QUIÉN ES ?
DETALLES DE SU VIDA
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Para darle continuidad a esta sección y ya que ha pasado tiempo y no se ha resuelto esta pregunta, les voy a dar a conocer los datos.
¿ QUIÉN ES ? SAN ESTEFAN NEHME, O.L.M.
DETALLES DE SU VIDA:
El pueblo de Lehfed es donde nació fray Estefan Nehme. Se eleva a 950 metros sobre el nivel del mar, y se sitúa entre Jaje y Mayfouq por el norte, Kharbe y Hakel por el oeste, y Michmich por el sur. Es una estación estival muy conocida en las montañas de la región de Biblos, se distingue por la suavidad de su clima, la calidad de su agua y cielo, la moralidad de sus familias y de sus habitantes, y por la devoción y la religiosidad de sus hijos. “Lehfed” es una palabra aramea que significa “la tierra plana”
El Patriarca El-Duwayhi escribió en su libro “Rad attiham” (Refutación de las acusaciones): “los ancestros llamaron Lehfed – kahra atiqta” que es una expresión siríaca que significa “el siglo antiguo”. Se llama también “Lehfet” que es una palabra hebrea que significa “la tierra del miedo” según el “Diccionario de los nombres de las ciudades y los pueblos libaneses”
En Lehfed hay ruinas fenicias, bizantinas, siríacas, y cristianas antiguas. Estas ruinas indican que los maronitas se establecieron en Lehfed desde las generaciones medias. La historia menciona siete monasterios, cinco iglesias antiguas, sin olvidar las ermitas de los ascetas y los ermitaños. Los hijos de este pueblo desempeñaron un papel muy destacado en la historia del Líbano y de la Iglesia Maronita. En este pueblo se formó la revolución del municipio de Lehfed en 1821, y de allá también salieron dos patriarcas: Juan de Lehfed (1151-1173) y Pedro de Lehfed (1173-1199). A lo largo de la historia, Lehfed ha dado siete obispos, el más famoso entre ellos era el arzobispo franciscano Gabriel Ibn El Kilaai, y varios ermitaños y ascetas santos que habían vivido en el valle de Kadicha durante los ss. XVI y XVII, y el más famoso fue el ermitaño Juan de Lehfed.
A finales del s. XIX y principios del s. XX, el pueblo apacible de Lehfed era una escuela de moralidad, una cantera de vocaciones al sacerdocio y la vida monástica. Así marcó sus hijos con el espíritu de piedad arraigada, la firmeza, la simplicidad, y la satisfacción. Sus hijos son agricultores, campesinos, sencillos, piadosos, satisfechos, trabajan muy duro, se ganan el pan con el sudor de su frente, y viven de los bienes de sus tierras generosas y sus llanuras fértiles. Son felices, joviales, solidarios, cordiales, siempre agradecen a Dios por otorgarles generosamente los bienes de la tierra y las gracias y bendiciones del cielo.
Todo en este pueblo les habla de Dios: las montañas altas, los arroyos, los manantiales, las brisas frescas…El diseño divino eterno por este pueblo era que abraza un venerable y un santo, y hace crecer a un amigo sincero y distinguido al Altísimo. De aquí apareció este planeta en el cielo de la Orden Libanesa Maronita. Fray Estefan es el hijo de su ambiente campesino y de la sociedad de su pueblo Lehfed antes de ser el hijo de su Orden.
Sobre la tierra sagrada del Líbano, nació fray Estefan, creció bajo la sombra de la iglesia maronita, y se desarrolló en el seno de la Orden Libanesa Maronita de la cual tomó el espíritu de culto y el soplo de santidad para transmitirlos a su turno a las generaciones nacientes.
SU NACIMIENTO
Fray Estefan nació en el pueblo de Lehfed, el 8 de marzo de 1889, de padres virtuosos que son Estefan Bu Haykal Nehme y Khrustina Al-Badawi Hanna Khaled. El sacerdote Jirjis Fadel le bautizó “Yusef” (José) el 15 de marzo de 1889, en la iglesia de la Señora en Lehfed.
