por elisabeth » Lun Jul 23, 2012 10:51 am
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Lo que os voy a contar ocurrió hace ocho días (al final de este mismo mensaje os escribo otro relato). Concretamente, el Sábado 16 de Julio, Festividad de la Virgen del Carmen, Patrona de las gentes del Mar.
Un amigo de un sobrino mío se marchaba para cinco años a EE.UU. Su padre tenía una barca y el último día para poderla utilizar era el Sábado 14 de Julio. Ya de antemano os digo que los que subieron a la barca (era un grupo de una Parroquia) cometieron tres graves imprudencias, y mi sobrino (que tiene 19 años) las reconoce: salir con la bandera amarilla, salir con cuatro salvavidas cuando eran cinco personas y no atender el consejo del chico de la barca de al lado que les dijo que no salieran, que él había salido, pero al ver lo mal que estaba el mar, se había dado media vuelta, y había desistido.
Faltaba un salvavidas. Mi sobrino no tenía ninguna gana de ponerse uno, pero le insistieron y se lo puso. El que conducía la barca (hijo del dueño de la misma) dijo que él no necesitaba el salvavidas, y otro dijo que tampoco lo necesitaba. Así que un salvavidas se quedó sin poner, y con lo rápido que fue todo, debió de perderse por el mar. Por tanto, sólo tres iban con salvavidas.
Eran aproximadamente las 2 y media del mediodía. Llevaban las comidas en la barca (de 7 metros) con la idea de comer en el mar. Cuando estaban a medio kilómetro de un acantilado y a un kilómetro de la playa les comenzó a entrar un poco de agua en la barca. Habían olas bastante fuertes. Comenzaron a hacer bromas con el agua que entraba, pero ni de lejos pensaron que podía ser el inicio de una tragedia. Pero de repente mi sobrino vio que el agua había anegado todas las mochilas que estaban al fondo de la barca, y lo dijo. En ese momento el que conducía la barca miró para atrás, y al ver toda esa agua y que la barca se ponía ¡¡¡ en perpendicular !!! les gritó que se tiraran al agua. Alguien preguntó: ¿y qué hacemos con las cosas? Él les dijo: “olvidaos, todo está perdido”. Se tiraron al agua los cinco, y en ese mismo instante la barca quedó para abajo. Si alguno se agarraba a ella, la barca se hundía todavía más. Todo lo que os acabo de relatar ocurrió en diez segundos. No más…
A partir de ese momento, y hasta el final de todo el episodio, a mi sobrino le pasaron varias cosas: se le nubló la vista, veía todo doble, quedó totalmente sin fuerzas, tragaba agua y sólo tenía ganas de devolver. Pensó que podría acabar ahí su vida y la de algunos o quizá todos sus compañeros o amigos. Les dijo que ahí se quedaba, que no podía nadar, que ellos se fueran. De hecho se había quedado atrás. Entonces uno que no llevaba salvavidas (no el conductor de la barca) retrocedió, se puso junto a mi sobrino y le dijo que él iba a estar todo el rato a su lado, y que se agarrara a él. Mi sobrino le dijo que le era imposible nadar, pero ese chico le dejó muy claro que no le iba a abandonar.
Por la visión borrosa y a la vez doble, mi sobrino no veía la playa ni el acantilado, ni nada. De todas formas, no llegó a perder del todo la referencia de ambas cosas, ni tampoco la de sus compañeros. Cuando los dos primeros estaban llegando al acantilado vieron que se había arremolinado unas personas mirándoles. Les hablaban en alemán. Y como uno de los dos sabía alemán, les dijo que habían naufragado cinco y les pidió que llamaran a la Policía. No se podían agarrar al acantilado porque estaba lleno de pequeños clavos. Al agarrarse a ellos, se resbalaban y se hacían heridas en las manos y en el cuerpo… Al ver esto los que iban detrás, decidieron ponerse a nadar hacia la playa, que estaba a 1 km. del lugar del accidente…
El relato es mucho más largo, pero al final llegó la Policía, una ambulancia y una barca de socorro que los fue recogiendo a todos. En este momento estoy emocionada. Al tocar tierra, uno de ellos se arrodilló delante de unas doscientas personas que se habían ido congregando, y se puso a rezar.
Sufrieron hipotermia. Y la barca apareció en la playa. Al intentar subirla a un camión, se resquebrajaba, y estaba a punto de partirse en dos. El hijo del dueño de la barca dijo que a pesar de ello se metiera en el camión como fuese, y así se hizo. Si el viento no hubiera ido a favor (como os digo, la barca apareció en la playa) la resaca les hubiera llevado mar adentro a los cinco...
En el viaje de vuelta rezaron el Rosario en acción de gracias. Tres de ellos iban llenos de heridas. Pero, aunque se los ofrecieron, no quisieron ir al Hospital.
Perdieron dinero, documentaciones, máquinas de fotografiar, móviles, iPods, la barca etc. ¡¡¡ pero salvaron sus vidas !!! que es lo único que al final importa. Sólo uno salvó una mochila (la cogió en el último instante) en la que iban las llaves del coche (con lo que pudieron volver en él), un móvil (con el que llamaron a las familias) y un monedero (con el que pudieron comprar camisetas, zapatos, etc.). Iban tan mal que el que llevaba el coche, lo condujo un buen tramo descalzo...
Al día siguiente se reunieron los cinco para desahogarse y distribuirse las pérdidas materiales lo más igualitariamente posible.
Lo que le pasó a mi sobrino quizá se deba en parte a que casi nunca ha veraneado en el mar, sino en la montaña, y por tanto no tenía experiencia de los problemas que pueden surgir en el mar.
Nos dijo mi sobrino que de este accidente ha sacado muchas experiencias, que le servirán para toda su vida. La más importante de ellas es darse cuenta con certeza de que la vida la podemos perder en un instante. Que Dios tiene y maneja los hilos de todo y de todos... Otra es que las cosas materiales no son nada importantes al lado de las vidas humanas. Etcétera, etcétera. Son cosas que ya se saben, pero cuando uno las vive en su propia carne ¡¡¡ es otra historia... !!!
Este grupo de la Parroquia, que hacían actividades en ella, se llamaba "Grupo de Santo Tomás de Aquino", y desde ese día decidieron pasar a llamarse "Grupo de la Virgen del Carmen". Bonito ¿verdad?...
Y hace un mes otra sobrina mía de veinte años iba con su novio en coche. Acababa de morirse el abuelo de su novio y había heredado un coche super bueno y super fuerte (no digo la marca para no hacer publicidad...). Se les echó un coche encima. El coche en el que iban mi sobrina y su novio dio una o dos vueltas de campana. Mi sobrina creyó con toda seguridad que ahí acababa su vida y la de su novio. Pues bien, no les pasó absolutamente nada. Si llegan a ir con el coche que tenía su novio hasta hacía dos semanas, se hubieran muerto seguro los dos. De todas formas el coche de su abuelo quedó para el desgüace...
¿Os imagináis las gracias que estos días estamos dando a Dios y a la Virgen del Carmen toda mi familia...?
Este tipo de anécdotas dan mucho que pensar ¿verdad? Hemos de estar siempre preparados y en gracia de Dios, pues como nos dijo el Señor: "Debéis de estar preparados, pues no sabéis ni el día, ni la hora" (Mateo, 25, 13).
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