Necropolis vaticanaCuando se habla de la Necrópolis vaticana, se hace referencia generalmente a la que se extiende bajo la Basílica de San Pedro, a lo largo de la via Cornelia alrededor de la tumba del Príncipe de los Apóstoles. Pero a partir de la primavera del 2012 ya no será así, porque se abrirá definitivamente al público una segunda Necrópolis, situada a lo largo de la antigua via Triumphalis, la calle junto a la colina Vaticana que conectaba la Roma imperial con la antigua ciudad de Veyo.
Al pasar por la Vía de la Posta, un poco más allá de la farmacia vaticana, no se sospecha nada, porque en el exterior solo se ven edificios modernos. Pero basta descender unos pocos metros en el pasaje que hay entre el aparcamiento y el nuevo edificio multifuncional de Santa Rosa -donde tienen su sede las oficinas del Servicio Telefónico del Vaticano- para dar un salto atrás en el tiempo de 2000 años. «Es como encontrarse frente a una pequeña Pompeya sepulcral: porque se pueden reconstruir perfectamente episodios de la vida “funeraria” cotidiana interrumpidos por el olvido», dice Giandomenico Spinola, encargado del departamento de Antigüedades griegas y romanas de los Museos Vaticanos, que está dirigiendo las excavaciones con la ayuda de Leonardo di Blasi y Monica Ricciardi.
Aunque aún siguen en curso las excavaciones, el área de la necrópolis de la via Triumphalis fue descubierta entre los años 1956 y 1958 por Filippo Magi durante los trabajos de construcción del aparcamiento, pero el acceso solo estaba permitido de manera excepcional a los investigadores. Después, en 2003, durante la construcción del nuevo garaje de Santa Rosa, salió a la luz un nuevo sector de la misma necrópolis, que estuvo abierto al público entre 2006 y 2008. Las excavaciones están todavía en curso y han permitido por tanto conectar los dos sectores de esta necrópolis, transformada en un único gran museo de más de mil metros cuadrados.
La necrópolis, que data de principios de la edad imperial, se extiende sobre las pendientes nororientales de la colina Vaticana, cerca del santuario de la Magna Mater y de unos jardines imperiales propiedad de Agripina. Aquí se levantaban también algunas villas y Calígula había construido una naumaquia y el Gaianum, un circo de entrenamiento de los aurigas, que fue restaurado después por Nerón.
Según la tradición, fue justamente en este circo donde San Pedro sufrió el martirio.
Las excavaciones han sacado a la luz cuarenta estructuras sepulcrales y más de 200 tumbas individuales que, desde finales del siglo I y todo el siglo II de la era cristiana, estaban una junto a otra y, en parte, superpuestas. A partir de la estratigrafía se infiere que hacia mediados del siglo II este terreno fue cubierto por una capa de lodo que selló las primeras sepulturas, sobre la que se levantaron otras nuevas.
Las tumbas estaban concentradas en pequeñas islas diferentes, repartidas desde la cima de la colina hasta el valle, entretejidas entre sí por senderos irregulares que iban a dar a la via Triumphalis . Las sepulturas individuales, de tipo más común, que pertenecían sobre todo a las clases sociales medio-bajas, contienen ollas de cerámica con restos de la cremación colocados directamente en la tierra a casi un metro de profundidad. De ellas salen pequeños tubos de arcilla, semejantes a chimeneas, que se usaban para introducir la ofrenda alimentaria durante el rito de las libaciones.
En el tramo que dividía en dos partes la necrópolis se ha descubierto un ustrinum, o sea la base en la que se llevaba a cabo la cremación, con capas superpuestas de arcilla y depósitos de tierra con fragmentos de carbón, piñones y piñas quemadas, utilizadas para encender la pira funeraria. Sobre el ustrinum se han encontrado fosas simples, excavadas en el terreno, para sepulturas e inhumaciones.
Al siglo I de la era cristiana pertenecen también una serie de sepulcros gentiles de nicho o de inhumación. La mayor parte son cuadrangulares con bóveda de cañón y presentan en su interior una decoración con motivos florales o lineales, mientras que en el exterior están pintados en tonos rojos. Gracias al excepcional estado de conservación de los altares, los sarcófagos y distinto mobiliario se ha podido conocer mejor aspectos hasta ahora poco conocidos de los rituales funerarios. Para mantener encerrada el alma del difunto en el más allá se ponían unos largos clavos en la entrada de los tubos, mientras que algunas sepulturas más amplias presentan un pavimento de mosaico con el llamado “nudo de Salomón”, a modo de una rejilla.