SU VIDA
Yusef creció bajo el ala de sus padres. Era el benjamín de la familia que se constituyó de tres hijos y dos hijas. Era la consolación de la familia, la alegría de la casa y su ángel guardián. Anhelaba la vida retirada y la soledad. Cuando era joven, se alejaba de la casa para rezar donde no escucha lo que puede turbar sus oraciones y sus meditaciones. Aprendió los rudimentos de la lectura y la escritura y del cristianismo con los niños del pueblo bajo los árboles cerca de la bella iglesia de San Esteban. Desde su juventud, Yusef amó a Dios y a su madre la Santa Virgen. Al mencionar el nombre de la Santa Madre de Dios, alcanzaba la plenitud y se llenaba de gozo, especialmente cuando se ponía a rezar su rosario que recitaba despacio sus misterios y cuentas, meditando su significación. Rezaba con atención y devoción, solía recordar a su familia las vísperas. Los libaneses en cada casa, solían rezar está oración familiar humilde que hace crecer la familia por el espíritu de Dios, y hace las casas cristianas una esquina del paraíso celestial.
A Yusef no le gustaba mezclarse con la gente, ni las veladas, ni siquiera en las casas de los parientes. Quedaba en casa, rezando largamente hasta dormir repitiendo: “Dios me ve, Dios me ve, Jesús, Maria, Y San José ayúdenme en la hora de la muerte”.
SU INGRESO A LA ORDEN LIBANESA MARONITA
En 1905, cuando Yusef Nehme tenía 16 años, dejó la casa paterna hacia el monasterio de los Santos Cipriano y Justina en Kfifan para ingresar en el monasterio. Empezó su noviciado, y después de ocho días, llevó el hábito de los novicios escogiendo el nombre “Estefanos”
El 23 de agosto de 1907, fray Estefan profesó sus votos monásticos y tomó el hábito, por el Padre Superior Yuasaf Sakr de El-Kfoun.
Después de su profesión, fray Estefan vivió treinta y un años en la Orden: doce de ellos en el monasterio de la Señora de Mayfouq, aproximadamente diez en el monasterio de Nuestra Señora de Socorro en Biblos, tres años en el monasterio de San Antonio en Houb, y seis o siete meses en el monasterio de Kfifan antes de su muerte. Había vivido también en el monasterio de San Chalita en El-Kattara y en el monasterio de San Marón en Annaya.
Fray Estefan era un “fraile labrador”, trabajaba en los jardines y las huertas. Estaba de jefe de campo, es decir administrador de los bienes del monasterio. Era también carpintero -aprendió la carpintería en el monasterio de Mayfouq- y albañil. Era conocido por su constitución fuerte y la fuerza de sus brazos…Así, este monje había pasado su vida trabajando en los jardines de los diferentes monasterios según donde estaba.
SU FALLECIMIENTO
Fray Estefan conocía muy bien los límites de los terrenos y les había señalado anteriormente por marcas, y por eso ayudó al monasterio de la Señora de Mayfouq a delimitar sus terrenos. Después de haber cumplido esta tarea, y de resolver el problema con su inteligencia, su bondad, y su conciencia viva, regresó al monasterio de Kfifan. No estaba bien de salud y parecía muy cansado.
Mientras que estaba sentado por la tarde con los monjes en el atrio, el monje Charbel Nehme le preguntó si quería que le llenara la jarra de agua antes de dormir. Respondió: “Haz lo que quieras”. Monje Charbel fue al cuarto del monje Estefan para llenar la jarra de agua, pero el monje Antonios Al-Rami le siguió gritando: “¿Donde está el agua? ¿Dónde está la jarra?” y le hizo una seña para que le siguiera. Encontraron a fray Estefan muerto.
