Ignorancia, malicia, falta de fortaleza y de templanza 1) ¿Cuáles son las penas
1 que le sobrevienen a Adán y Eva a consecuencia del pecado original? ¿Cuáles son las penas comunes?
Las resume muy bien Santo Tomás de Aquino cuando dice: “Por la justicia original, la razón controlaba perfectamente las fuerzas inferiores del alma; y la razón misma, sujeta a Dios, se perfeccionaba. Pero esta justicia original nos fue arrebatada por el pecado del primer padre... Y por ello todas las fuerzas del alma quedan como destituidas de su propio orden, por el que se ordenan naturalmente a la virtud. Esa destitución se llama herida de la naturaleza”.
2) Y prosigue explicando “Ahora bien: son cuatro las potencias del alma que pueden ser sujeto de las virtudes, a saber:
a) la razón, en la cual reside la prudencia;
b) la voluntad, en la cual reside la justicia;
c) la pasión o apetito irascible, en la cual reside la fortaleza, y
d) la pasión o apetito concupiscible, en la cual reside la templanza.
De modo que
a’) en cuanto la razón ha sido despojada de su orden a lo verdadero, está la herida de la ignorancia;
b’) en cuanto la voluntad ha sido destituida de su orden al bien, está la herida de la malicia;
c’) en cuanto la pasión irascible ha sido despojada de su orden a lo arduo, está la herida de la debilidad;
d’) en cuanto la pasión concupiscible está destituida de su orden a lo deleitable, moderado por la razón, está la herida de la concupiscencia”.
3) Y concluye: “Así, pues, éstas son las cuatro heridas infligidas a toda la naturaleza humana por el pecado del primer padre. Mas, puesto que la inclinación al bien de la virtud disminuye en cada uno por el pecado actual, como es claro que éstas son también cuatro heridas que se agravan por los pecados personales: a saber, en cuanto que por el pecado la razón se embota, especialmente en las cosas que debemos practicar; y la voluntad se endurece respecto del bien; y aumenta la dificultad de obrar bien; y la concupiscencia se enciende más”
2 .
Y así, debilitándose las potencias espirituales ante las sensitivas, se explica que en la humanidad se extienda el poder de las adicciones incontrolables.
Primera pena: en la inteligencia, la ignorancia 4) La primera pena es, pues, el debilitamiento de la inteligencia para conocer el bien. Todo lo contrario de lo que Satanás, el padre de la mentira, le había prometido a Eva: “Conocerás el bien y el mal”. Es precisamente esa capacidad de conocer la que se debilita. La Serpiente le prometió conocer y ahora conoce menos. Santo Tomás habla de “la ceguera de la mente y el embotamiento del sentido, que se oponen al don de entendimiento”
3 . “El embotamiento del sentido en la inteligencia – dice el Doctor Angélico - implica cierta debilidad mental en la consideración de los bienes espirituales; pero la ceguera de la mente implica la privación total del conocimiento de esos bienes. Lo uno y lo otro se oponen al don de entendimiento, por el que, con la mera percepción, conoce el hombre los bienes espirituales y penetra sutilmente en su intimidad. En cambio, tanto el embotamiento de la inteligencia como la ceguera de la mente se lo impiden”
4.
5) El ser humano, debido a la herida de la ignorancia, conoce menos a Dios, se conoce menos a sí mismo. ¡Cuánto desconocemos de nosotros mismos, queridos hermanos! A veces nos sorprende lo que nos dicen los demás acerca de nosotros mismos. Los demás nos conocen como nosotros no logramos conocernos. A veces nos examinamos y no logramos comprender cómo estamos delante de Dios. Nos examinamos para ir a confesarnos y no logramos ver nada. Y a veces, ¡cuánto nos engañamos respecto de los demás!
