1) Cristo, como sabemos, es: a) Maestro, b) Médico, c) Pastor y d) Sacerdote.
a) Como Maestro nos enseña acerca de Dios, dándonoslo a conocer como nuestro Padre; y acerca de nuestra vida de hijos
b) Como Médico nos sana, no sólo el cuerpo sino sobre todo el alma, nos resucita del pecado, que es una muerte espiritual;
c) como Pastor: guía, defiende y alimenta. Nos guía y conduce al Padre, nos defiende del enemigo, nos alimenta con el Pan del camino al Padre.
d) Como Sacerdote nos santifica, uniéndonos a sí mismo y al Padre.
2) Para obrar todo esto en los esposos bautizados, Cristo quiso valerse de ellos mismos como ministros y sujetos recíprocos de esta cuadriforme acción divina. De manera que por el Sacramento del Matrimonio los esposos bautizados son - el uno para el otro - ministros de Cristo Maestro, Médico, Pastor y Sacerdote. Y al mismo tiempo son - el uno para el otro – a) discípulo, b) enfermo o paciente, c) oveja y fiel que debe ser enseñado, sanado, guiado, alimentado y defendido; y por fin d) un fiel que debe ser santificado, es decir unido a Dios por el ministerio del cónyuge.
3) Fíjense qué diferencia hay entre esta vocación a una vivencia religiosa del matrimonio con esas vivencias desacralizadas, chatas y naturalistas, con esas privatizaciones del Sacramento, con ese olvido de que ser esposo, es tener una misión confiada por Dios con respecto al cónyuge.
4) Cuando no se vive sacramentalmente el matrimonio entre bautizados, éstos se privan de la Gracia divina del Sacramento, no asumen su oficio de ministros de Dios, y por eso no son trasmisores y dispensadores de la gracia divina para el cónyuge, y se privan de la que un cónyuge santificado le dispensaría a su vez.
5) Cuando un sacerdote, celebrara la Eucaristía de manera descuidada, distraída o automática o perdona los pecados así nomás, o es negligente en la oración, cuando ora mecánica o distraídamente en la misa, los fieles lo notan enseguida. Porque sienten que ese sacerdote no los levanta a la oración, a la fe, al arrepentimiento, al amor a Dios. Cuando un sacerdote privatiza su vida sacerdotal y se convierte en funcionario, los fieles lo padecen y se dan cuenta. Les resulta muy claro que el sacerdote tiene para ellos una misión religiosa y sagrada y que no está cumpliendo con su ministerio.
6) Pero no les resulta tan evidente a los bautizados que algo semejante pueda pasar con el matrimonio, porque no se lo vive como un sacramento, se lo celebra sin fervor, sin caridad verdadera hacia el otro. Sin advertir que es una realidad sagrada. Una vocación a levantar todo lo que es natural, a una dimensión religiosa. Si los esposos se olvidan de su misión divina, de su responsabilidad para con el otro, todo se corrompe.
7) Naturalmente, hay grados en la corrupción del ejercicio del sagrado ministerio matrimonial. Creo que cuanto más conscientes se hacen los esposos de que son ministros sagrados, más bienaventuradamente y más felizmente pueden vivir el uno para el otro. Porque cuando santifican al otro reciben del otro también el retorno de la Gracia y de la santificación. Y ese retorno se convierte en un y venir en progresión geométrica, de gracia y santidad matrimonial. Ambos se van santificando el uno al otro, como una especie de ida y vuelta, en una especie de espiral que se amplía y que los levanta a los dos.
8) Así como por la consagración en el Orden Sagrado el obispo y el sacerdote son ordenados para la santificación de todos los creyentes, para perdonarles los pecados en la Penitencia y alimentarlos con la palabra y el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía; así también, por el Matrimonio, son consagrados los esposos –con una verdadera consagración– como ministros recíprocos. Consagrados con un ministerio sacramental exclusivo de fulano para fulana y fulana para fulano.
