EN EL RECORRIDO DE SANTUARIOS MARIANOS DE ESTA SEMANA ENCONTRE LO SIGUIENTE
SANTUARIO DE VENEZUELA:
SANTUARIO DE LA VIRGEN DEL VALLE
De acuerdo con la tradición religiosa de nuestro país, la Virgen del Valle es considerada como la patrona del oriente de Venezuela, siendo venerada con especial devoción en la isla de Margarita. Cada 8 de septiembre se celebra su día, fecha en la que acuden miles de peregrinos a venerarla en su santuario ubicado en el Valle de Margarita, cerca de Porlamar. Las festividades duran varios días y, en cada uno de ellos, la Virgen luce un bello traje diseñado con las telas suministradas por sus devotos.
En los inicios de la conquista los españoles fundaron en la isla de Cubagua, la ciudad de Nueva Cádiz. En poco tiempo dicha ciudad creció vertiginosamente derivado de la extracción de perlas que abundaban en sus mares. Durante este período los habitantes de Nueva Cádiz encargaron a España una imagen de la Inmaculada Concepción para poner la ciudad bajo su protección. La imagen llegó a Cubagua en el año 1530, pero pocos años después, el 25 de diciembre de 1541, un huracán arrasó Nueva Cádiz y con ella la iglesia donde estaba la imagen de la Virgen. Al salvarse milagrosamente la imagen de la Virgen, los pobladores de Cubagua decidieron ponerla salvo de nuevos cataclismos, llevándola en 1542 a una hacienda en El Valle de la Isla de Margarita, donde le construyeron una pequeña ermita. Con el paso del tiempo el lugar dio el nombre a la imagen, que comenzó a llamarse la Virgen del Valle.
En el año de 1608, la isla de Margarita experimentó una gran sequía. Por tal motivo, los margariteños decidieron sacar la Virgen y llevarla en procesión hasta la Asunción. De acuerdo con los testimonios que se tienen de la época, en el momento en que la procesión llegó a esta ciudad, el cielo se ennegreció y pronto comenzó a precipitarse una fuerte lluvia sobre toda la isla. Además del relato anterior, existen varias leyendas sobre la Virgen del Valle. Según una de éstas, la imagen de la Virgen fue pintada por los ángeles que se la llevaron a los indios para que ella los protegiera de los abusos de los conquistadores. Unos guaiqueríes la encontraron sobre unos matorrales y se la llevaron a Palguarime para construirle allí una capilla. No obstante, al poco tiempo la Virgen apareció nuevamente en el sitio donde se le había encontrado. Finalmente, los indígenas entendieron que era allí donde quería la Virgen ser venerada y le construyeron una capilla que con el tiempo, se habría de transformar en el santuario de hoy. Según otra leyenda, la Virgen estuvo al lado de los patriotas en la batalla de Matasiete, durante la guerra de Independencia. En este sentido, ella animaba a los patriotas y curaba sus heridas, por lo que también se le conoce como la Virgen Patriota.
La Virgen del Valle es también conocida como la Patrona de los marineros, que la llaman en oriente "la más tierna y dulce de las madres" y siempre la invocan antes de zarpar o lanzar la red. Según otra leyenda, un pescador llamado Domingo estaba buscando perlas en el fondo del mar y pisó una enorme raya que le hincó su púa. Como consecuencia de esto, la pierna se le ulceró y los médicos opinaron que había que amputarla para salvarle la vida. Ante estas circunstancias la esposa de Domingo fue a pedirle con mucha fe a la Virgen del Valle por la salud de éste. Al poco tiempo el pescador sanó de manera milagrosa, por lo que le prometió que en pago le ofrecería la primera perla que consiguiera. Fue al mar y al abrir una ostra, halló una perla que reproducía con asombrosa fidelidad la forma de su pierna y hasta el rastro de su cicatriz. Un hecho que de alguna manera confirma este asombroso relato, es que la perla que encontró Domingo se puede observar en el museo del santuario, junto con numerosos objetos de oro, plata y piedras preciosas que le han regalado a la Virgen en pago de milagros concedidos.
