.El fuego de San AntónRuinas del Monasterio de San Antón.Este monasterio fue uno de los hitos más importantes del camino de Santiago. Llegó a acumular muchas riquezas, dependía de monasterios Alemanes.
Por la época del gran impulso del camino, en Alemania, se daba un mildiun, que atacaba a los trigos, y al ingerir el pan de ese cereal producía una hinchazón en las piernas, que en algunos casos se tenían que amputar y a corto plazo se producía la muerte. A esta dolencia se la conocía como el "Fuego de San Antón".
Los monjes recomendaban, para salvar su alma, hacer el Camino. Pero a medida que se alejaban, al estar libre el pan de esa roña, se iban curando.
En el siglo XII aparecen en España focos del mal de San Antón, por lo que en el año 1214 llego a España la Orden de San Antón (o antoninos) para atender a estos enfermos, que, como es sabido, sufrían brotes de ergotismo producidos por el cornezuelo del centeno, a los que dada la aparición en focos, se les consideró contagiosos. La primera casa para estos enfermos se estableció en Castro Xeriz, Castrojeriz, en la provincia de Burgos. Al llegar al monasterio de San Antón, los caminantes le hacían grandes donaciones por la intercesión al Santo por su curación.
Como testigo aún se mantienen en pie las imponentes ruinas del antiguo monasterio de San Antón, que sigue estando cargado de magia y esoterismo. Las cuales vuelan por encima del propio Camino de Santiago. En época medieval, la orden de los Antonianos se especializó en la sanación del conocido como “fuego de San Antón”, que no era otra cosa que una extendida enfermedad, el ergotismo. Estaba provocada por la ingesta de pan de centeno u otros cereales en mal estado y provocaba alucinaciones, nerviosismo, convulsiones, gangrena y una profunda sensación de quemazón. Una alimentación ordenada y sana era suficiente para conseguir la sanación.
Durante la Edad Media, en pleno auge del Camino de Santiago, acudían en peregrinación a Compostela muchísimos habitantes del norte y el centro de Europa, atacados por la enfermedad llamada:
• Fuego sagrado.
• Mal de los ardientes.
• Fuego infernal o
• Fuego del infierno.
• Fuego de San Antonio o
• Fiebre de San Antonio.
• Mal de los ardientes o
• Mal de los pobres.Esta enfermedad, que creían un castigo divino por sus pecados, provocaba alucinaciones, convulsiones, fuertes dolores abdominales y, sobre todo, una quemazón fuerte que casi siempre terminaba en gangrena. Las mujeres embarazadas abortaban siempre. Los que la padecían podían eventualmente sobrevivir, pero perdían uno o más miembros.
Al peregrinar, pedían a los clérigos de la orden franciscana de San Antonio, que tenían hospitales dedicados por entero a la atención de este mal a lo largo de la ruta, que tocaran sus extremidades con el báculo en forma de Tau, o que les dieran pequeños escapularios llamados Taus, o que los alimentaran con pan y vino bendecidos con el báculo abacial también en forma de Tau. (Tau es la letra hebrea y griega que empleaba san Francisco como su firma, muy utilizada por la iglesia por su semejanza con la cruz). Poco a poco, mientras recorrían el camino, los enfermos mejoraban. Al llegar ante el Apóstol, estaban totalmente curados. Pero al regresar a casa, pasado el tiempo, volvían a enfermar, volvían a peregrinar y sanaban nuevamente. Estas infalibles curaciones "milagrosas" fueron parte de la legitimación del poder de Santiago y de la orden de San Antonio en Europa.
Los ciudadanos nórdicos y centroeuropeos, atacados de forma cruel y endémica por el morbo del fuego de San Antón, acuden en peregrinaciones multitudinarias hacia Compostela. A lo largo de la andadura, piden a los clérigos antonianos que mitiguen el daño de sus extremidades gangrenadas tocándolas con punta de su báculo en forma de tau. Éstos también reparten, entre los peregrinos enfermos, unos a modo de pequeños escapularios que llaman Taus, así como el pan y el vino manipulados con ciertos rituales en los que participa el báculo abacial (naturalmente, en tau); también, aunque con menos frecuencia, entregan las campanillas benditas del santo con la cruz de San Antón. Y, así, la enfermedad va mejorando hasta que, llegados a Santiago, se encuentran absolutamente sanos. Pero, a los años de regresar a su país de origen, reaparece (sin duda, en castigo de alguna nueva culpa contraída) y es necesario un nuevo peregrinaje que asegura otra infalible curación. Con lo cual queda rubricado el poder taumatúrgico del apóstol en Occidente y de la misteriosa orden de San Antonio.
Extractos del libro:
"Curiosidades del Camino de Santiago".
Autor: Juan Ramón Corpas Mauleon.