ESCRITOS SOBRE EL FALLECIMIENTO DE FRAY ESTEFAN
Fray Estefan concluyó su vida con devoción en el monasterio de los Santos Cipriano y Justina en Kfifan, el 30 de agosto de 1938. El Padre Superior del monasterio, padre Antonios Nehme de Lehfed, escribió en el calendario del monasterio en la necrología, lo siguiente:
“Dejó este mundo mortal, el martes a las siete de la tarde, el treinta de agosto del año mil novecientos treinta y ocho (1938). Era un monje labrador activo, afanoso que le importaba el interés del monasterio, robusto, de buena salud, pacífico, y satisfecho con lo que tenía. Se ocupaba del trabajo exterior en el campo, era hábil en el trabajo manual, respetaba sus obligaciones y sus votos, y cumplía a la perfección con lo pedido. Pocos días antes de su muerte, fue al monasterio de Mayfouq para delimitar los terrenos. Es que la Orden había comprado de algunos de los copropietarios del monasterio de Mayfouq unos bienes adquiridos durante la guerra, cuando el difunto estaba en el monasterio de Mayfouq, y que le correspondían. El otoño pasado, los copropietarios susodichos se rebelaron contra la Orden y reivindicaron la propiedad de todos los terrenos del monasterio, por eso la Orden tenía que demostrar su propiedad y delimitarlos. Entonces convocó a la comisión de catastro para medir la superficie de los terrenos del monasterio. Los vendedores habían ocultado los límites a fin de robar lo que habían vendido, por eso el difunto fue llamado para indicar los limites que aún les conocía muy bien. Entonces quitó la tierra ocultando los límites que aparecieron tal como acordado a la hora de la venta. El calor le causó una pequeña indisposición, seguida por fiebre y luego embolia que marcó el fin de su vida. ¡Que se descanse en paz!
Así falleció fray Estefan el 30 de agosto de 1938 en olor de santidad, a la edad de cuarenta y nueve años, después de haber dejado su huella en cada monasterio en el que había pasado, y cada campo en el que había trabajado marcándolos por su buen espíritu humanitario, cristiano, y monástico. Sus huellas quedan vivas y brillantes hasta nuestros días.
Fray Estefan fue enterrado en el cementerio de los monjes en el monasterio de Kfifan. El 10 de marzo de 1951, mientras que los monjes estaban enterrando el difunto padre Yusef El-Surati que había pasado su vejez en este monasterio, encontraron el cuerpo de fray Estefan incorrupto. Luego trasladaron su cuerpo a una nueva tumba donde se encuentra hasta hoy y le visita quien quiere pedirle ayuda o gracia o curación de una enfermedad.
VENERACIÓN Y BEATIFICACIÓN DE FRAY ESTEFAN NEHME
Hace cuarenta y ocho años desde el fallecimiento de fray Estefan Nehme, y su cuerpo está todavía vivo. Afluye gente de todas partes para visitar su tumba y tocarle pidiendo su bendición e intercesión. Dado que Dios ha hecho prodigios maravillosos por su intercesión y que la fama de su santidad se ha propagado en la vecindad del monasterio y muchos otros lugares dentro y fuera del Líbano, la Orden Libanesa Maronita presentó en 27/11/2001 el expediente sobre sus virtudes heroicas a la Santa Sede y solicitó que sea nombrado venerable; por consiguiente ordenaron el cierre de la tumba con lacre, e impedimento de tocar al cuerpo. El 17/12/2007, su Santidad el Papa Benedicto XVI declaró a fray Estefan Nehme venerable. Se reunió el congreso de los Teólogos en la Congregación para las Causas de los Santos en el Vaticano durante el Congreso Teológico sobre el proceso de beatificación de fray Estefan Nehme y los Teólogos Consultores votaron unánimemente favorable al milagro referido a él y que fue aquel de la curación del Sor Marina, su sobrina, del cáncer de hueso.
El 27/06/2010, fue elevado a los altares como beato en el monasterio de los Santos Cipriano y Justina en Kfifan por el Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, su Excelencia el Arzobispo Angelo Amato.
Tenemos confianza en que el Señor, el Dador de las gracias y de los bienes, elevara a fray Estefan a la santidad para ser el cuarto santo en la Orden Libanesa Maronita después de sus hermanos Charbel, Rafqa y Nimatullah. Como dice San Pablo: “Recibirás la corona de gloria”, siendo un siervo fiel y monje virtuoso.
¡Esperemos que en la Orden Libanesa Maronita quede siempre una escuela de santidad!