COLOMBIA
EN COLOMBIA EXISTEN VARIOS SANTUARIOS ENTRE LOS QUE SE ENCUENTRAN:
Santuario Mariano Nacional de Nuestra Señora de Chiquinquirá
Bogota:
Nuestra Señora de la Peña
Nuestra Señora del Campo
Nuestra Señora de Egipto
Nuestra Señora del Carmen
Nuestra Señora de las Angustias
Nuestra Señora del Topo
La Bordadita
Nuestra Señora de las Aguas
Monserrate y Guadalupe
La Virgen de Lourdes
LES DESCRIBIRE EL SIGUIENTE:
SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE LAS AGUAS
La Iglesia de Nuestra Señora de las Aguas o simplemente Iglesia de las Aguas como se le conoce popularmente, es un templo colombiano de culto católico dedicado a la Virgen María bajo la advocación de las Aguas, se localiza en el barrio La Candelaria, sector histórico de la ciudad de Bogotá y pertenece a la jurisdicción eclesiástica de la arquidiócesis de Bogotá.
El templo hacía parte del antiguo convento de las Aguas, el cual a lo largo de su historia se ha desempeñado también como hospital, orfanato y actualmente es la sede de "Artesanías de Colombia". El templo es una sencilla construcción colonial, data de 1644, consta de una planta rectangular de una sola nave, y posee una capilla dedicada a San Antonio en su costado norte construida en 1901. Fue restaurado en 2003.
Por su significado histórico, valor arquitectónico y cultural, el templo y el antiguo convento fueron declarados Monumento Nacional por medio del decreto 1.584 del 11 de agosto de 1975.1
De las pocas ermitas que aún quedan en la ciudad de Bogotá, es Nuestra Señora de Las Aguas.
De sencilla apariencia y arquitectura colonial que nos trae a la memoria su respetable antigüedad y época de esplendor. Su fachada mira al occidente, coronada por dos (2) espadañas que sirven de campanarios y en el centro de éstas, se ubica el único acceso a la magnífica nave central. Arriba del portón principal se encuentra una hornacina con la imagen de la Virgen con el Niño y una ventana.
La fachada de la Iglesia es de color blanco y sus puertas de madera color caoba, claveteadas en hierro, donde la puerta del acceso de la nave central tiene un arco de medio punto. Al lado derecho, está ubicado el despacho parroquial. Nuestra Señora de Las Aguas, antiguo convento de los Dominicos, con la Iglesia adjunta, hoy es la parroquia del mismo nombre.
El papa Gregorio XV canoniza el 26 de Mayo de 1622 al sacerdote italiano Filipo Romolo Dio Neri (San Felipe Neri), fundador de la Congregación del Oratorio. Luego de varios años, en el Nuevo Reino de Granada suceden varios hechos.
El bachiller Juan Cotrina Valero, hijo de Juan Cotrina Topete y Elvira Valero, se casa con Francisca de Tabita y Pizarro en la ciudad de Pamplona, vive del comercio gracias a sus dotes musicales y artísticas; tuvo dos hijos, el varón murió joven y su hija se hizo monja en el Convento de Santa Clara, murió su esposa y ya viéndose solo, se hace sacerdote; él como hombre piadoso de la Virgen de Las Aguas (advocación creada por él quizá porque cerca corría el río San Francisco) inicia la construcción de la ermita.
El sacerdote Juan Cotrina buscó al pintor bogotano Antonio Acero de la Cruz, para que pintara una imagen de la Virgen del Rosario. la puso en su oratorio, acudía mucha gente a la misa y manifestó milagros ante la fe del pueblo santafereño. En cercanías del cerro de Guadalupe, estaba en venta la casa de Don Juan Contreras, la cual compró en subasta Juan Zapiain; Doña María Arias de Ugarte, hermana del Arzobispo Don Hernando Arias de Ugarte, le entregó al padre Cotrina la suma de $2.000, para que comprara las casas de Juan Zapiain, de los indios Simón y Margarita de las Fuentes (7 de Julio de 1659) y de Juan de Ozeta (31 de agosto de 1671) e iniciara la construcción del templo y del convento.
En 1644 el padre Cotrina solicitó licencia para la fundación de la Ermita al Arzobispo Fray Cristóbal de Torres y al presidente Don Martín de Saavedra y Guzmán para albergar a la congregación de San Felipe Neri, pero no logró sus aspiraciones.
