por Eugenia26 » Mar Ene 05, 2016 7:02 pm
1) ¿Por qué llamamos a la Eucaristía "Misterio de Fe”?
Porque la Eucaristía requiere y presupone la fe y se nos dice que es Cristo quien celebra la Eucaristía. Y solo quien tiene fe, podrá entrar en esa tercera dimensión que se requiere para vivirla y disfrutarla.
Sino es misterio de fe …como se nos dice que Dios nos habla en las lecturas y escuchamos una voz humana; que Dios está real y sacramentalmente ahí presente, bajo las especies del pan y vino, y nuestros ojos no ven nada, sólo oímos una voz humana y que después de la consagración, ese trozo de pan que vemos es el Cuerpo de Cristo, y nos sabe a pan, y sólo a pan, y vemos pan, sólo pan pero es verdaderamente el cuerpo de Cristo; que todos los ángeles asisten absortos y comparten nuestra misa, alrededor del altar, y nosotros sólo vemos unas velas, un mantel y unos monaguillos, y gente de carne y hueso. ¿Dónde se han escondido los ángeles. Somos una comunidad de hermanos y vemos a veces a gente extraña, que ni siquiera conocemos y con la que no siempre estamos en plena comunión; que la Misa termina en misión resultando que terminamos igual volviendo a casa a hacer lo mismo de siempre, a la rutina de siempre, a las penas de siempre, a los sufrimientos de siempre.
Sólo con la fe y desde la fe, comulgando obtendremos los frutos que Jesús nos quiere dar. Si no, sólo recibimos un trozo de pan, pero sin ningún fruto.
La Eucaristía requiere un impulso de fe siempre renovado. Hay que dar un gran salto, de lo visible a lo invisible y ese salto es la fe.
2) ¿Por qué la Eucaristía es un acto de amor?
Es el gesto de amor más sublime que nos dejó Jesús aquí en la Tierra y se la ha llamado "el Sacramento del amor”.
Así como una madre alimenta a su propio hijo con su misma vida: con su misma sangre durante esos nueve meses de embarazo y de su mismo cuerpo aún ya nacido dándole el pecho amantándolo; así también Dios nos alimenta con el cuerpo y la sangre de su mismo Hijo Jesucristo, para que tengamos vida de Dios, y la tengamos en abundancia. Y al igual que esa madre no se ahorra nada al amamantar a su hijo "no sea que me quede sin nada”, así también Dios no se ahorra nada y nos da todo: cuerpo, alma, sangre y divinidad de su Hijo en la eucaristía.
En la Eucaristía, Dios se entrega y se dona completamente a nosotros invitándonos al banquete formamos una comunidad, una familia, donde reina un clima de cordialidad, de acogida. No estamos aislados, ni en compartimentos estancos porque nos vemos, nos saludamos, nos deseamos la paz.
El amor no se mide, no calcula. El amor se da, se ofrece. En el momento de la Comunión se hospeda en nuestra alma y se hace uno con nosotros. No es Él quien se transforma en nosotros; sino nosotros en Él. Amor con amor se paga.
3) ¿Por qué se ha perdido la virtud de la esperanza entre los hombres?
Se está perdiendo mucho la esperanza, esa virtud que nos da alegría, optimismo, ánimo, que nos hace tender la vista hacia el cielo, donde se realizarán todas las promesas. La esperanza es la virtud del caminante. La esperanza causa en nosotros el deseo del cielo y de la posesión de Dios. Pero el deseo comunica al alma el ansia, el impulso, el ardor necesario para aspirar a ese bien deseado y sostiene las energías hasta que alcanzamos lo que deseamos. Acrecienta nuestras fuerzas con la consideración del premio que excederá con mucho a nuestros trabajos. La esperanza nos da el ánimo y la constancia que aseguran el triunfo.
La esperanza es atacada por dos enemigos:
1) Presunción: consiste en esperar de Dios el cielo y todas las gracias necesarias para llegar a Él sin poner de nuestra parte los medios que nos ha mandado. Se dice "Dios es demasiado bueno para condenarme” y descuidamos el cumplimiento de los Mandamientos. Olvidamos que además de bueno, es serio, justo y santo. Presumimos también de nuestras propias fuerzas, por soberbia, y nos ponemos en medio de los peligros y ocasiones de pecado. Sí, el Señor nos promete la victoria, pero con la condición de que hemos de velar y orar y poner todos los medios de nuestra parte.
2) Desaliento y desesperación: Harto tentados y a veces vencidos en la lucha, o atormentados por los escrúpulos, algunos se desaniman pensando que jamás podrán enmendarse y comienzan a desesperar de su salvación. "Yo ya no puedo”. La esperanza es una de las características de la Iglesia, como pueblo de Dios que camina hacia la Jerusalén celestial. Todo el Antiguo Testamento está centrado en la espera del Mesías. Vivían en continua espera. ¡Cuántas frases podríamos entresacar de la Biblia! "Dichoso el que confía en el Señor, y cuya esperanza es el Señor...Dios mío confío en Ti...No dejes confundida mi esperanza...Tú eres mi esperanza, Tú eres mi refugio, en tu Palabra espero...No quedará frustrada la esperanza del necesitado...Mi alma espera en el Señor, como el centinela la aurora”.
También el Nuevo Testamento es un mensaje de esperanza. Cristo mismo es nuestra esperanza. Él es la garantía plena para alcanzar los bienes prometidos. La promesa que Él nos hizo fue ésta "quien me coma vivirá para siempre, tendrá la Vida Eterna. La eucaristía es un adelanto de esos bienes del cielo, que poseeremos después de esta vida, pues la Eucaristía es el Pan bajado del cielo. No esperó a nuestra ansia, Él bajó. No esperó a nuestro deseo, Él bajó a satisfacerlo ya. Es verdad que en el cielo quedaremos saciados completamente.
La Eucaristía se nos da para fortalecer nuestra esperanza, para despertar nuestro recuerdo, para acompañar nuestra soledad, para socorrer nuestras necesidades y como testimonio de nuestra salvación y de las promesas contenidas en el Nuevo Testamento.
Los dos grandes errores contra la esperanza son la presunción y la desesperación.[/b] A estos dos errores responde también la eucaristía.
¿Qué tiene que decir la eucaristía a la presunción? "Sin mi pan, no podrás caminar, sin mi fuerza no podrás hacer el bien, sin mi sostén caerás en los lazos de engaños del enemigo. Tú decías que podías todo. ¿Seguro? ¿Cómo podrías hacer el bien sin Mí, que soy el Bien supremo? Y a Mí se me recibe en la eucaristía. ¿Cómo podrías adquirir las virtudes tú solo, sin Mí, que doy el empuje a la santidad? Quien come mi carne irá raudo y veloz por el camino de la santidad”.
¿Y qué tiene que decir la eucaristía a la desesperación?
"¿Por qué desesperas, si estoy a tu lado como Amigo, Compañero? ¿Por qué desesperas si Yo estaré contigo hasta el fin de los tiempos? ¿Por qué desesperas a causa de tus males y desgracias, si yo te daré la fuerza?”.