Misterio de luz: Tercer Misterio: El anuncio del Reino de Dios, invitando a la conversión.
El anuncio del Reino de Dios, invitando a la conversión.
Texto: Mt 4:23-25 Mt 5:1-12
"Jesús recorria toda la Galilea, enseñando en las sinagogas, proclamando la Buena Noticia del Reino y curando todas las enfermedades y dolencias de la gente. Su fama se extendió por toda la Siria, y le llevaban a todos los enfermos, afligidos por diversas enfermedades y sufrimientos: endemoniados, epilépticos y paralíticos, y él los curaba. Lo seguían grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania. Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles diciendo: • Dichosos los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. • Dichosos los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. • Dichosos los afligidos, porque serán consolados. • Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. • Dichosos los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. • Dichosos los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. • Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. • Dichosos los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. • Dichosos ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron.
CONSIDERACIÓN
Después de que Jesús fue bautizado, se dirigió al desierto en donde hizo oración y ayunó durante cuarenta días, para luego comenzar la predicación de su Buena Nueva a las multitudes, instruyendo especialmente a sus Apóstoles.
Realizó muchos milagros y le siguieron multitudes para oír su palabra y pedirle que curara sus enfermedades y padecimientos.
ENSEÑANZAS
Yo quiero ser discípulo de Jesucristo, quiero alcanzar la vida eterna que Él me consiguió, y sé que la condición es cumplir la ley de Dios y su “andamiento nuevo” de amar a mis hermanos y hermanas como Él me ha amado.
PROPÓSITO
Cuando los sufrimientos morales y las enfermedades vengan sobre mí, recurriré al Divino Médico, para que Él me sane.
(Textos: Santo Rosario Meditado, autor: Monseñor Aureliano Tapia Méndez, ed. Al Voleo, Monterrey, N. L. Méx.; enero 2005).
ORACIÓN
Padre nuestro,
que estás en el Cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.