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Significado Correcto e Incorrecto de Corredentora
“Tu protesta en contra de llamarla Corredentora la habrían considerado pobre en comparación con el lenguaje que usaste cuando te encontraron con los Padres llamándola Madre de Dios, Segunda Eva y Madre de todos los vivientes, la Madre de la Vida, Estrella de la Mañana, el Nuevo Cielo Místico, el Cetro de la Ortodoxia, la toda inmaculada Madre de la Santidad y por el estilo...”
—Ven. Cardenal John Henry Newman a Pusey
Irónicamente este trabajo se inicia explicando lo que María Corredentora no significa, con el objeto de evitar concepto erróneos que puedan predisponer el término desde un principio, independientemente del uso que se le ha dado en la Iglesia, es decir, la aplicación que le han dado los papas, santos, doctores, místicos y mártires, porque una cosa es defender la postura de “Yo no acepto que la Iglesia llame a la Madre de Jesús ‘Corredentora,’” y otra muy diferente rechazar el título por una mala interpretación de lo que la misma Iglesia señala. Es una cuestión diferente e intelectualmente injusta afirmar que la Iglesia, al nombrar “Corredentora” a la Madre de Jesús, se está refiriendo a
algo distinto de lo que ella misma dice que significa.
Ahora bien: según las enseñanzas de la Iglesia Católica ¿cuál sería el significado incorrecto de “Corredentora”? No significa que María sea una diosa, que sea la cuarta persona de la Trinidad, que posea de alguna manera naturaleza divina, que de algún modo María no sea una criatura completamente dependiente de su Creador como todas las demás criaturas. Me uno a la verdad cristiana de Sn. Luis María Grignion de Montfort, uno de los santos marianos más grandes de la historia, y a la Iglesia, al afirmar que la Madre de Jesús es sin lugar a dudas una criatura totalmente dependiente del Divino Creador del universo, y que Dios no tiene ninguna necesidad de su participación para llevar a cabo su divina voluntad:
Reconozco, con toda la Iglesia, que María, siendo una simple criatura que ha venido de las manos del Altísimo es, en comparación a Su Infinita Majestad, menos que un átomo; o más bien, ella no es nada, porque sólo Él es “quien es” (Exodo 3,14); en consecuencia, ese gran Señor que es eternamente independiente y autosuficiente, nunca tuvo ni tiene ahora ninguna necesidad en lo absoluto de la Santísima Virgen para llevar a cabo su voluntad y manifestar su gloria, pues basta su voluntad para que todo se haga.
La verdad que encierra la doctrina de la Iglesia en torno a la Virgen María se aplica enteramente al tema de la redención. La Iglesia afirma que la participación de María en la redención que llevó a cabo Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, no era absolutamente necesaria. Ahora bien, María, por su origen natural de criatura e hija de Adán y Eva dentro de la familia humana, también tenía necesidad de redención y de ser preservada de los efectos del pecado original, pero por su dependencia total a su Hijo Redentor, fue redimida de hecho, aunque de manera más perfecta que todos los demás hombres.
Por lo tanto, concebir a María Corredentora, Madre de Jesús, como la cuarta persona de la Trinidad o algún tipo de diosa, es grave herejía contra la revelación cristiana y este concepto deberá ser inmediata y enérgicamente rechazado. Errores tan terribles como éste sólo obscurecen los verdaderos temas teológicos que encierra la doctrina de la Corredentora, como son: la naturaleza y los límites de la participación humana en la obra divina; el misterioso balance que existe entre la Divina Providencia y la libertad humana en la salvación; el rol que desempeña la cooperación humana en la distribución individual de gracias de la redención; el designio divino de que una mujer participara directamente en la restauración de la gracia con su efectos para la dignidad humana personal, y otros temas importantes.
Entonces ¿a qué se refiere la Iglesia cuando llama “Corredentora” a la Santísima Virgen María? Primero hagamos un análisis del significado etimológico del título.
