Y en cuanto a esto:
raulalonso escribió:Con la GRAN diferencia que todos MENOS los ateos creen en Dios, por tanto, aunque sea de manera imperfecta podrían mas fácilmente caer en la ignorancia invencible.
Todavía espero un solo ejemplo de ese "ateo honesto" y NO me refiero a un caso especifico, sino que demuestres como un ateo podría caer en ignorancia invencible, si ya demostré que eso es casi imposible en este mundo con tanta información, eventualmente TODOS los ateos viviendo en nuestra sociedad tienen acceso a la verdadera Fe, solo que ellos en voluntad la niegan.
Y no te confundas, el juicio al que te refieres es sobre lo que no se ve o se dice, si se dice ateo no peco por juzgarlo de ateo y que no ama a Dios. Lo demas es solo sentimentalismo.
Bendiciones
Recordemos que la ignorancia invencible, como bien lo señala la Enciclopedia Católica que ya se nos hizo el favor de citar, NO se refiere a que sea imposible en términos absolutos llegar a un concimiento determinado. Sino se refiere a la condición SUBJETIVA de que no sea posible que una persona CONCRETA adquiera tal conocimiento aún si aplica la debida diligencia para adquirirlo.
Aquí NO debe entenderse la debida diligencia como el esfuerzo objetivo que tomaría tener acceso a tal conocimiento, lo que hoy en día muchas personas tienen a un par de "clicks" de distancia. Sino se refiere al esfuerzo que razonablemente podría esperarse que la persona hiciera para encontrar la verdad.
En ese contexto, consideremos simplemente el caso de un marxista convencido. A esta persona se le ha enseñado la máxima de Marx: "la religión es el opio de los pueblos". Independientemente de qué movió a Marx a realizar tal aseveración, lo que nos ocupa ahora es más bien qué efecto puede tener la frase en sus seguidores.
Y el efecto, como la frase misma lo dice, es el de que los seguidores de Marx tiendan a huir de todo lo que "huela" a religión como una persona sana podría huir de las drogas (tales como el opio): cuando uno sabe que la droga es mala y puede hacerle caer a uno en un círculo vicioso altamente destructivo, no es necesario que uno pruebe ninguna droga para demostrar nada a nadie y menos a sí mismo. No necesito probar la cocaina, o el opio, para el caso, para saber que son malos y me pueden dañar.
Entonces ¿qué pasa si alguien en quien se me ha enseñado a confiar me dice que eso de la religión "es el opio" del pueblo? Pues lo que pasa es que yo no me acerco a nada que parezca religión como no me acerco a nada que parezca opio. De este modo, aunque lo tenga a un par de "clicks" de distancia, aún así son un par de "clicks" que yo no voy a dar. Y no por una decisión voluntaria ineludiblemente cargada de soberbia y malicia, sino porque tengo miedo. Justo como, en el fondo, no pruebo las drogas porque lo veo inútil y/o tengo miedo: tengo miedo de ser destruido por ellas. Sé que nada bueno me pueden traer (inútil) en el mejor de los casos y, en el peor, pueden traerme muchos males al hacerme caer en un vicio que me va a destruir.
Pues exactamente así es como el buen ateo marxista ve a la religión. No es algo que se deba o pueda debatir sinceramente. Sino es algo de lo que hay que huir para evitar ser dañado. Y si aún asi debaten con nosotros, no lo hacen esperando escuchar y con el corazón abierto a la posibilidad de ser convencidos. Sino lo hacen como quien habla con un adicto a las drogas para tratar de hacerle ver su error. Y si rebatimos al ateo sus argumentos, nos escuchan tal y como nosotros escucharíamos al adicto tratando de argumentar porqué la droga es buena. Son argumentos que nosotros mismos con anticipación consideramos necesariamente errados porque nos llevan a una conclusión que hemos ya juzgado como inaceptable. De la misma manera al ateo ya se le "programó" a considerar la religión como inaceptable a priori. Y, por consiguiente, normalmente NO entra a debate con la expectativa de llegar a considerar siquiera los argumentos de la contraparte, sino entra con la sola expectativa de poder convencer a uno que otro incauto de sus argumentos.
Es más, si nos fijamos, con frecuencia vienen a los foros hermanos confesando que en uno de tales debates un ateo o un protestante les presentó un argumento que no pudieron rebatir, y piden entonces ayuda para dar una respuesta satisfactoria. Está claro que, en el debate, estos hermanos "perdieron", es decir, la contraparte les dió un argumento que ellos mismos NO pudieron rebatir. Si nuestros hermanos hubieran entrado al debate de manera "honesta", es decir, con una expectativa de ambas partes de aceptar el argumento más convincente, entonces se verían obligados a abrazar el error que no pudieron rebatir. Pero el punto entonces es que nuestros hermanos mismos NO entran a esos debates con una apertura respecto a que los argumentos que reciban pueden ser verdaderos. Sino entran con una confianza ciega en que ellos YA están en la Verdad y que, por consiguiente, no tienen ni que escuchar los argumentos del "adversario", porque eso, como las drogas, sería "inútil" en el mejor de los casos y "peligroso" en el peor.
No debe extrañarnos entonces que los "ateos honestos" vayan a esos debates con una actitud muy similar: dando por hecho que su conocimiento y posición YA son correctos, y que, por tanto, no tienen ni que escuchar el argumento católico, lo que les parece "inútil" en el mejor caso y "peligroso" en el peor.
De este modo, condicionados y coaccionados por esta falsa convicción, los "ateos honestos" no tendrían motivo real por ellos mismos para pensar que debieran analizar lo que dice la religión católica para determinar si eso pudiera ser verdad o no. Para ellos eso sería tanto como si uno dijera que debe drogarse alguna vez para poder determinar si la droga es buena o no.
Entonces está claro que hay un rechazo deliberado a buscar lo que tienen al alcance o a escuchar lo que incluso en una plática personal se les dice, pero no necesariamente ocurre (aunque a veces lo parezca) que ese rechazo se da motivado por una soberbia maliciosa, sino más frecuentemente lo que sucede es que ese rechazo NO es realmente un acto libre y voluntario, sino es más bien un acto coaccionado por el miedo a ser engañados, confundidos y destruidos por esa "malvada" religión que "es tan mala" como una droga.
Queda claro entonces porqué en esos casos existe una auténtica ignorancia invencible. NO porque sea objetivamente imposible despejar la ignorancia teniendo la información que podría hacerlo a un par de "clicks" de distancia. Sino porque existe una coacción subjetiva, que es ese temor a ser "corrompido" por la religión, y que es la condición que les impide dar ese par de "clicks" que podrían despejar la ignorancia. De modo que la ignorancia permanece, y permanece sin que se les pueda imputar culpa, porque ellos han sido sinceramente engañados, de modo que
subjetivamente NO PUEDEN hacer aquello que podría despejar su ignorancia. Y esto aún cuando entren a debate con un católico. Porque normalmente no debatirán con honestidad intelectual considerando el valor objetivo de los argumentos de cada cual. Sino debatirán sin escuchar y con el solo propósito de convencer al otro de la propia convicción fundada en el error que se les condicionó a creer.
Que Dios te bendiga.