9) ¿Cuál es la unción mediante la que son consagrados los esposos? Toda consagración supone una unción. Los obispos y sacerdotes reciben una unción con Oleos consagrados que son sacramento del Espíritu Santo que se les confiere. Los esposos no reciben una unción sacramental con óleo. Ellos son, sin embargo, consagrados por la unción del Espíritu Santo que les infunde el óleo del amor conyugal. El Espíritu Santo mismo unge sus corazones con el amor esponsal. El sí que encuentran en su corazón y pronuncian ante Dios los esposos, es la unción divina.
10) El amor esponsal, la amistad matrimonial los consagra para ser ministros el uno del otro hasta que la muerte los separe. Si faltara esa unción del amor que se expresa en el sí ante Dios frente al altar, faltaría la consagración. Esa unción no se limita al momento en que se dice ante el altar: “Sí, quiero”, sino que está destinada a renovarse día a día manteniendo toda la vida ese sí del amor fiel.
11) La fidelidad que observamos en los matrimonios fervorosos, y que se celebra festivamente en las bodas de plata y de oro, y en los aniversarios, es la evidencia visible de una Gracia invisible. Cuando uno ve un matrimonio que perdura fiel a través de los años dice: “Esto no viene de la carne”, como le dice Jesús a Pedro: “Esto no te lo enseñó la carne y la sangre, esto te lo dio el Espíritu Santo”. El Dedo de Dios está aquí, las Huellas Digitales del Espíritu Santo están visibles en esta fidelidad matrimonial. La unción del amor divino ha consagrado estos corazones para que se pertenezcan el uno al otro, con amor inalterable.
12) Asistimos hoy en día a una pérdida generalizada de esta visión del carácter sagrado del matrimonio y de la unión esponsal. Esta pérdida priva a los bautizados de la gran felicidad de saber que son, el uno para el otro, ministros del Amor divino, que pasa a través del amor de los esposos. No es que el amor divino anule o sustituya en los esposos un amor humano. ¡No! Es Dios mismo quien ama a la esposa con el amor del esposo. Dios mismo quien ama al esposo con el amor de la esposa.
13) El amor que hay en el corazón de los esposos no nace de una fuente puramente humana, sino que desciende de una fuente divina, que enseña a amar, sana el amor, lo conduce, defiende y alimenta, y lo santifica por una acción divina.
14) De modo que son ministros el uno para el otro, como que la Gracia divina pasando a través de uno y de otro toma forma de amor de esposa para santificar al esposo, para enseñarle y sanarlo, para pastorearlo, alimentarlo, guiarlo y defenderlo y toma forma de amor de esposo para hacer lo mismo con la esposa.
Qué es ser ministro de un sacramento
15) ¡Es una maravilla! Son ministros. Detengámonos una vez más en este tema para ver mejor lo que es un ministro. El sacerdote, por ejemplo, es ministro de la Gracia de Dios para perdonar los pecados. Si una persona se confiesa conmigo yo le digo: “Yo te absuelvo”, porque yo soy ministro de Cristo para absolverlo. En cuanto puedo y esa persona lo necesita lo absuelvo “en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”. Soy ministro del Perdón de Dios. No soy yo el que está perdonando, es Dios el que está perdonando a través de mi ministerio. Cuando yo consagro en el Altar el pan y el vino no digo: “Esta es la sangre del Padre Horacio”; digo: “Esto es Mi Cuerpo”, “Esta es Mi Sangre”, porque es Cristo el que está hablando en mí y obrando a través de mí. No soy yo, es Cristo el que consagra con mis palabras. Yo le entrego mi voz a Cristo para que Él la use.
16) Algo semejante sucede en el matrimonio. Es Cristo el que ama a la esposa en el esposo y con amor de esposo. Y es Cristo el que ama al esposo en la esposa y con amor de esposa. De manera que ellos son ministros de un Sacramento. La acción por la cual se aman y se manifiestan el amor el uno al otro - y por la cual también dan la vida, es decir traen hijos al mundo y al Cielo, con destinación celestial – ¡es una acción sagrada!.