Editorial: Edilesa.San Antonio Abad, Obra de Francisco de Zurbarán, 1636 vestido a la occidental.Entre los milagros que se atribuyen a San Antonio Abad, destaca sobre todo el de la curación de la enfermedad conocida como Fuego de San Antonio. Por esta razón se le representa a menudo con una llama o fuego a su lado.
Fuego de San Antonio nombre que data del siglo XI, en que se fundaron los monasterios de San Antonio Ermitaño, para atender a sus víctimas. El fuego de San Antonio se presentaba bajo formas muy distintas. En unos casos afectaba a las vísceras abdominales originando un cuadro que, aunque muy doloroso, por fortuna era de muy corta duración. En otros, más frecuentemente, el proceso comprometía sobre todo a las extremidades.
Los enfermos “atormentados por dolores atroces lloraban en los templos y en las plazas públicas; esta enfermedad pestilencial, corroía los pies o las manos y alguna vez, la cara”. Comenzaba con un escalofrío en brazos y piernas, seguido de una angustiosa sensación de quemazón. Parecía que las extremidades iban consumiéndose por un fuego interno, se tornaban negras, arrugadas y terminaban por desprenderse, “como si las hubiesen cortado con una hacha”. La inmensa mayoría sobrevivía, eso sí, quedando mutilados y deformados enormemente por la pérdida incluso de los cuatro miembros.
Por otra parte, la enfermedad atacaba a las mujeres embarazadas, en las que producía irremediablemente el aborto, incluso en los casos más leves. De hecho, las antiguas culturas orientales utilizaban lo que llamaban “granos negros del centeno” para provocar el parto.
¿Qué hacían para librarse del fuego de San Antonio? Fundamentalmente rezar, llevar amuletos benditos e ingerir infusiones de hierbas, pero a pesar de todo esto, la enfermedad seguía arrasando vidas, lisiando y matando.El Hospital del Convento de San Antón de Castrogeriz curaba a los enfermos ofreciéndoles pan de trigo
Hasta finales del siglo XVI, los enfermos peregrinaban al santuario de San Antonio Ermitaño. Para luchar contra la enfermedad se servían de los efectos benéficos de la letra griega tau, allí recibían los cuidados de los frailes antoninos, que llevaban marcada como distintivo una T azul o rojo sobre el hombro de sus túnicas negras. Es probable que esta T quisiera simbolizar las muletas que utilizaban quienes acudían en busca de sus cuidados. No vacilaban ante el menor síntoma sospechoso de malignidad, en amputar brazos y piernas, que colgaban posteriormente en la puerta del hospital. Hoy en día es un sencillo albergue de peregrinos.
El Hospital de la Orden de San Antonio de Viena, ya bien avanzado el siglo XVII, poseía una abundante colección de miembros, unos blanqueados y otros ennegrecidos, recuerdo de los enfermos que allí habían recibido asistencia.
Desde el siglo IX al XIV y en menor grado hasta el siglo XI, se declaraban epidemias de dicha enfermedad, especialmente en las regiones orientales de Francia, Rusia y Alemania, cuyas consecuencias resultaban más temibles, incluso que las de la propia lepra. Así, por ejemplo, se recuerda que durante el reinado de Felipe VI, en 1130, estalló una epidemia en La Lorena, enfermando gravemente una gran cantidad de personas.
Europa padeció cíclicamente epidemias y plagas de todo tipo que diezmaron a la población, desde gripes, peste, lepra y quizás la menos conocida de todas, pero la más terrorífica, el denominado ignis sacer, Fuego sagrado o Fuego de San Antonio. Los testimonios más antiguos se remontan a la época de los asirios 600 años a.C.
La primera noticia fehaciente que se tiene de esta epidemia está fechada en el año 1039, en la ciudad francesa de Dauphiné donde está enterrado San Antonio, famoso por sus visiones demoníacas, y por la protección que siempre ha prestado frente a enfermedades como la epilepsia, el fuego o las infecciones.
La epidemia más grande que se recuerda del Fuego de San Antonio se produjo en el sur de Francia donde murieron cuarenta mil personas, es el caso del “pan maldito” en el pueblo Pont Saint Esprit. La última importante ocurrió el año 1951, también en Francia, donde se utilizó para centeno contaminado para alimentar al ganado, extendiéndose la enfermedad a las personas de la que muriendo más de una docena además de cientos de afectados.
En 1597 la Facultad de Medicina de Marburgo decidió investigar los posibles orígenes de la enfermedad, llegando a la conclusión de que era exclusivamente debida a la ingestión de pan amasado con harina de centeno contaminada por el cornezuelo del centeno, Secale cornutum, que es el micelio de un hongo, Claviceps purpurea, que se desarrolla sobre todo en los años húmedos en las espigas del centeno, suplantando a un grano que resultaba destruido al desarrollarse este hongo.
