo, en cambio, es muy realista. Porque nos conoce bien, predica tanto la perfección como la misericordia, y espera de nosotros una santidad que no está reñida con la miseria reconocida y combatida. Por eso eligió a Pedro como primer Papa, fundando así «la Iglesia sobre cobardías y arrepentimientos»30. Desconocer la realidad de la miseria humana «será siempre la tentación aparentemente angélica y radicalmente demoníaca de la soberbia. Cristo nos dejó su grito de Perfección: y esa entrañable organización de cautelas, perdones y remiendos para la imperfección, que es la Iglesia»31.

De todos modos, incluso las miserias humanas a lo largo de la historia de la Iglesia corroboran su credibilidad. El Papa tiene un poder absoluto es cuestiones de fe y moral, y sin embargo, los Papas indignos mantuvieron la doctrina según la cual ellos mismos eran unos sinvergüenzas, que terminarían pagando caro sus propios pecados. Muchos herejes se han desviado de la fe de la Iglesia para justificar su propia vida. Pero eso nunca ha pasado con los Papas.

¿Por qué existen increyentes?

Si la fe es tan razonable ¿por qué hay personas que no creen? La causa de incredulidad de quienes conocen todas las razones externas que hemos expuesto, habría que buscarla en razones internas.
Siendo capellán de estudiantes, conocí a un estudiante chino de ingeniería que se decía ateo. «¿No sabes —le dije— que se puede demostrar racionalmente la existencia de Dios?». Mostró interés y quedamos citados para charlar con más calma. Llegado el momento, su actitud tozuda y su total desconocimiento filosófico me obligaron a emplearme a fondo. Como buen oriental, le costó entender este primer argumento clásico32: todo efecto tiene una causa; puesto que nada hay dentro del universo capaz de justificar el origen de su existencia, habrá que buscar fuera de él hasta vislumbrar un Ser increado y necesario, una causa primera sin la cual todo lo que vemos no habría podido surgir. Hubo otro argumento que, por ser él experto en informática, le convenció del todo: el maravilloso orden que observamos en el universo reclama una inteligencia superior que lo haya planificado, del mismo modo que es impensable un programa de ordenador sin un programador: los átomos, al igual que los bytes, son incapaces de organizarse por sí mismos.

Terminé explicándole que la creación pone de manifiesto la existencia de un Ser con voluntad e inteligencia: que no provenimos de una especie de fuerza ciega, sino de un Ser personal. Su reacción final me sorprendió. Pensé que se alegraría al descubrir que no somos producto del azar sino del querer de una Persona infinitamente omnipotente y sabia. Más aún si, según la revelación cristiana, resulta ser un Padre que nos ama con locura. En cambio, la desazón del estudiante iba en aumento. Al preguntarle por qué, me dijo: «Me has demostrado que Dios existe pero ¡yo no quiero ser el peón de nadie!». Su soberbia era clamorosa. Parecía abierto, pero no era honesto.

Eso me recordó que, por muy importante que sea la formación —la evangelización precede a la fe33—, más aún lo es la actitud que adoptamos ante la realidad. La fe es un don divino que tiene que ser aceptado por una voluntad que, a su vez, depende mucho de las disposiciones interiores. Rechazar la fe aún contando con suficientes datos objetivos es algo tan viejo como el Evangelio. Allí se lee: «Aunque había realizado tan grandes señales delante de ellos, no creían en él; (...) Sin embargo, aun entre los magistrados, muchos creyeron en él; pero, por los fariseos, no lo confesaban, para no ser excluidos de la sinagoga, porque prefirieron la gloria de los hombres a la gloria de Dios»34.

Como le sucedió al estudiante chino, la soberbia es lo que más impide aceptar la fe. Quien, por ignorancia o por alejamiento voluntario, ha vivido durante años como si Dios no existiera, para poder sobrevivir con cierta autoestima, suele forjarse una idea autosuficiente de sí mismo que le impide admitir la necesidad que tiene de que otro le salve. Es muy difícil que acepte a Dios quien no sea capaz de relativizarse a sí mismo, quien no asuma, por ejemplo, que por sí mismo ni siquiera puede garantizar que seguirá estando vivo dentro de unos minutos. Aparte de la autosuficiencia, también la falta de honestidad moral influye en la actitud de rechazo hacia la fe. La vida cristiana comporta una serie de implicaciones éticas que no se está dispuesto a asumir. Es el autoengaño típico de quien, por no vivir como piensa, termina pensando como vive. No podemos juzgar a personas concretas: cada una es única. Sin embargo, la experiencia y la reflexión nos aportan datos útiles para entender la realidad. Nos descubre que, sin rectitud moral, es muy difícil abrirse a la verdad sobre Dios. Se precisa toda una conversión interior.

