cesar71 escribió:Trata de mirar ferrari desde el punto de vista de Dios... ¿Es correcto sentir felicidad o regocijo con una tragedia ajena? ... Seguro que tu lógica, tu sentido común y tu corazón cristiano te dicen que la respuesta es ¡NO!.
Te aseguro que aquel que arraigue su vida fuertemente a esta verdad, no sentirá como jocosa aún una situación simulada de una tragedia ajena que intenta expresar chiste. Este es un indicio del tipo de personas para quienes la alegría se encuentra es en otras cosas, como la virtud, la rectitud, la perfección, etc.
Tranquilo hermano, muchos de nosotros tampoco tenemos esa perfección, no estás solo.
Estimados hermanos en Cristo:
En realidad el asunto no es tan sencillo. Si, es evidente que regocijarse en la tragedia y el dolor ajenos es un acto vil y objetivamente malo. Pero cuando se trata de una situación ficticia simplemente esto NO puede equipararse a burlarse de la situación de una persona REAL. Decir que es lo mismo reirse del mal de una persona REAL, respecto al de un personaje imaginario, es tanto como trivializar justamente esa REALIDAD de la persona humana como fin dignísimo en sí misma. Es como reducir la dignidad de la persona a un mero concepto igualmente aplicable a la persona real que al personaje hipotético. NO es así. La realidad es que es intrínsecamente malo e indigno burlarse del sufrimiento del prójimo precisamente por la infinita dignidad personal que cada persona humana en sí misma tiene, hecha a Imagen y Semejanza de Dios. Pero extrapolar esa dignidad a un ser conceptual, a un mero ente de razón, en realidad significa atribuir esa dignidad NO a la persona en sí, sino al abstracto concepto de "ser humano" o de "humanidad". Y es ahi, por ejemplo, donde, pardójicamente, por contraparte comienza a ser posible menospreciar, destruir o atacar a una persona en nombre "del bien de la humanidad".
Asi pues, si entendemos que el respeto a la persona humana proviene de la dignidad que CADA persona EN SI MISMA tiene, entenderemos que entonces ese respeto no necesariamente es transladable a un personaje ficticio. Sino es preciso mirar al asunto con más cuidado.
Ahora bien, para entender otro importante aspecto del problema, podemos imaginar que a alguien, digamos, a un soldado en uno de esos furores asesinos de odio étnico, donde las personas actúan en función de un odio irracional en contra de un grupo social "enemigo" (p.ej. los judíos en tiempo de los nazis, los tutsis perseguidos por los hutus en el genocidio de Rwanda, etc.), se le diga que una persona que pertenece al grupo "enemigo" se encuentra escondida en un pequeño armario cerrado, el que en realidad está vacío. Pero entonces el soldado, sin siquiera verificar quién está en el armario, abre fuego con una ametralladora con intención de matar a ese supuesto "enemigo" que se encuentra ahí. En términos reales y objetivos, el soldado físicamente NO actuó en contra de nadie, porque nadie estaba realmente en el armario, y el supuesto "enemigo" vino a ser entonces un mero personaje ficticio. Técnicamente entonces nadie murió y el soldado no mató a nadie. Y, sin embargo, si tuvieramos que hacer un análisis moral de sus acciones, diríamos que incuestionablemente, EN INTENCIÓN, es culpable de asesinato. Porque el QUERÍA matar e hizo todo lo que hubiera debido hacer para matar si realmente hubiera habido una persona ahí; siendo que él no sólo no sabía que el armario estaba vacío, sino de hecho CREÍA que estaba ocupado por el "enemigo"; y no sólo disparó a pesar de creer eso, sino disparó
JUSTAMENTE por creer eso.
¿Cómo puede entonces conciliarse esto? ¿Cómo podemos decir por un lado que la persona ficticia NO comparte la dignidad de las personas REALES, y, a la vez, decir que el soldado que disparó en contra de un personaje ficticio es culpable de asesinato en su intención? Precisamente por eso: porque aclaramos que es culpable en su intención Y NO en el hecho objetivo de haber matado a una persona que no mató porque NO EXISTÍA. Y es que el punto es que la ofensa de la intención NO ES en contra de esa persona ficticia que no existía en realidad, sino es en contra de TODAS las personas REALES que el habría estado dispuesto a matar de haber tenido la oportunidad, es decir, de TODAS las personas que pertenecen a ese grupo "enemigo" y que habrían sido realmente asesinadas de haber estado ahí.
Vemos entonces que es preciso hacer varias distinciones en el tema:
1. Si la "persona ofendida" por la burla es real o imaginaria.
2. Si la persona que se burla SABE si la "persona ofendida" es real o imaginaria o no. Porque si no lo sabe, entonces su intención puede haber sido la de burlarse de una persona real, y así, igual que el soldado del ejemplo, en verdad ser culpable EN INTENCIÓN del menosprecio al prójimo que tal burla representa.