6) Nuestra inteligencia, nuestra razón, no solamente está herida por el pecado original con la ignorancia de Dios y de los demás, sino que también tomamos el bien por mal. Por ejemplo, cuando envidiamos tomamos el bien ajeno por mal nuestro. ¿No es eso un error? Con la acedia, tomamos el bien de Dios y de los que sirven a Dios por mal nuestro. ¡Cuánta gente no puede aguantar un buen sermón!
5 ¡Cuánta gente menosprecia a los santos, los persiguió y persigue. “Venid, persigamos al justo”
6 dicen los impíos.
7) El libro de la Sabiduría resume así los objetos del error y la ignorancia: “Así piensan, pero se equivocan, pues los ofusca su maldad. No conocen a) los secretos de Dios, b) ni esperan recompensa para la virtud, c) ni valoran el premio de una vida intachable”
7 .
8) Otra consecuencia de esta herida en la inteligencia es que se encandila con el brillo de los bienes creados y ya no puede conocer al Creador de ellos. Por eso los hijos de Adán y Eva nos sumergimos en el amor a las creaturas con olvido del Creador y preferimos los bienes creados al Creador, que es el Bien supremo y nuestro Fin último. Eso es lo que les pasó a Eva y a Adán, y lo que nos pasa a sus hijos también. A esta herida se refiere San Pablo cuando dice: “los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia; pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció”
8 .
Otra pena: el desorden de las pasiones 9) Otra consecuencia del pecado original es que los apetitos instintivos y los apetitos del alma no obedecen a la razón. Dice San Agustín que la consecuencia de haber desobedecido a Dios hace que ahora una parte de mi propio ser no me obedezca a mí: “por decirlo en breves palabras, en la pena y castigo de aquel pecado, ¿con qué castigaron o pagaron la desobediencia sino con ser desobedecidos? ¿Pues qué cosa es la miseria del hombre sino padecer contra sí mismo la desobediencia de sí mismo, y que - ya que no quiso lo que pudo -, quiera ahora lo que no puede? […] Porque, a pesar suyo, muchas veces el ánimo se turba y la carne se duele, envejece y muere, y todo lo demás que padecemos no lo sufriéramos contra nuestra voluntad, si nuestra naturaleza obedeciese completamente a nuestra voluntad; pero, a la verdad, padece algunas cosas la carne que no la dejan servir a la voluntad.”
9 .
10) Cuando digo “apetitos instintivos” me refiero por ejemplo a la necesidad de comer o al apetito sexual; son los apetitos de nuestro componente animal. En cambio, los apetitos del alma son los apetitos relativos al componente espiritual: el deseo de ser amado, el deseo de ser apreciado, el apetito de la propia excelencia. En sí mismas estas pasiones, sea física, sea anímicas, son buenas.
11) Pero a consecuencia del pecado original se desordenan, se exageran. El apetito de propia excelencia se hace soberbia; el deseo de ser considerado se hace vanagloria; el deseo de disponer de las cosas se hace codicia, y así con todos.
12) Por haber desobedecido a Dios, ahora le desobedecen sus propios impulsos instintivos o anímicos: gula, lujuria, avaricia, vanidad, soberbia, ira, miedo y tristeza por la frustración de los deseos. Es decir, los vicios capitales. A las pasiones les corresponden por su desorden estos vicios.
13) Es decir que, como dijo san Agustín, por haber desobedecido la creatura humana a Dios ahora le va a suceder que él va a ser desobedecido por una parte de sí mismo. Va a perder el auto-dominio. Se paga desobediencia con desobediencia. Y en particular va a ser la desobediencia de sus propias pasiones a su razón. Sus mismas pasiones no le van a obedecer.
14) Por eso San Pablo dice que hay una ley interior en nuestros miembros que hace que hagamos el mal que no queremos y no hagamos el bien que queremos, que nos sintamos impotentes para dominarnos a nosotros mismos
10 . Y que el desconocimiento del Creador hace que el hombre quede a merced de pasiones infames
11 .
