IV. El matrimonio y el plan del principio
1)¿Por qué no es posible la disolución del vínculo matrimonial? Debemos tener en cuenta que el “principio” al que hace referencia Nuestro Señor fue un estado de gracia particular. El Concilio de Trento dice que el hombre fue “constituido en gracia”(20) , pero que tal estado fue perdido por el pecado original,Esto es “de fe”. Y la vida sexual y conyugal no sólo es parte de esos mandamientos naturales, sino una de sus mayores exigencias. Por tanto, nosotros que nacemos afectados por el pecado original, aunque sanados por el bautismo, no podemos vivir bien el matrimonio sin la fuerza sobrenatural de Dios: la gracia(24) .
Después de la encarnación y de la pasión de Cristo, con la institución del matrimonio sacramental, esta gracia es algo intrínseco al matrimonio como sacramento de la Ley Nueva (según San Pablo, el texto del Génesis, referido al matrimonio, tiene una referencia profética a la unión de Cristo y de la Iglesia. Un “misterio” o “signo” largamente oculto, manifestado en toda su “verdad” y “plenitud” en el momento de la Encarnación y de la Muerte en Cruz, donde se realizan los “esponsales” entre Cristo y la Iglesia. Hay, pues, una doble significación respecto del Amor de Cristo y la Iglesia: una misteriosa y profética (la del “principio”) y otra sacramental y eficaz (la de la ley nueva).)
La presentación paulina del matrimonio muestra, por relación al matrimonio de Cristo y la Iglesia, las condiciones de “sacramento” reunidas en todo matrimonio entre cristianos:
1º
Es un signo profético, que indica una cosa sagrada, es decir, apunta, señala, manifiesta un misterio sagrado (como el agua en el bautismo significa la limpieza interior del pecado): en este caso representa el amor de Cristo y la Iglesia. Por eso, los esposos deben amar a sus esposas “como Cristo amó a la Iglesia”.
2º
No es sólo un signo de un misterio de Cristo, sino que expresa la “gracia propia” de este misterio de Cristo, realizada ahora en todo matrimonio: así como el agua expresa la “limpieza” del bautismo, aquí el matrimonio manifiesta el amor indisoluble, definitivo, purificador, de Cristo por la Iglesia: “se entregó a Sí mismo, para hacerla pura y santificarla”.
3º
No es sólo signo sino que “produce eficazmente” lo que simboliza. Esto se desprende por el mero hecho de pertenecer no ya a la ley natural o antigua sino a la ley nueva(31) . Lo propio de la ley nueva es “re-producir” los misterios de Cristo. Es una ley “eficaz” porque produce lo que expresa. Así como los “sacramentos” de la ley antigua sólo profetizaban la gracia que traería el Mesías, los de la ley nueva actualizan la gracia ya traída. Por tanto, si Jesucristo asumió dentro de la nueva ley la institución del matrimonio (y esto lo vemos, por el hecho de significar el amor de Cristo y la Iglesia), entonces ésta adquirió un carácter “efectivo”, como todas las realidades de la nueva l
La imagen de la “costilla” del varón indica que con la creación de la mujer, el hombre recibe un ser que ha salido de su corazón, como si fuera una “partición” del corazón o del alma. De aquí la tendencia natural a la unidad entre el hombre y la mujer. Tendencia natural como la de dos mitades que buscan una unidad original. Se muestra que la mutua tendencia del hombre y la mujer es tendencia a una unidad integral
“Serán una sola carne” Jesucristo ve en esta expresión la indisolubilidad del matrimonio (cf. Mc 10, 9).la expresión “carne” designa toda la persona una sola “persona moral”
Se excluye, pues, cualquier uso egoísta del matrimonio. Este es un “don de sí” al otro. Evidentemente, no debe entenderse este “débito” sólo del acto sexual. Implica también la entrega de la afectividad y del corazón (en sentido espiritual).
