LOS CELTAS
Territorio central Hallstatt, en el s. VI a.C. Máxima expansión celta, en el s. III a.C. Área Lusitania de Iberia, donde la presencia Celta es incierta. Las seis "naciones celtas” que retuvieron las lenguas celtas en la edad moderna. Áreas donde las lenguas celtas tienen presencia generalizada actualmente.
Existe sin embargo un concepto más restringido del término, referido en este caso a los llamados celtas históricos, entendidos estos como el grupo de sociedades tribales de Europa, que compartieron una cultura material iniciada en la primera edad de hierro (1200 - 400 a. C.) en torno a los Alpes (periodo Hallstatt) y más tarde en el hierro tardío (periodo LA Tène), y que fueron así llamados por los geógrafos griegos y latinos. En este grupo se adscriben los celtas continentales de la Galia, norte de Italia, Alemania y Bohemia, los celtíberos de Iberia, los gálatas de Anatolia, este y centro de Rumanía y ya con mayores reticencias por los historiadores británicos e irlandeses los celtas insulares.
Hoy, el término "Celta" se utiliza a menudo para describir a la gente, las culturas y lenguas de muchos grupos étnicos de las islas Británicas, Francia en la región de Bretaña, España, en Galicia y Asturias y Portugal en la región de Minho. Sin embargo tribus o naciones, como los atrébates, Menapii, y Parisii, desde regiones celtas de tierra firme, incluyendo la Galia y Bélgica, se sabe que se movieron hacia Gran Bretaña e Irland y contribuyendo al crecimiento de aquellas poblaciones. El uso del término celta para referirse a gente de Iranda y Gran Bretaña surge en el siglo XVIII. Vivían en pueblos amurallados llamados castros.
La teoría más aceptada, del origen de los Celtas, es la del "Origen Indoeuropeo". El planteamiento que postulan los historiadores es que un grupo de pueblos, procedentes de la India y Medio Oriente, emigraron rumbo a Europa. No obstante, estudios realizados por el Instituto La Torreta desvelan un posible origen ibérico del pueblo celta, habiendo partido de las costas del norte de la Península hacia las islas británicas y al centro de Europa.
El historiador latino Avieno recoge en su Ora Maritima un texto en torno al 520 a. C., también hablan sobre ello Herodoto y Hecateo de Milo por el 500 a. C. En torno a esa fecha se sitúa a laCéltic en la zona alpina y el norte. El término keltoi es un nombre que los griegos conocieron oralmente de los indígenas, una transcripción fonética. Este término junto a keltiké nos da una ambigua referencia geográfica. Hay que tomarlo simplemente como un nombre dado a los habitantes al norte de los Alpes. Vemos la información geográfica aportada por Herodoto aquí:
«Empieza el Iustro en la ciudad de Pireno desde los Celtas, los que están más allá de las columnas de Hércules, confinantes con los cinesios, último pueblo de la Europa, situado hacia el Ocaso, y después de atravesar toda aquella parte del mundo, desagua en el Ponto Euxino, junto a los istrienos, colonos de los milesios.»
Heródoto, Historia, II. XXXIII.
Más tarde, con César, Posidonio y demás, se convierte esta información geográfica en una de ámbito etnográfico. Sin embargo es una información limitada que no se puede extender ni geográficamente ni cronológicamente. Una de las fuentes historiográficas y puede ser la lingüística, por la cual se ha averiguado que las lenguas célticas pertenecen al indoeuropeo. Gracias a este concepto lingüístico podemos trazar ciertos límites.
En cuanto a la celtomanía, los druidas siempre fueron un tema de interés y fascinación pero de los druidas históricos apenas se conoce nada. Muchos monumentos megalíticos de la prehistoria se han intentado relacionar con estos personajes y los celtas, de forma errónea pues son bastante anteriores. No obstante, con todo esto se difundieron ideas de que estos vestigios megalíticos pertenecían a la cultura celta. Un punto importante, y de cambio, supondrá el hallazgo de La Tène. La cultura celta irá unida a una cultura material específica de este yacimiento.