17) Este ministerio matrimonial es un ministerio sagrado. Los esposos son tan ministros de una acción divina como lo soy yo por el Orden Sagrado. Como ya dijimos, tanto el Orden Sagrado como el Matrimonio son los Sacramentos de santificación de los demás: el sacerdote para santificar a todos y los esposos para santificar cada uno al otro. Por eso, ambos, se casan poniéndose los dos de cara a Dios y no mirándose el uno al otro.
18) Por eso, también, la Iglesia está allí presente, el sacerdote o el diácono, la comunidad orante de los fieles, como testigos del “Sí” que se han dado.
19) Los ministros del sacramento del matrimonio son ambos contrayentes. Y contraen matrimonio para ejercer su ministerio a favor del cónyuge y a la vez beneficiarse con el ministerio del cónyuge. De modo que los ministros son ellos dos.
20) En todos los sacramentos hay también una materia. Por ejemplo, el agua en el bautismo, el pan y el vino en la Eucaristía, los pecados del penitente en la Penitencia. ¿Cuál es la materia del Sacramento del matrimonio? Es la misma persona de ambos cónyuges en cuerpo y alma expresándose en el sí quiero. El sí es la forma del Sacramento que se imparten en ese momento inicial, pero que seguirán dándose toda la vida, renovándolo cada día, hasta que la muerte los separe.
21) Hay que vivir el Matrimonio como Sacramento. Hay bautizados que tienen dificultad en comprender esto porque ellos no están viviendo de acuerdo a su Bautismo, a la plenitud de Sabiduría de su Bautismo. Hay mucha falta de esperanza entre los fieles. No esperan que Dios los pueda hacer felices. Dios más bien les parece un obstáculo. A las clases que se dan a los novios antes de casarse muchos de ellos van forzados, o resignados: como diciendo: “¡Ufa! ¿Qué tiene que ver Dios en este tema? Es un asunto nuestro”.
22) No deberían casarse por la Iglesia los bautizados que habitualmente no conceden espacio a Dios en sus vidas y, en particular, en su noviazgo. El matrimonio es un sacramento y por lo tanto exige estar encuadrado en una vida sacramental, donde se practiquen los demás sacramentos: penitencia, eucaristía.
23) Sin embargo muchísimos bautizados no viven como tales sino que ya desde su noviazgo mantienen relaciones sexuales. Pero contraen matrimonio sin conciencia de pecado y sin confesarse, recibiendo así, sacrílegamente, el sacramento del matrimonio. Un matrimonio sacrílego no es un comienzo promisorio para una vida matrimonial en la gracia de Dios. ¡Así les va después!... a no ser que, por una Misericordia milagrosa, el Señor actúe. Lo que están diciendo las estadísticas es muy grave. Existe una ignorancia generalizada acerca de la naturaleza sacramental del matrimonio, y de la vida sacramental en general. Una ignorancia que no se remedia en la catequesis infantil, ni luego, en los cursos prematrimoniales.
24) Esto se debe a que los bautizados no viven según la visión revelada por Dios acerca de la naturaleza humana, el pecado original y sus consecuencias, sino que comparten las visiones no católicas del hombre que ya comentamos al comienzo. Ellos contraen un matrimonio sacramental pero no están en las disposiciones debidas para percibir los frutos de gracia del sacramento. Por eso, no reciben los remedios para el mal de la naturaleza caída que el matrimonio en Cristo les aportaría, y terminan separándose.
