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scarlett* escribió:Paz y bien.
Mis hijos quieren mucho a la familia de mi esposo porque convivimos más con ellos. Su vida no siempre ha sido correcta, pero éso mis hijos no lo saben. Los admiran como personas y éso me pone en conflicto porque para recuperarlos, tal vez deba contarles sobre la vida de la familia de mi marido.
Sucede que tienen dinero que no fué conseguido de buena manera y ahora mis hijos los admiran.
Sinceramente no sé cómo manejar ésta situación. No acostumbro contar a mis hijos sobre otras personas, mucho menos sobre su familia a la que quieren tanto y a la que admiran.
Creo que no debo hacerlo porque son su familia; asi como no les hablo mal de su papá. Ellos vieron su mala época, la vivieron y la sufrieron.
Yo les digo que respeten a su padre, pero su padre no cambia su manera de ser. Y a la que no respetan es a mí.
Alguien puede orientarme sobre qué hacer?
VictorSL escribió:scarlett* escribió:Paz y bien.
Mis hijos quieren mucho a la familia de mi esposo porque convivimos más con ellos. Su vida no siempre ha sido correcta, pero éso mis hijos no lo saben. Los admiran como personas y éso me pone en conflicto porque para recuperarlos, tal vez deba contarles sobre la vida de la familia de mi marido.
Sucede que tienen dinero que no fué conseguido de buena manera y ahora mis hijos los admiran.
Sinceramente no sé cómo manejar ésta situación. No acostumbro contar a mis hijos sobre otras personas, mucho menos sobre su familia a la que quieren tanto y a la que admiran.
Creo que no debo hacerlo porque son su familia; asi como no les hablo mal de su papá. Ellos vieron su mala época, la vivieron y la sufrieron.
Yo les digo que respeten a su padre, pero su padre no cambia su manera de ser. Y a la que no respetan es a mí.
Alguien puede orientarme sobre qué hacer?
Paz y bien.
Estimada "Scarlett",
En mi opinion, no debes decirles nada a tus hijos acerca de la familia de tu esposo, porque solo te traera mayores resentimientos con tu familia. Recuerda el dicho: " Si no tienes algo bueno que decir de alguien, mejor quedate callado". la verdad siempre sale a relucir.
Yo te aconsejo que busques incansablemente mejorar la comunicacion con tu esposo y evitar las discusiones; trata de convencerlo de asistir a algun Retiro o Congreso para matrimonios.
Recuerda que se consigue mas con miel, que con hiel.
Que Dios te bendiga y te dé la Sabiduria para llevar adelante tu matrimonio.
¿Qué puede llevar a un poderoso y reconocido médico abortista a convertirse en un fuerte defensor de la vida y abrazar las enseñanzas de Jesucristo?
¿Pudo más el peso de su conciencia por la muerte de 60 mil no nacidos o quizás las muchas oraciones de todos aquellos que rogaron incansablemente por su conversión?
Según Bernard Nathanson, el popular "rey del aborto", su conversión al catolicismo resultaría inconcebible sin las plegarias que muchas personas elevaron a Dios pidiendo por él. "Estoy totalmente convencido de que sus oraciones fueron escuchadas por Él", indicó emocionado Nathanson el día en que el Arzobispo de Nueva York, el fallecido Cardenal O´Connor, lo bautizó".
Hijo de un prestigioso médico judío especializado en ginecología, el Dr. Joey Nathanson, a quien el ambiente escéptico y liberal de la universidad hizo abdicar de su fe, Nathanson creció en un hogar sin fe y sin amor, donde imperaba demasiada malicia, conflictos y odio.
Profesional y personalmente Bernard Nathanson siguió durante buena parte de su vida los pasos de su padre. Estudió medicina en la Universidad de McGill (Montreal), y en 1945 se enamoró de Ruth, una joven y guapa judía con quienes hicieron planes de matrimonio. La joven, sin embargo, quedó embarazada y cuando Bernard le escribió a su padre para consultarle la posibilidad de contraer matrimonio, éste le envió cinco billetes de 100 dólares junto con la recomendación de que eligiese entre abortar o ir a los Estados Unidos para casarse, poniendo en riesgo su brillante carrera como médico que le esperaba.
Bernard puso su carrera por delante y convenció a Ruth de que abortase. No la acompañó a la intervención abortiva y Ruth volvió sola a casa, en un taxi, con una fuerte hemorragia, estando a punto de perder la vida. Al recuperarse -casi milagrosamente- ambos terminaron su relación. "Ese fue el primero de mis 75.000 encuentros con el aborto, me sirvió de excursión iniciadora al satánico mundo del aborto", confesó el Dr. Nathanson.
