En la iconografía cristiana tiene la representación de María una importancia fundamental.
Surge ya su representación en los primeros tiempos del cristianismo según vemos en el cementerio de Priscila, de mediados del siglo III, sentada como matrona con el Niño en su regazo, pero no será hasta el periodo comprendido entre los siglos V al X cuando se fijen los tipos iconográficos fundamentales, esencialmente en el arte bizantino.
Tipos:
a) Kyriotissa, también llamada Panagia Nicopoia. Se presenta a María sentada como trono del Niño, que está sentado sobre sus rodillas totalmente de espaldas a ella. Se atribuye, como tantos otros, a un modelo pintado por San Lucas y pasa a Occidente, donde alcanza especial difusión en el románico, conocida con el nombre de Majestas o Virgen Majestad. que suele ofrecer la variante de llevar una corona, como reina. En relación con este tipo, está otro, también utilizado en Bizancio, en la Edad Media y en el arte actual, que la representa de pie, rígida, con el Niño sostenido por ella ante su pecho, ofreciéndolo.
b) Hodigitria. Este tipo parece tener su origen en un icono también atribuido a San Lucas, que consta recibió culto en Constantinopla desde el siglo V hasta 1453, en que fue destruido. Se ofrece sosteniendo al Niño en su brazo izquierdo, generalmente, señalándole con la derecha que cruza ante el pecho, al mismo tiempo que mira al espectador. Es la Virgen que señala el camino de la salvación y de la vida. Este tipo se difunde en Occidente en la primera etapa del periodo gótico, manteniendo en principio la corona, que pronto desaparece. Hay en ella un cierto aislamiento y solemnidad que la distingue del carácter más humano y sentimental de la Virgen Eleousa, de la que luego hablaremos.
En relación con este tipo se encuentra la variante en el que la Virgen como Madre tiene en su derecha una flor o un fruto, alegoría de la nueva Eva. Este tipo, si de un lado se dulcifica por el movimiento del Niño o la sonrisa de la Madre, e inclusive por la búsqueda de la belleza sentimental, por otro lado, al mantener su hieratismo y solemnidad, se sitúa en la línea evolutiva que parte del tipo kyriotissa, característico del románico.
c) Blacherniotissa. También llamada Platytera, representa a la Virgen de pie, con los brazos levantados, orante, colocándose en su pecho un círculo en el que se representa al Niño. Este tipo fue muy popular en Bizancio, en relación con un icono venerado en el monasterio de Blaquerna, y pasó a Occidente en el periodo gótico avanzado. Sus relaciones con el tipo occidental de la Virgen de la Q, de la Esperanza o de la Expectación es evidente.
Este tipo se relaciona asimismo con un determinado modelo llamado de Virgen abridera, o sea, una imagen en cuyo vientre se dispone una portezuela que da acceso a un hueco en el que se sitúa al Niño, tipo de imagen muy escasamente utilizada después del Conc. de Trento.
En relación con este tipo de Virgen orante, está el que podemos calificar como Virgen Apocalíptica, que se inspira en el texto del Apocalipsis de S. Juan, según vemos en los Beatos mozárabes (V. MOZÁRABES II), con variantes en cuanto a la aparición en su seno del Sol o el Niño y que ha de dar origen al tema de la Inmaculada. Las estrellas, la luna a los pies y, sobre todo, el resplandor son símbolos característicos, que vemos también en otros tipos, de él derivados, como el de Guadalupe.