25) Así, en el matrimonio de estos bautizados, como en cualquier otro matrimonio puramente natural: la culpa la tiene el otro. Uno mismo se considera inocente, se cree bueno por naturaleza, y que es la sociedad la que lo hace malo y por lo tanto el socio o la socia es quien lo hace malo. La culpa la tiene el otro: es un ping-pong de la culpa y el reproche mutuo y recíproco que desgarra los vínculos matrimoniales. Y si hay que dejarse llevar por los impulsos no es raro que lleguen al intercambio de parejas. Está llegándose a eso, está sucediendo; se sientan a una mesa, tiran el llavero y sortean quién se lleva a la mujer o al marido del otro. En una sociedad se llega a esos extremos porque se considera que todo es bueno y no hay que reprimirse… Se está llegando a la aceptación jurídica de la unión homosexual como si fuera un matrimonio. Una unión homosexual podrá ser una sociedad. ¡Podrá ser reconocida legalmente como una sociedad, pero no como matrimonio! Esa es la consecuencia de la visión freudiana que está dominando actualmente la mentalidad de la así llamada ciencia psicológica.
26) En cambio, es posible un matrimonio sano, fiel, que puede superar las consecuencias de las dificultades de la vida, en el que cada uno es para el otro misericordiosamente maestro, médico, pastor y sacerdote. Es posible en el Sacramento del Matrimonio. Pero esto sin Dios y sin una relación con Dios no se puede vivir. ¡No se puede vivir sin Dios! Porque nuestro egoísmo sólo puede ser sanado por la Gracia. Si bien es difícil mantenerse en el amor, porque estamos heridos por el pecado y el egoísmo siempre le pone límites al amor al otro; y porque amamos hasta donde nuestro egoísmo nos permite amar; sin embargo, la gracias es más poderosa que el pecado. El amor es más fuerte que la muerte y el fuego de Dios no puede apagarlos los mares ni ríos del pecado ¡Esta es la noticia! ¡Este es el evangelio del Buen Amor! Así se puede vivir el matrimonio sacramental.
27) Aunque alguien lo haya recibido sin darse cuenta de lo que recibía, si reamente dijo “Sí” y estaba en Gracia en el momento de decirlo, aunque después peque, en el momento en que los dos estén en Gracia, el Sacramento vuelve a revivir; vuelve Dios a tomarlos como ministros recíprocos de la gracia divina.
28) Pablo le llama al matrimonio misterio grande: “Gran misterio es éste, lo digo respecto de Cristo y de la Iglesia”
1 . Cristo, el Verbo eterno de Dios, es el Esposo divino, que viene a salvar a la humanidad, invitándola a una alianza esponsal. Y la humanidad que le responde con amor de Esposa, es la Iglesia. El matrimonio tiene, pues, su modelo en el amor salvador de Dios y en su capacidad de morir por amor a la esposa. De este modo, el matrimonio, que es por un lado el lugar del amor, es por otro lado también el lugar del sacrificio por amor, de la autoinmolación del esposo por amor a la esposa. Es el lugar del martirio. A esto se refiere, a mi parecer, lo que afirma San Pablo, de que los que se casan tendrán tribulación en la carne. ¡Es así! Es el lugar de la tribulación.
29) El Matrimonio es, de alguna manera, el Sacramento al que apuntan y a cuyo servicio están todos los demás, para permitirle ser, en el singular concreto de cada matrimonio, la culminación de la obra santificadora de Jesucristo. Todos los demás están ordenados a él. Hasta la Eucaristía está al servicio de la sanación del amor. Y el amor, que comienza a ser sanado en la Eucaristía, termina por ser sanado, en cada matrimonio, por el Sacramento del Matrimonio.