La soberbia no es siempre tan manifiesta como en el caso del estudiante chino. Hay personas buenas, de conducta intachable, que viven alejadas de Dios a causa de cierto orgullo solapado. He conocido a personas buenas, que han acudido a hablar conmigo con grandes deseos de creer, pero incapaces de dar el paso definitivo. Es para mí un misterio. Pienso que su incapacidad tiene quizá que ver con una actitud inconscientemente soberbia. Cuando, por alejamiento voluntario o por falta de formación, se ha vivido durante años alejado de Dios, es muy difícil aceptar la propia insignificancia, asumir, por ejemplo, que uno no puede asegurar que seguirá estando vivo dentro de cinco minutos. Si estoy alejado de Dios, para poder sobrevivir, para asegurar cierta autoestima y no deprimirme, necesito creerme un pequeño dios. Y es muy difícil aceptar a Dios cuando no sé relativizarme a mí mismo. Tendría que comenzar aceptando que Dios lo es todo y que yo soy muy poca cosa. Me haría falta caer de rodillas implorando humildemente a Dios que se apiade de mí y me dé el don de la fe…

Recuerdo una novela, en la que se dice a propósito de un hombre cultivado que no daba importancia a las cuestiones religiosas: «Acaso fuese orgulloso sin saberlo; eso les sucede muy a menudo a los hombres de cultura, muy pagados de sí mismos y de haber sabido obtenerla, olvidando que la cultura es un producto más de la creación, un poder creado por las criaturas con el poder otorgado por Dios»35. En todo caso, no nos corresponde a nosotros juzgar de las disposiciones de las personas. Sólo a Dios, que tiene todos los datos, le compete juzgar.

Para creer hace falta: poder, saber y querer. La gracia de Dios da la capacidad, de ahí que la fe sea un don de Dios. El saber depende de las luces que Dios da y de una buena evangelización. En principio, el querer depende de cada uno. No obstante, hay rezar por la conversión de los que no quieren creer, para que Dios les ayude a remover los obstáculos que les impiden abrazar la fe. Si alguien no cree, es porque no quiere o porque no le han enseñado. Esto se desprende de las palabras que Cristo, al punto de dejar esta tierra, dijo a sus apóstoles: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará»36.

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1. Carta Orationis formas de la Congregación para la doctrina de la fe, 15 de octubre de 1989, n. 1.
2. San Josemaría, Amigos de Dios, n. 74.
3. Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la esperanza, Plaza & Janés, Barcelona 1994, p. 152.
4. Cfr. Jn. 16, 20-21.
5. Mt. 16, 18-19.
6. Cfr. Mt. 16, 13-19.
7. Cfr. Lc. 22, 31-32.
8. Cfr. Jn. 21, 15-17.
9. Ep. 1, ad Cor., Denzinger n. 102.
10. Adversus haereses, III, 3, 2.
11. Ep. 105.
12. Denz., n. 306.
13. Denz., n. 1307.
14. 1 Cor. 4, 2.
15. Juan Pablo II, Don y misterio, B.A.C., Madrid 1996, p. 89.
16. Joh. 20, 21-23.
17. Cfr. Mt. 16, 19; Lc. 10, 16, Jn. 21, 15-17, etc.
18. Mt. 16, 19.
19. Lc. 10, 16.
20. S. y K. Hahn, Roma, dulce hogar, Rialp, Madrid 2000, pp. 89-90.
21. Mc. 16, 15.
22. Gal. 1, 8-9.
23. En J. Azcárate, La sonrisa de un Pontificado, folletos mc, n. 610, p. 38.
24. Juan Pablo II, Discurso a la V Asamblea de la Organización mundial de las Naciones Unidas, 5 de octubre de 1995.
25. Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la esperanza, o.c., p. 149.
26. H. Laun, Cómo encontré a Dios, Rialp, Madrid 1984, p. 163.
27. Mt. 16, 18-19. Sobre esta potestad delegada, véase también Lc. 22, 31-32; Jn. 21, 15-17; y 1 Cor. 4, 2.
28. Juan Pablo II, Discurso del 17 de mayo de 1985, n. 9.
29. San Josemaría, Lealtad a la Iglesia (homilía del 4 de junio de 1972), en Amar a la Iglesia, Madrid 1986, p. 21.
30. J. M. Pemán, La Pasión según Pemán, Edibesa, Madrid 1997, p. 73.
31. Ibidem, p. 74.
32. Hay dos principios básicos en filosofía, que la cultura china desconoce: el de causalidad y el de no contradicción.
33. San Pablo se pregunta: «¿Cómo creerán a Aquel que no oyeron? ¿Y cómo oirán si nadie les predica?» (Rom. 10, 14).
34. Jn. 12, 37, 42-43.
35. J. M. Sánchez-Silva, La adolescencia de Jesús nunca contada, Planeta, Barcelona 1997, p. 92.
36. Mc. 16, 15-16
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Participación en el foro