Luego de graduarse, Bernard inició su residencia en un hospital judío. Después pasó al Hospital de Mujeres de Nueva York donde sufrió personalmente la violencia del antisemitismo, y entró en contacto con el mundo del aborto clandestino. Para entonces ya había contraído matrimonio con una joven judía, tan superficial como él, según confesaría, con la cual permaneció unido cerca de cuatro años y medio. En esas circunstancias Nathanson conoció Larry Lader, un médico a quien sólo le obsesionaba la idea de conseguir que la ley permitiese el aborto libre y barato. Para ello fundó, en 1969, la "Liga de Acción Nacional por el Derecho al Aborto", una asociación que intentaba culpabilizar a la Iglesia de cada muerte que se producía en los abortos clandestinos.
Pero fue en 1971 cuando Nathanson se involucró directamente en la práctica de abortos. Las primeras clínicas abortistas de Nueva York comenzaban a explotar el negocio de la muerte programada, y en muchos casos su personal carecía de licencia del Estado o de garantías mínimas de seguridad. Tal fue el caso de la dirigida por el Dr. Harvey. Las autoridades estaban a punto de cerrar esta clínica cuando alguien sugirió que Nathanson podría ocuparse de su dirección y funcionamiento. Se daba la paradoja increíble de que, mientras estuvo al frente de aquella clínica, en aquel lugar existía también un servicio de ginecología y obstetricia: es decir, se atendían partos normales al mismo tiempo que se practicaban abortos.
Por otra parte, Nathanson desarrollaba una intensa actividad, dictando conferencias, celebrando encuentros con políticos y gobernantes de todo el país, presionándoles para lograr que fuese ampliada la ley del aborto.
"Estaba muy ocupado. Apenas veía a mi familia. Tenía un hijo de pocos años y una mujer, pero casi nunca estaba en casa. Lamento amargamente esos años, aunque sólo sea porque he fracasado en ver a mi hijo crecer. También era un paria en la profesión médica. Se me conocía como el rey del aborto", afirmó.
Durante ese periódo, Nathanson realizó más de 60.000 abortos, pero a finales de 1972, agotado, dimitió de su cargo en la clínica.
"He abortado a los hijos no nacidos de amigos, colegas, conocidos e incluso profesores. Llegué incluso a abortar a mi propio hijo", lloró amargamente el médico, quien explicó que a la mitad de la década de los sesenta "dejó encinta a una mujer que lo quería mucho. (.) Ella quería seguir adelante con el embarazo pero él se negó. Puesto que yo era uno de los expertos en el tema, yo mismo realizaría el aborto, le expliqué. Y así lo hice", precisó.
Sin embargo, a partir de ese suceso las cosas empezaron a cambiar. Dejó la clínica abortista y pasó a ser jefe de obstetricia del Hospital de St. Luke´s. La nueva tecnología, el ultrasonido, hacía su aparición en el ámbito médico. El día en que Nathanson pudo observar el corazón del feto en los monitores electrónicos, comenzó a plantearse por vez primera "qué era lo que estábamos haciendo verdaderamente en la clínica".
Decidió reconocer su error. En la revista médica The New England Journal of Medicine, escribió un artículo sobre su experiencia con los ultrasonidos, reconociendo que en el feto existía vida humana. Incluía declaraciones como la siguiente: "el aborto debe verse como la interrupción de un proceso que de otro modo habría producido un ciudadano del mundo. Negar esta realidad es el más craso tipo de evasión moral".
Aquel artículo provocó una fuerte reacción. Nathanson y su familia recibieron incluso amenazas de muerte, pero la evidencia de que no podía continuar practicando abortos se impuso. Había llegado a la conclusión de que no había nunca razón alguna para abortar: el aborto es un crimen.
Poco tiempo después, un nuevo experimento con los ultrasonidos sirvió de material para un documental que llenó de admiración y horror al mundo. Se titulaba "El grito silencioso", y sucedió en 1984 cuando Nathanson le pidió a un amigo suyo -que practicaba quince o quizás veinte abortos al día- que colocase un aparato de ultrasonidos sobre la madre, grabando la intervención.
"Lo hizo -explica Nathanso- y, cuando vio las cintas conmigo, quedó tan afectado que ya nunca más volvió a realizar un aborto. Las cintas eran asombrosas, aunque no de muy buena calidad. Seleccioné la mejor y empecé a proyectarla en mis encuentros provida por todo el país".
