por eduarod » Dom Feb 10, 2013 3:55 pm
Estimada marcela y demás hermanos en Cristo:
No soy soltero, y la verdad es que no soy amigo del facebook (esa es otra historia), pero por causas varias del destino (o, mejor dicho, de la Providencia) fui a caer en este tema y bueno, creo que hay cosas que les puedo compartir para que tengan una mejor idea de cómo deben ser las cosas en un buen matrimonio católico.
En primer lugar, para que vean lo distinto que realmente llegan a ser las cosas de esas "pruebas de confianza" o cosas similares, les comparto que hace poco tiempo tuvimos una emergencia médica muy seria en la familia (la que, bendito sea Dios, se va resolviendo muy bien, pero se agradecen oraciones adicionales), pero el punto es que, durante ese tiempo, mi esposa no tenía ni el menor ánimo de estar contestando llamadas ni mensajes en su teléfono celular, por lo que lo traía yo todo el tiempo y todo el tiempo era un servidor el que respondía casi todas las llamadas y contestaba todos sus mensajes a nombre de ella. Ella nada más me daba una indicación del tipo de respuesta que quería enviar o simplemente la revisaba al final, e incluso ocurrió que, si era una persona de mucha confianza a la que yo estaba seguro de antemano qué era lo que ella querría contestar y ella no estaba junto a mi en el momento, simplemente le enseñaba yo después el mensaje original y la respuesta. Obviamente en las llamadas se daba cuenta la persona que llamaba de que era yo y no mi esposa quien contestaba, pero en los mensajes no siempre era tan evidente. La intención, desde luego, no era la de engañar a nadie, pero tampoco estábamos muy de ánimo para andar aclarando ese tipo de confusiones. Y, sin embargo, creo que la confusión misma hace evidente la unidad que existe, de manera tal que podía ocurrir que un mensaje escrito por un servidor podía pasar sin problemas como un mensaje escrito por ella.
Por supuesto que esto fue una situación extraordinaria y que no es que no existan los espacios personales ni que todo el tiempo tenga un servidor que estar enterado de lo que hace o deja de hacer mi esposa con su teléfono y sus mensajes. De hecho también me ocurrió que llegaban mensajes de personas que yo no conocía y a las que yo de plano no tenía ni idea de qué responder, pero evidentemente en esos casos no existía el menor problema en que yo le preguntara a mi esposa quién era esa persona y qué le contestábamos.
Espero que esto les dé una idea de que, al llegar a este punto, hace "siglos luz" que quedó la cuestión de "pruebas de confianza", o de si "puedo mostrarle mis cosas" o no, o si "debe mostrarme sus cosas" o no. Y, sin embargo, insisto en que eso no quiere decir que necesariamente ella conozca o deba conocer todas mis contraseñas o viceversa. De entrada, por ejemplo, las contraseñas de mi trabajo, por políticas de la empresa, en principio yo no se las debo revelar a absolutamente NINGUNA persona, ni mis subalternos, ni mis jefes, ni mis familiares, ni los administradores de red, ni a nadie. Claro, los administradores en cualquier momento y si existe para la empresa una razón justificada para hacerlo (o sea, requieren autorización de mis jefes, pero no necesariamente de mi jefe inmediato), tienen los medios y la autoridad expresamente otorgada de modificar mis contraseñas, entrar a mis cuentas y ver TODO el contenido. Pero si no hay razón para realizar una intervención extraordinaria de ese tipo, el contenido debería ser controlado por mi y solo por mi. De hecho, para evitar la tentación de compartir las contraseñas con mis compañeros de trabajo, y también como un medio de acordarme de la familia, así como hacer las contraseñas más seguras, muchas de mis contraseñas hacen referencia a alguna de las "tonterías" que teníamos mi esposa y yo desde que eramos novios, de modo que, la verdad, me daría mucha pena dar algunas de esas contraseñas a otras personas. En este contexto, y por una actitud básica de respeto hacia las políticas de la empresa que me he comprometido a cumplir, ordinariamente mi esposa no conoce tampoco esas contraseñas. Y, sin embargo, si en una situación de emergencia, ya sea del trabajo como el asunto descrito por la hermana Purrple, en la que hubiese olvidado revisar la dirección en donde tengo un compromiso que atender y que pudiera estar en un mensaje de mi correo electrónico de la empresa y al que por la razón que sea en ese momento no pudiese yo entrar; o, más aún, en una emergencia de caracter personal que afecte a la familia; en tales casos un servidor no tendría el menor problema en solicitarle a mi esposa que me hiciera el favor de entrar y darme el dato que necesito, proporcionándole para ello, por supuesto, la contraseña requerida. Tendría mucha más confianza en solicitárselo a mi esposa que a un compañero de trabajo. Y, dicho sea de paso, es bonito en esas circunstancias de pronto darse cuenta que la contraseña que usa la otra persona todo el tiempo, hace alusión a la relación y/o a la familia. Claro, por el mismo respeto que le debo a las políticas de la empresa, mi obligación en tal caso sería cambiar la contraseña pronto, de modo que esta vuelva a estar únicamente en mi control (lo que de todas formas tengo que hacer de manera periódica).
Bien, evidentemente esto que he descrito son situaciones referentes a un matrimonio católico razonablemente convencional y funcional, la que en varios sentidos y por diversas razones es distinta de lo que cabe esperar que ocurra dentro de un noviazgo.