El prefijo “co” se deriva del término en latín “cum,” que significa “con” (y no “igual a”). Aunque en algunas ocasiones los idiomas modernos, como el inglés, usan el prefijo “co” dándole connotaciones de igualdad, el verdadero significado latino sigue siendo “con.” En inglés, por ejemplo, el prefijo “co” se usa en otras ocasiones exclusivamente para ignificar “con” en un contexto de subordinación o dependencia, como en el caso de “piloto y co-piloto”; “estrella y co-estrella” y “Creador y co-creador” en la teología del cuerpo y el amor esponsal, etc.
Sn. Pablo, en la palabra revelada por Dios, identifica a los primeros cristianos como “colaboradores de Dios” (1Cor 3,9), que en el contexto y el significado que le da a “co,” es imposible que denote igualdad. Asimismo, somos “coherederos” de Cristo (Rom 8,17), sin que esto signifique que somos herederos del cielo a la manera del único Hijo de Dios que es heredero del Cielo.
El verbo en latín “redimere” significa “restaurar” o literalmente “volver a adquirir.” El sufijo latino “-trix” es femenino y denota “el que hace algo,” por lo que el significado etimológico de Corredentora (Co-redemptrix) se refiere a la “mujer con el Redentor,” o literalmente: “la mujer que restaura con.”
En suma, el título “María Corredentora” como lo ha aplicado la Iglesia, denota la participación única y activa de María, la Madre de Jesús, en la obra de la redención lograda por Jesucristo, divino y humano Redentor. El título de Corredentora, en el contexto de la consumación salvífica de los hombres, jamás podría poner a María en un nivel de igualdad con Jesucristo, el divino Señor de todo lo creado. El Corazón de María, creado inmaculado y transparente para reflejar perfectamente las glorias de su Hijo, quedaría, más que ningún otro corazón, profundamente herido si erróneamente la percibieran como una redentora a un nivel de igualdad o paralelo al de su divino Hijo.
El título Corredentora, más bien, identifica la participación eminentísima y singular de María con su Hijo en la restauración de la gracia para la familia humana. La Madre del Redentor participa de manera totalmente secundaria y subordinada en la redención de la humanidad, con y bajo su Divino Hijo. Sólo Jesucristo en su divinidad, el Supremo Alfa y Omega, podía satisfacer la justa compensación que se debía para reconciliar a la humanidad con Dios, Padre del género humano, por los pecados de la humanidad
Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, es el Redentor de la humanidad. La Iglesia nos enseña que María es la mujer completamente asociada “con el Redentor” quien, por encima de cualquier otra criatura, ángel o santo, participó en su obra de salvación. Ella le dio a Jesús su propia carne y sangre; padeció junto con Él todos sus sufrimientos terrenos; recorrió con Jesús el camino al calvario ofreciéndose con Él en el Gólgota en obediencia al Padre; y, finalmente, murió con Jesús en su corazón.
¿A qué se refiere la Iglesia cuando llama a María la Corredentora? Simplemente esto: que María siempre está “Con Jesús,” desde la anunciación hasta el calvario.
Y por ello Sn. Luis María Grignion de Montfort concluye su disertación sobre la Virgen Madre de Dios afirmando claramente que el rol de María en la salvación, aunque no se encuentra en el orden de la absoluta necesidad, lo está en el orden de la perfecta y manifiesta voluntad de Dios:
Sin embargo, yo digo que, siendo las cosas como son ahora — es decir, que Dios habiendo querido comenzar y completar sus más grandes obras mediante la Santísima Virgen desde el primer instante de crearla — bien podríamos pensar que su conducta no cambiará jamás porque Él es Dios y en Él no hay cambios, ya sea en sus sentimientos o en su conducta.
De aquí que la pregunta para todo discípulo de Cristo no sería tanto “¿qué cosa fue absolutamente necesaria para que yo pueda aceptarla?”, sino más bien “¿cuál fue la voluntad manifiesta de Dios para que yo pueda creerla?”. Dios manifestó su voluntad de que fuera una mujer y madre la que debía estar directa y profundamente involucrada “con el Redentor,” en el rescate de la familia humana entregada a Satanás y a los efectos del pecado. En virtud de este rol que excede por mucho al de cualquier otra criatura humana, la Madre de Jesús es la única que puede reclamar el título de Corredentora “con Jesús” en la obra expiatoria de la redención humana. Es un título que le ha otorgado la Iglesia y le pertenece más que a ninguna otra criatura por encima del llamado que tienen todos los cristianos de ser “corredentores,”5 porque sólo la Madre inmaculada, crucificada espiritualmente en el calvario, experimenta un dolor maternal que bien se podría decir va más allá de la imaginación humana.