En el acto matrimonial, el hombre y la mujer “se dan a conocer”, “se manifiestan” lo más íntimo. De alguna manera se da algo así como la revelación de un “secreto”, de una intimidad personal que, por medio del acto conyugal, pasa a ser propiedad de los dos; se comparte un secreto interior del alma. Porque lo que “se conoce” en el acto sexual es la voluntad de entrega total y absoluta, sin reservas, de la persona a la que uno se une. Si esa entrega no es verdaderamente total y sin reserva, uno de los dos ----—o ambos— están mintiendo.
la bendición y el mandato divino de la fecundidad: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Sed fecundos y multiplicaos y henchid la tierra”. El hijo es el fruto del “conocimiento” matrimonial: A su vez, los hijos son un don de Dios; el fruto más precioso del amor conyugal, pero siempre un don, inmerecido y al que no se tiene derechoEstos dos aspectos, unitivo (“serán una sola carne”) y procreativo (“sed fecundos”) han de estar presentes en todo matrimonio y en cada acto matrimonial que intente uno de estos significados o dimensiones.
Jesucristo no se limitó a devolver su pleno vigor a la institución matrimonial. Hizo eso y mucho más al elevar el matrimonio a una dignidad sacramental.
La Iglesia ha reconocido un cierto carácter sagrado a la misma institución familiar natural.
El amor que Dios construyó “al principio” fue elevado, con la fuerza que le dio la oblación de Jesucristo, a su título más noble.
2)¿Por que no puede darse la unión conyugal fuera del matrimonio? ¿Que sucede cuando hay adulterio y fornicación?el pecado original alteró las actitudes entre el hombre y la mujer dejando intactas las relaciones fundamentales Estas consecuencias, sin alterar ellas la sustancia del matrimonio, introducen fisuras (con Dios, consigo mismo, con el cónyuge, con los demás hombres, y con la misma naturaleza) que harán cuesta arriba la vida matrimonial así como el cumplimiento de la ley natural en su conjunto. Añadiendo a esta dificultad los pecados personales, los hombres darán origen a la poligamia, al adulterio, a la violencia, al sometimiento de la mujer, al repudio o divorcio judío, etc..
En el acto matrimonial, el hombre y la mujer “se dan a conocer”, “se manifiestan” lo más íntimo. De alguna manera se da algo así como la revelación de un “secreto”, de una intimidad personal que, por medio del acto conyugal, pasa a ser propiedad de los dos; se comparte un secreto interior del alma. Por eso, no puede darse esta realidad fuera de un matrimonio, es decir, de una unión definitiva. Por consiguiente, en toda unión sexual entre personas no casadas (sea fornicación o adulterio) siempre “se pierde algo propio” y “se roba algo ajeno”.
El sentido de “conocer” también nos lleva al plano del lenguaje. Los esposos se conocen en el acto sexual, porque el acto sexual es una palabra, no oral, sino física. Por eso se habla también de “sinceridad” del acto sexual, o por el contrario, de “mentira”, de “medias verdades”. Porque lo que “se conoce” en el acto sexual es la voluntad de entrega total y absoluta, sin reservas, de la persona a la que uno se une. Si esa entrega no es verdaderamente total y sin reserva, uno de los dos ----—o ambos— están mintiendo.
Da ejemplos de la gracia de Dios en el matrimonio.El amor de los esposos a la manera de “como Cristo amó a la Iglesia”. El manifestar el amor indisoluble, definitivo, purificador, como el amor de Cristo por la Iglesia: “se entregó a Sí mismo, para hacerla pura y santificarla”.
La gracia acompaña a los esposos en este camino de mutua santificación y les concede la fuerza para educar a sus hijos cristianamente, le ayuda a soportarse mutuamente y a llevar la cruz de cada día con alegría.
La gracia de Dios se puede ver reflejada en el matrimonio en el caminar juntos: Los dos son hermanos, los dos son compañeros. Nada los divide en la carne o en el Espíritu. Son en verdad dos en una sola carne, y donde hay una sola carne hay también un solo Espíritu (cf. 1Co 6, 17).