EL CUERPO DE FRAY ESTEFAN
“Dios el Señor formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz hálito de vida, y el hombre se convirtió en un ser viviente”. Después de haber muerto, el cuerpo del humano regresa a la tierra de la cual fue tomado, es la naturaleza de la vida y muerte. Algunos piensan que Dios preserva de la aniquilación y de la degeneración el cuerpo de algunos de sus devotos santos, por la grandeza de sus santidades y como permiso de su veneración. Otros piensan que Dios deja el cuerpo de algunos santos incorruptos para que sirvan de buenos modelos a seguir y ejemplos vivos a los creyentes. Lo más correcto es que la incorrupción del cuerpo no es la única prueba para mostrar la santidad de quien cuyo cuerpo no degenera después de la muerte. Hay varios santos cuyos cuerpos se degeneraron después de la muerte, sin embargo la Iglesia les elevó a los altares y les declaró santos. Trece años después de la muerte de fray Estefan, es decir en 1951, el padre Yusef El-Surati murió en el monasterio de los Santos Cipriano y Justina en Kfifan. Los monjes abrieron la tumba para enterrarlo y encontraron el cuerpo de fray Estefan todavía vivo, como si hubiera muerto en aquel momento. Estaba aún suave, completo con todos sus órganos, el pelo de su cabeza y su barba no había caído, las polillas no habían destruido su ropa que había quedado intacta. Entonces le trasladaron del suelo de la tumba a un ataúd.
En 1962, un médico fue designado por el respetado padre Ignasios Khachan, el superior del monasterio de Kfifan, para examinar el cuerpo de fray Estefan. Encontró que todos los órganos de su cuerpo estaban preservados de la corrupción y de la deformación visible. Cuanto al color del cuerpo, era moreno, y las extremidades estaban suaves y casi naturales, igualmente la piel del abdomen y sus músculos. El pelo no había caído.
Después de que los habitantes de los alrededores del monasterio de Kfifan y todos los libaneses supieron que el cuerpo de fray Estefan Nehme había quedado vivo, y que la noticia de que fuera preservado de la corrupción se difundió, las muchedumbres se afluyeron para visitar su tumba, esperando recibir sus bendiciones…Por consiguiente, el poder supremo de la Orden ordenó el cierre de la puerta de la tumba y el cierre hermético del ataúd donde estaba el cuerpo de fray Estefan que sigue vivo e incorrupto hasta este día. El proceso de este fraile labrador está en el camino hacia la santidad después de que su cuerpo quedó testigo de esta santidad y un modelo para nosotros a seguir para vivir la profundidad de nuestra vida cristiana con santidad y pureza, y acercarnos de Dios Santo que siempre nos invita y llama a llenarnos de su amor paternal, el propósito de nuestra existencia y nuestro camino hacia Él.
FRAY ESTEFAN - "DIOS ME VE"
Los contemporáneos y amigos del beato fray Nehme relatan que siempre repetía, en secreto y en publico, esta expresión: “Dios me ve”. Tenía ante los ojos a Dios, y hacía todo su trabajo como si estuviera en presencia de Dios. Repetía esta expresión seguro de que Dios le estaba mirando fijamente, penetrando en lo más profundo de su ser, para sondear sus pensamientos y sus deseos.
“Dios me ve” era el lema de vida del venerable fray Estefan Nehme, meditaba en su significación espiritual y se refugiaba en el cuando las tentaciones y las dificultades turbaban la lucidez de su espíritu y la pureza de su mente. El pensamiento en Dios dominaba todos sus pensamientos. Dios y siempre Dios. Dios está aquí, murmura en su corazón, y así el trabajo se hace con más ánimo y el dolor se vuelve menos intenso.
“Dios me ve” y la obediencia vuelve más fácil, la pobreza vuelve agradable, la tentación se aleja.
“Dios me ve” y el ardor chispea, el poder físico se agranda.
“Dios me ve” y la intención vuelve pura, los meritos se multiplican.
“Dios me ve” y el pensamiento en Dios no abandona al beato. Su recompensa en los cielos era la felicidad eterna.
Tenía el pensamiento en Dios en él y a su alrededor. En el gorjeo de los pájaros, el verdor de los árboles, la cosecha, la trilla del trigo, en todo esto veía Dios. Lo veía en estas cosas aún más que en las fortunas y el dinero, y más que en la buena salud.