Es María y no la Iglesia quien primero dio a luz al Redentor, y el sufrimiento de María, con y bajo el Redentor, fructifica en el nacimiento místico de la Iglesia en el calvario (Jn.19, 25-27). Y es justamente por este nacimiento místico de la nueva Eva, la nueva “Madre de los Vivientes,” que nosotros podemos ser corredentores en la misteriosa y salvífica distribución de gracias que fluyen del calvario.
María, la Virgen de Nazaret y gran personaje histórico, quien durante toda su vida cooperó “con Jesús” en la obra de la redención, se convierte, en palabras de Juan Pablo II, la “Corredentora de la humanidad.”
Quizás las palabras de un anglicano y contemporáneo intelectual de Oxford, que a su vez sigue las huellas de otro intelectual de Oxford, el Venerable Cardenal Newman, nos obliguen a reabrir nuestras mentes en torno al título de Corredentora y sus implicaciones en el contexto de la revelación cristiana:
La cuestión no se puede determinar señalando los peligros que puede haber por la exageración y el abuso, o valiéndose de
textos aislados de la Escritura, como el caso de 1Timoteo 2,5, o por los cambios de modalidad en la teología y la espiritualidad, o por no querer decir algo que pueda ofender al compañero en el diálogo ecuménico. Es posible que algunos entusiastas, sin pensarlo, hayan elevado a María a una posición virtualmente equiparable con la de Cristo, pero esta aberración no es necesariamente una consecuencia del hecho de reconocer que en las palabras Mediadora y Corredentora, bien podría haber una verdad que está luchando por expresarse. El rol corredentor de María —y en esto el conjunto de teólogos responsables estaría de acuerdo— es subordinado y auxiliar al de Cristo que es central; pero si en verdad ella tiene esa función, mientras mejor y más claramente se comprenda, será mejor. El asunto requiere de investigación teológica y, como sucede con otras doctrinas marianas, no sólo se trata de decir algo acerca de ella, sino algo más general con respecto a la Iglesia en su conjunto o, incluso, a la humanidad en su totalidad.
66 "La economía cristiana, como alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo" (DV 4). Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.
67 A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas "privadas", algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Su función no es la de "mejorar" o "completar" la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia.
La fe cristiana no puede aceptar "revelaciones" que pretenden superar o corregir la Revelación de la que Cristo es la plenitud. Es el caso de ciertas religiones no cristianas y también de ciertas sectas recientes que se fundan en semejantes "revelaciones".
Damian Arreola escribió:...
Algo similar sucede con la declaración "MARÍA CORREDENTORA", con la diferencia de que aún no se ha emitido el Dogma correspondiente, es decir estamos como estaba el Dogma de María Madre de Dios antes del año 431 (del Concilio de Efeso).
El Romano Pontífice, cuando habla ex cathedra, esto es, cuando en el ejercicio de su oficio de pastor y maestro de todos los cristianos, en virtud de su suprema autoridad apostólica, define una doctrina de fe o costumbres como que debe ser sostenida por toda la Iglesia, posee, por la asistencia divina que le fue prometida en el bienaventurado Pedro, aquella infalibilidad de la que el divino Redentor quiso que gozara su Iglesia en la definición de la doctrina de fe y costumbres. Por esto, dichas definiciones del Romano Pontífice son en sí mismas, y no por el consentimiento de la Iglesia, irreformables.