• ¿Es seguro y razonable creer en lo que enseña la Iglesia?
• En el fondo, ¿cuál es la diferencia substancial entre un católico y un protestante?
• ¿Por qué creemos en la Iglesia?
• Si la fe es tan razonable ¿por qué existen personas que no creen?
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor Fatima Isabel » Mié Feb 08, 2012 2:14 pm

Es seguro y razonable creer en lo que enseña la Iglesia?
Claro que es seguro y razonable creer en lo que la Iglesia nos ensena, todo es ensenanza que Jesus nos dejo y transmitio por medio de sus apostoles. Estos, inspirados por el Espiritu Santo, plasmaron en la Biblia lo que Jesus queria. Tambien tenemos ensenanzas por tradiciones. Tenemos tambien dogmas de fe.
Todo esta ecrito en la Biblia, la institucion de los sacramentos, los mandamientos entre otros. Nuestra Iglesia Catolica es segura y confiable.

Cuál es la diferencia substancial entre un católico y un protestante?
Ambos creemos en Cristo, pero nosotros los catolicos creemos en la verdadera presencia de Jesus Sacramentado en la"Eucaristia". Jesus esta completamente en ese hermoso manjar de manjares, el cual es el alimento de nuestra alma. Maravilloso regalo que nuestro Senor Jesucristo nos dejo.
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor Oscar Aguirre » Mié Feb 08, 2012 8:55 pm

Tema 2: ¿Por qué soy Católico?

No sólo Cristiano, también Católico.
El nombre de Católica se remonta a principios del siglo II. La empleo San Ignacio de Antioquia, discípulo del apóstol San Juan. “Católica significa universal” Jesucristo fundo su Iglesia para todos los hombres y para todos los tiempos “Predicad a todas las gentes por todo el mundo”.
La iglesia Católica es una en su doctrina, en su gobierno y en sus sacramentos.
Unidad de Fe: nuestro Credo es el mismo desde hace dos mil años.
Unidad de Doctrina: Creída unánimemente por los mil millones de católicos, de todas las razas, culturas, lenguas y regiones del mundo entero.
Unidad de Gobierno: con una Cabeza Universal: el Romano Pontífice.
Unidad de Sacramentos: que son exactamente los mismos para los católicos de todo el mundo.
No somos solo cristianos sino católicos porque seguimos la iglesia fundada por cristo y sus sucesores manifestados por el Sumo Pontífice y sus Obispos. Porque nuestra iglesia es una en el mundo y representa la unidad que Cristo quiere para la misma.
El primado del Papa.
Jesucristo fundo una sola iglesia: “Habrá un solo rebaño y un solo Pastor” San Juan 10,16
Es decir, según la mente de Cristo, su Iglesia debe ser: UNA: Jesucristo no fundó mas Iglesia, que la que fundó sobre San Pedro: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra (San Pedro) edificaré mi Iglesia” San Mateo 16,18, Jesucristo habla en singular, es decir una sola Iglesia.
En la lengua aramea, que Jesús hablaba, Pedro y piedra se dicen con la misma palabra: Kefá. Jesús hace un juego de palabras para expresar que Pedro es la piedra fundamental de su única Iglesia. Como dice San Jerónimo Mateo escribió en arameo, y en arameo Kefá significa roca. Cristo cambió a Pedro su nombre de Simón por el de Pedro, piedra, roca (kefá), porque lo iba a hacer fundamento de su Iglesia.
Jesucristo quiere ser el único Pastor del único rebaño que es su Iglesia. Este rebaño se lo entrego a San Pedro antes de partir de este mundo. Y ya nos advirtió Él que todo reino desunido no subsistirá, se arruinará, es decir, que si la Iglesia debe permanecer hasta el final de los siglos, debe permanecer hasta el final de los siglos, debe permanecer una.
Por lo tanto el Romano Pontífice es sucesor de San Pedro, quien guía a todos los fieles católicos; quien representa la unidad de Gobierno y a quien se le ha confiado el rebaño.
Misión de la Iglesia.
El mismo Jesucristo dijo que Él había venido “para que el mundo se salve”, “He venido, dice el Señor, no para juzgar al mundo, sino para salvarlo”. Al enviar a sus Apóstoles por el mundo les dijo: “Id y eseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todas las cosas que Yo os he mandado”. “Predicad a todas las criaturas: el que creyere y se bautizare, se salvará, pero el que no creyere, será condenado”
El misterio de la Iglesia.
Misterio es toda realidad que desborda nuestras posibilidades de comprender.
En la Religión hay cosas que superan nuestro entendimiento, pero debemos fiarnos de Dios que nos las comunica.
¿Por qué existen increyentes?
Dios nos dio la libertad de creer, de seguirlo, nos dio esa independencia, o tal vez nos la ganamos al morder la manzana de árbol prohibido donde se da el conocimiento del bien y del mal, desde el origen de la humanidad. Esa libertad la asume el ser humano y decide seguir a Cristo o no.
Me parece que ser increyente se da por ignorancia, por estar ebrio ante las cosas de este mundo; por el desinterés en las cosas de Dios, por la falta de transmisión de los valores cristianos en las familias.
Porque tal vez no asumimos nuestro papel como cristianos en predicar el evangelio a los demás, en dar ese ejemplo a los demás, por temor al que dirán.
Por la existencia de malos católicos que dan mal ejemplo, y no se comportan como verdaderos hijos de Dios.
Oscar Aguirre
 
