Moderadores: siempremaria, Catholic.net, enrique_ellena, Moderadores Animadores
scarlett* escribió:
Paz y bien.
Hace tiempo que no escribo un cuento y me gustaría pedir al Espíritu santo su inspiración para hacerlo.
Hace tiempo, habitaba una casa pequeña una familia pequeña.
Una casa que fué el sueño de una familia para formar en ella un hogar.
Fué recibida vacía y al recorrer sus paredes desnudas, el matrimonio formado por Ant y por Li veían en ella dos cosas diferentes:
El veía un lugar espacioso, cómodo, donde sus hijos y su mujer contarían con el lugar suficiente para vivir a gusto. Hasta ése momento, habían vivido por 8 años en cuartos o viviendas incómodas.
Ella veía su casa, imaginando cómo sería cubiertas sus ventanas con bonitas cortinas, sus desnudas paredes con los retratos de sus hijos y con paisajes hermosos.
Recorrían cada rincón pensando cada uno en que era justo lo que habían soñado.
Ella se dedicó a hacer de ésa casa un verdadero hogar, es decir, un lugar cálido y cómodo en donde pudiera sentirse a gusto su familia.
Cosió cortinas, tejió carpetas, sembró flores y plantas para que embellecieran su casa.
Pintó y pegó papel tapiz para cubrir las paredes.
Cada mañana al bajar las escaleras y contemplar su casa, respiraba sintiéndose satisfecha del trabajo realizado.
Cada día contemplaba a sus hijos regresar de la escuela, cansados y veía cómo su hogar les ofrecía refugio.
Pero no todo dura en ésta vida. Y empezaron las dificultades. A medida que ellas iban creciendo, el espacio para la familia iba disminuyendo.
La casa se convirtió en lugar de trabajo, pues los ingresos iban disminuyendo y los hijos creciendo. Se acondicionó un pequeño negocio y dejó de ser un hogar.
Con ello, se perdió poco a poco la comunicación, empezaron los problemas y disgustos. Fueron creciendo hasta que el alcohol que desde siempre había estado agazapado, hizo su entrada triunfal.
Al cabo de un tiempo, el padre perdió su trabajo y la cosa empeoró. El negocio creció más hasta abarcar casi toda la casa. La familia quedó reducida a un espacio tan pequeño como grande era la separación entre ellos.
Finalmente, la casa, ésa casa que fué un sueño largamente acariciado, terminó por ser vendida. Y la familia emigró a un lugar lejano.
El alcohol permaneció acechando, escondido en las maletas en las cuales llevaban tan sólo unas pocas pertenencias y muchas esperanzas.
Al llegar a ése lugar, empezó de nuevo la formación de un hogar, de nuevo en cuartitos pequeños, de nuevo a rentar.
El alcohol se instaló en un asiento y no se quería alejar. Se sentía cómo en ése sitio e invitó a sus amigos a entrar:
Aceptaron la ira, que llegó acompañada de la inconformidad.
Pronto apareció el desencanto, del brazo de la soledad.
Finalmente llegó la muerte reclamando su lugar.
Un pequeño ángel estuvo siempre presente en cada uno de los momentos de ése hogar. Corría de un lado a otro, tratando de encontrar el modo de evitar que la desolación se abatiera sobre los que a su cargo estaban.
No pudo evitar que el alcohol entrara, tampoco la ira, ni la inconformidad. El desencanto y la soledad pasaron a su lado burlándose de su pequeñez.
Cuando vió a la muerte cercana, acudió a la Virgen que veía lejana para que ayudara a ésa familia. La Virgen como siempre amable y diligente, intercedió ante su Hijo para que salvara ése hogar.
Fué así como de nuevo venció la Vida a la muerte. Quien dude de la existencia de los ángeles, de la protección de la Virgen, de la existencia de Jesús sólo pregunte a la que escribe quien lo podrá constatar.
Como un agradecimiento a Dios por el auxilio y su presencia siempre en mi vida y en la de los que amo.
GRACIAS!!!
Volver a Familias católicas - San José Manyanet y Vives
Usuarios registrados: Google [Bot]