Estimado en Cristo AntiAcuario:
Toma en cuenta también que el ecumenismo, debidamente entendido, es algo muy serio, que puede avanzar únicamente en la medida en que exista una verdadera honestidad intelectual y un sincero deseo de seguir a Cristo incondicionalmente a donde Él nos lleve. Es importante señalar que esto mismo es demandado de la parte católica, NO, por supuesto, porque tengamos cualquier duda de que la Iglesia Católica sea la Verdadera Iglesia de Cristo en toda su plenitud. Sino porque debemos recordar que ser perfectamente fieles a Cristo con frecuencia nos obliga a romper nuestros prejuicios, individuales o colectivos, prejuicios que justamente NO corresponden a la Fé Católica, por lo que DEBEN ser abandonados en favor de la Plenitud de la Verdad en Cristo.
Por ejemplo, el prejuicio de pensar que todo protestante estaba necesariamente condenado. Error doctrinal que no pocos católicos creían (y algunos a la fecha algunos despistados siguen creyendo) que era una Verdad de Fé. Y si con la guía de la Iglesia muchos han logrado ver su error y lo han corregido; bien sabemos que no faltan los católicos a los que de plano no le gusta encontrarse con esa Verdad y no aceptan renunciar al prejuicio que se opone a ella, por lo que algunos acaban separándose de la Verdadera Iglesia con tal de poder mantener su falsa doctrina.
Y es que en verdad muchos de los reclamos protestantes son respuestas en contra de esos errores y prejuicios colectivos realmente presentes en algunos círculos católicos. Algunas de esas respuestas llegan a ser más o menos legítimas, mientras que otras acaban siendo errores y prejuicios peores que aquellos que originalmente se pretendía combatir.
Por ejemplo, de las mismas tesis de Lutero tenemos:
27.Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando.
47.Debe enseñarse a los cristianos que la compra de indulgencias queda librada a la propia voluntad y no constituye obligación.
Aqui Lutero señala dos grandes verdades pero es a la vez víctima de dos grandes errores:
1. Respecto a la tesis 27 tiene razón Lutero en criticar a aquellos que veían el asunto de las indulgencias como una mera transacción monetaria, casi como comprar el cielo, de modo que el "pago" (que "suene la moneda ... en la caja") garantizara de suyo la terminación de las penas del Purgatorio ("el alma sale volando"). Y si alguno creía o predicaba eso (que muy probablemente no faltaba el despistado), pues, en efecto, predicaba mera doctrina humana. Pero el gran error subyacente en el pensamiento de Lutero era creer que lo contrario era verdad, es decir, creer que no tenía nada que ver echar la moneda en la caja con el que alguien pudiera salir del Purgatorio. Pues, si en verdad alguien echaba la moneda, NO para "comprar" la indulgencia, sino para hacer la buena obra de contribuir a la construcción del Templo de Dios (en tiempos de Lutero se premiaba extensivamente con Indulgencias contribuir a la construcción de la Basílica de San Pedro), y con esa recta intención lograba GANAR (que NO "comprar") la Indulgencia, y la aplicaba entonces en favor de un alma del Purgatorio; bien podía ocurrir entonces que en ese caso SI, al "sonar la moneda en la caja", REALMENTE "el alama saliera volando".
2. Respecto a la tesis 47 era ciertamente una gran verdad que nadie estaba OBLIGADO a contribuir con un apoyo monetario premiado con Indulgencias; sino el asunto, para ser efectivo, por necesidad tenía que ser un acto surgido
de la convicción de contribuir al bien del Pueblo de Dios mediante la construcción de esa Casa de Oración tan especial. Por tanto, no solo no era obligatorio contribuir y obtener asi una Indulgencia, sino quien la intentara obtener por obligación seguro NO la obtendría. Pero aquí el gran error de Lutero es caer justamente en la concepción erronea que era la fuente de los errores que él mismo criticaba: creer que era posible "comprar" una Indulgencia. Lutero simplemente no acabó de entender que con la Indulgencia se premiaba GRATUITAMENTE a aquel que contribuía económicamente a la construcción del Templo, pero NO por esa contribución económica en sí, sino por la INTENCIÓN de contribuir a la construcción de un Templo muy importante para toda la cristiandad. Es decir, por la INTENCIÓN de hacer una buena obra en favor de TODO el pueblo.
