por Padre Manuel » Dom Dic 12, 2010 4:24 pm
1. Los 7 pasos para discernir las vocaciones son:
1. ORACIÓN
"¿Qué debo hacer, Señor?" (Hch 22,10). Para descubrir la propia vocación, lo primero que se debe hacer es dialogar con Dios para asì descubrir lo que el Señor quiere y espera de uno: "Habla, que tu siervo escucha" (I S 3,10).
2. PERCEPCIÓN
"Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos y aunque yo hacía esfuerzos por ahogarlo, no podía" (Jr 20,9). Para poder descubrir lo que Dios quiere de uno, hay que aprender a escuchar, estar atento, experimentar. Sólo aprendiendo a escuchar, a mirar y a estar atento, se pueden descubrir los signos de la llamada de Dios a lo largo de la propia vida. En este nivel se puede llegar a decir: "Tal vez Dios me esté llamando", "siento la inquietud de consagrar mi vida a Dios".
3. INFORMACIÓN
"Observad cómo es el país y sus habitantes, si son fuertes o débiles, escasos o numerosos; cómo es la tierra, buena o mala; cómo son las ciudades que habitan, de tiendas o amuralladas; cómo es la tierra, fértil o estéril, con vegetación o sin ella" (Nm. 13, 18-20).
Aunque ordinariamente cuando se siente la inquietud vocacional se siente también el atractivo por una vocación específica, bien vale la pena dedicar algunas horas a informarse más a fondo sobre esa vocación y otras. En este nivel se puede decir: "posiblemente Dios me está llamando a ser sacerdote diocesano o a ingresar a cierta congregación".
4. REFLEXIÓN
"¿Quién de ustedes, queriendo edificar una torre, no se sienta primero a calcular los gastos y ver si tiene para acabarla? No sea que, habiendo puesto los cimientos y no pudiendo terminar, todos los que lo vean se pongan a burlarse de él, diciendo:" Este comenzó a edificar y no pudo terminar " (Lc 14, 28-30).
Este paso consiste en reflexionar sobre las propias capacidades y limitaciones; sobre los signos concretos en los que uno se basa para pensar que Dios lo llama; sobre lo que más se teme de la vocación; sobre las razones en favor y en contra para emprender ese camino; sobre lo que atrae de este estado de vida. Dios pide compromiso responsable en el discernimiento de su voluntad, poniendo en juego la inteligencia y la capacidad de reflexión y juicio, dándonos la luz de su Espíritu Santo. En este nivel se puede llegar a decir; "creo que Dios me llama "; "creo que, con la ayuda de Dios, podré responder".
5. DECISIÓN
"Te seguiré vayas donde vayas" (Lc 9, 57). Al haber descubierto Io que Dios quiere de uno, no queda más que seguirlo. Tomar tal decisión es difícil. Ante la opción, se sienten miedos, incertidumbres y limitaciones: "¡Ay, Señor mío! Mira que no sé hablar, que soy un muchacho" (Jr 1,7). Y sin embargo, a pesar de todas tus limitaciones, o mejor, con todas ellas, has de responder al Señor, como Isaías: "Aquí estoy, envíame" (Is 6,8); debes decidirte como María: "Aquí está la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que has dicho" (Lc 1,38). Llegar a tomar una decisión con la cual se compromete toda la vida, no sólo es difícil; es una gracia. Debes pedirle al Espíritu Santo esa capacidad de respuesta. En este nivel se puede decir: "quiero consagrar mi vida a Dios en el servicio de mis hermanos".
6. ACCIÓN
"Jesús los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su Padre lo siguieron" (Mt 4, 21-22).
Una vez decidido, hay que lanzarse y no dejarse vencer por el miedo; lanzarse aún con miedo. La decisión se debe concretizar en la acción. No hay que ceder a la tentación de diferir el ingreso: "Te seguiré, Señor. Pero déjame primero... " (Lc 9, 59-61). Con esta decisión se han comprometido todos los momentos posteriores; ahora se trata de buscar cómo ser fiel. La única manera de realizar el proyecto de Dios es la fidelidad de cada día, en coherencia con lo decidido; y, ¿cuando venga la dificultad? Perseverar. En este nivel se debe decir, como Pedro: "nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido" (Mt 10,28).
7. DIRECCIÓN ESPIRITUAL
"Levántate y vete a Damasco, allí se te dirá todo lo que está establecido que hagas" (Hch 22,10). La dirección espiritual no es un paso más en el proceso de discernimiento de tu vocación; es un recurso que debe estar presente en cada uno de los pasos anteriores. Acudir al director espiritual es un acto de humildad; es aceptar que no se tiene el monopolio de la voluntad de Dios; es aceptar la mediación de un hombre de Dios, representante de la Iglesia, para descubrir el plan que Dios tiene para uno.
2. Los tres elementos necesarios para que fructifique una vocación son: el llamado de Dios, la idoneidad del candidato y la respuesta generosa y libre.
3. Algunos textos que fundamentan estos criterios para discernir las vocaciones.
• Con respecto al criterio para discernir el llamado de Dios, podemos citar "Pero había en mi corazón algo así como fuego ardiente, prendido en mis huesos y aunque yo hacía esfuerzos por ahogarlo, no podía" (Jr 20,9). Este texto corresponde al paso de REFLEXIÒN, el que es llamado siente una voz que arde en su corazón y que no puede apagarse. Pero sin embargo, no se siente orgulloso del llamado pues sabe que Dios escoge lo más humilde de este mundo (I Cor 1, 26-27: “Mirad hermanos quienes habéis sido llamados! Ni sabios, ni poderosos ni nobles”) y responde como María “He aquí la esclava del Señor” " (Lc 1,38)
• Con respecto a discernir la idoneidad del candidato, si bien hay criterios muy importantes a tener en cuenta al examinar la personalidad total del candidato en todos sus aspectos, la Palabra nos dice en I Cor 1, 28-29 que”lo despreciable del mundo ha escogido Dios, para que nadie se gloríe”. Al ser concientes de nuestras capacidades pero también de nuestras limitaciones, debemos tomar la DECISIÒN de seguir al Señor y responder. "Aquí estoy, envíame" (Is 6,8). Esto es una Gracia.
• Con respecto a la respuesta del candidato, Si Dios llama y la persona está preparada, escuchará y seguirá el llamado "Jesús los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a su Padre lo siguieron" (Mt 4, 21-22). La decisión requiere de la ACCIÒN, reconociendo que responder al llamado es pura Gracia “para que el que se gloríe, lo haga en el Señor” (I Cor 1, 30-31). Con la asistencia del Espíritu Santo, el candidato responderá libre y generosamente.
Bendiciones. Padre Manuel Peña G.