por freddy henao » Vie Sep 06, 2013 3:52 pm
Cristo en el sermón de la montaña, no solo da razones en cuanto a que el acto esté mal, sino también en cuanto a la naturaleza humana del hombre que fue creado a imagen y semejanza de Dios, y que Dios lo creó con un cuerpo y un alma y como "hombre" humanidad esto aplica para todos los hombres y mujeres de todos los tiempos, pues se refiere al hombre interior. Estas palabras, mediante su contenido ético, constituyen simultáneamente esta antropología, y exigen, por decirlo así, que el hombre entre en su plena imagen. El hombre que es “carne”, y que como varón está en relación, a través de su cuerpo y sexo, con la mujer (efectivamente, esto indica también la expresión “no adulterarás”), debe, a la luz de estas palabras de Cristo, encontrarse en su interior, en su “corazón”.
El “corazón” es esta dimensión de la humanidad, con la que está vinculado directamente el sentido del significado del cuerpo humano, y el orden de este sentido. Se trata aquí, tanto de ese significado que en los análisis precedentes hemos llamado “esponsalicio”, como del que hemos denominado “generador”. El hombre comete adulterio, si se une de ese modo con una mujer que no es su esposa. También comete adulterio la mujer, si se une de ese modo con un hombre que no es su marido. Es necesario deducir de esto que “el adulterio en el corazón”, cometido por el hombre cuando “mira a una mujer deseándola”, significa un acto interior bien definido. Se trata de un deseo, en este caso, que el hombre dirige hacia una mujer que no es su esposa, para unirse con ella como si lo fuese, esto es -utilizando una vez más las palabras del Génesis 2, 24, de tal manera que “los dos sean una sola carne”