15. También es verdad que los teólogos deben siempre volver a las fuentes de la Revelación divina, pues a ellos toca indicar de qué manera se encuentre explícita o implícitamente [4] en la Sagrada Escritura y en la divina tradición lo que enseña el Magisterio vivo. Además, las dos fuentes de la doctrina revelada contienen tantos y tan sublimes tesoros de verdad, que nunca realmente se agotan. Por eso, con el estudio de las fuentes sagradas se rejuvenecen continuamente las sagradas ciencias, mientras que, por lo contrario, una especulación que deje ya de investigar el depósito de la fe se hace estéril, como vemos por experiencia. Pero esto no autoriza a hacer de la teología, aun de la positiva, una ciencia meramente histórica. Porque junto con esas sagradas fuentes, Dios ha dado a su Iglesia el Magisterio vivo, para ilustrar también y declarar lo que en el Depósito de la fe no se contiene sino oscura y como implícitamente. Y el divino Redentor no ha confiado la interpretación auténtica de este depósito a cada uno de sus fieles, ni aun a los teólogos, sino sólo al Magisterio de la Iglesia. Y si la Iglesia ejerce este su oficio (como con frecuencia lo ha hecho en el curso de los siglos con el ejercicio, ya ordinario, ya extraordinario, del mismo oficio), es evidentemente falso el método que trata de explicar lo claro con lo oscuro; antes bien, es menester que todos sigan el orden inverso. Por los cual, nuestro predecesor, de inmortal memoria, Pío IX, al enseñar que es deber nobilísimo de la teología mostrar cómo una doctrina definida por la Iglesia se contiene en las fuentes, no sin grave motivo añadió aquellas palabras: con el mismo sentido, con que ha sido definida por la Iglesia.
CARTA ENCÍCLICA, HUMANI GENERIS DEL SUMO PONTÍFICE PIO XII
Con su amor materno se cuida de los hermanos de su Hijo, que todavía peregrinan y hallan en peligros y ansiedad hasta que sean conducidos a la patria bienaventurada. Por este motivo, la Santísima Virgen es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual, embargo, ha de entenderse de tal manera que no reste ni añada a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador. (LG 62)
Él quiere, en efecto, asociar a su sacrificio redentor a aquellos mismos que son sus primeros beneficiarios (cf. Mc 10, 39; Jn 21, 18-19;Col 1, 24). Eso lo realiza en forma excelsa en su Madre, asociada más íntimamente que nadie al misterio de su sufrimiento redentor (cf. Lc 2, 35) (CIC 618).
Replicando Jesús le dijo: «Bienaventurado eres Simón, hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Mt. 16, 16
Los teólogos suelen distinguir tres etapas en la maduración de una definición dogmática. La primera, desde los primeros siglos del cristianismo una verdad fue creída y vivida por el pueblo de Dios con total paz sin discusiones ni disensiones, y tal verdad aún podía ser objeto de culto litúrgico como por ejemplo, las antiquísimas fiestas de la Asunción de María y de su Inmaculada Concepción.
De esta etapa de mayor o menor duración nos queda el Magisterio de los Papas y Obispos, y la Tradición testimoniada por los Santos y Padres de la Iglesia.
Una segunda fase es la profundización teológica de los fundamentos de esa verdad, sea por interés de su estudio o por la urgencia ante posibles objeciones o errores. En esta etapa aparecen casi siempre las controversias o dificultades de la época, o bien abiertas herejías, y así se llega a la etapa de decidir una definición y proclamarlo, a veces con mucha urgencia como en el Concilio de Éfeso, y así lo hace, con la gracia especial del Espíritu Santo, el Sumo Pontífice solo o con un Concilio Ecuménico.
Llegamos así al siglo XIX. La oposición estaba vencida pero el dogma no se definía.
Entonces llega la intervención directa del cielo. El 18 de julio de 1830 la Madre de Dios se aparece a Santa Catalina Labouré, una piadosa novicia vicentina en la hoy famosa Capilla de la Rue du Bac de París. (Giorgio Sernani. 2002)
En junio de 1988, Joseph Cardinal Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, impartió el juicio definitivo sobre los eventos y mensajes de Akita, juzgándolos confiables y dignos de fe. El cardenal observó que Akita es una continuación de los mensajes de Fátima.
La promulgación de un dogma forma parte de un proyecto Divino y cada uno de los participantes en él no es obviado, siendo el director del proyecto Dios mismo y es Él quien guía su inicio, proceso y conclusión así como los recursos sobrenaturales y naturales.
peregrinus escribió:...Si la aparición de Amsterdam no fuera de origen sobrenatural habría una incoherencia en la congregación para la doctrina de la fe que por un lado aprueba como dignos de fe y confiables los mensajes dados en Akita por la Señora, valiéndose de una imagen de origen no sobrenatural como sería Amsterdam.