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor +++_++ » Jue Feb 09, 2012 6:12 am

Asunto : Tema "2" ¿POR QUÈ SOY CATÒLICO?
Cuestionario:
1.-¿ Es seguro y razonable creeer en lo que enseña la Iglesia?
R.- Desde mi experiencia de vida y conocimiento de mi doctrina afirmo que sì es seguro creer en lo que enseña la Iglesia
pues hay que contar con el bautismo, recibir la catequesis y vivir en coherencia con nuestra doctrina. No olvidar que
el que enseña es Cristo y el que actùa en nosotros " miembros de la Iglesia" es el Espìritu Santo. En cuanto a que si es razonable creer en lo que enseña la Iglesia? pues hay que tener fè y para tenerla hay que ser bautizado y recibir la doctrina cristiana. Si tenemos fè encontraremos la causa razonable para creer en lo que enseña la Iglesia y esa causa razonable es Dios.

2.- En el fondo, ¿cuàl es la diferencia substancial entre un catòlico y un protestante?
R.- Los Sacramentos de la Iglesia Catòlica y de manera muy relevante menciono el Sacramento de la Eucaristìa = Presencia Real de Jesucristo que Misteriosamente se entrega con su Cuerpo y Sangre, Alma y Divinidad a cada uno de los que lo recibimos durante la celebraciòn Eucarìstica (popularmente conocida como Misa).

3.- ¿Por què creemos en la Iglesia?
R.- Porque la garantìa en la Iglesia es Jesucristo, Èl es el Fundador,Cabeza y Ùnico Dueño . Por lo tanto,creemos que los apòstoles que recibieron una gracia especial transferible para administrar su Iglesia ( Primero San Pedro, luego los papas suscesores , los Obispos y presbìteros por su Ministerio Sacerdotal) son administradores de Dios y pastores nuestros, deben rendir cuentas al Ùnico Señor y Dueño de la Iglesia y todos los fieles laicos debemos escuchar, y dejarnos guiar por ellos como ovejas de un solo rebaño; Pues hay promesa y esperanza " lo que aten en la tierra quedarà atado en el cielo" a los que perdonen sus pecados, les seràn perdonados" y eso lo asegurò textualmente Jesucristo.