Su color es negro violáceo y con una forma que se ha comparado al espolón de un gallo. El cornezuelo tiene la propiedad fisiológica esencial de provocar la contracción de las fibras musculares, en especial las lisas del útero y de los vasos sanguíneos. El alcaloide principal del cornezuelo del centeno es la ergotamina (Stoll, 1918), que es un paralizante periférico del sistema nervioso simpático.
En la historia del Viejo Mundo se describen misteriosas dolencias que afectaban a familias enteras, lo cual ocurría en determinadas épocas del año que coincidían con la confección del pan preparado con los “cuernos” del centeno.
Se la llamaba Enfermedad de los pobres. La intoxicación o ergotismo puede ser aguda, mortal, con trastornos vasomotores: hormigueos en los miembros, vértigos, pulso pequeño y lento, insensibilidad.
Después de un verdadero estado tetánico con períodos de depresión, torpeza, delirio alucinatorio, la muerte sobreviene pronto por asfixia. La intoxicación crónica depende de la ingestión de dosis pequeñas, pero repetidas. En ella predominan los signos necróticos a nivel de las partes distales (nariz, orejas, dedos), los cuales pueden sucumbir por gangrena debida a la intensa contracción de las arteriolas más finas con trombosis hialina. Las partes afectadas tienen un tinte azul negruzco, acompañándose su desarrollo y deslinde de vivos colores (ignis sacer, fuego sagrado).
El hecho de que la intoxicación por el cornezuelo del centeno producía abortos, era ya conocido por las mujeres que en la antigüedad hacían las veces de comadronas. En el siglo XVIII, algunos médicos europeos descubrieron que pequeñas dosis eran capaces de provocar contracciones espásticas del útero sin llegar a la intoxicación de los pacientes, con lo cual el cornezuelo pasó a engrosar el arsenal terapéutico, si bien con una indicación muy restringida en obstetricia. Su máxima difusión como medicamento fue en Norteamérica, en que gracias a la poderosa contracción uterina ejercida por su administración hizo que se le utilizara en las hemorragias postparto.
El control de las epidemias del fuego de San Antonio fue relativamente sencillo, en cuanto se comenzó a prevenir la ingestión de centeno contaminado. Por lo demás, la relación entre la ingestión del material tóxico y la aparición de los dolores consecuentes, era más o menos comprendida desde la niñez por la propia experiencia o por la enseñanza de los mayores. Pese a todo, estas epidemias de ergotismo continuaron apareciendo durante otros ciento cincuenta años hasta que al fin se generalizó el conocimiento de la acción tóxica del cornezuelo. Así fue como la Medicina pudo vencer a las epidemias del fuego de San Antonio, pero a pesar de ello, en las épocas de gran carestía, la espantosa necesidad de alimentos hizo que el instinto prevaleciera sobre la inteligencia, facilitando la aparición de pequeñas epidemias, como la declarada entre los campesinos rusos en el año 1888.
Datos Historicos:Una de las narraciones encontradas decían: Hace unos mil años, una rara epidemia de locura azotó Europa. Las víctimas de esta enfermedad sufrían lo indecible. Además de tener alucinaciones terroríficas, sus piernas y brazos se volvían negros y poco después sobrevenía la gangrena. Dichas extremidades gangrenosas podían ser arrancadas del cuerpo sin que se presentara el menor sangrado. La enfermedad fue llamada Fuego de San Antonio debido a que muchos de los síntomas recordaban el martirio que sufrió el santo cuando se fue a orar al desierto. La causa de la enfermedad estaba en el centeno. El pan preparado con éste grano solía estar infectado con un hongo, el cual causaba los síntomas.
Otra de las narraciones encontrada nos dice: Aunque no muy conocidas en estos tiempos, las intoxicaciones causadas por el consumo del cornezuelo provocaron terribles epidemias en años pasados, especialmente los años con inviernos fríos, seguidos de veranos húmedos.
Europa padeció cíclicamente epidemias y plagas de todo tipo que diezmaron a la población, desde gripes, peste, lepra y quizás la menos conocida de todas, pero la más terrorífica, el denominado ignis sacer ("fuego sagrado") o fuego de San Antonio. Los testimonios más antiguos se remontan a la época de los asirios 600 años a.C.
La primera noticia fehaciente que se tiene de esta epidemia está fechada en el año 1.039, en la ciudad francesa de Dauphiné donde está enterrado San Antonio, famoso por sus visiones demoniacas, defensor de la epilepsia, el fuego y las infecciones, de ahí su nombre popular.