...
La doctrina de la Iglesia distingue entre la « revelación pública » y las « revelaciones privadas ». Entre estas dos realidades hay una diferencia, no sólo de grado, sino de esencia.
...
1. La autoridad de las revelaciones privadas es esencialmente diversa de la única revelación pública: ésta exige nuestra fe; en efecto, en ella, a través de palabras humanas y de la mediación de la comunidad viviente de la Iglesia, Dios mismo nos habla. La fe en Dios y en su Palabra se distingue de cualquier otra fe, confianza u opinión humana. La certeza de que Dios habla me da la seguridad de que encuentro la verdad misma y, de ese modo, una certeza que no puede darse en ninguna otra forma humana de conocimiento. Es la certeza sobre la cual edifico mi vida y a la cual me confío al morir.
2. La revelación privada es una ayuda para la fe, y se manifiesta como creíble precisamente porque remite a la única revelación pública. El Cardenal Próspero Lambertini, futuro Papa Benedicto XIV, dice al respecto en su clásico tratado, que después llegó a ser normativo para las beatificaciones y canonizaciones: « No se debe un asentimiento de fe católica a revelaciones aprobadas en tal modo; no es ni tan siquiera posible. Estas revelaciones exigen más bien un asentimiento de fe humana, según las reglas de la prudencia, que nos las presenta como probables y piadosamente creíbles ». El teólogo flamenco E. Dhanis, eminente conocedor de esta materia, afirma sintéticamente que la aprobación eclesiástica de una revelación privada contiene tres elementos: el mensaje en cuestión no contiene nada que vaya contra la fe y las buenas costumbres; es lícito hacerlo publico, y los fieles están autorizados a darle en forma prudente su adhesión (E. Dhanis, Sguardo su Fatima e bilancio di una discussione, en: La Civiltà Cattolica 104, 1953, II. 392-406, en particular 397). Un mensaje así puede ser una ayuda válida para comprender y vivir mejor el Evangelio en el momento presente; por eso no se debe descartar. Es una ayuda que se ofrece, pero no es obligatorio hacer uso de la misma.
co-.
1. pref. V. con-.
con-.
(Del lat. cum).
1. pref. Significa 'reunión', 'cooperación' o 'agregación'. Confluir, convenir, consocio.Ante b o p toma la forma com-. Componer, compadre, combinar. Otras veces adquiere la forma co-. Coetáneo, cooperar, coacusado.
copiloto.
1. com. Piloto auxiliar.
peregrinus escribió:Estimado Eduarod:
La cuestión es si es CORRECTO llamar a la Señora Corredentora y por qué. Mi respuesta yo ya la he dado y al parecer la suya es que no sería correcto porque no ha sido definido dogmáticamente.
eduarod escribió:Más allá de reconocer el recto sentido de la expresión y que, como tal, ha sido usada en diversas revelaciones privadas aprobadas directa o indirectamente por la Iglesia, asi como por el propio Magisterio; dar este salto de afirmar que la situación actual es análoga a la de un Dogma YA proclamado antes de la proclamación del mismo es simplemente un salto demasiado largo, y es lo que me parece que la hermana Bedoyita trata de resaltar
PD: Hermano este es un foro católico en el que debemos buscar la verdad y considero incorrecto el uso que UD. hace del adverbio TONTAMENTE en repetidas ocasiones, es una falta de caridad y viola las reglas del foro.
Damian Arreola escribió:Aquí leo algo con lo que no estoy de acuerdo:
Un DOGMA es algo que SIEMPRE SE HA CREIDO, por ser una enseñanza proveniente de los Apóstoles o de los Padres de la Iglesia... el Edicto de un DOGMA por parte del Papa o del Colegio Apostólico es solo la CONFIRMACION de lo que siempre se ha creído...
por lo tanto su PROCLAMACIÓN COMO DOGMA en el siglo XX, es sobre algo que anteriormente YA SE TENIA COMO ARTÍCULO DE FE.
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