Pero, por otra parte, no se debe olvidar que ESE es justamente el propósito del noviazgo: ser un tiempo de acercamiento y conocimiento mutuo que gradualmente nos vaya llevando de la situación de dos personas relativamente desconocidas que han descubierto que tienen cosas comunes que podrían ser el fundamento para eventualmente construir una unidad, a la situación donde esa unidad DE HECHO comience a existir; hasta llegar al punto del matrimonio donde esa unidad ya se consolida y establece de manera formal e irreversible, de tal suerte que el hombre no la puede ya romper. De modo que se convierte en el sustrato sólido sobre el cual se crea la familia, la cual PRE-SUPONE la existencia de esa unidad consolidada y estable. Pero esa unidad NO ES ni PUEDE SER algo hecho artificialmente. NO ES algo que se pueda dar de un momento a otro si DE HECHO no existe. Por lo mismo, NO ES algo que se pueda pedir o esperar en los inicios del noviazgo, pero -y esto es MUY importante- TAMPOCO es algo que se espere que "mágicamente" vaya a ocurrir al contraer nupcias. No, esta unidad es algo que NATURALMENTE se debe ir produciendo durante el noviazgo conforme las personas se conocen más, se tienen más confianza y va progresando su amistad y, por consecuencia, su unión a partir de su amor mutuo.
Si esta unidad NO se va produciendo de manera espontánea y natural en el noviazgo, eso es un signo de alarma muy serio que hay que tomar MUY en cuenta; de lo contrario, si la unidad no parece establecerse y la persona ilusamente piensa que las cosas "van a cambiar" con la mayor estabilidad que de suyo confiere el matrimonio, la verdad es que, salvo rarísimas excepciones, lo más probable es que la persona se esté ilusionando vanamente. Por consecuencia, sería un acto sumamente imprudente acercarse al Sacramento del Sagrado Matrimonio si la unidad NO se ha ido estableciendo de esa manera espontánea y natural en el noviazgo. En cambio, cuando esa unidad se va estableciendo como debe ser, pues naturalmente van ocurriendo dentro del mismo noviazgo situaciones semejantes a las que hemos descrito a lo largo del mensaje, tal vez no en una escala tan grande, pero al final situaciones que indudablemente irán indicando que la pareja comienza a ser capaz de actuar como una unidad y no como dos personas independientes que nada tienen que ver entre si.
Ahora bien, por supuesto que NO se debe confundir esa capacidad de actuar como una unidad con una actitud de intromisión.
Con la misma transparencia y confianza con la que, por retomar el ejemplo, pudo un servidor tomar completo y absoluto control de las cuentas de mi esposa en la situación de crisis; esa misma transparencia y confianza son el fundamento por el cual, por el contrario, en situaciones convencionales NO tengo porqué ir a revisar las cuentas de ella ni estar preocupado por quién le escribe o no. Hacerlo, ya se por celos, por querer tener "control de la situación", por "auto-probarme que hay transparencia" o cualquier otro pretexto similar, de hecho, sería una MUY GRAVE falta de respeto y confianza.
Existe, sin embargo, una especie de excepción a esa confianza y respeto incondicional que implica que yo no tengo que poder meterme a aquello que no tengo necesidad en situaciones que no lo ameritan.
Y esa situación es cuando ha existido una infidelidad en la pareja (infidelidades a las que, por cierto, aplicaciones como el facebook, con su pretendida "privacidad", han contribuido mucho; "privacidad" que, por cierto, es poco menos que mera apariencia, pero apariencia suficiente como para darle "confianza" a los infieles de que pueden hacer sus tonterías sin que su pareja se entere).
Dentro del matrimonio, precisamente por ser una unidad consolidada y estable, ya las cosas no son tan fáciles como "romper" porque hay algo que no me parece o no me gustó, así sea algo tan grave como una infidelidad. Precisamente porque la familia REQUIERE de una unidad tan fuerte que no puede ser rota ni por esas circunstancias tan serias.
Pero, nuevamente, la confianza y la unidad NO son entidades abstractas y artificiales que se crean mágicamente simplemente porque alguien las quiere o porque en determinadas circunstancias DEBIERAN existir. Por consiguiente, si la unidad matrimonial requiere de esa confianza, y esta DE HECHO, ha sido rota por circunstancias que la contradicen de manera flagrante y directa; entonces resulta indispensable TRABAJAR ACTIVAMENTE en reconstruir los fundamentos de esa unidad y confianza.
Y es entonces cuando ese trabajo activo e intencionado en favor de re-construir la confianza y la unidad puede REQUERIR que las cuentas de aplicaciones como el facebook o el correo electrónico queden expresamente abiertas de manera constante y en su totalidad al acceso del otro cónyuge. El cual, por medio de esta y muchas otras acciones igualmente encaminadas, podrá ir recobrando la confianza que la infidelidad en si misma, no sin razón, le hizo perder. Claro, no se trata de que entonces el otro cónyuge entre cada 5 minutos a la cuenta para "fiscalizar" que no esté ocurriendo "nada raro" ni de que haga un interrogatorio detallado de cada mensaje que contenga un elemento menor que pueda prestarse mínimamente a sospecha: eso no sería sano y, lejos de contribuir a re-construir la confianza, contribuiría a exacerbar la actitud de desconfianza. Sino el concepto es que se demuestre con hechos sólidos que no existe ya ninguna instancia o actividad "privada" y "oculta" como aquellas que en su momento permitieron que tuviera lugar la infidelidad. Incluso podría llegar a ser sano y/o necesario eliminar instancias que no sean realmente indispensables (p.ej. cerrar y eliminar de plano la cuenta y el acceso a facebook) y que ayuden a ambos a eliminar tentaciones de todo tipo y generar la convicción de que se está ya en una "etapa" o situación distinta.
Saludos y bendiciones.