Regreso del hijo pródigo
Nathanson había abandonado su antigua profesión de "carnicero humano" pero aún quedaba pendiente el camino de vuelta a Dios. Una primera ayuda le vino de su admirado profesor universitario, el psiquiatra Karl Stern. "Transmitía una serenidad y una seguridad indefinibles. Entonces yo no sabía que en 1943, tras largos años de meditación, lectura y estudio, se había convertido al catolicismo. Stern poseía un secreto que yo había buscado durante toda mi vida: el secreto de la paz de Cristo".
El movimiento provida le había proporcionado el primer testimonio vivo de la fe y el amor de Dios. En 1989 asistió a una acción de Operación Rescate en los alrededores de una clínica. El ambiente de los que allí se manifestaban pacíficamente en favor de la vida de los aún no nacidos le había conmovido: estaban serenos, contentos, cantaban, rezaban. Los mismos medios de comunicación que cubrían el suceso y los policías que vigilaban, estaban asombrados de la actitud de esas personas. Nathanson quedó afectado "y, por primera vez en toda mi vida de adulto empecé a considerar seriamente la noción de Dios, un Dios que había permitido que anduviera por todos los proverbiales circuitos del infierno, para enseñarme el camino de la redención y la misericordia a través de su gracia".
"Durante diez años, pasé por un periodo de transición. Sentí que el peso de mis abortos se hacía más gravoso y persistente pues me despertaba cada día a las cuatro o cinco de la mañana, mirando a la oscuridad y esperando (pero sin rezar todavía) que se encendiera un mensaje declarándome inocente frente a un jurado invisible", señala Nathanson.
Pronto, el médico acaba leyendo "Las Confesiones", de San Agustín, libro que calificó como "alimento de primera necesidad", convirtiendose en su libro más leído ya que San Agustín "hablaba del modo más completo de mi tormento existencial; pero yo no tenía una Santa Mónica que me enseñara el camino y estaba acosado por una negra desesperación que no remitía".
En esa situación no faltó la tentación del suicidio, pero, por fortuna, decidió buscar una solución distinta. Los remedios intentados fallaban: alcohol, tranquilizantes, libros de autoestima, consejeros, hasta llegar incluso al psicoanálisis, donde permaneció por cuatro años.
El espíritu que animaba aquella manifestación provida enderezó su búsqueda. Empezó a conversar periódicamente con el Padre John McCloskey; no le resultaba fácil creer, pero lo contrario, permanecer en el agnosticismo, llevaba al abismo. Progresivamente se descubría a sí mismo acompañado de alguien a quien importaban cada uno de los segundos de su existencia. "Ya no estoy solo. Mi destino ha sido dar vueltas por el mundo a la búsqueda de ese Uno sin el cual estoy condenado, pero al que ahora me agarro desesperadamente, intentando no soltarme del borde de su manto".
Finalmente, el 9 de diciembre de 1996, a las 7.30 de un lunes, solemnidad de la Inmaculada Concepción, en la cripta de la Catedral de S. Patricio de Nueva York, el Dr. Nathanson se convertía en hijo de Dios. Entraba a formar parte del Cuerpo Místico de Cristo, su Iglesia. El Cardenal John O´Connor le administró los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Eucaristía.
Un testigo expresa así ese momento: "Esta semana experimenté con una evidencia poderosa y fresca que el Salvador que nació hace 2.000 años en un establo continúa transformando el mundo. El pasado lunes fui invitado a un Bautismo. (...) Observé como Nathanson caminaba hacia el altar. ¡Qué momento! Al igual que en el primer siglo... un judío converso caminando en las catacumbas para encontrar a Cristo. Y su madrina era Joan Andrews. Las ironías abundan. Joan es una de las más sobresalientes y conocidas defensoras del movimiento provida... La escena me quemaba por dentro, porque justo encima del Cardenal O´Connor había una Cruz. Miré hacia la Cruz y me di cuenta de nuevo que lo que el Evangelio enseña es la verdad: la victoria está en Cristo".
Las palabras de Bernard Nathanson al final de la ceremonia, fueron escuetas y directas. "No puedo decir lo agradecido que estoy ni la deuda tan impagable que tengo con todos aquellos que han rezado por mí durante todos los años en los que me proclamaba públicamente ateo. Han rezado tozuda y amorosamente por mí. Estoy totalmente convencido de que sus oraciones han sido escuchadas. Lograron lágrimas para mis ojos"
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Su fiesta fue instituida por el Papa san Pío V el 7 de Octubre, aniversario de la victoria obtenida por los cristianos en la Batalla naval de Lepanto (1571), atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del rosario. La celebración de este día es una invitación para todos a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, la pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.