Asi las cosas, si en tiempos de Lutero se hubiera sentado él junto con la contraparte católica con la sinceridad y honestidad que hoy se quiere empeñar en las partes que participan seriamente en un proceso auténticamente ecuménico, pues lo que seguramente habría acabado ocurriendo es que Lutero habría visto sus errores de concepto y en vez de rebelarse, se habría hecho mucho más agudo y capaz para identificar con toda precisión, denunciar y contribuir a erradicar los errores y prejuicios que realmente pudieran haber existido en los predicadores de Indulgencias.
Desafortunadamente no fue así. Por parte de Lutero tal vez SI hubo un grado muy importante de sinceridad, pero NO de honestidad intelectual. Prefirió "casarse" con su visión de las cosas antes que con humildad abrirse a la posibilidad de estar equivocado.
Pero, y esto es importante, es muy posible que en algún momento la parte católica no estuvo completamente a la altura de las circunstancias. Me parece que esto en buena medida es lo que el Santo Padre Benedicto XVI tenía en mente cuando escribió esto en la Carta a los Obispos con la que quiso acompañar su Motu Proprio Summorum Pontificum:
Mirando al pasado, a las divisiones que a lo largo de los siglos han desgarrado el Cuerpo de Cristo, se tiene continuamente la impresión de que en momentos críticos en los que la división estaba naciendo, no se ha hecho lo suficiente por parte de los responsables de la Iglesia para conservar o conquistar la reconciliación y la unidad; se tiene la impresión de que las omisiones de la Iglesia han tenido su parte de culpa en el hecho de que estas divisiones hayan podido consolidarse.
CARTA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
A LOS OBISPOS QUE ACOMPAÑA LA CARTA APOSTÓLICA "MOTU PROPRIO DATA" SUMMORUM PONTIFICUM
SOBRE EL USO DE LA LITURGIA ROMANA ANTERIOR A LA REFORMA EFECTUADA EN 1970
Concretamente en el caso de Lutero hubo un evento muy puntual en octubre de 1518 en la ciudad de Ausburgo, evento del que existen varias narrativas, pero en el que parece claro que, tras largas discusiones con el Cardenal Tomás de Vio, en las que no se parecía llegar a ningún lado y más bien se cuenta que hubo acaloradas peleas a gritos, ambas partes se desesperaron y el Cardenal puso un últimatum a Lutero en una confrontación total de todo o nada. Confrontación que llevó a Lutero a una actitud de rebelión definitiva.
Si el Cardenal hubiese podido preveer todo lo que dervió a partir de ahí, seguramente habría tenido más paciencia por más intransigente que fuera la actitud de Lutero en el momento, y habría intentado con mucho mayor empeño convencer a Lutero o, al menos, moderar su posición.
Pero el buen Cardenal no tenía manera de preveer todo lo que vendría, y por eso seguramente en el momento juzgó que la amenaza podía ser una herramienta más efectiva que el convencimiento, si no para cambiar la posición de Lutero, al menos si para poder condenar definitivamente su pensamiento, con lo que seguramente esperaba que sus seguidores lo abandonarían. No imaginaba el Cardenal Vio la popularidad de la que ya gozaba el pensamiento de Lutero ni los fuertes intereses políticos que ya se encontraban involucrados.
Nosotros, en cambio, no tenemos el pretexto de esa "bendita ignorancia", ya que justamente la Historia nos ha enseñado a actuar con mayor detenimiento, prudencia, comprensión y seriedad al considerar los reclamos y posturas de aquellos que no logran
sentir con la Iglesia en plenitud.
Por eso la Iglesia hoy en día da tanta importancia al Ecumenismo legítimo y serio.