4.- Si la fè es tan razonable, ¿por què existen personas que no creen?
R.- Citarè como respuesta algunos motivos:
a).- Segùn las Escrituras, Dios permite "libre albedrìo" (libertad en la elecciòn del bien o el mal) una opciòn individual. Claro està, en este caso, el no creyente ha optado por no conocer ni acercarse a Dios aunque Dios estè ahì esperando a que se convierta.

b).- Quizà hay no creyentes representantes de Judas Iscariote, aunque su existencia dependa de Dios, tienen ojos y no alcanzan a distinguir a Dios, tienen oìdos y no lo escuchan pues en su intensiòn la existencia de Dios les es indiferente pues sus ojos y sus oìdos estàn puestos en otras cosas.

c) Por carecer de formaciòn e informaciòn cristiana,( dice la Palabra de Dios:`¿ y còmo van a creer en lo que no conocen, si no hay quien les anuncie?) pues habemos tantos que nos decimos catòlicos y no somos capaces de anunciar el Evangelio a los que lo necesitan a travès de la Palabra de Dios y/o como testimonios vivos con nuestro ejemplo de Vida Cristiana.
Afortunada y desafortunadamente, habemos cristianos que pertenecemos a grupos que buscamos conocer mejor a Dios, su doctrina y conocer mejor lo que es el cristianismo para ser mejores cristianos. Pero tal parece que en la mayorìa de los casos, se nos pierde el objetivo de la agrupaciòn y toda la riqueza y compromiso que contiene la doctrina Cristiana la reducimos a una etiqueta que nos colgamos aislàndonos de los que no pertenecen a nuestra agrupaciòn. Hacemos todo lo contrario y por eso la Evangelizaciòn no llega a muchos que no creen rn Dios porque no lo conocen.

Este curso me parece muy claro y la amplia e interesantìsima enseñanza que nos brinda en su contenido, considero que merece y exige de cada uno de los que estamos tomando este curso, no solamente leer para contestar a lal ligera el cuestionario relativo al tema, Sino que hay que meditar profundamente cada `pàrrafo para mejor aprovechamiento, sì; pero sin descuidar nuestra oraciòn personal, vigilar nuestro estado de gracia y desde yà poner en pràctica las enseñanzas recibidas.

Y aquì estamos, roquemos y demos gracias a Dios porque no nos falte su Luz , Hasta la pròxima.
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor anjaiqui73 » Jue Feb 09, 2012 9:05 am

si es razonable porque sus enseñanzas nos guian y aportan para que cada ser alcance la gracia de Dios pero solo si el lo desea atraves del libre albeldrio,la diferencia pienso yo es que ellos son mas aferrados al antiguo testamento y nosotros al nuevo que fue lo que jesus vino a cambiar y dar que nos amemos como hermanos no quiero decir que los hermanos protestantes no se amen antes por el contrario ellos se ven mas unidos y son mas echados para delante en cuanto a evangelizar y nosotros los catolicos pensamos que solo los padres y las monjas estan en la obligacion de ello y por eso en aparecida los obispos vieron la necesidad de que todos los laicos nos comprometamos mas con nuestra iglesia en cada una de las tareas que tiene ella.porque creo en la iglesia por atraves de ella veo el camino para mi santificacion y poder atrves de mi testimonio atraer a otros hermanos y lo mas importante ella me enseño a amar a jesus que dio su vida por mi y por mis pecados y se quedo con nosotros en la santa EUCARISTIA esa fue su promesa alos apostoles y el si cumple sus promesas.a veces hay hermanos que se dejan contagiar por el mundo y sus placeres y ello cambia su manera de actuar y de pensar por eso es importante alimentar esa fe atraves de la eucaristia y atrves del conocimiento y entender porque el padre nos dio a su hijo para que podamos estar con el,hace alimentarnos con buenas lecturas y importantisimo el santo rosario y lo que nuestros padres nos enseñaron de pequeños y su testimonio nos aumenta o nos deja sin esa fe.
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor alexandraggodoy » Jue Feb 09, 2012 9:16 am

Gracias

Tema "2" ¿POR QUE SOY CATÒLICO?
1.-¿ Es seguro y razonable creeer en lo que enseña la Iglesia? Si. La Iglesia transmite lo que recibio de Jesucristo, lo que El instauro desde su origen y esas ensenanzas fundamentales no han cambiado en el tiempo.

2.- En el fondo, ¿cual es la diferencia substancial entre un catolico y un protestante?
La eucaristia. Creemos en la presencia de Cristo en la Eucaristia y en que somos alimentados espiritual y efectivamente por medio de ella y por la palabra de Dios. Muchas de las iglesias cristianas protestantes recitan el credo y acomodan el termino "catolico" a sus creencias en una iglesia universal, (espiritual), su comunion es un acto memorial y recordatorio, contrario a nosotros, que recibimos en la eucaristia el cuerpo y sangre de Cristo.

