por Angy_29 » Mar Abr 12, 2011 9:13 pm
MIGUEL MAGONE
En 1857 Don Bosco se encuentra en una estación de tren con un grupo de jóvenes callejeros que hacen un alboroto infernal. Se les acerca, pero ellos huyen llenos de temor. El único que no huye es el capitán “Padre, con qué derecho viene usted a dañarnos nuestras diversiones?
-NO, yo no vengo a dañarles sus juegos, yo vengo a que me dejen participar en sus sanas diversiones.
Los jóvenes se fueron acercando, y viendo que Don Bosco era un hombre de una simpatía avasalladora le escucharon con gusto. El les habló de su alma, del cielo, de Dios… como lo hacía siempre, y luego preguntó al jefe de la pandilla.
-¿Cómo te llamas?
-Miguel Magone
-¿Tu papá?
-No lo conocí
-¿Tu mamá?
-Lava ropa, pero la pobre sufre mucho, porque yo le hago la vida insoportable.
-¿Has ido a la escuela?
-Si, pero me expulsaron
-¿Y si yo te doy una beca en mi colegio?
-Con gusto voy, si usted aguanta mi malgenio
Y Don Bosco se lo llevó a su oratorio. Al principio era un sufrimiento para todos. Grosero en su vocabulario, peleador, desaplicado, no le gustaba rezar…se aburría en la Misa y en las clases…
Pero Don Bosco era un educador estupendo. Comisionó a varios jóvenes de los más buenos para que se le hicieran amigos y lo corrigieran con bondad y le enseñaran a ser bueno. Luego le dio la medalla de la Virgen, recomendándole que la besara con cariño siquiera una vez al día, en señal de gratitud con la Madre del cielo. Le dio una estampita de María Santísima para que la colocara en su pupitre y le dijera: “Oh María, Trono de la sabiduría: enséñame a estudiar”. Le recomendó que muchas veces durante el día dijera pequeñas oraciones a Nuestra Señora.
Y al cabo de unos meses, Magone era otro. Inconocible. Lloraba profundamente sus faltas pasadas. Empezó a estudiar, a comulgar, y a ser buen amigo de todos. Al hacer por votación la elección del “Mejor compañero del año”, los 800 alumnos eligieron a Miguel Magone como el más amable de todos. Pero su salud, quizá a causa de tantas hambres y fríos sufridos en su vida de gamín, empezó a decaer. Y una pulmonía fulminante, lo puso a la orilla del sepulcro.
El 19 de enero de 1859 Miguel Magone estaba agonizante. Don Bosco –padre cariñoso como siempre- estaba a su lado consolándolo y animándolo. El joven se confesó y comulgó con inmenso fervor. Y empezó a recitar las oraciones de los moribundos.
Don Bosco, sabiendo que todos los alumnos del colegio estaban en el teatro para una academia en honor de San José (el santo de ese día) le dijo: -Miguel, tengo que ir al teatro a decirles unas palabras a tus compañeros reunidos para la fiesta de San José. Quizás para cuando yo esté de vuelta ya tu hayas partido para la eternidad. ¿Que les digo a los alumnos? Dime: ¿que es lo que más te consuela en esta hora final de tu vida?
Magone se quedó un momento en silencio y luego respondió: -Don Bosco, Don Bosco, dígales a todos mis compañeros que lo que más me consuela en el momento de mi muerte es HABER COMULGADO MUCHAS VECES Y HABER REZADO MUCHO A LA SANTÍSIMA VIRGEN, MADRE DE DIOS.
Poco después inclinó la cabeza, y con un aire de tranquilidad y de paz, murió (El santo decía después: la muerte de Magone, fue un “sueño de dicha que llevó su alma a la eternidad feliz”)
"Oh mi Amado de tu fuente, déjame seguir bebiendo"