30) El amor humano está hecho a imagen y semejanza del Amor divino. No hay nada más grande en la creación que el amor humano. Yo diría: todo el universo está hecho para el hombre y el hombre está hecho para amar y por eso Dios los hizo varón y mujer a imagen y semejanza de Él. Es decir, los hizo a imagen y semejanza de la Trinidad y Dios es relación consigo mismo. No son tres dioses pero es un Dios que se relaciona consigo mismo y se relaciona con la creación y crea al hombre para la relación amorosa esponsal, y de ese amor que es fecundo nace una familia, nace una sociedad, nace la humanidad. ¡Los vínculos amorosos! Para eso somos creados: para que el hombre encuentre en el amor su felicidad. No en el bienestar. El amor sabe sacrificar. Hay que anunciar el amor sufriente. El que ama sufre pero tiene fuerzas para sufrir porque el gozo del amor le permite sufrir. A veces hay gente que dice: “No quiero tener perro porque muere y sufro”. Yo le digo: “Entonces no te cases ni tengas hijos porque vas a sufrir.” Si amas, vas a sufrir. En esta vida, si no quieres sufrir no ames. Pero entonces, ¿para qué quieres vivir?
31) La ideología del liberalismo radical destruye la familia porque plantea como meta de la sociedad los individuos aislados, separados. El sujeto de derechos es el individuo. A él se le debe todo pero él no debe nada a los demás. Es un hombre desvinculado, sin vínculos. Se vincula consigo mismo. Él tiene todos los derechos pero no le debe nada a nadie. Esa es la ideología de este liberalismo salvaje.
32) Pero ese hombre desvinculado es un hombre absolutamente desgraciado. Lo vemos correr detrás del bienestar. Pero el bienestar, cuando lo alcanza, tampoco le da la felicidad. Y es lo que estamos viendo. Se está viendo en Europa, sobre todo en Suecia. En los países más adelantados, más prósperos, es donde el hombre tiene bienestar pero se está extinguiendo por falta de amor. Tienen el índice más alto de suicidios. Es que no hemos sido creados para el bienestar sino para el amor y el amor exige sacrificios, pero no hay que temerle al sacrificio. 33) Nuestro Señor nos dio el ejemplo de que por amor al Padre se sacrificó en la Cruz. Tuvo la fuerza que le daba el amor de Hijo para el sacrificio más extremo. Jesús nos enseña a no temer el sacrificio. Es como si, con su ejemplo nos dijera: “No teman al sacrificio”. Y lo mismo nos enseña María a los pies de la Cruz. No salió corriendo. No le dijo a su Hijo: “Bájate”. Al contrario, lo sostuvo en la Cruz para que cumpliera su misión de Hijo y nos enseñara a nosotros que el camino de la felicidad está en el amor aunque sea sufriente. ¡Vale la pena sufrir con tal de amar! Si no quieres sufrir, no vas a amar pero entonces te pierdes todo, te pierdes a ti mismo.
34) El que no quiere amar por miedo a sufrir está en camino de perdición y necesita ser salvado. Este mundo precisamente plantea ese erróneo concepto. Aristóteles ya dijo que el placer y el bienestar no dan la felicidad trescientos años antes de Cristo refutando a los epicúreos y a los estoicos. El bienestar no es la felicidad.
35) Contemplemos a María. Todo el mundo la proclama Bienaventurada. Y Ella dice: “Todas las generaciones me proclamarán Feliz“. Y su profecía se cumple ante los ojos de nuestra generación. Ella dijo eso hace dos mil años. Una jovencita cantó ese himno de alabanza visitando a su prima Santa Isabel, que la llamó “Bienaventurada”. Y se está cumpliendo. Hoy vemos cuánta gente la llama feliz, la considera madre suya. En el mundo no hay una madre con tantos hijos; ni a través de los siglos. A pesar de que en su vida hubo dificultades y contrariedades, como cuando va la Templo y el anciano Simeón le dice: “Una espada de dolor atravesará tu corazón”, no temió al sufrimiento.
36) San Juan dice que el amor perfecto exorciza el temor, exorciza el miedo
2. Es decir que uno teme el sufrimiento porque no ama bastante o porque no tiene motivos para comprenderlo, le falta todavía crecer en el amor, es algo infantil. El dicho de Juan implica que el miedo tiene algo de demoníaco y que debe ser exorcizado. Y que el amor es la forma adecuada de exorcizar el miedo, porque es participación en el poder divino.