Valores heredados de los celtas:
En el siglo XVI algunos eruditos ingleses y franceses se vanagloriaban de descender de los celtas, en particular de los druidas. Se empiezan a atribuir los monumentos megalíticos al celtismo, iniciándose una celtomanía. Se va sobreponiendo una visión romántica a la que contribuye un texto de Plinio el Viejo sobre los druidas. Aquí está el texto que ha ido desdibujando la forma originaria de los druidas en una más romántica:
«Los druidas (porque así se llaman estos magos) no tienen nada más de sagrado que el muérdago y el árbol que lo soporta, siempre suponiendo que el árbol sea un roble(...) pero ellos sólo eligen arboledas compuestas de robles para buscar el árbol, y nunca realizan ninguno de sus ritos excepto en la presencia de una rama de él (...) De hecho creen que todo lo que crece sobre él ha sido enviado desde el cielo y es una prueba de que el árbol fue elegido por el dios mismo. Sin embargo, el muérdago se encuentra rara vez sobre el roble, y , cuando se encuentra, se recoge con la debida ceremonia religiosa, si es posible en el sexto día de la Luna (...) ellos llaman al muérdago por un nombre significativo, en su lengua, el que todo lo cura. Habiendo hecho los preparativos para el sacrificio y un banquete debajo de los árboles, ellos traen allí dos toros blancos, cuyos cuernos atan entonces por primera vez. Vestidos con ropas blancas, los sacerdotes ascienden al árbol y cortan el muérdago con una hoz de oro y lo reciben otros con una capa blanca. Luego matan a las víctimas, rogando a dios que otorgue este don propicio a aquellos a los que él ha admitido. Ellos creen que el muérdago, tomado como bebida, imparte fecundidad a los animales estériles y que es un antídoto para todos los venenos. Tales son los sentimientos religiosos que han mantenido muchas personas respecto a cosas sin importancia»
Plinio el Viejo, Historia Natural, XVI, 249
Hoy en día, esta retórica céltica, se utiliza con fines políticos para reforzar las identidades nacionales. Se ve con Boudica en Inglaterra, Vencingetórix en Francia, Viriato en Portugal, Breogán y Numancia en España.
Prehistoria e historia de los pueblos celtas
El término celta (keltoi) es de origen griego, quienes pudieron haberlo tomado prestado de ibero o ligures. Los celtas probablemente se llamaban a sí mismos *gal-, o sea: galos (derivados: gálata).
No parece posible discernir etnias propiamente celtas entre los primeros grupos de indoeuropeos que penetraron en la Europa central. Sólo hasta el siglo V a. C. con el surgimiento de la cultura de La Tène es razonablemente seguro identificar a los portadores de esa cultura como hablantes de lenguas celtas. Los primeros pobladores indoeuropeos podrían haber sido los portadores de la Cultura de los campos de urnas del s. XIII a.C; que se expandieron rápida y extensamente por Europa hacia el s. XIII a.C. Los portadores de esta cultura se expandieron descendiendo por la margen derecha del Ródano ocupando Languedoc, Cataluña y el bajo valle del Ebro. Otra línea de expansión les llevó a Bélgica y el sureste británico. A partir del s. VIII a.C., otros pueblos presuntamente indoeuropeos (tal vez pre-celtas y pre-ilirios) fueron los portadores de la cultura de Hallstatt (Hierro-I), extendiéndose en esta fase por el interior de la Península Ibérica (siglo VII a. C.) En el s. VI a.C. los pueblos presuntamente indoeuropeos fueron desplazados del noreste ibérico a manos de los iberos, quedando así los celtas de Iberia aislados del resto de pueblos celtas continentales.
Desde el s. IV a. C., los celtas continentales inauguran la cultura de La Tène, específicamente celta (Hierro II). En esta fase, los celtas acabaron de ocupar el norte y centro de Francia (la Galia), el norte de Italia, así como la mayor parte de las islas británicas. También se extendieron por los Balcanes, alcanzando incluso una comarca de Asia Menor, que será conocida como Galatia. En esta época se construyen importantes villas fortificadas (lat. oppida), que sirven de centros comerciales y políticos. Es también en este período cuando el druidismo se extiende entre los celtas. Contrariamente a lo que se cree, los druidas no tenían templos de piedra ni arqueológicamente se ha podido enlazar el druidismo celta con Stonehenge, siendo la cultura megalítica anterior en varios milenios a la cultura celta y al fenómero del druidismo. Este error de asociar la cultura megalítica atlántica (presente en las islas británicas, Francia y España) con Stonehenge está muy extendido entre la gente por ser un invento del romanticismo del siglo XVIII. Como ejemplo: los celtas ibéricos no conocieron el fenómeno druídico, pero en España hay muchos restos megalíticos.
Cultura celta
La cultura celta está formada por tradiciones transmitidas de forma oral, destacando las historias incluidas en el Ciclo de Ulster, como el "cuento del cerdo de Mac Datho", la batalla de los bueyes de Caulinge o Bricriu.
La vestimenta de los celtas, tal y como ha sido reconstruida, muestra un estilo colorista y bien ornamentado, con mucha tendencia a la mezcla de colores llamativos.
Las casas estaban formadas por una armadura de postes de madera, ramas y mimbres entrelazados y embarrados, cubiertas de entramados de paja. Hoyos distribuidos alrededor de la vivienda, servían para almacenar los cereales. Las viviendas se encontraban dentro de cerros fortificados, como es el caso de Maiden, en Dorset.
