por Elizalban » Mar May 01, 2012 4:36 pm
1.- ¿Has visto actuar la mano de Dios?
Lo afirmo con estas mismas palabras de un Ángel Guardián al alma que él custodia:
“Solamente los que aman meditan y saborean las Palabras de Aquel que ellos aman y, haciendo esto, eliminan las distancias y se funden en el Amor. Sólo aquel que ama de un amor verdadero tiende sus manos para acoger la Voluntad del Amado aún si es una Voluntad penosa y pesada para la creatura, una Voluntad sin embargo bien acogida por el espíritu que ve y saborea con infinita alegría todo lo que viene de Aquel que es su razón de amar… Es por eso que el Santo Señor ora para que los suyos tengan el Espíritu Santo, es decir, el Amor: ‘Para que El purifique con su Fuego aquellos que, sin malicia obstinada, puedan caer en la falta. El quiere que ellos se sumerjan por amor en el Amor para allí obtener absolución, paz perfecta y una continua y salvífica instrucción.” A María Valtorta.
2.- ¿Has visto actuar la mano del Demonio?
Lo primero que su mano destruye son las familias en donde los vicios que en ellas se cultivan engendran pequeños o grandes administradores tiranos o ladrones para obtener honores o dinero a la altura de su codicia.
Pero tal vez el mayor riesgo para caer en las garras de Satanás no es tanto el verlo o no verlo actuar sino saber que existe y querer conocer el mal, investigarlo y entonces degustarlo porque, por causa de nuestra debilidad, puede evolucionar sin cesar hasta arrastrarnos a cometer obras malditas, a salirnos de Dios con cólera, enceguecidos por nuestra agresividad.
Entonces ¿qué es lo que debemos hacer?
Jesús responde: “Únicamente traigan a la Casa del Padre los hijos pródigos, con Mis propias armas: la oración, el sacrificio y en último lugar la Palabra, para regocijar el corazón de Dios y colmar de alegría los Cielos por otro pecador que se convierte”
3.- ¿Has reflexionado sobre las frases que dice la Biblia, si son frases bonitas o si son sentencias?
Frases bonitas o sentencias pero de todas formas, Palabra de Dios, completamente centrada en el amor, amor hacia Dios, amor hacia lo próximo.
4.- ¿Te has parado a pensar cómo actúa el Demonio para conquistar o convencer?
Para responder esta pregunta me acordé del siguiente texto que creo lo traduje de un texto de Catherine Emmerich:
“Tres niños se acercan a Jesús, El los rodea con sus brazos, los deja que se sienten en sus piernas y comienza a contarles:
‘Un día el Señor Dios dijo: ‘Voy a hacer al hombre y el hombre vivirá en el Paraíso Terrestre donde se encuentra el gran río que se divide en cuatro que son: el Pisón, el Gihón, el Eufrates y el Tigris que recorren la tierra. Y el hombre será dichoso porque poseerá todo lo bello y todo lo bueno de la Creación, y mi Amor para la felicidad de su espíritu.’ Y eso fue lo que El hizo. Parecía como si el hombre estuviera en una isla inmensa llena de flores, con árboles de todas las especies y con todos los animales. Y por encima de todo estaba el Amor de Dios que servía de sol al alma, y la Voz de Dios estaba en los vientos, mucho más melodiosa que el canto de un pájaro.
Pero de repente en esta bella isla llena de flores, por en medio de todos los animales y de todas las plantas, entra deslizándose una serpiente diferente de aquellas que Dios había creado y que eran nobles, sin dientes venenosos, sin ferocidad en los pliegues de su cuerpo flexible. También estaba vestida de una piel con colores de gema como la piel de las otras serpientes. Era tan hermosa que parecía el magnífico collar de una reina que avanzaba deslizándose en medio de los espléndidos árboles del Jardín. Luego va y se enrolla alrededor de un árbol que se encuentra en medio del Jardín, un árbol solitario, muy bello y muy grande, cubierto de hojas y de frutos maravillosos. La serpiente parecía una joya alrededor del árbol y brillaba a la luz del sol, y todos los animales la miraban porque nadie se acordaba ni de su creación ni de haberla visto hasta ese momento. Ninguno se le acercaba, por el contrario, todos se alejaban del árbol ahora que la serpiente estaba alrededor de su tronco.
Sólo el hombre y la mujer se acercaron, la mujer primero porque estaba encantada con ese extraño ser deslumbrante que brillaba bajo el sol y que movía la cabeza, semejante a una flor medio abierta. La mujer escucha lo que dice la serpiente y desobedece al Señor, haciendo también desobedecer a Adán. Solamente después de haber desobedecido vieron lo que la serpiente realmente era y comprendieron su pecado, porque en adelante habían perdido la inocencia del corazón. Y se escondieron para escaparse de Dios que les buscaba, y enseguida le mintieron cuando los interrogó.
Entonces Dios colocó Ángeles en la entrada del Jardín y echó de allí a los hombres. Parecía como si los hombres hubieran sido lanzados de los límites tranquilos del Edén a los ríos torrentosos. Pero Dios deja sin embargo en aquellos que fueron arrojados, el recuerdo de su destino a la eternidad, es decir, de su paso al maravilloso Jardín donde escuchaban la Voz amante de Dios, en el Paraíso donde gozarían plenamente de la presencia de Dios. Y con este recuerdo, Dios les deja el santo aguijón de subir hacia el lugar perdido, a través de una vida de Justicia.
Como todos los hombres fueron lanzados a las corrientes de la tierra, todos deben permanecer por siempre entre las manos de Dios, confiándoles su voluntad que es como un junco en las manos de un Padre Bueno que está en los Cielos y que es el Padre de todos y especialmente de los inocentes. Y deben tener un ojo vigilante para evitar las hierbas y los juncos, las piedras, los remolinos y el lodo que pueden atascar, quebrar o engullir la barca del alma arrancándola del hilo de la voluntad que los tiene unidos a Dios. Porque la serpiente que ya no está en el Jardín, ahora está sobre la tierra y busca hacer naufragar las almas, busca impedirles remontar por el Eufrates, el Tigris, el Gihón y el Pisón al Gran Río que corre en el Paraíso Eterno y alimenta los árboles de la Vida y la Salvación que tienen los frutos perpetuos de los que gozarán todos los que saben subir por la corriente para reunirse con Dios y sus Ángeles y no sufrir, nunca jamás.’