No es suficiente para el amor la presencia del querido, sino hablar con él con respeto, confianza y alegría. Rezaba “Dios me ve” con mucho respeto. El “Padrenuestro”, que era un acto de esperanza y gratitud para él, lo rezaba con suavidad de tal manera que la presencia de Dios llenaba el corazón del monje orante de alegría y consuelo. Jamás empezaba un trabajo o una oración antes de decir con humildad: “Ahora voy a hablar a Dios, Dios me ve.” Así su interior se enciende más y más, se elevaba con una piedad ardiente, y le cubre una paz celestial.
“Dios me ve” era el lema que había realizado efectivamente fray Estefan. Trabajaba en cada oportunidad, prolongaba su vida haciendo todo lo que complace a Dios. Decidió bajo la mirada de Dios, gustar a los ojos de Dios. Había trabajado con amor total, llenaba su día de trabajos pequeños cumplidos por amor. Estefanos, que seas bienaventurado, eres un monje perfecto que había consagrado su trabajo a Dios para salvarse. “Dios me ve”: Prefieres la muerte antes de pecar. De tu Señor has obtenido la gloria, y has vuelto de los cielos donde demoras para sembrar las gracias y los bienes.
LA ESPIRITUALIDAD DE FRAY ESTEFAN NEHME
El que medita en la vida del hermano Estefan Nehme, y se concentra en las explicaciones y los testimonios sobre la elevación continua de su mente y su corazón a Dios, se asegura de que quien tenía esta vida era un ciudadano espiritual.
Desde su infancia tendía a la vida retirada, a la soledad, y al silencio. Según el testimonio de sus hermanos y contemporáneos, huía al campo para dedicarse a la oración y la meditación, y anhelaba unirse con Cristo y consagrar su vida a Él, y eso a través de abrazar el estado monástico.
Fray Estefan Nehme pasaba la mayoría de su tiempo en los monasterios, sea rezando o trabajando. Su único interés era dedicarse a cultivar la tierra. Pisó esta tierra y la regó con su sudor, así la santificó y ella le santificó a su turno. Asistía con fervor y fe a todas las misas de los sacerdotes, sin faltar ni una sola. Luego, pasaba el día rezando, meditando, recitando el rosario, visitando la hostia, y trabajando en las tierras del monasterio; el tiempo era caro para él. Era un fraile conocido por su pobreza, pureza, y obediencia. Era de pocas palabras, si tenía que advertir a alguien, lo haría en voz baja.
Se relata que el beato Estefan Nehme amaba a Dios con toda su alma, y amaba a sus hermanos los monjes y a los labradores con quienes trabajaba. El labrador que trabajaba con él sentía que estaba trabajando con un hermano afectuoso y no con un señor despótico. Su amor hacia los demás necesitaba abnegación incesante, porque en su opinión uno tiene que aceptar y amar al prójimo tal como es, con sus defectos y cualidades. Por no tener dinero ni bienes a ofrecer a los demás, el hermano Estefan Nehme les ofrecía a sí mismo, su cansancio, y su propia comida. Amaba a este prójimo más que a sí mismo. Daba su comida a los que tenían hambre. Su pariente hermano Jirjis Nehme contaba de él lo siguiente: “Un día, fray Estefan notó que la comida de uno de sus labradores estaba muy escasa, entonces al almuerzo le dijo: “Ten mi comida y voy a comer al regresar al monasterio”. El labrador trató en vano rechazar esta dádiva pero él insistió y se quedo sin comer hasta la hora de la cena.”
A pesar de su nobleza, la firmeza de su piedad, y el avance en la vía de la perfección, se caracterizaba por la humildad. No se daba importancia a si mismo como si fuera un perfecto don nadie. Sus contemporáneos dijeron: “Es el espejo de la humildad y la dulzura en cada etapa de su vida, jamás se jactó o se alabó de uno de los dones de Dios, sin embargo construyó la torre de su perfección monástica tomando como base la humildad fija y fuerte, y montó la escalera de las virtudes sin que la sonrisa desapareciera de su rostro.
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