Religión: Mitología celta.
La religión de los antiguos celtas, particularmente la de los galos antes de la conquista romana, no es bien conocida, y los datos de que se disponen para reconstruirla son escasos y no muy precisos.
El culto estaba a cargo de los “druidas”, sacerdotes que a la vez eran los educadores de la juventud. Los monumentos llamados "Piedras Druídicas", anteriores a la llegada de los celtas al oeste de Europa, parecen no haber representado ningún papel en la religión de los antiguos galos.
Durante mucho tiempo sólo existieron cultos locales especialmente relacionados con las montañas, los bosques y las aguas, a quienes se invocaba bajo diferentes nombres. Hallamos el dios Vosgos, la diosa Ardenas, el dios Dumias; las divinidades de las fuentes o de los ríos: Sequana (la fuente del Sena), Nemausis (la fuente de Nimes).
Los galos tuvieron también divinidades abstractas o genios de las ciudades.
Entre las prácticas de la superstición popular es famosa la recolección, de acuerdo con prescripciones fijas, del muérdago, al que se consideraba dotado de virtudes extraordinarias. Asimismo, el roble se consideraba un árbol sagrado.
Algunos pueblos celtas
Celtíberos
El territorio peninsular sobre el que se asientan los recién llegados (preceltas) estaba habitado por pueblos preíberos (aparte de geográfico, íbero es un término cultural). Se discute mucho si se produjo un desplazamiento, una conquista, una alianza, asimilación, pacto o fusión entre celtas e iberos (de buen grado o como siervos). Las primeras referencias escritas sobre los celtíberos se deben a geógrafos e historiadores greco-latinos (Estrabón, Tito Livio, Plinio y otros), aunque su estudio, que arranca del s. XV, no adquiere rango científico hasta los inicios del s. XX (marqués de Cerralbo, Schulten, Taracena, Caro Baroja, etc.), cobrando renovado impulso en los últimos años.
Las relaciones e influencias mutuas cambiaron con el paso del tiempo. Se atestigua una gran presencia precelta en zonas, la Bética (actual Huelva, Sevilla) que se intentan explicar mediante la presencia de siervos, mercenarios o bolsas aisladas de colonos.
La cultura de los celtíberos hizo suya la herencia de los iberos, de quienes adoptaron el sistema de escritura. Tras la caída de Numancia en el 133 a.C., su territorio pasó a formar parte de la provincia romana Hispania Citerior.
La mitología celta nos es conocida por una serie de relatos de la aparente religión de los celtas durante la ead de hierro. Al igual que otras culturas indoeuropeas durante este periodo, los primeros celtas mantuvieron una mitología politeísta y una estructura religiosa. Entre el pueblo celta en estrecho contacto con Roma, como los galos y los celtíberos, esta mitología no sobrevivió al imperio romano, debido a su subsecuente conversión al cristianismo y a la pérdida de sus idiomas originales, aunque irónicamente fue a través de fuentes romanas y cristianas, contemporáneas, que conocemos detalles sobre sus creencias.
En contraste, la comunidad celta que mantuvo sus identidades políticas o lingüísticas (tales como las tribus de escotos y bretones de las Islas Británicas) transmitió por lo menos vestigios remanentes de las mitologías de la edad de hierro, las cuales fueron registradas a menudo en forma escrita durante la Edad Media.
Debido a la escasez de fuentes sobrevivientes que pongan por escrito el idioma galo, se conjetura que los celtas paganos no eran extensamente alfabetizados, aunque una forma escrita de la lengua gala, utilizando el alfabeto griego, latino e itálico del Norte, fue usada (según lo evidenciado por los artículos votivos que llevan las inscripciones en lengua gala y el Calendario de Coligny), Julio César da testimonio del alfabetismo de los galos, pero también describe que sus sacerdotes, los druidas, prohibieron utilizar la escritura para registrar ciertos versos de importancia religiosa, haciendo notar también que los Helvecios tenían un censo escrito.
Deidades celtas
Los dioses de los celtas ancestrales
Aunque el mundo celta en su apogeo abarcara la mayor parte de Europa occidental y central, no estaba políticamente unificada, ni existía alguna fuente central sustancial de influencia cultural; por consiguiente, había mucha variación en las prácticas locales de la religión celta (aunque ciertos motivos, por ejemplo, la adoración al dios Lugh, parece haber difundido en todas partes del mundo Celta). Las inscripciones de más de trescientas deidades, que a menudo se comparan con su contraparte romana, han sobrevivido, pero de éstas las más representadas parecen ser los genii locorum, dioses locales o tribales, de los cuales solo unos pocos fueron extensamente adorados. Sin embargo, de lo que ha llegado a nuestros días de la mitología celta, es posible distinguir las concordancias que insinúan un panteón más unificado de lo que a menudo se cree.