En cambio, si si lo sabe, y sabe que es una persona imaginaria, y se ríe de la broma, chiste, etc. precisamente porque SABE que no está ofendiendo a NINGUNA persona REAL, sino sabe que todo queda en el mundo de la ficción, pero que, en cambio, NO se reiría si supiese que se trata de una persona real precisamente por el respeto intrínseco que tal persona real le merece, entonces la situación PUEDE ser distinta a la de una culpa moral.
Y digo "puede" proque tampoco es completamente seguro que no exista culpa. Por ejemplo, si la persona NO se burla de una persona real porque teme a un castigo que se le daría en tal caso, y en cambio SI se burla de un personaje ficticio porque sabe que NO conlleva tal castigo, pero entonces SI se burlaría de la persona real si no tuviera que enfrentar el castigo. Entonces su situación NO ES de inocencia moral, porque estaría DISPUESTA a ofender al prójimo si no tuviera que enfrentar las consecuencias de hacerlo. Para la inocencia se requiere, pues, que la persona esté plenamente consciente de esa diferencia entre la persona real y la persona ficticia y que de verdad no se burle de la verdadera en NINGUNA circunstancia justamente por respeto a su dignidad personal.
Y es entonces cuando, precisamente porque el personaje ficticio NO goza de esa dignidad intrínseca que tiene la PERSONA humana REAL, entonces podemos hablar de un verdadero caso de inociencia moral.
Ahora bien, que el acto no sea moralmente malo NO quiere decir que sea lo más virtuoso y laudable que puede hacerse.
En muchas ocasiones el asunto caerá en lo que podría considerarse una simple torpeza, es decir, que sin incurrir en la culpa moral, sea ocioso y tonto burlarse de un personaje ficticio.
Pero en otros casos, sin embargo, el asunto puede tener un sentido y profundidad mayores, notoriamente cuando cumpla una función catártica.
La catarsis es una función que desde la antigua Grecia cumplen las funciones de entretenimiento. En el caso de ellos, las tragedias que representaban en los teatros.
Con frecuencia en la realidad las personas sufren tentaciones de comportarse de manera inapropiada y también sufren desencanto al comprobar que personas que hacen cosas indebidas obtienen éxito en sus propósitos y que, en cambio, quienes respetan el orden y la ley, y hacen las cosas rectamente, no son coronadas por el triunfo, sino incluso puede que sufran de una injusticia por la que el malvado acabe disfrutando los beneficios que legítimamente a la persona buena correspondían. Esta experiencia de la injusticia suele llenar de indignación a las personas, sin que, con frecuencia, sea posible encontrar un medio legítimo de castigar o reprender al abusivo, lo que incrementa esa sensación de impotencia e injusticia. Todo esto puede generar sentimientos de desencanto y venganza que, si bien la persona no acepta, ni quiere actuar en función de ellos, porque sabe que con eso no lograría producir el bien, sino contribuiría al ambiente de desorden; aún así son sentimientos que generan emociones profundas en la persona que, si no se manejan apropiadamente, pueden acabar siendo muy destructivas. Por ejemplo, la persona puede acabar cayendo en un desencanto y pérdida de la esperanza en los que acabe convencida de que la injusticia es una quimera inalcanzable y una falsedad, de donde se pudiera seguir una tendencia a caer en las tentaciones que le invitan a actuar de manera injusta y en provecho propio ella misma.
El objetivo de la catarsis, es, pues, dar ese espacio emocional en el que la persona puede ver claramente las consecuencias negativas de una acción desordenada, o puede ver claramente la justicia imponerse triunfante sobre el mal.
Como cristianos, sabemos que, en último término, cuando el Justo Juez venga a Juzgar, la VERDAERA Justicia se impondrá y el Bien alcanzará la más definitiva y rotunda Victoria sobre el mal y la injusticia. Y aunque podemos estar auténticamente convecidos de ello, no es muy raro que esa convicción se quede únicamente en un nivel intelectual, como algo que SABEMOS que va a pasar; pero a la vez algo que, emocionalmente, sentimos como muy lejano y poco visible y patente. Es decir, nos damos cuenta de que es algo que resulta relativamente fácil de ignorar a aquellos que quieren actuar abusivamente y cometen injusticias groseras e indignantes (p.ej. quien estafa a una viuda pobre que tiene unos hijos o nietos chiquitos e indefensos a los que debe cuidar y proteger). SABEMOS que al final Dios consolará a esa señora y a esos pequeños, y SABEMOS que ese malvado tendrá que rendir cuentas completas e ineludibles ante Aquel a Quien no puede engañar, ni comprar, ni estafar, ni eludir. Pero nos gustaría que hubiera un medio "más directo", "más cercano" de hacerle ver a esa persona las consecuencias que sus actos abusivos le traerán, de modo que se sintiera más limitada y no causara tanto mal y tanto daño a esos inocentes. Intelectualmente, pues, nuestro sentido de justicia está satisfecho: Dios hará Justicia en el momento en el que Su Infinita Sabiduría y Bondad han determinado que es el momento correcto. Pero emocionalmente no siempre es tan fácil. Emocionalmente nos gustaría ver más pronto la Justa Acción de Dios.