Desde el principio de la Iglesia, los cristianos rezan los salmos como lo hacen los judíos.
Mas tarde, en muchos de los monasterios se rezan los 150 salmos cada día. Los laicos devotos no podían rezar tanto pero querían según sus posibilidades imitar a los monjes. Ya en el siglo IX había en Irlanda la costumbre de hacer nudos en un cordel para contar, en vez de los salmos, las Ave Marias. Los misioneros de Irlanda mas tarde propagaron la costumbre en Europa y hubieron varios desarrollos con el tiempo.
La Madre de Dios, en persona, le enseñó a Sto. Domingo a rezar el rosario en el año 1208 y le dijo que propagara esta devoción y la utilizara como arma poderosa en contra de los enemigos de la Fe.
La Virgen se le apareció en la capilla. En su mano sostenía un rosario y le enseñó a Domingo a recitarlo. Dijo que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.
Domingo salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito por que muchos albingenses volvieron a la fe católica.
Promesas de Nuestra Señora, Reina del Rosario, tomadas de los escritos del Beato Alano:
1. Quien rece constantemente mi Rosario, recibirá cualquier gracia que me pida.
2. Prometo mi especialísima protección y grandes beneficios a los que devotamente recen mi Rosario.
3. El Rosario es el escudo contra el infierno, destruye el vicio, libra de los pecados y abate las herejías.
4. El Rosario hace germinar las virtudes para que las almas consigan la misericordia divina. Sustituye en el corazón de los hombres el amor del mundo con el amor de Dios y los eleva a desear las cosas celestiales y eternas.
5. El alma que se me encomiende por el Rosario no perecerá.
6. El que con devoción rece mi Rosario, considerando sus sagrados misterios, no se verá oprimido por la desgracia, ni morirá de muerte desgraciada, se convertirá si es pecador, perseverará en gracia si es justo y, en todo caso será admitido a la vida eterna.
7. Los verdaderos devotos de mi Rosario no morirán sin los Sacramentos.
8. Todos los que rezan mi Rosario tendrán en vida y en muerte la luz y la plenitud de la gracia y serán partícipes de los méritos bienaventurados.
9. Libraré bien pronto del Purgatorio a las almas devotas a mi Rosario.
10. Los hijos de mi Rosario gozarán en el cielo de una gloria singular.
11. Todo cuanto se pida por medio del Rosario se alcanzará prontamente.
12. Socorreré en sus necesidades a los que propaguen mi Rosario.
13. He solicitado a mi Hijo la gracia de que todos los cofrades y devotos tengan en vida y en muerte como hermanos a todos los bienaventurados de la corte celestial.
14. Los que rezan Rosario son todos hijos míos muy amados y hermanos de mi Unigénito Jesús.
15. La devoción al Santo rosario es una señal manifiesta de predestinación de gloria.
A lo largo de los siglos los Papas han fomentado la pía devoción del rezo del rosario y le han otorgado indulgencias.
Dijo Nuestro Señor: "Donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18:20). El rosario en familia es algo maravilloso. Es un modo práctico de fortalecer la unidad de la vida familiar. Es una oración al alcance de todos. Los Papas, especialmente los más recientes, han hecho gran énfasis sobre la importancia del rosario en familia.
Jesús respondió: "Ni éste pecó, ni sus padres; sino que está ciego para que las obras de Dios se manifiesten en él.
Del santo Evangelio según Mateo 5,20-26
«Porque os digo que, si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos.
«Habéis oído que se dijo a los antepasados: No matarás; y aquel que mate será reo ante el tribunal. Pues yo os digo: Todo aquel que se encolerice contra su hermano, será reo ante el tribunal; pero el que llame a su hermano `bobo', será reo ante el Sanedrín; y el que le llame `renegado', será reo de la gehenna de fuego. Si, pues, al presentar tu ofrenda en el altar te acuerdas entonces de que tu hermano tiene algo contra ti, deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelves y presentas tu ofrenda. Ponte enseguida a buenas con tu adversario mientras vas con él por el camino; no sea que tu adversario te entregue al juez y el juez al guardia, y te metan en la cárcel. Yo te aseguro: no saldrás de allí hasta que no hayas pagado el último céntimo
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