La naturaleza y las funciones de estos dioses antiguos pueden ser deducidas de sus nombres, de la localización de sus inscripciones, su iconografía, y de las deidades romanas con las que han sido comparadas.
El concepto de panteón celtíco como un número grande de deidades locales es contradicho por ciertos dioses bien documentados cuyos cultos parecen haber sido seguidos a través del mundo celta.
El culto céltico
Para los primeros celtas algunos árboles eran considerados sagrados. La importancia de los árboles en la religión celta es mostrada por el hecho de que muchos nombres de la tribu Eburonian contienen alguna referencia al árbol del tejo, mientras que nombres como Mac Cuilinn (hijo del acebo) y Mac Ibar (hijo del tejo) aparecen en los mitos irlandeses.
Los templos
A menudo se dice que los pueblos celtas no construyeron ningún templo, y que sólo se rendía culto en el exterior, en los bosquecillos de árboles. La arqueología ha mostrado por un largo tiempo que esto es falso, con el descubrimiento de varias estructuras de templos a lo largo del mundo celta conocido. Con la conquista romana de partes del mundo celta, un tipo distinto de templo celta-romano denominado fanum también se desarrolló.
Los druidas
Los druidas, quiénes han sido romantizados en la literatura moderna, fueron la gran clase hereditaria de sacerdotes responsables de transmitir y practicar las tradiciones mitológicas y religiosas de los pueblos célticos. El papel del druida puede compararse a la casta hindú de los brahamanes o al mago iraní, y como ellos se especializaron en las prácticas de magia, sacrificio y augurio. Debido a las similitudes entre estas clases y entre las ramas divergentes de descendientes de culturas inoeuropeas, se ha propuesto que los orígenes serían una clase similar entre los proto-indoeuropeos.
Los druidas eran particularmente asociados al roble y al muérdago (hierba parásita) que normalmente crece en estos árboles); y se cree que ellos utilizaban a este último para preparar medicinas o pociones alucinógenas. Para ayudar a entender el significado, la palabra druida (galés derwydd ) se cree a menudo que viene de la raíz de la palabra que significa "roble" (galés derw ), aunque probablemente esta raíz proto-indo-europea puede haber tenido el significado general de solidez.
Significado de las profecías en el ritual druídico
Diodoro comenta sobre la importancia de profetas en el ritual druídico: Estos hombres predicen el futuro observando el vuelo y llamadas de los pájaros y por el sacrificio de animales sagrados: todas las ramas de la sociedad están en su poder…además en materias muy importantes ellos preparan a una víctima humana, a la que le clavan una daga en el pecho; observando la manera en que sus miembros convulsionan cuando él cae y el fluir de su sangre, de esta forma ellos pueden leer el futuro. Estos comentarios greco-romanos se apoyan de alguna manera en las excavaciones arqueológicas.
Festividades
Las principales festividades eran trimestrales y estaban relacionadas con las estaciones y la fertilidad agropecuaria.
Las creencias y conductas célticas tribales han tenido un gran impacto en las culturas célticas modernas. La mitología basada (aunque, no idéntica) en la religión pre-cristiana, fue de conocimiento común para la cultura céltica y trasmitida oralmente hasta el día de hoy, aunque en la actualidad esté menguando. Varios rituales que involucran actos de peregrinación a los sitios como las colinas y pozos sagrados que se cree tienen poder curativo o propiedades beneficiosas todavía se llevan a cabo.. Basado en la evidencia del continente europeo, la adoración de varias figuras que son ampliamente conocidas por el folcklore de los territorios celtas de hoy o que toman parte en la mitología posterior al cristianismo se han descubierto en áreas en las cuales no existen registros antes de la cristiandad.
Mitología Celta
Unas veces se sitúa más allá del Mar de Occidente y en otras ocasiones se extiende bajo los túmulos, los dólmenes y otros monumentos megalíticos. Aunque carecemos casi por completo de información relativa a los antiguos celtas continentales, los ciclos mitológicos de los celtas insulares, así como el folcklore de los países del arco atlántico nos proporcionan información muy detallada y valiosa al respecto.
De este modo, si bien las variaciones son grandes dependiendo de la región o del mito, podemos clasificar a los Paraísos celtas en las siguientes categorías:
Los sídhe, esto es, aquellos montículos, ruinas, fuentes o lagos que sirven de refugio a las hadas.
Las Islas paradisíacas situadas más allá del Océano.
Annwn, el inframundo galés.