3.- ¿Por que creemos en la Iglesia? Creo porque Jesucristo la instituyo poniendo como cabeza de la misma a Pedro, quien en obediencia a su mandato, la pastoreo guiado por el Espiritu Santo, confirmo a los apostoles, quienes preservaron y transmitieron la fe y todo lo encomendado por El, en unidad espiritual e institucional, a traves de dos mil anos, hasta nosotros.

4.- Si la fe es tan razonable, ¿por que existen personas que no creen?
Porque no todos somos razonables. La soberbia, encubierta o no, nos hace creer a algunos humanos, que tenemos que ser especialmente convencidos por el mismo Dios. Aveces Dios en su grandeza, misericordia y humildad accede, llegando a tocar y convertir a pecadores empecinados en grandes testigos de su amor. Pero muchas otras veces, las personas no creen por la falta de testimonio y caridad en nosotros, los cristianos, que no testificamos con amor y humildad ni llevamos a los demas el mensaje de su amor y presencia, encomendado por Jesucristo.
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor mggh » Jue Feb 09, 2012 9:23 am

Les comparto mis respuestas:

1. ¿Es seguro y razonable creer en lo que enseña la Iglesia? Sí, pues según la Biblia Nuestro Señor Jesús (Dios mismo) dijo que sobre Pedro construiría Su Iglesia y que enviaría al Espíritu Santo para que le diera luz.

2. En el fondo, ¿cuál es la diferencia substancial entre un católico y un protestante? Que creemos que Jesús está realmente presente en la Eucaristía.

3. ¿Por qué creemos en la Iglesia católica? Porque fue fundada por Cristo, quien le dio potestad a Pedro y a sus sucesores.

4. Si la fe es tan razonable ¿por qué existen personas que no creen? Por su soberbia (consciente o inconsciente).


Reciban un afectuoso saludo desde Salamanca, Guanajuato, México:

Ma.de Guadalupe García Hernández
mggh
 
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor choiva » Jue Feb 09, 2012 9:55 am

• ¿Es seguro y razonable creer en lo que enseña la Iglesia? Jesucristo entregó a Pedro las llaves del Reino y con ello le otorgó la potestad de tomar decisiones en Su Nombre. Aunque Pedro y sus sucesores han sido y serán hombres con sus debilidades, los dogmas de Fé por ellos proclamados provienen directamente de Cristo y por tanto son dogma de Fé.

• En el fondo, ¿cuál es la diferencia substancial entre un católico y un protestante? Los católicos creemos que el Papa es el sucesor de Pedro y único heredero de las llaves del Reino. El Papa, al recibir directamente de Dios la responsabilidad de apacentar a Sus Ovejas, también recibe el don de infalibilidad en cuanto a sus decisiones. Las diversas iglesias protestantes, además de los Evangelios toman como puntos de referencia aquellos expresados por sus fundadores. Dichos fundadores, hombres al fin y al cabo, al no haber sido elegidos directamente por Dios, pueden haber malinterpretado las escrituras.

• ¿Por qué creemos en la Iglesia? Porque la Iglesia es el "cuerpo" de Dios en la Tierra y, a pesar de sus fallos humanos, permanece fiel a la custodia de las verdades de la Fé.

• Si la fe es tan razonable ¿por qué existen personas que no creen? Desconocimiento, falta de humildad, creer significa comprometerse con lo que se cree y este puede ser un paso difícil.
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor yolanda hernandez » Jue Feb 09, 2012 10:12 am

¿Es seguro y razonable creer en lo que enseña la Iglesia?
si por que cristo le da la potestad.
En el fondo, ¿cuál es la diferencia substancial entre un católico y un protestante?
la presencia de Jesucristo en la Eucaristía.
¿Por qué creemos en la Iglesia?
porque Cristo es su fundador.
Si la fe es tan razonable ¿por qué existen personas que no creen?
por soberbia de no querer ser instrumento de alguien según ellos y se creen autosuficientes
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor salvadorzr » Jue Feb 09, 2012 10:26 am

soy catolico por que creo fielmente en las palabras y doctrina que nos dejo jesucristo nuestro señor, el siempre predico con la verdad, con amor y respeto,
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor Maritrini » Jue Feb 09, 2012 10:29 am

Primera Pregunta:
Para es seguro y razonble creer en lo que dice la Iglesia, ya que Dios la creo para que fuera alli donde se enseñara su palabra y se diera testimonio de ella, por eso dijo a Pedro ¨sobre ti edificare mi Igresia¨ uno de los apostoles en quien confiaria para que diera testimonio de su existencia y predicara su palabra por todo el mundo.