La epidemia más grande que se recuerda se produjo en el sur de Francia donde murieron cuarenta mil personas, caso del "pan maldito" en el pueblo Pont Saint Esprit; siendo la última en el año 1951, también en éste país donde se utilizó para alimentar al ganado, extendiéndose la enfermedad a las personas, muriendo más de una docena y habiendo cientos de afectados.
En 1597, la Facultad de Medicina de Marburgo, decidió investigar los posibles orígenes de la enfermedad, llegando a la conclusión de que era exclusivamente debida a la ingestión de pan amasado con harina de centeno, contaminada por el cornezuelo del centeno, Secale cornutum, el cual es el micelio de un hongo, Claviceps purpurea, que se desarrolla sobre todo en los años húmedos, en las espigas del centeno, suplantando a un grano que resultaba destruido al desarrollarse este hongo. Su color es negro violáceo y con una forma que se ha comparado al “espolón de un gallo”. El cornezuelo tiene la propiedad fisiológica esencial de provocar la contracción de las fibras musculares en especial las lisas (útero, vasos sanguíneos).
El alcaloide principal del cornezuelo del centeno es la ergotamina (Stoll, 1918), que es un paralizante periférico del simpático.
En la historia del Viejo Mundo se describen misteriosas dolencias que afectaban a familias enteras, lo cual ocurría en determinadas épocas del año, coincidiendo con la confección del pan, preparado con los “cuernos” del centeno. Se la llamaba “enfermedad de los pobres”.
La intoxicación (ergotismo) puede ser aguda, mortal, con trastornos vasomotores: hormigueos en los miembros, vértigos, pulso pequeño y lento, insensibilidad. Después de un verdadero estado tetánico con períodos de depresión, torpeza, delirio alucinatorio, la muerte sobreviene pronto por asfixia. La crónica depende de la ingestión de dosis pequeñas, pero repetidas. En ella predominan los signos necróticos a nivel de las partes distales (nariz, orejas, dedos), los cuales pueden sucumbir por gangrena debida a la intensa contracción de las arteriolas más finas con trombosis hialina. Las partes afectadas tienen un tinte azul negruzco, acompañándose su desarrollo y deslinde de vivos colores (ignis sacer, fuego sagrado).
En el siglo XVIII, algunos médicos europeos descubrieron que pequeñas dosis eran capaces de provocar contracciones espásticas del útero, sin llegar a la intoxicación de los pacientes, con lo cual el cornezuelo pasó a engrosar el arsenal terapéutico, si bien con una indicación muy restringida en obstetricia. Su máxima difusión como medicamento fue en Norteamérica, en que gracias a la poderosa contracción uterina ejercida por su administración hizo que se le utilizara en las hemorragias postparto.
El control de las epidemias del fuego de San Antonio fue relativamente sencillo, en cuanto se comenzó a prevenir la ingestión de centeno contaminado, ya que esta medida no fue resistida por la población. Por lo demás, la relación entre la ingestión del material tóxico y la aparición de los dolores consecuentes, era más o menos comprendida desde la niñez, por la propia experiencia o por la enseñanza de los mayores. Pese a todo, estas epidemias de ergotismo continuaron apareciendo durante otros ciento cincuenta años hasta que al fin se generalizó el conocimiento de la acción tóxica del cornezuelo. Así fue como la Medicina pudo vencer a las epidemias del fuego de San Antonio, pero a pesar de ello, en las épocas de gran carestía, la espantosa necesidad de alimentos hizo que el instinto prevaleciera sobre la inteligencia, facilitando la aparición de pequeñas epidemias, como la declarada entre los campesinos rusos en el año 1888.
Comentario:La fe ayuda en todas las enfermedades ya que por el simple cambio de la dieta, tenían mejoría, y este cambio de dieta se da por el amor y la fe de aliviarse si van a peregrinar a la tumba de Santiago Apóstol, y por ende el alimento distinto y su salud mejorada. Los habitantes del norte y centro Europa (zona fría de Europa) tenían como base de su dieta el pan de centeno. Al recorrer el Camino de Santiago, su dieta cambiaba ya que en la Europa meridional la base de la alimentación era el pan a base de trigo, el simple cambio del cereal desintoxicaba su organismo y las ulceras que iban sanando paulatinamente. En la actualidad sabemos que el "fuego de San Antonio" es una enfermedad vascular, conocida como ergotismo, que se contrae al ingerir de manera habitual alimentos contaminados con toxinas producidas por el hongo del cornezuelo (Claviceps purpurea) parásitos que se hallan fundamentalmente en el centeno.
Enlaces:
http://www.acompostela.com/curiosidades ... anton.htmlhttp://www.caminosantiago.com/index.php ... antonianoshttp://blog.uchceu.es/eponimos-cientifi ... n-antonio/http://enfeps.blogspot.mx/2009/08/el-ma ... grado.html