Capilla Paulina La Capilla Paulina, en italiano, Cappella Paolina, es una famosa capilla en el Palacio Apostólico, que sirve como iglesia parroquial del Vaticano. Está separada de la Capilla Sixtina sólo por la Sala Regia. Recibe su nombre de S.S.el Papa Pablo III, quien encargó su construcción al arquitecto Antonio da Sangallo el Joven en 1540.
Antes de 1550, Miguel Ángel pintó dos frescos aquí:
La conversión de san Pablo y la Crucifixión de San Pedro. Otras pinturas en la capilla son obra de Lorenzo Sabbatini y Federico Zuccaro. Las esculturas de la parte posterior son de P. Bresciano.
Antes de la apertura del cónclave el Colegio Cardenalicio se reúne en esta capilla para atender un sermón en el que se recuerda a los miembros su obligación de dar a la iglesia rápidamente su hijo más capaz como gobernante y guía. Los cardenales después se retiran a la Capilla Sixtina. En la Capilla Paulina se cantan diariamente durante el cónclave misas solemnes "De Spiritu Sancto", en la que deben estar presentes todos los miembros del cónclave.
Después de siete años de trabajos, la monumental Capilla Paulina ha recuperado su esplendor, tras concluir la restauración de la decoración pictórica y plástica del recinto que custodia los últimos dos frescos de Miguel Ángel:
la Conversión de Saulo y la Crucifixión de San Pedro.La restauración fue presentada en el Vaticano por el presidente del Gobernatorato del Estado de la Ciudad del Vaticano, cardenal Giovanni Lajolo, y el director de los Museos Vaticano, Antonio Paolucci. El Papa S.S. Benedicto XVI la inauguró el 4 de julio de 2009, con la celebración de las Vísperas.
La Capilla Paulina, es un lugar de culto, en ella se expone el Santísimo Sacramento y reservada al Papa y la familia pontificia, fue encargada por el Papa Pablo III Farnese (1534-1549) a Antonio de Sangallo, que la comenzó en 1537.Miguel Ángel fue el encargado de los frescos sobre la Conversión de Saulo, que comenzó en 1542, y de la Crucifixión de San Pedro, iniciado tres años más tarde, para concluir el conjunto en 1550.
Ubicada a pocos pasos de la Capilla Sixtina, la restauración ha sido dirigida por el historiador de arte Arnold Nesselrat y realizada por el equipo de restauradores de los Museos Vaticanos, que dirige Maurizio De Luca.
Los trabajos han costado 4.2 millones de dólares y han permitido devolver la luminosidad a los colores elegidos por el genial Miguel Ángel y descubrir a los restauradores las pinceladas del artista toscano.
En aquellos años y a pesar de su mala salud, Miguel Ángel estaba cargado de trabajo, pues acababa de pintar el Juicio Final en la Capilla Sixtina y se encargaba del proyecto de la cúpula de la basílica de San Pedro.
El director de los Museos Vaticanos, Antonio Paolucci, manifestó que se ha quitado la “oscura camisa de suciedad” que la cubría, se han reavivado los colores alterados por el paso de los años y se le ha devuelto la gama cromática clara y luminosa que la caracterizaba en su origen, y precisa que
"la restauración se ha hecho de forma excelente" al igual que Antonio Forcellino, su biógrafo y restaurador, quien habla de una
"restauración maravillosa que ha devuelto el esplendor original a la Capilla Paulina".La conversión de san Pablo es un fresco del pintor renacentista italiano Miguel Ángel, ejecutado en la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, en el Vaticano. Data del año 1549. Mide 6,25 metros de alto y 6,61 metros de ancho.
La Crucifixión de san Pedro, en italiano, Crocifissione di San Pietro, es un fresco del pintor renacentista italiano Miguel Ángel. Fue ejecutado entre 1546 y 1550 en la pared de la Capilla Paulina del Palacio Apostólico, en la Ciudad del Vaticano. Es un fresco que mide 6,25 metros de alto y 6,62 metros de ancho.
Estos dos frescos hacen una gran similitud en esta Capilla: La Crucifixción de San Pedro y La conversión de San Pablo que es el último fresco ejecutado por Miguel Ángel.
El artista pintó a San Pedro en el momento en que, colocado al revés en la cruz, esta era alzada por los soldados romanos. Miguel Ángel concentró su atención en la descripción del dolor y del sufrimiento. Las caras de la gente presente están contraídas en una mueca de horror, y varios de los espectadores parece que van a morir.
Entre los jinetes a la izquierda, del fresco, se ha reconocido un autorretrato del propio Miguel Ángel, con motivo de una reciente restauración.