Decide, entonces, entregar sin terminar la obra, al convento de los Dominicos de Santafé que lo ocupan en 1665 hasta 1802, año en el cual aparece un brote de viruela y pasa a ser hospital de virulentos, luego hospital militar, hospital civil y orfanato de la Sociedad de San Vicente de Paul, a la cual pertenece el viejo convento desde fines del siglo XIX. La Iglesia tiene una sola nave, sin mucha decoración y no posee cielo raso, lo que permite ver la armadura de la cubierta. En el centro, parte superior del altar principal, ocupa su puesto de honor un cuadro de la imagen de Nuestra Señora del Rosario, sentada con el Niño en sus brazos y los pies sobre la media luna. Arriba de la Virgen, dos ángeles sostienen sendos rosarios y una corona dorada. En los vértices inferiores se observan las figuras de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. Caras de ángeles alados circundan a la Virgen
La Iglesia tiene una sola nave, sin mucha decoración y no posee cielo raso, lo que permite ver la armadura de la cubierta. En el centro, parte superior del altar principal, ocupa su puesto de honor un cuadro de la imagen de Nuestra Señora del Rosario, sentada con el Niño en sus brazos y los pies sobre la media luna. Arriba de la Virgen, dos ángeles sostienen sendos rosarios y una corona dorada. En los vértices inferiores se observan las figuras de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. Caras de ángeles alados circundan a la Virgen.
En el retablo central, además de la Virgen de Nuestra Señora del Rosario de Las Aguas, aparecen las esculturas de Santa Inés, Santa Catalina de Sena y Santa Rosa de Lima; a los lados, Santo Domingo y San Pio V. En el muro sur, San Alberto Magno y Santo Domingo. En el norte, la Virgen de Los Corazones, San Esteban Promotomártir, San Francisco, San Jacinto, San Vicente Ferrer y La Virgen de Chiquinquirá. El Ministerio de Cultura, entregó el 22 de junio de 2004, las obras de restauración del Templo con una inversión de $613.675.508. Cinco años duró la restauración y para culminarla, el Ministerio de Cultura y la Facultad de Restauración de Bienes Muebles de la Universidad Externado de Colombia firmó un convenio con la Ministra de Cultura María Consuelo Araujo y el Arzobispo Cardenal Pedro Rubiano.
ECUADOR
SANTUARIO MARIANONUESTRA SEÑORA DEL QUINCHE EN ECUADOR
La imagen de Nuestra Señora de la Presentación del Quinche es una hermosa escultura en madera, tallada en el siglo XVI por Don Diego de Robles, extraordinario artista al que se deben otras imágenes de María de gran popularidad y veneración. La historia nos dice que los que habían encargado la confección de la imagen, no quisieron o no pudieron pagar por ella al escultor y entonces, el artista se la dió a los indios oyacachis a cambio de unos tablones de fino cedro que éste necesitaba para sus trabajos; más tarde el sabor popular enriquecerá los hechos con la leyenda de que la Virgen se les había aparecido antes a los indios del lugar en una cueva prometiendo librarlos de los peligrosos osos que devoraban a los niños.
Los caciques quedaron admirados cuando vieron llegar a Diego Robles con la imagen de la Virgen a cuestas y reconocieron en ella los mismos rasgos de la Señora que se les había aparecido y les había hablado en la cueva. Quince años permaneció la imagen al cuidado de los indios hasta que en 1604, el obispo del lugar ordenó su traslado al poblado del Quinche, de donde finalmente tomó su nombre. La imagen, que es una fina talla en madera de cedro de unos 62 cm. de alto, está revestida por un amplio y lujoso ropaje de brocado cubierto de gemas, y bordado con hilos de oro y plata que sólo dejan ver su rostro moreno y apacible. La Virgen lleva un cetro en la mano derecha y con la izquierda sostiene el Niño en actitud de bendecir, mientras sostiene una esfera de oro coronada por una cruz. A los pies de la imagen, la peana y la gran media luna, ambas de plata pura, y las pesadas coronas imperiales de oro y piedras preciosas, manifiestan la generosidad del pueblo ecuatoriano que gusta ver a su patrona resplandeciente, vestida siempre con las mejores galas.El rostro de Jesús evoca las facciones de los niños mestizos de aquellas sierras. Mestizo es el color de la Madre, síntesis del alma del inca y del español. Su fina nariz está enmarcada por un delicado rostro ovalado de labios delgados y boca pequeña; sus ojos achinados y su mirada triste con los párpados entrecerrados o caídos le confieren una dulzura única. Por eso esta advocación es tan popular en Ecuador, especialmente entre los indios que llaman con afecto "La Pequerlita" a su protectora del cielo.Es de admirar la variedad de cantos que se entonan en honor de la Virgen del Quinche, con textos en quechua, en jíbaro y en otros diversos dialectos de la región y también en castellano; muchos de ellos se cantan desde hace cuatro siglos. La imagen fue coronada en 1943 y su fiesta se cerebra el 21 de noviembre. El templo actual fue declarado Santuario Nacional en 1985.