15) Esta pena o herida consiste pues en el desorden de las pasiones que no obedecen a la razón. Por lo tanto, siendo un ser racional obramos como irracionales. El hombre puede llegar a comportarse como animal. A consecuencia del pecado original puede perder la condición racional y espiritual. Por eso, el profeta Daniel ve surgir del fondo del mar a las naciones de este mundo en forma de animales
12. ¡Claro! Vienen de la enemistad con Dios y tienen forma de animal porque han perdido lo que los configura como hombres, que es su razón y su capacidad de relación con Dios. Al Hombre, en cambio, Daniel lo ve bajar de las nubes, del Trono del Anciano
13 . Éste sí, tiene figura humana.
16) Jesús siempre se atribuyó a sí mismo el título de Hijo del Hombre
14 . ¡Él es el Hombre! El nuevo Adán que ha recobrado su figura humana, su imagen y semejanza con Dios. Sólo si vivimos de acuerdo a la Voluntad del Padre, obedeciendo, recobramos el poder de nuestra razón. El amor filial nos hace recuperar el poder de nuestra razón sobre nuestros instintos. ¡Y no hay otro camino en que se sane la pena del pecado original que el vivir como hijos; la fe en Jesús, en el Hijo del Hombre! Él nos saca del fondo del mar, donde estábamos por el pecado y donde, desfigurados, teníamos aspecto de animales.
17) En cuanto a la cuarta bestia, no es ninguno de los animales conocidos, pero tiene aspecto de una serpiente o dragón de muchas cabezas, que dice grandes cosas, pero grandes cosas perversas, grandes mentiras. Es la perversión de lo más noble que tiene el hombre y lo hace semejante al Verbo o Palabra de Dios. La bestia habla, pero pervierte el Logos. Lo convierte en propaganda de las ideologías inhumanas del padre de la mentira, que es Satanás, que nos está atronando por todos lados con falsos pastores y maestros. El Logos divino dice la verdad. La bestia habla para mentir. Los hijos de Adán y Eva, quedamos inclinados a la mentira y a convertirnos en hijos de la serpiente, homicida y mentirosa desde el principio y padre de la mentira.
Pérdida de la templanza y de la fortaleza 18) Otras dos penas, como dice Santo Tomás, son: a) la intemperancia, o sea la falta de moderación en el uso de los bienes y b) la debilidad ante el mal, que tiene dos formas: a) la impaciencia o falta de tolerancia ante el mal y el sufrimiento y b) la cobardía, la huida ante el peligro que uno podría vencer.
19) En resumen, las penas comunes al varón y a la mujer descendientes de Adán y Eva a consecuencia del pecado original son:
Primero, en la inteligencia, la ignorancia.
Segundo, en la voluntad, la malicia y a consecuencia de la malicia, la injusticia.
Tercero, en el deseo del bien, la concupiscencia, la falta de moderación en el uso de los bienes.
Y cuarto, en el deseo irascible, la debilidad, la impaciencia, la cobardía y/o la pereza.
20) Estas son las consecuencias del pecado original que Santo Tomás, siguiendo a Beda, llama las cuatro potencias del alma. Esas cuatro potencias del alma a las que Santo Tomás se refiere aquí son
1.- Dos potencias espirituales: la inteligencia y la voluntad
2.- Dos potencias sensitivas:
a) el apetito concupiscible –ante el bien presente se mueve necesariamente mi apetito
b) el apetito irascible –ante el bien ausente tengo que hacer un trabajo para conseguir mover mi apetito.
21) El concupiscible es, por ejemplo el que me hace moderarme en el comer, el dormir, el trabajar, y en la moderación en todo lo placentero. Por su debilitamiento se instala la adicción: un deseo que avasalla la voluntad. El irascible, por ejemplo, es lo que me hace estudiar para llegar a recibirme, que es un bien futuro, o el tolerar males presentes, ahorrar por ejemplo, para poder después obtener un bien; privarme de muchos bienes en aras de otro bien
Sanación de las heridas por las virtudes 22) Estos desórdenes tienen que ser sanados por las cuatro virtudes cardinales animadas por las tres virtudes teologales.
a) A la sanación de la razón acude la virtud de la prudencia, que es la que adapta los medios buenos para alcanzar al fin. Ella evita que nos equivoquemos en la elección del fin, y en la elección de los medios aptos para alcanzarlo.
b) A la sanación de la voluntad acude la virtud de la justicia, que se mueve a darle a cada uno lo que le corresponde, cosa que a veces es costoso porque implica sacrificios.