Los sídhe: las guaridas de las hadas
Tal y como nos relatan las tradiciones irlandesas, las hadas son descendientes de los Tuatha Dé Danann, antiguo pueblo irlandés que fue arrojado al inframundo tras la invasión de la isla por sus actuales habitantes, los gaélicos, que procedentes de España conquistaron Irlanda capitaneados por su caudillo Míl Espaine.
Los sídhe se manifiestan a los mortales en determinadas fechas, sobre todo en la noche del Solsticio Estival, que es cuando se los suele ver bailando en coro a la luz de la luna.
En Bretaña y en Asturias se conservan tradiciones similares. Así, en la mitología asturiana, son frecuentes los relatos acerca de mozos que vieron a grupos de xanas bailar en corro en torno a una de ellas, la reina de las xanas, también llamada Xana Mega. En torno al castro de Altamira, ubicado en la zona asturparlante de El Bierzo, circulan mitos que refieren la existencia de un gran reino subterráneo gobernado por una pareja de reyes y cuya entrada se encuentra en algún punto del castro. El paralelismo con las leyendas irlandesas es evidente.
Las islas del Mar de Occidente
Según las tradiciones de los pueblos del extremo occidental de Europa, más allá del Océano se encuentran las Islas del Paraíso, que son tierras habitadas por seres sobrenaturales donde están ausentes las penurias y las desgracias. En la tradición irlandesa la novena ola es la frontera que separa el ámbito mortal del Otro Mundo, coincidiendo de este modo con los rituales practicados en la playa de La Lanzada (Galicia), en la que las mujeres que deseaban concebir un hijo hacían golpear su cuerpo contra nueve olas sucesivas.
Las antiguas creencias de los galos al respecto aparecen recogidas por el historiador bizantino Procopio de Cesárea, que en el s. VI narraba cómo en aquellos tiempos aún se creía que la tierra de la muerte se situaba al oeste de la isla de Gran Bretaña. Según los mitos galos, las almas una vez que habían abandonado su cuerpo se dirigían a la costa noroccidental de la Galia y allí embarcaban hacia la antigua Britania.
En la costa septentrional de Galia se sitúa el municipio de San Andrés de Teixido, donde existe una pequeña ermita consagrada a San Andrés y en la cual se conservan, según la leyenda, parte de sus huesos. Este santo estaba muy apesadumbrado por el hecho de que su tumba se encontrase en los confines de la tierra. Jesús le consoló entonces diciéndole: "No te preocupes, que tendrá que ir a visitarte todo el mundo, ya en vida, ya en muerte". Y efectivamente, aún hoy se dice "A San Andrés de Teixido vai de morto o que non foi de vivo”
Tír na nÓg, la tierra de los bienaventurados
Dos denominaciones del Otro Mundo celta muy comunes en los ciclos mitológicos irlandeses son Tír na nÓg, la tierra de los bienaventurados, un lugar eternamente verde que fue visitada por el caudillo pagano Oisín junto con sus compañeros y que con posterioridad aparecería como lugar común en multitud de cuentos de hadas, y Mag Mell, la planicia del deleite, que según la leyenda está regida por el rey fomoriano Tethra, si bien en otras versiones su gobernante es el dios del mar Manannan mac Lir.
Tír na mBan, la tierra de las mujeres
Las islas del Paraíso asumen diversas formas y nombres dependiendo del relato y del país en cuestión. Entre ellas se encuentra Tír na mBan, la tierra de las mujeres, a donde partieron Bran mac Febal y sus compañeros y donde permanecieron junto con las hadas que la habitaban y su reina 300 años que les parecieron uno sólo. Existen rastros, cristianizados eso sí, de este mito pagano en el periplo gallego de San Amaro, en cuyo relato del Paraíso Terrenal se describe la existencia de doncellas que bailaban y cantaban a través de los prados, siempre en torno a la más bella de ellas, la Virgen María.
El Paradisus Avium, el paraíso de los pájaros, constituye otro arquetipo mitológico del que existen versiones tanto cristianas como paganas.
El mito de los pájaros del inframundo se documenta entre los galos, donde era frecuente la advocación de Tarvos Trigaranos, que venía representado por la figura de un toro acompañado de tres grullas, y también entre los galeses, pues el Mabinogion nos habla de los pájaros de Rhiannon (diosa galesa de los caballos), que asentados en la Bahái de Cardigan, son capaces de matar a los vivos y resucitar a los muertos con su canto.
Existen testimonios
Dichos mitos fueron cristianizados con posterioridad, como se puede constatar en las historias de San Brandán el Navegante y de Húi Corra, en las que se describe la existencia de una isla llena de árboles en cuyas ramas se posaban innumerables pájaros que resultaron ser ángeles caídos y que se unieron a los monjes de ambas expediciones en sus oraciones.