Segunda Pregunta:
La diferencia entre catolicos y protestantes, es que nosotros recibimos al cuerpode Cristo en la eucaristia con la consagración del pan y el vino y siempre esta presente en el Santisimo, para ellos esto no existe, como tambien nosotros adoramos la Santisima virgen Maria, para ellos es simple adoración de una imagen.

3ra- Creemos en la iglesia porque es casa de Dios donde encontramos su presencia viva y sus representes son elegidos para trasmitirnos sus enseñanzas.

4ta. Sabemos que fé es creer y sentir en lo que no vemos, pienso que todos los que tenemos fé hemos sido llamados de alguna u otra forma o en cualquier circustancia, entiendo que aquel que no cree no recibido el llamado y vive con seguera espiritua.
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor hildaJM » Jue Feb 09, 2012 10:52 am

1. SI
2. En que el católico cree en la presencia Real y Cercana de Dios (en la persona de JESUCRISTO) en la EUCARISTIA; y el protestanto no.
3. porque JESUS delegó su autoriad a su apostol PEDRO y que ha ido sucediendole a lo largo del tiempo hasta el dí de hoy en la persona de BENEDICTO XVI.
4. POR 2 razones:
- aún no se le ha evangelizado
- no quieren creer por cuestiones de orgullo.
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor salvadorzr » Jue Feb 09, 2012 11:07 am

Es seguro y razonable creer lo que enseña la Iglecia?
si es seguro y razonable.

cual es la diferencia entre un catolico y un protestante?
los catolicos basamos nuestra fe en jesucristo y los protestantes se basan de jesucristo y de un hombre.

Por que creemos en la Iglecia?
la Iglecia es un regalo de dios. la Iglecia es la familia de Dios, por que enseña el legado y
de jesus y nos enseña a creser en la fe, y por que la Iglecia es el cuerpo mistico de cristo.

Por que existen personas q no creen?
por incredulidad, por soberbia, faltos de fe, por ignorancia, por falta de evangelizacion. :lol: :oops: ;)
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor Lizzie22 » Jue Feb 09, 2012 11:15 am

1.- Es seguro y razonable creer en lo que enseña la Iglesia? Sí,porque es la doctrina de Jesucristo, que es Dios.
2.- En el fondo cuál es la diferencia substancial entre un católico y un protestante? La diferencia es que la Iglesia católica fundada por Cristo, sigue la misma doctrina, el mismo evangelio que Cristo enseñó a sus apóstoles,tenemos nuestra fe en Cristo y en su promesa de infalibilidad de la Iglesia hecha por él mismo. Jesucristo le dió la potestad a San Pedro para guiara, enseñera y confirmara su doctrina a sus semejantes. Los fundadores de las iglesias protestantes no recibieron la potestad de Cristo.
3.-Por qué creemos en la Iglesia? Porque es la Iglesia que Cristo fundó y que sigue la doctrina que Ël enseñó a sus apóstoles, que es dirigida por el sucesor de San Pedro quien Cristo dió potestad para guiar a su Iglesia prometiéndole que Él mismo Cristo lo acompañaría siempre.
4.- Si la Fe es tan razonable, por qué existen personas que no creen? Por la falta de humildad en reconocer que hay un Dios supremo que dirige nuestros pasos y a quién debemos obediencia de sus enseñanzas y mandatos.
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor Gabriela_Ladron » Jue Feb 09, 2012 11:58 am

• ¿Es seguro y razonable creer en lo que enseña la Iglesia?

Sí, ya que ella es la salvaguarda de la verdad revelada por Jesús, así que enseña verdades.

• En el fondo, ¿cuál es la diferencia substancial entre un católico y un protestante?

El aceptar la autoridad del Papa y su rol como cabeza de la Iglesia.

• ¿Por qué creemos en la Iglesia?

Porque sabemos que fue fundada por Cristo y que transmite la verdad por Él revelada.

• Si la fe es tan razonable ¿por qué existen personas que no creen?

Por razones personales, internas: puede ser soberbia, ignorancia, rencor, etc.