d) Eleousa. Como Madre de Dios y particularmente en su versión de Glikophilousa, o sea, de la amante dulce, alcanza gran desarrollo este tipo iconográfico, en el que se acentúan los rasgos y actitudes maternales. La Virgen tiene al Niño en su brazo izquierdo, al que acerca su rostro, y a veces el Niño juega con su Madre, poniendo su mano en su barbilla o metiéndola por el escote. Otras veces se crea el «coloquio maternal» y la Virgen mira lánguidamente a su Hijo, que juega con un pajarito, alusión a su poder de dar vida, conforme a los textos de los Evangelios apócrifos. Estas últimas interpretaciones del tema se desarrollan fundamentalmente a lo largo del siglo XIV. Asimismo surge el tipo llamado Virgen de la Humildad, que representa a la Virgen sentada en el suelo jugando o contemplando al Niño, al que a veces amamanta, modelo que tiene su origen en relatos en torno a la Huida a Egipto y un santuario del Norte de Egipto.
e) Galaktotrophousa. Se incluye generalmente este tipo dentro de las Eleousa, con las que se relaciona. Es la Virgen lactante, que tiene al parecer un origen egipcio. Este modelo pasa a Occidente y conforme se hace especial hincapié en la naturaleza humana de Cristo alcanza mayor difusión, particularmente en el periodo gótico. Con él se relaciona el tipo ya citado de la Virgen de la Humildad lactante, y en función de esta interpretación de dar vida al Niño suele tener un carácter de intercesora o funerario. Como derivación de este concepto, ya a fines del gótico, surge el de la Virgen del Socorro o del Sufragio, en el que la Virgen descubre su pecho y deja caer una gotas de leche sobre las almas del purgatorio. Paralelamente, se pueden incluir en este grupo las diversas representaciones de la aparición de la Virgen a un santo, como la de S. Bernardo, en la que la Virgen deja caer una gotas de su pecho que van a los labios del santo, en recompensa por los elogios que el santo la dedicó. También variante del tema es el de la Madre desairada, que vemos tanto en el periodo gótico como en el Renacimiento, en el que el Niño rechaza el pecho de la Virgen para buscar la cruz, con la que juega o mira. Todos éstos se restringieron después del Conc. de Trento.
f) Virgen Dolorosa. Corresponde también al periodo gótico, que es cuando alcanza un mayor desarrollo la iconografía mariana, la proliferación de este tema, que surge como desgajado del de la Virgen en el Calvario. Tiene muchas variantes: la de la Piedad, con el Cristo muerto en su regazo, en su Quinta Angustia; la de la Virgen de los Dolores, al pie de la Cruz, de pie o sentada, con los siete cuchillos clavados en su pecho; como Virgen de las Angustias, muy prodigada en el Renacimiento y en el Barroco; bien, en otros casos, sólo el busto, llorando en silencio, como Dolorosa, con actitudes variables de acuerdo con el pasaje del Sermón o Meditación en que se inspiran, según vemos a partir de mediados del siglo XVII; bien, simplemente su rostro, inundado de tristeza, con colores alusivos a su pasión, como retrato, en el modelo que se conoce con el nombre de Verónica; o bien, la Virgen de la Soledad, con hábito y toca negros, de pie, con las manos en oración, tipo creado y difundido fundamentalmente en el Barroco y que alcanzó gran difusión en el siglo XIX. En relación con este tema de la Virgen de los Dolores se sitúa asimismo el de la Virgen -de la Vid o del Racimo, en el que la Virgen ofrece al Niño un racimo de uvas, alusivo a su pasión.
g) Virgen de la Misericordia. Como protectora, acogiendo bajo su manto a sus devotos, a veces vestida con el hábito propio de una Orden religiosa, y en este caso acogiendo bajo su manto a miembros de la orden, se ofrece la Virgen de la Misericordia, en sus diversas advocaciones, que ya aparece en el periodo gótico. En relación con este tema pueden situarse otros como la Virgen del Socorro, en la versión en la que la Virgen con el Niño, armada con un palo, ahuyenta a un diablo que se representa al pie. Asimismo la Virgen del Rosario, bien acogiendo bajo su manto a sus devotos a los que entrega un rosario, o bien rodeada de rosas o simplemente ofreciendo un rosario. Este tipo se halla en conexión con la Virgen de la Rosaleda, en la que aparece coronada de rosas, con un rosal en el fondo o rodeada de rosas, según vemos, en el siglo XV. En estos tipos se funden el carácter de protectora y de intercesora.
