por Carlos64 » Dom Feb 16, 2014 4:58 pm
Pregunta: “La subjetividad personal del hombre es elemento indispensable, presente en la hermenéutica teológica, que debemos descubrir y presuponer en la base del problema del cuerpo humano.” Con tus palabras y en base a lo ya asimilado qué significa?
El problema del cuerpo humano es, ante todo, un problema ético que se relaciona con el significado moral que se da al cuerpo, significado a partir del cual se vive la experiencia de ser en el cuerpo y a través del cuerpo. En definitiva, se trata de un significado que ha de nacer desde el hombre interior: es el corazón humano en el sentido bíblico, nuestra entelequia más profunda, el llamado a dar significado al cuerpo y, a través de este acto volitivo y moral, dotar al cuerpo de su dimensión ética. Y es en la subjetividad humana, concreta, personal, atribuible a cada individuo, que esta dinámica de significación del cuerpo halla su particularidad vivencial, si se quiere psicológica, que inscribe en las circunstancias propias de cada persona lo qué significa el cuerpo desde la perspectiva de su redención a través de Cristo y de la perenne confrontación entre la concupiscencia y el significado originario, esponsalicio, dado por Dios a la corporeidad humana.
Así, pues, el cuerpo debe su dimensión moral al papel de la subjetividad humana en tanto se refiere a las opciones o decisiones morales que cada persona ha de tomar, desde su subjetividad más particular, en relación a su cuerpo, a la experiencia de su cuerpo. El significado del cuerpo proviene de la respuesta que cada quien da en su interior al mensaje de Cristo en relación al ser mismo del hombre y a la concupiscencia, en definitiva, a la apelación del Redentor para que optemos por la pureza. Si se prescinde de esta dimensión subjetiva, que es moral y psicológica a la vez, que hace a la vida particular y al ser personal de cada hombre y mujer, a la experiencia de ser hombre o mujer en el cuerpo que tenemos, se corren dos riesgos gravísimos: por un lado, la teología del cuerpo puede convertirse en un discurso meramente abstracto que no signifique nada en términos de la vida en tanto experiencia concreta; por otro lado, se cae en el reduccionismo bio-fisiologista que hace del cuerpo una suma de engranajes cuya idoneidad se resuelve en sí misma, carente por tanto de una dimensión que le trascienda, en suma, carente de sentido ético y espiritual.
Pregunta: "¿Se puede considerar de igual manera la representación artística del cuerpo en las ciencias plásticas, que en los medios de difusión visual y mediática?"
No. Si bien en ambos casos se da una representación, en la plástica ésta pasa necesariamente por el tamiz del artista. El artista recrea el modelo con base en su propia subjetividad y en sus conocimientos y experiencia particulares, de modo que logra una representación única. Y esto es así incluso en el realismo más ortodoxo. Al suceder así, la obra plástica no implica una objetivación total del modelo, dado que más bien asistimos a su recreación a partir de un tamiz intersubjetivo. Si bien la representación lograda se ha separado de la identidad ontológica primaria del modelo, esta separación no implica una objetivación absoluta sino una reinterpretación y, por ende, una nueva identidad (la artística, en la que el modelo ha pasado a ser contenido de la cultura y expresión de una visión --la del artista-- que es a su vez subjetiva).
En los medios de difusión masiva sí asistimos a una objetivación del modelo que empieza a partir de dos hechos: el modelo no es recreado sino copiado, lo que implica que no hay ninguna re-conceptualización artística del mismo, y además al difundirse de forma masiva es despojado de su identidad y reducido al anonimato. El inter-juego de recreación e intersubjetividad está ausente y el resultado es una copia que a fuer de reproducirse pierde contacto con la identidad personal del modelo, fenómeno que subyace en gran medida a lo que hoy se conoce como cultura de masas. Esta objetivación a partir de la copia y del anonimato ha permitido, entre otras cosas, convertir al cuerpo humano (y por tanto también a la persona humana) en un clisé o reclamo al servicio de intereses que en múltiples ocasiones no favorecen la dignidad humana ni la pureza del cuerpo, tal como es evidente en la erotización superficial de la imagen humana con fines comerciales dentro del marco del hedonismo y del consumismo que predominan en la mentalidad posmoderna.
Bendiciones, Dra. Pilar.
Discípulo de Cristo por amor del Padre y unción del Espíritu. Miembro de la Iglesia por gracia divina. Amar a Jesús es mi mayor alegría.
Dios te salve, María, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.