Estimado en Cristo zero19:
Algunas consideraciones adicionales a lo ya comentado por el hermano enrique:
zero19 escribió:Me gustaria confesarme, pero antes de hacerlo, quiero saber o tener idea del pecado, para hacer prepararme bien antes de confesarme:
#1 es pecado ser fisicoculturista amateur?: Pues la verdad es que me gusta ese deporte, veo a los profesionales, me encanta la competicion y los resultados que logran. En mi caso, yo voy al gym y como normal, pero la verdad es que quiero tener mejor estetica fisica y ser mas fuerte, eso no lo puedo negar, paran ustedes eso es pecado?
El simple deseo de ejercer una actividad física para mantener el cuerpo saludable, como lo comentó el hermano enrique, no solo no es pecado, sino es algo bueno en la administración y cuidado de nuestro cuerpo que Dios puso bajo nuestra responsabilidad.
Sin embargo, es preciso aclarar que la forma en que en muchos gimnasios hoy en día se aborda la cuestión SI tiene riesgos importantes y SI puede llegar a ser pecaminosa. Particularmente el fisicoculturismo puede moverse muy "en la rayita" que separa lo que es bueno y sano de lo que llega a ser enfermizo y pecaminoso. Pues, en efecto, por el fisicoculturismo no se busca meramente la buena salud, sino se hace un énfasis específico en el aspecto estético.
En esto de la estética, el asunto es comparable al arreglo estético que suelen buscar principalmente las mujeres a través de la ropa, joyas y cosméticos.
Existe ciertamente un límite dentro del cual el buscar la limpieza, la higiene y la estética es parte de ese legítimo cuidado que no solo podemos, sino debemos dar a nuestro cuerpo.
Pero no siempre es fácil distinguir entre ese legítimo cuidado que incluye una buena presentación estética, respecto a una actitud desordenada que busca la estética por la estética misma, que se fundamenta en la vanidad, y que cae en la exageración y la auto-complacencia; e incluso, en los casos más extremos, en una idolatría hacia el cuerpo.
Asi, vemos que esta actividad de suyo no es mala, pero con relativa facilidad nos puede hacer perder el camino.
Y en este contexto es bueno recordar lo que han enseñado grandes santos de que, ante la tentación, los valientes son los que huyen.
Por eso, no es muy recomendable que trates de moverte tan cerca "del límite" como te sea posible. Sino al revés, que expresamente te mantengas claramente dentro de los límites de lo que es sano y ordenado, e intencionalmente evites todo aquello que, en los deseos que pueda presentarte tu corazón, o en las invitaciones que puedan hacerte otras personas, tenga apariencia de querer empujar las cosas hacia los límites, pues seguro antes de que siquiera lo imagines, ya los habrás pasado.
Usando la analogía con el arreglo de las mujeres, la Escritura (la Biblia) incluye condenas y reproches específicos en contra de las mujeres que se preocupan demasiado de su arreglo personal, pero eso no quiere decir que uno deba ir descuidado. San Ignacio, cuando apenas se estaba convirtiendo en un buen cristiano, se dió cuenta de que en su vida pasada había sido muy vanidoso en el cuidado de su estética, de la apariencia de sus uñas, de su cabello, etc. Por eso, en un primer momento, cayó en la exageración contraria y decidió no atenderse ni cortarse las uñas, que le comenzaron a crecer de manera no solo poco estética, sino poco higiénica también. Posteriormente se dió cuenta de que todo era parte del mismo vicio de no saber cuidar de su cuerpo de manera justa y ordenada, y pues simplemente siguió cuidando de el con rectitud y moderación, manteniendo un aspecto estético y saludable, pero sin caer en exageraciones de ningún tipo.
#2 quiero ser trader! Pues esa rama de las finanzas me apasiona, me encanta, y como es obvio, el objetivo es ganar mas dinero es eso acaso pecado?, querer ser exitoso y con mas prosperidad?
Aquí igualmente existe una fomra legítima de hacer las cosas, pero que es dificil de distinguir y es muy cercana, quizá incluso más que en el aspecto anterior, a vicios graves que te pueden perder.
Recuerda que Cristo mismo enseñó que no se puede servir a dos señores, de modo que no se puede serivir a Dios y al dinero.
El dinero NUNCA se debe convertir en un fin. Lo mismo el éxito y la prosperidad. Ciertamente no está peleado con ser buen cristiano el tener éxitos en la vida y adquirir alguna prosperidad a causa de ello. Pero el cristiano JAMÁS considera eso como el objetivo real de su acción. El trabajo humano, desde un punto de vista cristiano, está ordenado al servicio, mediante el trabajo puede uno ayudar a los demás. Y por ello es importante realizar el trabajo con orden, justicia y responsabilidad, todo lo cual suele redundar en un trabajo bien hecho, que por lo mismo es considerado exitoso, y a veces -no siempre- es por ello recompensado con prosperidad. No siempre porque existe mucha injusticia en el mundo y en no raras ocasiones surgen envidias, u otros vicios, que hacen que no se reconozca el buen trabajo realizado por uno, sino se descalifique, se le atribuya a alguien más, e incluso alguien trate de "colgarse la medalla" que no le corresponde. Y en no pocas ocasiones estas personas tienen éxito en conseguir el beneficio que no han ganado, despojando de ese justo beneficio a quien si trabajó por el. Pero es verdad que, en muchos otros casos, el buen trabajo es justamente correspondido con un beneficio proporcionado y eso lleva a algún nivel de bienestar y hasta prosperidad a quien lo realiza.