h) Inmaculada. A principios del siglo XVII se fija el tipo de la Inmaculada Concepción, que tiene sus precedentes en el ya citado de la Virgen Apocalíptica, vestida generalmente de blanco y azul, rodeada de ángeles y los símbolos de la letanía lauretana, corona de estrellas y la luna y, a veces, el dragón a sus pies. En relación y como antecedente de ella en el s. XVI se difundió el tipo llamado Tota pulchra, en la que la Virgen se representa rodeada por los símbolos de la letanía lauretana.
i) Otros modelos. Las múltiples advocaciones de la Virgen, a través de los tiempos y en los diversos países, crean numerosísimas formas de representarla que se distinguen por la manera de disponerla, por la indumentaria, por el gesto o actitud y, sobre todo, por la adición de algún elemento iconográfico que sirve para caracterizarla. Así, las advocaciones de las diversas órdenes religiosas, las patronas de pueblos o ciudades, de profesiones, etc., como la Virgen Peregrina, la Divina Pastora, la Virgen del Carmen, etc.
j) Ciclo mariano. En los relatos evangélicos la Virgen aparece fundamentalmente en los de la Infancia y Pasión de Cristo. Las representaciones del ciclo de la Infancia, íntimamente ligado al propio de la Virgen, e inspirado también en los relatos de los apócrifos, recogen la escena -proveniente de los apócrifos- del rechazo de las ofrendas llevadas al templo por S. Joaquín y Santa Ana, para seguir con diversos pasajes de la Infancia de la Virgen y enlazar con la historia de Cristo hasta el hogar de Nazaret y, ya en el ciclo de la vida de Cristo, con el de las Bodas de Caná. En el ciclo de la Pasión se inicia la representación de la Virgen generalmente con la historia del Camino del Calvario y termina con la Despedida de Cristo de su Madre y la Venida del Espíritu Santo. Estos temas adquieren en el gótico gran desarrollo en función de la Compassio Mariae, en el que se insiste particularmente en el estrecho paralelismo de las vidas de Cristo y la Virgen. Por último, complétase el ciclo de la Virgen con los temas referentes a su Tránsito y Asunción.
Las primeras representaciones del misterio de la Asunción parecen ser unas telas del siglo vIII (Lib. Pont. ed. Duchesne, 1,500, y DACL 1,2984) y un marfil de finales delmismo siglo. En las épocas bizantina y románica son frecuentes los mosaicos, frontales o retablos sobre este misterio. En la escultura gótica debemos recordar los tímpanos de las catedrales de París, Reims, Chartres, Ávila, Burgos, Toledo, etc. En la pintura del s. XIV merecen mención especial los Serra de los retablos de Zaragoza y Manresa. No faltan representaciones de la Asunción entre los mejores pintores del Renacimiento y el Barroco (Juan de Juanes, Velázquez, Greco, Goya, etc.; entre los italianos: Masolino, Pinturicchio y Perugino). Tiziano en un célebre cuadro de Venecia rompió con el viejo esquema, es decir, suprimió el nimbo en que ordinariamente se encerraba a M. asunta, y la representó, libre, subiendo al cielo; este tipo fue adoptado por la mayoría de artistas posteriores, por ejemplo, Rubens y Tiépolo.
Con eJ tema de la Asunción, enlaza el de la Coronación como Reina, y el de la Deesis, en el que, como intercesora, se la representa en el cielo a la derecha de Cristo, a cuya izquierda se coloca a uno de los santos Juanes.
Resulta de gran interes el cuadro "Nacimiento de la Virgen María" de Fresco de Giotto. elaborada hacia 1305 Capilla de los Scrovegni, Padua.
El libro Virgen María: Su historia iconográfica, resulta también de gran interes, ya que habla acerca de las diversas representaciones marianas:
http://www.mariologia.org/libros52.pdf