La vinculación entre los pájaros y el paraíso está presente asimismo en el folcklore de otros países de raigambre céltica, como el gallego, en el que es bien conocida la figura de Ero de Armenteira, un monje del s. XII que pidió a la Virgen que le dejase ver, siquiera durante un instante, el Paraíso. La Virgen accedió a su petición y un día, cuando Ero paseaba por los alrededores de su monasterio, se quedó extasiado durante unos instantes contemplando el canto de un pajarillo, y al regresar a su monasterio cayó en la cuenta de que durante este en apariencia breve tiempo habían transcurrido 300 años.
El manzano: árbol céltico de la inmortalidad
En la mitología céltica, el manzano es el árbol del Otro Mundo por antonomasia, y aparece como lugar común en multitud de echtrai irlandeses así como en diferentes relatos galeses.
Mitos solares
En los relatos de viajes míticos del folclore de los países celtas existen, cuando menos, dos islas que portan reminiscencias de los antiguos cultos paganos al Sol. Una de ellas es la Magna Insula Solistitialis que visitó el monje Trezenzonio allá por el s. VIII, y la otra es la isla de Valdedueñas, a la que arribó San Amaro y en la que las fieras se despedazaban entre ellas la mañana de San Juan. Sin embargo, en los immrama irlandeses no existe mención alguna de islas relacionadas con mitos solares.
Según las tradiciones de la mitología asturiana, la Mar Cuajada es el lugar a donde van a parar los cuélebres cuando se hacen viejos, y se la describe como un océano remoto cuyo fondo está plagado de diamantes que pueden ser capturados por los hombres con ayuda de una cuerda. Este lugar es citado asimismo en la Vida de San Amaro como una de las cinco estaciones del viaje que este abad realizó hasta llegar al Paraíso Terrenal, en la que moraban enormes monstruos que amenazaban a las embarcaciones que atravesaban el lugar. Los orígenes remotos de las leyendas relativas a la Mar Cuajada han de buscarse en los viajes que los griegos (como Pytheas de Massalia), los fenicios y otros navegantes de la Antigüedad realizaron a los mares próximos al Círculo Polar Ártico, que se cubrían de grandes capas de hielo durante los inviernos, impidiendo la navegación (de ahí el adjetivo de cuajada). Existen registros de este mito entre los galos y los cimbrios, que según Filemón llamaban a este mar morimarusa (el Mar Muerto), por permanecer inmóvil y sin olas.
Cabe citar también la localidad gallega de Finisterre, donde los geógrafos grecorromanos ubican el "Promontorium Nerium" y el "Ara Solis", un altar de culto al sol, que pudo ser destruido en el proceso de cristianización del mundo pagano. Las crónicas del historiador Orosio nos cuentan el pavor que se apoderó de las tropas de Décimo Junio Bruto Galacio al llegar a Finisterre y presenciar una puesta de sol en el océano.
Mitología Gallega
Se conoce como mitología gallega al conjunto de leyendas populares y seres sobrenaturales del folcklore de Galicia. Conserva numerosos parecidos no solo con la mitología irlandesa o bretona, sino también con la asturiana y portuguesa. Vinculadas como en el resto de Europa a religiones paganas precristianas, y con gran influjo céltico, fueron adaptadas durante los siglos por el sincretismo cristiano. Entre los seres mitológicos gallegos, se encuentran algunos como: los "mouros", la "estadea", las "meigas", las "maruxainas", los "ananos", los "trasnos", los "baluros", etc.
Druidas
Los druidas fueron los miembros de la clase sacerdotal en la Gran Bretaña, Irlanda, la Galia (Francia), y posiblemente otras partes de la Europa Céltica y la Galacia durante la Edad de Hierro, e incluso antes. Se conoce muy poco acerca de los antiguos druidas. No hay registros escritos por los propios druidas y la única evidencia de la que se dispone son unas breves descripciones realizadas por los griegos, romanos y varios autores y artistas dispersos, así como también algunas historias creadas posteriormente, en el Medievo, por escritores irlandeses. Mientras que se tiene evidencia arqueológica relativa a las prácticas religiosas en la Edad del Hierro,“ningún artefacto o imagen desenterrado se ha podido asociar indudablemente con los antiguos druidas”. Varios temas recurrentes sobre los druidas se presentan en un gran número de registros greco-romanos, incluyendo el que ellos realizaban sacrificios humanos, creían en la reencarnación, además de que ocupaban una posición de alto estatus en los pueblos galos. Nada se sabe sobre sus prácticas de culto, excepto por el ritual del roble y el muérdago según los describió Plinio el Viejo.