37) Es muy propio de los padres, del papá sobre todo, del varón, animar a sus hijos al sufrimiento. Está bien que la mamá proteja al niño, ¡pero hasta ahí! Después tiene que permitirle al papá que le enseñe a tomar riesgos, que le enseñe a sufrir porque el padre es el que tiene que sufrir, ganar el pan con el sudor de su frente, lastimarse con los cardos y las espinas. Es el varón sobre todo el que debe asumir el sacrificio de los dolores por amor. Y entre ellos está precisamente la castidad, que supone un autodominio de su lujuria, del placer sexual y un mortificar la carne. Es el varón sobre todo el que está hecho para el sacrificio. No tanto la mujer: la mujer está a su lado para sostenerlo en el sacrificio.
38) Es enemiga del varón la mujer que quiere ahorrarle al varón el sacrificarse por amor. Por eso también la novia le tiene que exigirle la castidad al novio. Esto también le significa a la novia renunciar a aquellas manifestaciones de ternura que ella desearía, pero que dañarían a su novio, excitando su pasión en detrimento de su autodominio. Es el varón el que tiene que morir por los suyos. Por eso el sacerdote es varón. Porque es el que se ofrece como víctima. Ofrece la Víctima pero después, en el fondo, es él quien tiene que ser víctima. Él, quien debe ser capaz de morir por los suyos.
39) Por eso el Verbo de Dios se encarna en varón, no en mujer. Porque Él venía a dar su vida por nosotros, venía a morir por nosotros y a enseñarnos a los varones cristianos a no tener miedo a la muerte. Enseñarnos que, si amamos realmente, verdaderamente, si nos dejamos invadir por el Amor divino, ese amor va a expulsar el temor. Debemos luchar contra nuestro miedo, naturalmente. El caballero cristiano fue el hombre capaz de arriesgar su vida por las causas de la justicia, por el bien, por los débiles y también por su dama.
40) Ya hemos dicho que la ignorancia es una de las consecuencias del pecado original. Cuando se ignora lo que es el Sacramento del Matrimonio, no se lo puede vivir porque los esposos no se preparan. También se ignora lo que es el Bautismo, lo que significa ser hijo de Dios y que el Padre me da la vida, que Dios Padre realmente me da la vida, que esto no es una teoría sino una realidad comprobable. El que cree en esto ve en su vida lo que sucede por creer y por comportarse haciendo lo que al Padre le gusta y no haciendo lo que al Padre no le gusta. Ve lo que sucede si toma por norma de su vida la Voluntad del Padre. Pero, claro, hay que tomar a Dios en serio… Hay que tomarse en serio que Dios es alguien real.
41) Hay gente que se ilusiona diciendo: “Yo pienso en Dios y eso es Dios”. ¡No! Tu idea de Dios no es Dios. Dios existe. Tú no lo puedes imaginar, pero tienes que creer en Él, que envió a su Hijo, y vivir de acuerdo a Cristo. Él ha dicho lo que al Padre le gusta y lo que no le gusta. Si tú haces lo que Le gusta como hijo, entonces eres hijo. Si haces lo que no le gusta y no te importa, no eres hijo. Si no te importa lo que el Padre quiere, no me digas que eres hijo y no te ilusiones pensando que vas a recibir vida divina. ¡Es así! Y si no eres hijo en tu vida privada, individual y personal, no lo vas a ser en el matrimonio, no vas a poder ser un buen esposo cristiano, no vas a ser ministro del amor de Dios para tu esposa o para tu esposo. Vas a ser ministro de tu propio amor, que muchas veces en vez de amor es pasión y otras veces tiene un alambrado de púas que es tu egoísmo: hasta ahí llegó tu amor y el que quiere pasar de los límites de tu egoísmo se desagarra en el alambrado de púas.
