por JORGE CORNEJO » Mar Ene 19, 2016 2:59 pm
1. Menciona los tipos de culto público y los tipos de culto privado
Hay un culto público:
a) Solemnidad y procesión del Corpus.
Se introdujo en la Iglesia en el siglo XIII, por revelación privada del Señor a la beata Juliana de Cornillón. Y fue el papa Urbano IV quien aprobó esta fiesta en el mismo siglo XIII. En esta fiesta damos culto de adoración a la presencia real de Cristo.
b) Congresos Eucarísticos.
Tuvieron su origen en Francia en el siglo XIX, siglo duro, donde el laicismo, quiso quitar a Dios de la vida, e hizo sus estragos. Fue San Pedro Julián Eymard el iniciador de los congresos con el lema: "Salvar al mundo por la Eucaristía”.
c) La exposición del Santísimo Sacramento.
Para la devoción y culto a la presencia real de Cristo. Esta práctica aparece por primera vez en la vida de Santa Dorotea en 1394. La custodia nació del deseo de los fieles de ver la Hostia Consagrada. Tuvo origen en la Edad Media como reacción ante los errores de Berengario de Tours, quien negaba, entre otras cosas, la presencia real de Cristo en la eucaristía.
Hay también un culto privado, personal.
a) Visita Eucarística.
La Iglesia recomienda la oración personal ante el Santísimo Sacramento por medio de visitas al Sagrario de nuestras iglesias, capillas y oratorios en donde está presente Nuestro Señor Jesucristo.
b) Comunión espiritual a lo largo del día.
Como expresión de gratitud por la comunión sacramental recibida y como preparación para recibir con fervor la Comunión Sacramental.
El Corpus Christi es la fiesta pública a Cristo Eucaristía, a quien paseamos por las plazas, dándole nuestro tributo y homenaje de adoración. ¡Viva Jesús Sacramentado! Pidamos que nunca falte este culto dedicado al Santísimo Sacramento
2. ¿Cómo son tus visitas a Jesús Eucaristía?
La costumbre de los cristianos, tan recomendada hoy y siempre por la iglesia, de visitar a Jesús en el Sagrario, es una finura de amor que contrasta con la actitud irreverente que algunos adoptan ante el Santísimo.
Incomprensión, ¡no saben quién está ahí!
Indiferencia, ¡no les importa!
Irreverencia, ¡hablando, riendo, comiendo en la iglesia!
¿De qué tenemos que hablar en esas visitas eucarísticas?
Abrir el corazón. Dejarnos quemar, calentar por los rayos de Cristo. Hablarle de nuestras cosas. Encomendar tantas necesidades. Pedirle fuerzas. Alabarlo. Adorarlo. Darle gracias.
¿Cómo tenemos que hablarle?
Con sencillez, sin palabras rebuscadas: "Él me mira y yo le miro”. Con la humildad del publicano, reconociendo su grandeza y nuestra miseria. Con la confianza de un amigo. Con la fe del centurión, de la hemorroisa. Con mucha atención, sin distracciones.
3. ¿Cómo vives el compromiso de caridad en la Eucaristía?
La eucaristía tiene que ser fuente de caridad para con nuestros hermanos. Es decir, la eucaristía nos tiene que lanzar a todos a practicar la caridad con nuestros hermanos. Y esto por varios motivos.
¿Cuándo nos mandó Jesús "amaos los unos a los otros”, es decir, cuándo nos dejó su mandamiento nuevo, en qué contexto? En la Última Cena, cuando nos estaba dejando la eucaristía. Por tanto, tiene que haber una estrecha relación entre eucaristía y el compromiso de caridad.
En esta oración de San Juan Crisóstomo se resume todo:
"Pasé hambre por ti, y ahora la padezco otra vez. Tuve sed por ti en la Cruz y ahora me abrasa en los labios de mis pobres, para que, por aquella o por esta sed, traerte a mí y por tu bien hacerte caritativo. Por los mil beneficios de que te he colmado, ¡dame algo!...No te digo: arréglame mi vida y sácame de la miseria, entrégame tus bienes, aun cuando yo me vea pobre por tu amor. Sólo te imploro pan y vestido y un poco de alivio para mi hambre. Estoy preso. No te ruego que me libres. Sólo quiero que, por tu propio bien, me hagas una visita. Con eso me bastará y por eso te regalaré el cielo. Yo te libré a ti de una prisión mil veces más dura. Pero me contento con que me vengas a ver de cuando en cuando. Pudiera, es verdad, darte tu corona sin nada de esto, pero quiero estarte agradecido y que vengas después de recibir tu premio confiadamente. Por eso, yo, que puedo alimentarme por mí mismo, prefiero dar vueltas a tu alrededor, pidiendo, y extender mi mano a tu puerta. Mi amor llegó a tanto que quiero que tú me alimentes. Por eso prefiero, como amigo, tu mesa; de eso me glorío y te muestro ante todo el mundo como mi bienhechor”