Alrededor del año 750 la palabra “druida” aparece en un poema del monje irlandés Blathmac, quien escribió sobre Jesús diciendo que el fue “...mejor que un profeta, con más conocimientos que cualquier druida, un rey que fue obispo y un completo sabio”. Los druidas también son mencionados en varios cuentos medievales de la Irlanda cristiana tales como Táin Bó Cúailnge, donde son ampliamente retratados como hechiceros que se oponían a la llegada del Cristianismo. En el despertar del Renacimiento céltico en los siglos XVIII y XIX, grupos fraternales y neopaganos se fundaron basándose en ideas sobre los antiguos druidas, este movimiento es conocido como neodruidismo.
Rol social y formación
Una de las pocas cuestiones en las que coinciden las fuentes grecorromanas e irlandesas acerca de los druidas es que éstos jugaban un papel importante en la sociedad celta. Julio César, en su descripción sobre la sociedad gala, señalaba que los druidas eran uno de los dos grupos religiosos más importantes (junto a los nobles) y eran responsables de organizar el culto, los sacrificios, la adivinación u oráculo y los procedimientos judiciales. También afirmó que estaban exentos del servicio militar y del pago de impuestos, y tenían el poder para excomulgar a los miembros de la comunidad de los festivales religiosos, ocasionando con ello la proscripción. Otros dos escritores clásicos, Diodoro Sículo y Estrabón, afirmaron que los druidas eran tenidos con tal grado de respeto que podían detener una batalla si se paraban entre dos ejércitos.
La importancia de los profetas en el ritual druida:
“Esos hombres predicen el futuro observando el viento y los cantos de las aves y por medio del sacrificio de animales sagrados: todas las peticiones de la sociedad están bajo su autoridad... y en cuestiones muy importantes ellos preparan una víctima humana; al hundir una daga en su pecho, observando la dirección que desfallece, en que se convulsionan sus extremidades y en que brota su sangre, ellos son capaces de leer el futuro.”
Fue Pomponio Mela el primer autor que manifestó que la instrucción de los druidas era secreta, y era llevada a cabo en las cuevas y los bosques. La tradición druídica consistía en una gran cantidad de versos que se aprendían de memoria, y Julio César resaltó que podía tomar más de veinte años completar la formación. No hay ninguna evidencia histórica, de la época del auge del druidismo, que sugiera la profesión druida no fuera reservada para los varones, aunque se considera que varias referencias legendarias, como el mito de Ceridwen insinúan la posibilidad de druidas femeninos. Lo que se sabe sobre la enseñanza a los novicios druidas es pura conjetura, de la literatura oral;
Peter Berresford Ellis, un nacionalista celta que escribió el libro “Los Druidas” (1994), creyó que éstos eran los equivalentes a la casta brahamánica en la India, y consideró que las acusaciones de sacrificios humanos permanecían sin ser probadas,
Rito del Muérdago
Plinio el Viejo describió detalladamente un ritual druida concerniente al roble y al muérdago:
"Tras haber preparado los sacrificios y los banquetes bajo los árboles traen dos toros blancos cuyos cuernos han sido vendados. En su túnica blanca, un druida sube el árbol para cortar el muérdago con su hoz de oro, otros vestidos de la misma manera lo reciben. Después matan a los animales de sacrificio y rezan para que el dios les recompense esta ofrenda con sus dotes".
Filosofía
Alejandro Polímata se refirió a los druidas como filósofos y consideró como pitagórica su doctrina de la inmortalidad del alma y de la reencarnación o metempsicosis:
“La doctrina pitagórica prevalece entre los galos que enseñan que las almas de los hombres son inmortales, y que después de un número determinado de años ellas entrarán en otro cuerpo”
Fuentes sobre el Druidismo
Registros griegos y romanos
Los registro más antiguos de los druidas provienen de dos textos griegos de alrededor del año 300 a.C.: uno fue una historia de la filosofía escrita por Sotión de Alejanrdría, y el otro, un estudio de la magia que fue atribuido incorrectamente a Aristóteles. Éstos mencionan la existencia de druidas o sabios pertenecientes a los keltois (celtas) y galatias (gálatas o galos).
El primer texto conocido que de hecho describe a los druidas es el citado texto de Julio César, Comentarios sobre la guerra de las Galias, en su libro VI, el cual habría sido publicado en las décadas de los 50 o 40 antes de nuestra era. César, quién había sido un general que intento conquistar la Galia y Gran Bretaña, describió a los druidas como los que se ocupaban de “el culto divino, la adecuada realización de los sacrificios, públicos o privados, y la interpretación de preguntas rituales.