Claro, cuando la Justa Acción de Dios debiera caer sobre nosotros, y en vez de ello nos Perdona con Infinito Amor y Paciencia, entonces es cuando intelectualmente comprendemos y emocionalmente aceptamos y apreciamos que esa Justa Acción de Dios no sea tan expedita como cuando quisieramos que cayera sobre alguien más.
Pero, cuando no tenemos esa culpa que nos haga entender mejor las cosas, es cuando emocionalmente podemos caer en el desencanto y la pérdida de esperanza al no ver que las cosas en el mundo mejoren, y/o al ser testigos de injusticias brutales.
La catarsis entonces cumple precisamente la función de darnos el espacio emocional en el que podemos sanamente manejar y "disipar" la tensión emocional que estas situaciones de injusticia, o de emocionalmente "experimentar" el nefasto resultado que caer en ciertas tentaciones pudiera acarrearnos.
Y es entonces donde los personajes imaginarios pueden cumplir bien la función de ser la personificación de esas malas actitudes que sabemos que no son buenas y que queremos eliminar de nosotros mismos. El menosprecio y burla en contra de esas actitudes negativas así personificadas viene entonces a, en lugar de representar a personas reales que pudieran ser ofendidas en su dignidad, representa el menosprecio y burla a esas actitudes y aspectos negativos que sabemos que existen dentro de nosotros mismos. O bien, cumplen la función de, emocionalmente permitirnos "vivir hoy" la Justicia que SABEMOS que Dios hará a su debido tiempo. La burla entonces en contra de esas personificaciones ficticias del mal y la injusticia viene a ser, nuevamente, NO una burla en contra de personas reales o en contra de su dignidad, sino la burla en contra de ese mismo mal que queremos ver derrotado y justamente castigado.
Es en esos contextos donde este humor negro de ciertos entretenimientos (libros, películas, etc.) puede no ser pecaminoso o dañino, y ni siquiera ocioso e inútil, sino auténticamente constructivo.
Claro, desde luego que esto sigue sin significar que sea lo mejor y más perfecto.
Lo más perfecto, por ejemplo es que no sólo SEPAMOS que el Justo Juez Juzgará con Justicia, sino que ESE sea el motivo de que SINTAMOS que hay Justicia en el mundo, y que entonces el regocijo en la Justicia del Justo Juez sea ese perfecto medio por el que, incluso de manera emocional, podamos manejar la indignación y otros sentimientos que, no sin razón, el mal y la injusticia del mundo nos causan.
Pero eso es algo que no se puede "inventar" ni fingir, ni mucho menos conviene intentar hacerlo (fingirlo, autoconvenciéndose de que uno "debe ser perfecto" y, por tanto, DEBE manejar sus emociones justamente así y NO de ninguna otra manera). Porque si uno intenta fingir esto, en realidad NO está convencido de lo que hace, y en realidad meramente está, una vez más, procesando el asunto de manera puramente intelectual, sin permitir entonces un adecuado manejo y procesamiento de las emociones que entonces deberá seguir sintiendo o comenzar a remprimir. Y bueno, ya se sabe que las emociones mal manejadas son inmensamente destructivas y orillan al hombre a distrosionar la realidad y a cometer tonterías.
Por el contrario, esta manera tan perfecta de manejar las emociones es algo que NATURALMENTE surge en la persona que VIVE continuamente en Unión con Cristo, de tal manera que llega a no solo intelectualmente, sino también emocionalmente comprender los Motivos y las Acciones del Maestro. Por ejemplo, cuando la persona no solo ve en el abusador a ese malvado que hay que castigar, sino que, en unión con Dios, sincera y realmente ve a la oveja perdida que con paciencia hay que tratar de rescatar y encauzar antes de declararla definitivamente extraviada.
Es por eso que, mientras NO logremos NATURALMENTE alcanzar ese nivel de Unión con Cristo y su perfección inherente, no es malo, sino muy bueno que recurramos a esos mecanismos catárticos para manejar y "purificar" esas emociones que de otra manera no podemos encauzar sanamente.
Saludos y bendiciones.