23) Por eso, para hacer posible la prudencia y la justicia, deben ser gobernados los apetitos sensitivos por las potencias espirituales: inteligencia y voluntad. Y este gobierno se realiza por la templanza y la fortaleza
c) A la sanación del apetito concupiscible acude la virtud de la templanza, que modera el uso de los bienes e impide las adicciones.
d) A la sanación de la impaciencia, la cobardía y la pereza, acude la virtud de la fortaleza. Esta virtud tiene dos modos de resistir el mal: ante el mal invencible es virtud de paciencia y ante el mal vencible es virtud de coraje o valentía.
24) Estas son las penas o consecuencias del pecado original comunes al varón y a la mujer. Las cuatro heridas infligidas a toda la naturaleza humana por el pecado de nuestros primeros padres.
25) Pero, además de esta herida inicial, el varón y la mujer sufren las penas que derivan de sus pecados personales y de sus culpas propias. La inclinación al bien de la virtud disminuye en cada uno, aún más por el pecado actual. No se trata ya sólo de la carga del pecado original. Ella es motivo de pecados personales míos que aumentan y agravan las consecuencias del pecado original. Aumentan mi ignorancia. Aumentan mi imprudencia. Soy capaz de mayor injusticia. Tengo menos continencia frente a los bienes que se me ofrecen y me adiciono inmoderadamente y hasta con daño propio. Soy más cobarde y más impaciente. Mi razón se embota, especialmente en saber qué es lo que debo hacer. Mi voluntad se endurece respecto del bien y de darle a cada uno lo que le corresponde. Empiezo a hacer discreción de personas y a ser injusto con unos para ganarme a otros. Todas esas son consecuencias del pecado original, agravadas por las penas de los pecados personales.
-----------------------------
1 Recordemos la diferencia entre culpa y pena. Culpa es el mal uso de la voluntad para hacer el mal. Culpable es el hombre por hacer el mal voluntariamente. Pena es lo que le sobreviene contra su voluntad por aplicar su voluntad al mal.
2 Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Parte 1ª.2ae. Cuestión 85 Art. 3, Resp.
3 Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Parte 2ª.2ae. Cuestión 15 Introducción
4 Santo Tomás de Aquino, Suma Teológica, Parte 2ª.2ae. Cuestión 15, Art. 2, Resp.
5 Cuando es realmente bueno. Cuando es malo es explicable que sea insoportable y motivo de irritación del justo.
6 Sabiduría, 2, 10-20
7 Sabiduría, 2, 21-22
8 Romanos 1, 18-21
9 San Agustín, en La Ciudad de Dios, Libro 14, capítulo 15
10 Romanos 7
11 Romanos 1, 26
12 Daniel 7, 1-8 Un león con alas de águila, un oso, un leopardo, una bestia terrible que habla
13 Daniel 7, 13
14 Hijo de Hombre [ben adam] es una locución aramea, que significa simplemente, Hombre, Ser humano.
---oOo---
Comentarios al autor:
bojorgeh@gmail.com Comentarios al monitor del foro:
xvillalta@consultores.catholic.net Participación en el foro:
¿Cuales son las penas que le sobrevienen a Adán y a Eva a consecuencia del pecado original?Si te interesa adquirir el libro
puedes comprarlo mediante el siguiente enlace:
http://www.lumen.com.ar/carga.php?&carga=libro.php&tipo=2&codigo=2071
O puedes escribir a la Editorial Lumen:
En Argentina: ventas@lumen.com.ar
En Mexico: alejandro.makar@lumen.com.ar
Demás países: dto-exterior@lumen.com.ar