Recepción histórica del druidismo
Prohibición y declinación durante la dominación romana
Durante la Guerra de las Galias entre el 58 y el 51 a.C., el ejército romano, dirigido por Julio César, conquistó la mayoría de los cacicazgos tribales de la Galia, y fueron anexados como parte del Imperio Romano. De acuerdo con los registros llevados a cabo en los siglos posteriores, los nuevos gobernantes de la Galia Romana introdujeron medidas para librar de druidas a la región. Según Plinio el Viejo, fue el emperador Tiberio (del año 14 al 37 d.C.) quien introdujo leyes prohibiendo, no solo a los druidas, sino también a otros adivinos y curanderos, acción que fue aplaudida por Plinio, creyendo que ello terminaría lo sacrificios humanos en la Galia. Una descripción un tanto diferente sobre los ataques legales de Roma hacia el druidismo fue hecha por Suetonio, escrita en el segundo siglo de nuestra era, donde él señala que Augusto, el primer emperador romano (cuyo mandato fue del 27 a.C. al 14 d.C.), había decretado que nadie que fuera druida podría ostentar la ciudadanía romana, y esto fue seguido de una ley expedida por el posterior emperador Claudio (del 41 al 54 d.C.) el cual “suprimió completamente” a los druidas prohibiendo sus prácticas religiosas.
Mientras los druidas como casta sacerdotal fueron extintos con la cristianización de Gales, concluida a finales del siglo VII, los oficios de bardo y de “vidente” subsistieron en el Gales medieval del siglo XIII.
Historiografía y hagiografía cristianas
La historia de Vortigern, como fue descrita por Nennio, provee una de las pocas luces sobre la supervivencia druida en la Gran Bretaña después de la conquista romana: desafortunadamente, se reconoce que Nennio mezcla hechos y leyenda de tal modo que actualmente no es posible reconocer la verdad que se encuentra en su texto. Él escribió que, después de haber sido excomulgado por Germán de Auxerre, el líder británico Vortigern invitó a doce druidas para que le ayudasen.
En las vidas de santos y mártires, los druidas son representados como magos y adivinos. En la vita de Columba de Adomnán, dos de ellos fungen como tutores de las hijas de Lóegaire mac Néill, el Gran rey de Irlanda, a la llegada de San Patricio. Son representados tratando de impedir el progreso de San Patricio y San Columba produciendo nubes y niebla. Antes de la batalla de Culdremne (en el 561) un druida hizo un hechizo llamado airbe drtad alrededor de uno de los ejércitos, pero el significado preciso de ese término no es claro, se presume que pudiera referirse a un escudo de protección. Los druidas irlandeses parecen haber tenido una tonsura peculiar. La palabra drui es usada siempre para traducir el latín magus y, en un pasaje, San Columba habla de Cristo como su druida. De igual modo, una hagiografía de San Beuno declara que cuando el murió tuvo una visión de “todos los santos y druidas”.
Los druidas modernos no tienen conexión directa con los druidas de la Edad de Hierro. Varias de las ideas populares acerca de los druidas se fundamentan en malentendidos y conceptos erróneos de estudiosos de hace 200 años. Esas ideas han sido superadas por los descubrimientos y estudios más recientes.
Varias corrientes del druidismo contemporáneo son una continuación del resurgimiento del s. XVIII y así es que en buena parte se estructuran sobre escritos producidos en ese siglo y también por fuentes y teóricos de segunda mano. Algunos son monoteístas. Otros, como el grupo druida más grande en el mundo, la Orden de los bardos, ovatos y druidas, se basan en un amplio rango de recursos para sus enseñanzas. Miembros de los grupos neodruidas pueden ser neopaganos, ocultistas, reconstruccionistas, cristianos o espiritualistas de cualquier tipo.
Investigación contemporánea.
Nuevas formas de crítica filológica y métodos arqueológicos fueron desarrollados en el siglo XX, permitiendo una mayor asertividad en el entendimiento del pasado, varios arqueólogos e historiadores publicaron libros sobre los druidas y llegaron a sus propias conclusiones. El arqueólogo Stuart Piggott, autor de Los druidas (1968), dio crédito a las fuentes grecorromanas y consideró que los druidas eran una clase sacerdotal bárbara y salvaje que realizaba sacrificios humanos. Este punto de vista fue ampliamente respaldado por la arqueóloga Anne Roos, autora de La pagana Gran Bretaña celta (1967) y La vida y muerte de un príncipe druida (1989), aunque ella creía que los druidas eran esencialmente sacerdotes tribales, teniendo más en común con los chamanes de las sociedades tribales que con los filósofos clásicos.
OCUPACIÓN CELTA EN SUS ORÍGENES
CALDERO DE PLATA CELTA - PROVENIENTE DE DINAMARCA
HOMBRE DE MIMBRE - ILUSTRACIÓN DE 1753
LA MUERTE DEL REY ARTURO - NÓTESE EL ÁRBOL DE MANZANA AL FONDO