Pero entendámonos: Ecumenismo no es querer reconstituir la unidad con el primero que se nos ponga en frente sin ganas de escuchar lo que le podamos decir o, peor aún, con instrucciones claras y precisas de no hacerlo para "salvaguardar su alma del error y el pecado"; pues en verdad a muchos evangélicos se les instruye a actuar expresamente de esa manera. Por eso, asi como ciertos políticos dicen ser demócratas y aceptar los resultados de las elecciones, pero solo saben hacerlo cuando ganan y no cuando pierden; así también a algunos hermanitos por ahí se les enseña a "buscar el diálogo abierto", pero se les instruye expresamente a ignorar todo lo que les digan, pues -les dicen- toda palabra salida de la boca de un católico es potencialmente un engaño de Satanás destinado a confundirles y hacerles perder la salvación. Por eso, si llegasen a cometer el error de escuchar con cierta atención y de pronto encontraran más o menos convincente alguno de nuestros argumentos, en automático saltaría una alarma dentro de ellos indicándoles que simplemente no es posible que un católico pudiera tener razón en su posición y que tal cosa debe ser completamente ignorada y desechada. Poco más o menos, la verdad, lo mismo que ocurriría si un católico más militante y combativo que bien formado, se llegara a dar cuenta de que encuentra más o menos razonable cierto argumento del evangélico tendiente a negar la autoridad del Papa. Difícilmente tal persona continuaría la discusión con honestidad intelectual, sino más bien recordaría que la Autoridad del Santo Padre es un Dogma de Fé, que simplemente no puede estar mal y se diría a sí misma: "no sé porqué ese argumento está mal, pero SEGURO está mal". Y desde luego podemos afirmar que todo argumento que niegue la Suprema Autoridad Apostólica del Papa esta mal. Pero entonces ahí la parte católica también rompería el diálogo basado en la completa honestidad religiosa e intelectual que se supone que se iba a establecer.
Ante semejantes posiciones (tanto la protestante como la católica) en realidad no solo no hay Ecumenismo posible, sino tampoco diálogo ni apologética.
O, dicho más claramente: el auténtico Ecumenismo NO ES para un diálogo "amateur", sino es para autoridades religiosas y teólogos serios con toda la capacidad y preparación para involucrarse con auténtica apertura y honestidad sin comprometer o poner en peligro la Fé. Asi pues, el "ecumenista amateur" tan solo puede serlo bajo el auspicio y guía segura de una de estas autoridades. Por ejemplo, si un buen obispo decide convocar en su diócesis un encuentro interconfesional con actividades programadas bien determinadas, pues un fiel cualquiera puede asistir bajo la seguridad de que el obispo y sus asistentes han revisado tales actividades y han determinado que no ponen en peligro la Fé en ningún sentido y en cambio si pueden contribuir a acercamientos en pro de la Unidad. Pero si, en cambio, el mismo "ecumenista amateur" va y pretende diseñar su propio encuentro o su propio diálogo, pues una de dos:
- o mantendrá la honestidad intelectual poniendo imprudentemente en peligro su Fé a causa de su falta de capacidad y preparación en todo sentido;
- o forzosa y sensatamente acabará teniendo que dar prioridad a la integridad de su Fé, de tal suerte que, a causa de
su falta de preparación, tendrá que abandonar la honestidad intelectual.
De este modo, el Ecumenismo SI es para todos bajo la guía de la Iglesia, lo que incluye orar por la Unidad y evitar actitudes o palabras que puedan ser innecesariamente ofensivas; pero NO es para todos en actividades personales. El mismo Decreto Unitatis Redintegratio del Concilio Vaticano II hace una clara distinción entre estas diversas contribuciones al Ecumenismo y quienes pueden/deben hacerlas:
Ecumenismo
4. Hoy, en muchas partes del mundo, por inspiración del Espíritu Santo, se hacen muchos intentos con la oración, la palabra y la acción para llegar a aquella plenitud de unidad que quiere Jesucristo. Este Sacrosanto Concilio exhorta a todos los fieles católicos a que, reconociendo los signos de los tiempos, cooperen diligentemente en la empresa ecuménica.
Por "movimiento ecuménico" se entiende el conjunto de actividades y de empresas que, conforme a las distintas necesidades de la Iglesia y a las circunstancias de los tiempos, se suscitan y se ordenan a favorecer la unidad de los cristianos.
