por Carlos64 » Vie Feb 21, 2014 10:03 pm
Pregunta: "La verdad sobre el hombre, sobre lo que en él -precisamente a causa de su cuerpo y de su sexo (feminidad-masculinidad)- es particularmente personal e interior, crea aquí límites claros que no es lícito sobrepasar. A qué hace referencia esta afirmación de Juan Pablo II. ¿Qué explica?
Lee con detenimiento el número 5 y explícalo con tus palabras…"
El Santo Padre hace referencia al desarraigo que la reproducción artística del cuerpo implica en relación a su significado como don. El cuerpo, vehículo material de una comunicación que se da necesariamente en la intimidad y que consiste en la donación al otro inherente a la masculinidad y la feminidad, en el arte se convierte en un objeto anónimo que se ve apropiado por unos espectadores cuya reacción es desconocida. El cuerpo se ve exhibido más allá de su naturaleza esencial, y de este modo el significado original del cuerpo queda en suspenso, hasta cierto punto velado por el manejo del cuerpo como tema artístico. Esto quiere decir que la verdad sobre el hombre, que implica en un principio el significado esponsalicio de su cuerpo, significado cuya sustancia habita en la interioridad más íntima de la persona humana (el don de sí a través del cuerpo que se entrega es en primera instancia el don de la propia subjetividad a la subjetividad del otro), marca los límites éticos de la creación artística. La obra de arte basada en la concepción estética del cuerpo humano debe respetar el valor del cuerpo como don y como símbolo: don que remite al significado esponsalicio del cuerpo, y símbolo que es el cuerpo de la interioridad inalienable que lo habita. Por ende, si la obra del artista decae en un recurso meramente exhibicionista, que no toma en cuenta la dignidad del cuerpo (o que procura activamente transgredirla), se tratará de un caso de pornovisión o pornografía.
El arte ante este panorama se halla en una disyuntiva. En su afán por la representación estética del cuerpo, puede contribuir a una cultura que favorece la castidad si dicha representación estética es a la vez una representación ética, en el sentido de respetar (incluso exaltar) los límites impuestos por la dignidad del cuerpo humano en tanto expresión del don de sí mismo intrínseco a nuestra realidad sexuada, y al mismo tiempo símbolo de la interioridad humana en la que reside la imagen y semejanza misma de Dios. O puede, por el contrario, contribuir a la decadencia de la moral social al tratar al cuerpo como objeto concupiscente, que se exhibe para fomentar la dinámica hedonista y cosificante del pecado carnal. Esto se enmarca en las palabras de Cristo acerca del adulterio cometido desde el corazón y con la mirada: el arte puede ayudar a que miremos al cuerpo humano con pureza, sin malicia, reconociendo plenamente su valor y dignidad al servicio del amor entre el hombre y la mujer a través del vínculo querido por Dios desde un Principio, o puede decaer en una dinámica de concupiscencia, enfocando al cuerpo con una mirada impúdica y despertando esta mirada adúltera, morbosa, pecaminosa, en el espectador del arte. Todo esto hace reflexionar en la necesidad de que el arte, sin caer en extremos moralistas o en desviaciones maniqueístas, pueda expresar la verdad del cuerpo humano en toda su integridad ética, la cual se fundamenta en la dignidad, esencial e irrenunciable, otorgada al cuerpo según el designio divino.
Bendiciones, doctora Calva.
Discípulo de Cristo por amor del Padre y unción del Espíritu. Miembro de la Iglesia por gracia divina. Amar a Jesús es mi mayor alegría.
Dios te salve, María, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.