A través de las numerosas inscripciones se ha podido reconstruir también después todo un tejido histórico-social hasta ahora desconocido. Las sepulturas más ricas pertenecen a familias de libertos imperiales que tenían discretas posibilidades económicas, pero de los que se había perdido la memoria.
Entre ellas destaca la familia de los Natronii, en cuyo sepulcro (20-40 de la era cristiana) se ha encontrado un retrato completo en mármol de Tiberius Natronius Zmaracdis, de 4 años, 4 meses y 10 días (imagen superior). Su estela, mandada hacer por su madre Natronia Sinphyle, lo muestra bello, tanto que sus padres lo llamaron Venustus, aunque sus ojos tengan una mirada de melancolía.
La familia de los Passieni, en cambio, era propietaria de un conjunto de nichos (años 50-70) embellecidos con dos espléndidos altares en los que se declara su pertenencia a la familia Caesaris.
El primer altar, ricamente decorado con un festón de fruta atado a dos cabezas de carnero, fue dedicado por Flora a sus padres Passiena Prima y Tiberius Claudius Optatus, un liberto de Nerón que era tabularius a patrimoniis, o sea archivero de la administración del patrimonio privado del emperador. El segundo altar, en cambio, que está coronado por el retrato de la difunta, fue dedicado a Passiena Prima por su liberto Lucius Passienus Evaristus.
Los Passieni eran un grupo de libertos muy vinculados, por vía directa o indirecta, a Gaius Sallustius Crispus Passienus, segundo marido de Agripina, la madre de Nerón. Este noble personaje, que según algunas fuentes fue asesinado por la augusta esposa, tenía grandes propiedades que pasaron por herencia a Agripina, y de ella al patrimonio imperial.
“Cabría preguntarse si entre estas posesiones se encontraban los Horti Agrippinae, que las fuentes indican en las proximidades del Vaticano”, observa Giandomenico Spinola.
Uno de los descubrimientos más sorprendentes ha sido el hallazgo de una pequeña estatua de mármol que representa a un servus lanternarius, un tema escultórico bastante raro cuyo uso era hasta ahora desconocido. Este esclavo tenía el cometido de esperar por la noche el regreso del amo en la puerta de la casa, pero también se ha propuesto una representación del mismo como protector de la sepultura, e incluso como el encargado de iluminar el doloroso y oscuro trayecto hacia la última morada.
Pero el verdadero scoop de estas interesantísimas excavaciones ha sido el hallazgo de las tumbas de dos artistas. Una está dedicada al escultor Tiberius Claudius Thesmus por su esposa -primera mitad del siglo I- y en ella el difunto aparece representado mientras esculpe un busto junto a su perro; la otra está dedicada por Fabia a su marido, el escenógrafo Alcimus. Este último era un esclavo de Nerón que se encargaba de la escenografía en el Teatro de Pompeyo. No es casual que esté representado con un cincel en la mano, rodeado de sus instrumentos de trabajo: una escuadra, un compás, un nivel y una groma.
Dos mujeres de la antigua Roma, dos esposas que con su amor, su devoción y su estima hacia sus maridos nos han permitido conocer la existencia de artistas que raramente aparecen mencionados en las crónicas de la época.
Fuente: L’Osservatore Romano | Quella piccola Pompei accanto all’autoparco vaticano
10 diciembre 2011 at 8:54 pm Deja un comentario
Reabre al público tras su restauración el Mausoleo de los Marci
Otra nueva maravilla de los subterráneos del Vaticano que ve la luz…
Maravillosas pinturas de inspiración fluvial, decoración sobre un fondo bermellón que representa una extraordinaria síntesis de la teología pagana de hace dieciocho siglos, un sarcófago monumental de mármol de gran refinamiento: es el Mausoleo de los Marci, la gran tumba recién restaurada en la Necrópolis Vaticana.
Presentado hoy a la prensa (por ayer), la compleja intervención ha sido financiada por la Fondazione Pro Musica e Arte Sacra y ha supuesto “un esfuerzo económico importante, de seis cifras”, según su presidente Hans Albert Courtial.
En siete meses, ha añadido el director del proyecto de la Fabbrica di San Pietro, Pietro Zander, las paredes del Mausoleo de los Marci han sido limpiadas de las sales y los hongos que cubrían como un velo blanco la capa de pintura, en muchos puntos levantada. La tumba será abierta al público y será accesible en visitas guiadas para pequeños grupos, al igual que los otros restos de la vasta Necrópolis que se extiende a una profundidad de 9-11 metros bajo la Basílica de San Pedro.
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