Tales son, en primer lugar, todos los intentos de eliminar palabras, juicios y actos que no sean conformes, según justicia y verdad, a la condición de los hermanos separados, y que, por tanto, pueden hacer más difíciles las mutuas relaciones en ellos; en segundo lugar, "el diálogo" entablado entre peritos y técnicos en reuniones de cristianos de las diversas Iglesias o comunidades, y celebradas en espíritu religioso. En este diálogo expone cada uno, por su parte, con toda profundidad la doctrina de su comunión, presentado claramente los caracteres de la misma. Por medio de este diálogo, todos adquieren un conocimiento más auténtico y un aprecio más justo de la doctrina y de la vida de cada comunión; en tercer lugar, las diversas comuniones consiguen una más amplia colaboración en todas las obligaciones exigidas por toda conciencia cristiana en orden al bien común y, en cuanto es posible, participan en la oración unánime. Todos, finalmente, examinan su fidelidad a la voluntad de Cristo con relación a la Iglesia y, como es debido, emprenden animosos la obra de renovación y de reforma.
Todo esto, realizado prudente y pacientemente por los fieles de la Iglesia católica, bajo la vigilancia de los pastores, conduce al bien de la equidad y de la verdad, de la concordia y de la colaboración, del amor fraterno y de la unión; para que poco a poco por esta vía, superados todos los obstáculos que impiden la perfecta comunión eclesiástica, todos los cristianos se congreguen en una única celebración de la Eucaristía, en orden a la unidad de la una y única Iglesia, a la unidad que Cristo dio a su Iglesia desde un principio, y que creemos subsiste indefectible en la Iglesia católica de los siglos.
Vemos, pues, que si bien TODOS estamos llamados a participar de diferentes modos en la empresa ecuménica BAJO LA GUÍA de nuestros pastores; por otra parte NO TODOS estamos llamados a hacerlo mediante "el diálogo", sino eso es
competencia y responsabilidad exclusiva de peritos y técnicos debidamente preparados para ello.
Respecto a los evangélicos en particualr, recordemos también 2 cosas:
1. La Iglesia NO reconoce su Bautismo como válido, por lo que, en el sentido más estricto, NO se está hablando de verdaderos fieles cristianos y, por consiguiente, en un sentido muy, muy estricto, NO se podría hablar de Ecumenismo tampoco, sino de Diálogo Interreligioso. En sentido menos estricto se podría hablar de "unidad de todos los que de cualquier manera creen en Cristo". Pero es importante notar la distinción para entender que alguna forma genérica de ecumenismo que pudiera incluirlos a ellos sería en realidad algo mucho más complicado de lo que ya de por sí es el Ecumenismo con los protestantes cuyo Bautismo es reconocido y con quienes típicamente existe una mayor cercanía doctrinal.
2. Los evangélicos no tienen una verdadera estrctura, autoridades formales, o uniformidad doctrinal. En realidad cada grupo o comunidad cree lo que quiere o puede, dentro de un grupo de doctrinas básicas más o menos comúnes. Pero la cuestión es que tal diversidad doctrinal y falta de estrctura y autoridades, hace casi imposible una reunificación de comunidades eclesiales o Iglesias particulares, que es a lo que realmente apunta el Ecumenismo; más bien aquí se acabaría hablando de conversión personal. El propio Decreto del Concilio Vaticano II subraya la diferencia:
Es manifiesto, sin embargo, que la obra de preparación y reconciliación individuales de los que desean la plena comunión católica se diferencia, por su naturaleza, de la empresa ecumenista, pero no encierra oposición alguna, ya que ambos proceden del admirable designio de Dios.
Finalmente, aunque en general es bueno que expliquemos la Fé Católica a todo el que nos pregunte según nuestro conocimiento y capacidad, debemos también recordar con humildad nuestros límites personales; pues debemos recordar sobre todo que un mal encuentro o una mala explicación pueden acabar siendo mucho más perjudiciales que la ignorancia misma. Es por eso que el verdadero diálogo debe quedar reservado a aquellos que han recibido esa misión particular y los medios para cumplirla debidamente.
Que Dios te bendiga.