42) Hay que tomarse en serio a Dios. No se puede vivir sin Dios. Y por eso la desacralización del matrimonio trae la desacralización de la sociedad y equivale a una especie de suicidio de la humanidad. Cuando la familia pierde su carácter sagrado y su carácter santo se destruye la fuente de toda otra relación social. Y esto significa la abolición no solo de la familia sino de la sociedad. Es la sociedad la que se aboca a su disolución total. La humanidad va al suicidio apartándose de Dios. Va a la abolición del hombre, a la muerte de los vínculos amorosos. Realmente es una civilización de la muerte. Se acaba el verdadero amor esponsal. Se acaba el verdadero amor paterno y materno.
43) Afortunadamente, hay en la humanidad reservas muy grandes. La agresión de los medios del gobierno mundial y de los poderes de este mundo, a pesar de todo el dinero que invierten en propaganda contra la naturaleza humana y sobre todo tratando de enconar las heridas de la naturaleza, no logra destruir del todo la obra de Dios.
44) Nunca hay que olvidar que el mal no puede sobre el bien. Ya vimos que el Cantar de los Cantares dice que el amor esponsal que viene de Dios, por ser de Dios, es más fuerte que la muerte. La cultura del amor es más fuerte que la cultura de la muerte, porque la cultura del amor se basa en la Gracia divina. Si no, es imposible. Y la Gracia divina es más fuerte que el señor de la muerte, el homicida, Satanás.
45) También vimos que dice el Cantar de los Cantares que el amor es una llamarada divina que grandes aguas no podrán extinguir. Esa llamarada divina, esa chispa, por creación, por redención y por salvación por el Bautismo está actuante en la humanidad. La semilla de trigo está mezclada con cizaña y es imposible separarla, pero es invencible. Y habrá un día en que se haga la cosecha y se separe a quienes vivieron amando y a quienes no vivieron amando, a quienes vivieron recibiendo el Amor de Cristo y del Padre como hijos y a los que vivieron ignorando a Dios y pensaron que podían vivir de espaldas a Él, los viñadores homicidas que quisieron apoderarse de la viña que pertenece al Señor.
46) Cristo vino a sanar en nosotros el amor. Vino a sanar el amor humano. Vino a sanar el amor esponsal. Vino a llamar a la humanidad a unas Bodas Eternas con Dios para que pudiéramos vivir nuestra vida humana en unión con Dios de forma divinizada, sagrada. La vida humana es sagrada. Y hoy vemos la violencia desatada contra ella. La vida humana no vale nada… Y los niños se educan mirando televisión, donde se ve una muerte cada tres segundos. Se habla del derecho al propio cuerpo, así lo llaman las feministas que se dicen católicas por el derecho a decidir…
El noviazgo: escuela del amor matrimonial
47) El comienzo de la amistad matrimonial está en el noviazgo. Allí se pone el cimiento. Si es un noviazgo casto, en que la novia es maestra de la castidad del varón y le enseña la castidad ya desde el noviazgo, es una cosa y ese matrimonio funcionará de acuerdo al Sacramento. Pero si no les importó la Voluntad del Padre cuando eran novios, me pregunto para qué se casan por la Iglesia, delante de Dios. Si no han vivido el noviazgo delante de Dios, ¿cómo pretenden vivir su matrimonio delante de Dios? ¿Por qué esos jóvenes que vivieron su noviazgo sin importarles Dios quieren casarse por la Iglesia? ¿Cuáles son los motivos para casarse por la Iglesia? ¿Son motivos religiosos o motivos humanos de alguna índole? ¿Que ella quiera tener fotos de novia vestida de blanco? ¿Es una respetabilidad social? ¡Pero esos no son motivos religiosos! El que obra así no se da cuenta de lo que está haciendo, porque está tomando una cosa sagrada con una intención no sagrada. Y eso se llama sacrilegio. ¡Se está cometiendo sacrilegio! Empiezan su vida de esposos con un sacrilegio, con una gravísima ofensa a Dios. No les importa nada de Dios y hacen toda una pantomima religiosa… Eso es un sacrilegio. Es como si yo celebrara Misa nada más que para show, sin reparar en que estoy celebrando el Sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo, sin creer eso, e hiciera una payasada. ¡Es un sacrilegio! 48) Por eso se corrompe el tejido social católico y de la Iglesia, porque no resiste un sacrilegio. Hay que defender a Dios de la ofensa y del sacrilegio. Si fundan su matrimonio, si edifican su casa sobre un sacrilegio y no sobre la roca de la fe y del amor a Dios, de escuchar las enseñanzas de Cristo y vivir de acuerdo a ellas como un bautizado, un hijo de Dios, es como edificar sobre un pantano, con la consecuencia de que esa casa se va a hundir en su propio pantano.