Sin embargo, una vez más, hay que subrayar que, para el buen cristiano, tal éxito, bienestar y prosperidad NUNCA es el objetivo final, el objetivo es servir al prójimo a través del trabajo y ganar por ese medio el justo sustento, no más. Y si por la Gracia de Dios se obtiene algún beneficio adicional, incluso un beneficio abundante, entonces el buen cristiano nunca debe olvidar que ha sido constituido por Dios como administrador de los bienes, y que con esos bienes que son de este mundo y de nada sirven para la vida eterna, está llamado más bien a obtener beneficios reales y eternos mediante el uso justo y caritativo.
Dicho esto, me imagino que con "trader" te refieres a corredor de la bolsa de valores. Bien esa actividad es particularmente riesgosa, pues la mayor parte de los supuestos inversionistas hoy en día no son realmente tales, sino son especuladores. La diferencia es que un verdadero inversionista es una persona con recursos que busca usarlos (invertirlos) en alguna empresa sólida y prometedora que tenga buenas posibilidades de generar riqueza a través de su actividad y, por lo mismo, beneficios legítimos y abundantes. Beneficios de toda clase: empleos bien remunerados para los trabajadores, bienes y servicios para la sociedad, rendimientos a los inversionistas.
Pero esa especie de inversionista está hoy en día en peligro de extinción, y ha sido sustituida por viles especuladores.
Los especuladores simplemente llevan su dinero al mercado para tratar de maximizar su ganancia a través de hábiles movimientos en los que buscan comprar baratos títulos que suban pronto y puedan luego venderlos caros. Incluso los especuladores más poderosos suelen tener la capacidad de influenciar los movimientos que quieren que se produzcan para maximizar sus ganancias.
Y esto, aunque legal dentro de ciertos límites, moralmente no deja de ser sino una vulgar forma de robo disfrazado, porque esas ganancias artificiales NO se obtienen primariamente del buen desempeño de las empresas en las que se invierte, sino se obtienen primariamente del despojo de aquellos que, al ser menos hábiles, registran pérdidas artificiales en vez de ganancias.
Se podrá argumentar que los que pierden son personas que igual buscaban ganancias fáciles y se metieron a un juego riesgoso sabiendo que podían perder. Casi como si se tratar de una mesa de juego de un casino. Pero desafortunadamente la realidad es significativamente más compleja e injusta que esa justificación simplista.
Pues mucho del dinero que acaba jugando en la bolsa y que es injustamente tomado por los especuladores a través de sus juegos y maniobras no pertenecía a otros de su misma especie, sino a personas que guardaban legítimos ahorros creyéndoles seguros.
Por ejemplo, mucho del dinero que administran los fondos de pensiones acaban de un modo u otro en títulos en la bolsa de valores. Y esto nos lleva de lleno al centro de la cuestión, pues ser un corredor serio que elija inversiones senstas, que generarán riqueza real, proporcionando beneficios a la sociedad, y asegurando el futuro a los que han confiado al fondo los recursos para su vejez, puede ser una actividad legítima y loable. Pero ni los beneficios para el corredor serán sumas exorbitantes que aseguren el éxito económico y la prosperidad (sino el éxito será un éxito trascendente de saber que uno ha beneficiado a muchas personas sin dañar a nadie); o bien, puede ser uno un corredor que sirva a los intereses de los especuladores encontrando la manera de hacer movimientos y maniobras tales que permitan a tales especuladores hacerse legalmente de los jugosos fondos de los pensionados que entonces perderán aquello que con tanto trabajo habían logrado juntar durante toda su vida para poder vivir su madurez en paz. Los especuladores saben recompensar bien a quienes les sirven de esta manera, y son estos los que suelen ser marcados por el "éxito" y la propsperidad abundante en este mundo... pero ya lo dijo Nuestro Señor:
¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida? ¿Y qué podrá dar el hombre a cambio de su vida?
San Mateo 16, 26
Entonces, nuevamente, se trata de una actividad que puede ser perfectamente legítima, pero en la que los riesgos de ser confundido y pasar de la legitimidad a la grave injusticia están a flor de piel. Y no vale de nada al hombre argumentar en su favor que las maniobras eran legales o que todo el mundo las hace así, o que era la única manera de no perder. La injusticia sigue siendo injusticia y los afectados clamarán al cielo por Justicia.
Ahora bien, precisamente por lo delicadas que pueden ser estas cosas y por el pecado que se asoma a la esquina, muchas veces estas actividades son evitadas por los verdaderos católicos, de modo que las dejan completamente en manos de lo más deplorable de la sociedad que se sirve a su gusto en el despojo del prójimo aprovechando la cobija de la legalidad. Es por ello que es importante que verdaderos católicos, con principios firmes y con escrúpulos sólidos, así como con la debida competencia técnica para hacerlo, participen en estas actividades y lleven el Evangelio haciendo brillar la Luz de Cristo y su Justicia en estos medios en los que se juega el patrimonio de tantas personas.
Ciertamente esa sería una muy digna y loable labor. Es casi seguro que no llegaría a ser uno admirado como el corredor más hábil o competente a los ojos del mundo; pero, por contraparte, podría estar uno seguro de que más de una voz se alzará en defensa de uno cuando las acciones de su vida sean presentadas ante el Justo Juez para ser sopesadas en su auténtico valor.
Sin embargo, es tal la tentación de dejarse llevar por los criterios del mundo en esos medios, que no basta un idealismo superficial para adentrarse en ellos con la ilusión de ser ese faro de justicia en medio del mar de injusticias. Sino al contrario, es una labor que requiere casi diría que una preparación equivalente a la de un exorcista, una preparación e integridad capaces de resistir los más duros embates de ese mar de injusticias que ciertamente se embravecerá y tratrá de hacer naufragar a aquel que, con su justo comportamiento, pone en evidencia y obstaculiza las sucias maniobras de los demás. ¿Es realmente esto lo que quieres?
Que Dios te bendiga.