.Misterios Luminosos: Cuarto Misterio: La Transfiguración.
Texto:MT 17:1-9
"Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos; su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz. De pronto se les aparecieron Moisés y Elías, hablando con Jesús. Pedro dijo a Jesús: 'Señor, ¡qué bien estamos aquí! Si quieres, levantaré aquí mismo tres carpas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías'. Todavía estaba hablando, cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y se oyó una voz que decía desde la nube: 'Este en mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta mi predilección; escúchenlo'. Al oir esto, los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: 'Levántense, no tengan miedo'. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo. Mientras bajaban del monte, Jesús les ordenó: 'No hablen a nadie de esta visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos'."
CONSIDERACIÓN
Después del Bautismo de Jesús en el Jordán se escucho la voz del padre que decía: “Tu eres mi Hijo amado”. En el monte Tabor, entre los esplendores de la transfiguración, los tres Apóstoles testigos escucharon la voz del Padre: “Este es mi Hijo amado, mi predilecto. Escúchenlo”.
ENSEÑANZAS
En esta segunda vez que se oye la voz del Padre, podemos entender que nos dice a nosotros sus hijos: “Este Hombre, es mi Divino Hijo, que envié a la tierra para que les anunciara la salvación. Escúchenlo”.
PROPÓSITO
Sabiendo que lo que quiere decir Jesucristo mi Redentor, está muy claro que sus Evangelios que fueron escritos para mí, procurare escudriñarlos, estudiarlos con guías aprobadas por la Iglesia y vivirlos. Me cuidaré de no darles interpretaciones que se acomoden a mis malas inclinaciones. No escucharé a los falsos profetas que me propongan doctrinas de religiones inventadas por hombres.
(Textos: Santo Rosario Meditado, autor: Monseñor Aureliano Tapia Méndez, ed. Al Voleo, Monterrey, N. L. Méx.; enero 2005).
ORACIÓN
Padre nuestro,
que estás en el Cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el Cielo.
Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal.
Amén.