El pintoresco pueblecito del Quinche se asienta en el noroeste de la ciudad de Quito en las faldas de la cordillera occidental, en un suave declive que se eleva desde el río Guayllabamba hasta los primeros contrafuertes de dicha cordillera.
Erigido en 1596 el santuario de Guápulo, los indígenas de Lumbicí, lugar perteneciente al pueblo de Cumbayá, pidieron una copia, lo más exacta posible, de la bellísima y afamada imagen de Nuestra Señora de Guápulo. Entonces, don Diego de Robles, quien esculpió esta preciosa imagen, trabajó con el cedro y otros maderos que le sobraron de la primera.
Los indios de Lumbicí, no pudieron pagar a Robles el precio convenido, por eso el escultor se llevó la imagen y la dio al pueblo de Oyacachi a cambio de unos tablones de fino cedro que éste necesitaba para sus trabajos. Desde entonces, este pueblito situado en la falda superior de la cordillera oriental sobre el río Guayllabamba, se empezó a volver muy popular.
PERU
SANTUARIO DE LA SANTÍSIMA VIRGEN DE COCHARCAS
«Cocharcas» significa en quechua «pantano» o «lugar cenagoso». En la noche oscura del paganismo, en medio de un lodazal, surgió el lirio de la devoción a la purísima Virgen de la Candelaria. Encandiló al indio y lo condujo a la práctica de la religión verdadera. Hoy, en medio del terrible pantano moral en que nos encontramos, volvamos las miradas a la Virgen de Cocharcas, para que haga renacer en el Perú esa misma Fe y devoción mariana, apresurando así el triunfo de su Inmaculado Corazón.
En las márgenes del río Pampas, en la provincia de Chincheros, Apurímac, sobre una florida meseta está situado este monumental Santuario Mariano.
Su historia remonta a los primeros tiempos del Virreinato. Hacia fines del siglo XVI vivía en San Pedro de Cocharcas un joven, descendiente del curaca Chuquisullca, llamado Sebastián Quimichi. En la víspera de la fiesta patronal, se hirió con un hacho de maguey encendido, cuyas astillas le atravesaron la muñeca de lado a lado. Lisiado y desdeñado en su tierra, se fue al Cusco a buscar trabajo. Allí, en casa de una palla (dama noble) del linaje de los Incas, se enteró que la Santísima Virgen tenía un santuario en el Collao, al borde del Titicaca, donde obraba incontables prodigios. Lleno de confianza, decidió marchar a Copacabana.
Puesto en camino, una noche tuvo un sueño sobrenatural, y al despertar descubrió que las astillas, que hacía tanto tiempo tenía dentro de la mano, habían quedado fuera sin lesión ni dolor alguno. Al llegar al santuario, completamente recuperado, sintió un gozo y una paz indefinibles y, postrándose ante el altar de María, dejó que sus ojos y su alma le expresasen con lágrimas y suspiros la gratitud de su corazón. En retribución, se propuso llevar a su pueblo una copia de aquella imagen y promover su culto.
Para tal fin, viajó a La Paz y después a Potosí a la procura de limosnas. Con ellas adquirió, de regreso a Copacabana, una réplica de la venerada imagen que el propio escultor de ésta, Francisco Tito Yupanqui, había tallado para un clérigo del Tucumán fallecido antes de serle entregada. Feliz con su preciado tesoro, Sebastián iba ya a partir, cuando sucede algo inesperado: el Prior del Santuario ordena incautarle la imagen. Al parecer, supuso que el devoto había recogido esas limosnas a nombre de la Virgen del Lago y sin la autorización competente. Como ni sus ruegos, ni sus explicaciones bastaron, el buen Quimichi decidió ir hasta Chuquisaca y exponer ante el Obispo y la Audiencia la justicia de su causa. Finalmente, tras mover cielo y tierra pudo rescatar su imagen.
