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“Es tan grande la liberalidad de la divina beneficencia, que no sólo podemos satisfacer a Dios Padre, mediante la gracia de Jesucristo, con las penitencias que voluntariamente emprendemos para satisfacer por el pecado, o con las que nos impone a su arbitrio el sacerdote con proporción al delito; sino también, lo que es grandísima prueba de su amor, con los castigos temporales que Dios nos envía, y padecemos con resignación”
(Concilio Dogmático de Trento, Cap. IX. De las obras satisfactorias)
francoeguren escribió:Qué curioso, un Sagrado Concilio afirmando que Dios nos envía castigos temporales, que obviamente, sólo pueden producirse en vida. Aunque no sea dogma, es, sin duda, una verdad de fe.
francoeguren escribió:Ciertamente, pero ese texto en particular sólo menciona formas de intentar satisfacer a Dios mediante penas temporales, imposibles de aplicarse en el Purgatorio, tales como penitencias voluntarias o impuestas por un sacerdote. Distinto sería si el texto especificara que, no sólo se refiere a la almas del Purgatorio, sino también, que tales penitencias debe ser realizadas por alguien vivo, en favor de esas almas.
francoeguren escribió:Eso de "Dios es amor, por lo tanto no castiga" ni siquiera es un argumento. Bermúdez no fue capaz de citar ni un pasaje de la Escritura, ni una cita patrística, ni una magisterial, que nieguen que Dios castigue en vida. Sólo hace un pésimo uso de lo que él llama "razón teológica", y digo pésimo, porque la teología emana de las tres fuentes que mencioné(Escritura, Tradición, Magisterio), y él las ignora.
A propósito de aquello de si es o no dogma:“Es tan grande la liberalidad de la divina beneficencia, que no sólo podemos satisfacer a Dios Padre, mediante la gracia de Jesucristo, con las penitencias que voluntariamente emprendemos para satisfacer por el pecado, o con las que nos impone a su arbitrio el sacerdote con proporción al delito; sino también, lo que es grandísima prueba de su amor, con los castigos temporales que Dios nos envía, y padecemos con resignación”
(Concilio Dogmático de Trento, Cap. IX. De las obras satisfactorias)
Qué curioso, un Sagrado Concilio afirmando que Dios nos envía castigos temporales, que obviamente, sólo pueden producirse en vida. Aunque no sea dogma, es, sin duda, una verdad de fe.
Saludos.
francoeguren escribió:VictorSL
Yo tampoco soy teólogo, ni apologeta. La cuestión no se reduce al arrepentimiento, el cual es, generalmente, una de los efectos buscados por Dios para el hombre cuando le impone un castigo temporal. La cuestión es, si Dios puede, en su infinita misericordia y justicia, imponer al ser humano castigos en su vida, para restaurar el orden violado por el pecado, y, muchas veces, para moverlo a arrepentirse de esos pecados, para evitarle el castigo eterno. Lo que no quiere decir que cada cosa mala que le pasa a alguien tenga que ser un castigo divino, ni que a los buenos todo deba salirles bien, ni que los malos deban sufrir y fracasar en todo.Saludos en Cristo.
tito escribió:O sea Victor, que nada es verdad ni mentira, depende de quien lo mira, eso se llama relativismo y esa actitud es peor que sostener que Dios no castiga...
Precisamente en lo que te subrayé esta la clave ¿quien tiene la sabiduria para determinar cuando eso que nos sucede es castigo de Dios o no ? es infinitamente dificil llegar a tener la certeza 100% y depende de como lo vea cada persona, desde su propia perspectiva y sensibilidad; y ese es el P. V. de Alejandro Bermudez.
tito escribió:Estimado "VictorSl".
Decir "Dios no castiga" no es relativismo es un error, ya dependera si por ignorancia o por negacion pertinaz de una verdad de FE: Dios es remunerador o sea premia a los buenos con el cielo y a los malos castiga con el infierno...
A lo largo de todo el cántico del capítulo 13 de Tobías se repite a menudo esta convicción: el Señor "castiga y tiene compasión... os ha castigado por vuestras injusticias, mas tiene compasión de todos vosotros... te castigó por las obras de tus hijos, pero volverá a apiadarse del pueblo justo" (vv. 2. 5. 10). Dios recurre al castigo como medio para llamar al recto camino a los pecadores sordos a otras llamadas. Sin embargo, la última palabra del Dios justo sigue siendo la del amor y el perdón; su deseo profundo es poder abrazar de nuevo a los hijos rebeldes que vuelven a él con corazón arrepentido.
Juan Pablo II: El castigo de Dios, prueba de amor
Intervención en la audiencia general del miércoles, 13 de agosto
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