por Carlos64 » Vie Dic 13, 2013 2:25 am
Pregunta: "¿Por qué dice el Papa que en el sermón de la montaña se puede considerar el Ethos y el Eros conceptos equivalentes? ¿Qué luz aporta esto"?
Más que como conceptos equivalentes, la comprensión del Papa Juan Pablo II acerca de las implicaciones del Sermón del Monte ubica a ambos conceptos como complementarios y conciliables. Para llegar a esta conclusión se parte de la concepción platónica del Eros, distinta a la concepción que podemos encontrar en sistemas hedonistas o pansexualistas (como lo es, por ejemplo, el psicoanálisis). Para Platón, el Eros es la fuerza interior, ni humana ni divina en su esencia, que impulsa al espíritu humano hacia la verdad, la belleza y la justicia; también es el amor que tiende a lo sublime, o bien el puente entre el mundo sensible (material) y la trascendencia del mundo ideal, o incluso el deseo de pasar del mal (lo que no es) al bien (lo que es plenamente). Es este concepto platónico, filosófico de Eros el que para Juan Pablo II es conciliable con el Ethos del Evangelio, que es Ethos de Redención.
En el Sermón del Monte el Señor Jesús acusa a la triple concupiscencia que habita el corazón humano como consecuencia del pecado, atándole a su dinámica limitante y distorsionadora, para luego apelar a dicho corazón, llamándole a superar dicha concupiscencia para llegar a ser lo que en un principio fue, esto es, puro, libre, en estado de gracia, imagen y semejanza misma de Dios. Y esta apelación, este Ethos de Cristo, pasa necesariamente por la redención del cuerpo, objeto de la concupiscencia de la carne, de manera que recupere su sentido esponsalicio y sea así expresión del espíritu a través de la comunión (el don de sí) en el encuentro integro entre el varón y la mujer. En toda esta dinámica de redención, de liberación del cuerpo y del espíritu, del corazón humano, se ubica el sentido filosófico del Eros: el corazón humano es llamado por Cristo a la verdad, la belleza y la justicia del sentido esponsalicio del cuerpo,con todo lo que este sentido implica teológica, antropológica y éticamente. La dimensión erótica humana, que ve con la atracción entre lo masculino y lo femenino, con el impulso a la unión sexual, es llamada por Cristo a transformarse según el designio original (el principio) del Padre ("...y vio Dios que era bueno."). Todo esto implica que desde el Ethos cristiano el Eros y el mismo Ethos han de encontrarse (complementarse, conciliarse) en el escenario del hombre interior, en lo profundo del corazón del hombre,y que el verdadero sentido de las palabras de Cristo no radica en la condenación de lo erótico sino en su dirección a valores profundos (trascendentes) cuyo origen y fin es el mismo Dios.
Considero que la más esencial luz que arroja esta verdad es la certeza, que también es dicha y paz, de que en Cristo la dimensión humana en su completud, que necesariamente implica lo erótico por nuestra constitución desde el género y la atracción, es elevada a la Bondad cuya trascendencia proviene de Dios y a Él tiende. Nuestra vida como cristianos ha de asumir con gozo y naturalidad un erotismo puro, genuino, fecundo, amoroso; un erotismo comprometido con la comunión en todo su sentido, la cual halla su expresión más sublime y vital en la unión íntegra (no sólo carnal, aunque también carnal) entre el varón y la mujer a través del matrimonio bendecido por Dios.
Bendiciones, Dra. Pilar
Discípulo de Cristo por amor del Padre y unción del Espíritu. Miembro de la Iglesia por gracia divina. Amar a Jesús es mi mayor alegría.
Dios te salve, María, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.