49) Por eso es necesario dar una voz de alerta sobre lo que está sucediendo. Hay gente que se sacude el agua del Bautismo, como un perro el agua del baño. Estamos en esa situación, aunque afortunadamente hay muchos que no, que realmente viven como bautizados y se casan como bautizados. Que hablemos del mal no quiere decir que todos vivan en el mal, gracias a Dios. Es como cuando hablamos de las enfermedades; no quiere decir que todos estén enfermos, gracias a Dios. Pero es necesario advertir a los que van por el mal camino; no ser ciegos que guían a otros ciegos. Debemos enseñarles a ver.
50) Es muy importante en todo esto cultivar la amistad matrimonial, porque la amistad es el nombre del amor. Pero es amor recíproco y por eso debe ser en las dos direcciones. No basta con que uno quiera al otro. El esposo, por ejemplo, debe saber escuchar a la esposa. Él mismo no se da cuenta a veces de que eso forma parte importantísima del ministerio del esposo. Un médico que no escucha al paciente no puede diagnosticar. Y como él es médico de su esposa debe escuchar el alma de su esposa, ponerle el oído para ver dónde está el mal si es que hay mal y dónde está el bien si es que hay bien. Porque la esposa muchas veces va con su alma al esposo esperando una claridad que ella no consigue tener acerca de sí misma y que el esposo, cuando vive en Gracia, puede dársela. Él tiene la Gracia de decirle: “Lo que te pasa es tal cosa”. Y ella dice: “Realmente es así”, no porque se lo dijo él sino porque la razón del esposo fue como un reflector proyectándose sobre la oscuridad del alma de la esposa permitiéndole a ella ver.
51) Ya hemos hecho la comparación de que el oído del esposo es como un espejo donde ella se ve. La mujer necesita un espejo, siempre necesita un espejo. Sin espejo le cuesta mucho arreglarse. Y necesita el oído del corazón del esposo como un espejo de su alma para poder verse en lo que el esposo entiende de ella. Pero todo debe comenzar en el noviazgo. Si la novia le da relaciones prematrimoniales, el varón está superdistraído del alma de ella. Está pensando en su cuerpo; de su alma, aunque quiera, no puede interesarse. Y la novia no se da cuenta porque su sexualidad está integrada con su amor mientras que en el joven la sexualidad se desintegra y cada vez se desintegra más si no entra en la integración de la castidad, que es una virtud que exige del varón un sacrificio de su pasionalidad sexual por amor a ella.
52) La amistad matrimonial debe ser renovada diariamente. Si no, las heridas se van enconando y el amor se va corrompiendo. O quizás hubo una falla en los cimientos, al comienzo, y cuando llegó la prueba no resistió. Esta imagen de la casa sobre roca es muy importante y es en el noviazgo donde se pone el cimiento. Es practicar la Palabra de Cristo. Y si no les importa su Palabra y ellos saben más que Dios, porque los mandamientos los tienen claros pero no los cumplen, lo que es muy común entre los jóvenes, luego pagan cara esa soberbia.
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1 Efesios 5, 32
2 1ª Juan 4, 18
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Comentarios al autor:
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¿Qué sucede cuando se privatiza el Sacramento del Matrimonio?
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