La pureza como virtud, o sea, capacidad de «mantener el propio cuerpo en santidad y respeto», aliada con el don de la piedad, como fruto de la inhabitación del Espíritu Santo en el «templo» del cuerpo, realiza en él una plenitud tan grande de dignidad en las relaciones interpersonales, que Dios mismo es glorificado en él. La pureza es gloria del cuerpo humano ante Dios. Es la gloria de Dios en el cuerpo humano, a través del cual se manifiestan la masculinidad y la feminidad. De la pureza brota esa belleza singular que penetra cada una de las esferas de la convivencia recíproca de los hombres y permite expresar en ella la sencillez y la profundidad, la cordialidad y la autenticidad irrepetible de la confianza personal.
Di lo mismo con tu propia comprensión del tema. Por favor deja muy clara la relación entre piedad y pureza.
El hombre nuevo se ha visto revestido por la gracia de Dios, gracia que da al hombre la posibilidad de vivir la virtud de le pureza, de mantenerse en santidad. Mantener un corazón puro permite que la gracia siga viva en el corazón del hombre nuevo, la gracia que es propia del Espíritu Santo que vive en el cuerpo del hombre. El Espíritu Santo llena de dignidad a cada ser humano y proporciona dones propios de su Ser, como lo es la piedad. Ambas, pureza y piedad necesarias para el perfeccionamiento del hombre. Las dos, influyen dentro de las relaciones humanas entre hombre y mujer, pureza para ver al otro con los ojos del Amor, como don de Dios el uno para el otro, piedad para poder contemplar lo divino y actuar con respeto hacia la dignidad que porta cada ser humano por el hecho de ser hombre, imagen y semejanza de Dios.