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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor aleinn28 » Jue Feb 09, 2012 12:14 pm

Es razonable y seguro creer en lo que enseña la iglesia ya que tanto al enseñar su doctrina dogmática como al administrar los medios de santificación que son los sacramentos, goza de la misma potestad infalible que Cristo.
La diferencia fundamental entre un católico y un protestante radica en que este último desconoce la presencia real de Cristo en la eucaristía.
Creemos en la iglesia por la promesa de infalibilidad hecha por el mismo Cristo.
Hay personas que no creen por razones internas, por soberbia, por autosuficiencia, por falta de honestidad moral o por orgullo solapado entre otras razones.
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor amrmgjnv » Jue Feb 09, 2012 12:26 pm

1.- ¿Es seguro y razonable cree en lo que enseña la Iglesia?
Sï, ya que ella tiene la potestad de enseñar en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

2.- ¿Cuál es la diferencia substancial entre un católico y un protestante?
Nosotros los católicos creemos en la presencia real de Cristo en la Eucaristía donde hay una iglesia, ahí está El, en el sagrario, esperándonos.
3.-¿Por qué creemos en la Iglesia?
Creemos en la iglesia, ya que fue fundada por Cristo, designando a san Pedro como su cabeza y pastor .
"Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha."

4.-¿Por qué existen personas que no creen?
Pueden ser varios motivos: porque no quieren o porque no le han enseñando la doctrina cristiana, están alejados de Dios y se les hace difícil aceptarlo cuando no saben relativizarse, por soberbia.
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor gerastarman » Jue Feb 09, 2012 12:37 pm

Encontramos en esta segunda entrega una muy clara justificación a nuestra fé , en mi personal punto de vista muchas de las diferencias de entendimiento en cuanto a a la comprensión del mensaje del evangelio , se encuentran principalmente en la falta de humildad. Como lo menciona el tema , llegamos por absoluta rebeldía a creer que somos los dioses de nuestra propia existencia , negando no solo la verdad de la revelación divina sino toda posibilidad de aprendizaje de nuestro origen en un DIOS creador.
Otra razón para rechazar la revelación se encuentra en nuestra insatisfacción espiritual , todavía hoy seguimos esperando una manifestación sobrenatural de ese DIOS TODOPODEROSO , sin embargo no acepramos la presencia divina en los mas minusculos detalles de la creación , si bien en el Antiguo Testamento encontramos constantemente a ese DIOS que habla enmedio de truenos , rayos y grandes manifestaciones de poder , también es claro que llegado el momento de la encarnación divina ese DIOS se nos muestra en un hombre sencillo , humilde , compasivo y semejante a nosotros en todo exceptuando el pecado. De este modo encontramos una dura complicación a nuestra aceptación de la revelación , mas por nuestro deseo de ver a un DIOS en coherencia con nuestras ideas de lo divino y omnipotente que a un DIOS deseoso de conducirnos por su voluntad a la salvación.
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor guerrero1976 » Jue Feb 09, 2012 12:47 pm

¿Es seguro y razonable creer en lo que enseña la Iglesia?
Si, porque el mismo Cristo le dio esa potestad

En el fondo, ¿cuál es la diferencia substancial entre un católico y un protestante?
Un catolico cree en la presencia de Cristo y en su legado como Iglesia a sus pastores iniciando con Pedro y despues los demas papas y el protestante cree en lo que un hombre ha pensado/interpretado a su conveniencia sin tener realmente la Verdad absoluta (como lo es Cristo) en su conocimiento

¿Por qué creemos en la Iglesia?
Porque Jesus la fundo

Si la fe es tan razonable ¿por qué existen personas que no creen?
Por orgullo y soberbia, por no quere tener que reconocer que no tienen el control de sus vidas, ni nada de lo que los rodea
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Re: Tema 2: ¿Por qué soy católico?

Notapor caru30 » Jue Feb 09, 2012 12:53 pm

1) Lo que enseña la Iglesia, es lo que Cristo quiere que aprendamos por ende es seguro y razonable.2) Los catolicos creemos en la Iglesia fundada por Cristo (y no por los hombres), creemos en su presencia Sacramental en la Eucaristia y adoramos a Maria Santisima no asi los protestantes.3)Creemos en la Iglesia porque cuenta con los Sacramentos que Jesucristo dejo para nosotros 4)Por que no les enseñaron y no fue criado en la Fe, porque la Fe no se ve sino se siente en lo profundo del ser, es un Don divino. Algunas personas por soberbia u orgullo, como el caso de estudiante chino que se menciona.
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