El retorno a Cocharcas fue un continuo triunfo: “Iba por el camino Sebastián con sus compañeros —narra el cronista Fernando de Montesinos— cantándole a la Virgen grandes elogios, que los montes y las peñas y los caminos se allanaban, dando paso a la Virgen, y que por donde pasaba, salían rosas, alhelíes y clavelinas y todas flores”. No escasearon los favores de Nuestra Señora a aquellas gentes sencillas, como tampoco faltaron las contradicciones. Al llegar a Urcos, extrañó al cura que un indio causase tanto alboroto y que, sin la autoridad del Prelado del Cusco, promoviese estas demostraciones. Avisó al Obispo, Don Antonio de la Raya, y éste ordenó que antes de entrar en la ciudad, decomisaran la imagen y condujesen a Sebastián a su palacio.
El devoto indio fue encarcelado y la imagen llevada a la Iglesia de la Compañía. Luego que todo se aclaró, el Prelado le autorizó a proseguir su viaje. Este incidente sirvió para que trascendiese más lo que ya se sabía de esta imagen y dio ocasión a que los vecinos del Cusco la honrasen y aclamasen. El Obispo concedió asimismo la facultad de venerarla en San Pedro de Cocharcas y fundar una cofradía en su honor.
“Hubo muchas fiestas en el recibimiento de la imagen, danzas, cofradías de toda la doctrina con sus pendones, arcos de flores y regocijos de fuego. Entró en su casa la soberana Señora por el mes de Setiembre del año 1598; así como la imagen divisó el pueblo, comenzó a llover, estando sereno el cielo, y continuó la lluvia hasta que llegó a la iglesia; que se advierte, por presagio de bienes, en la relación desta historia, que se guarda en aquella santa Iglesia. Pusieron la imagen en el altar mayor, y luego comenzó Dios a obrar por ella grandes maravillas. Al principio se iban pintando los milagros; hoy como son tantos, no se cuida desto”.
Pasado algún tiempo, viendo lo pobre que estaba su iglesia, Sebastián emprendió otra peregrinación a Chuquisaca para conseguir más limosnas. Sin embargo, en Cochabamba le aguardaban nuevas aflicciones: el vicario, no dando crédito a las licencias que portaba, rasgó los papeles y le incautó lo recolectado. Al fin, el piadoso Sebastián cayó gravemente enfermo y, con cristiana resignación, entregó santamente su alma al Creador.
Al poco tiempo el dinero fue liberado y destinado a las mejoras del templo. Fue el primer Obispo de Huamanga, Fray Agustín de Carvajal, quien dispuso que la fiesta de la Virgen se trasladase al 8 de setiembre, dado que el 2 de febrero coincide con la estación de lluvias, lo cual era un obstáculo para la afluencia de peregrinos y una amenaza constante para los que se arriesgaban a llegar hasta el santuario.
En 1623 se le dedicó una nueva iglesia, que años más tarde reedificó y culminó el ilustre Obispo de Huamanga, Don Cristóbal de Castilla y Zamora. En un letrero, aún visible, se lee: “Acabóse esta Iglesia y Retablo de Ntra. Sra. de Cocharcas. Año 1675”. Su amplio interior atrae la atención por las muchas pinturas que decoran los muros, encerradas todas en valiosos marcos. Mons. Fidel Olivas Escudero hizo trasladar los restos de Sebastián a la sacristía el 14 de setiembre de 1903 y en la lápida que los cubre hizo grabar la siguiente inscripción: “Aquí yacen los restos de Sebastián Martín, Quimichu de la Virgen de Cocharcas. Año 1600”.
Tal es el más notable santuario de los Andes del Perú, tan afamado en los tiempos virreinales y cuya romería, concurridísima antaño, daba ocasión a una feria que ha decaído con el tiempo. También la iglesia ha sufrido algún deterioro, en especial a raíz del incendio de 1992. Y el tesoro de la imagen ha disminuido notablemente: el anillo de oro obsequiado por el Papa en 1600, las coronas imperiales donadas por los Reyes de España, la valiosa custodia del Santísimo y hasta el viejo libro manuscrito con la historia original, han desaparecido.
La venerada imagen de la Mamacha Cocharcas es una hermosa talla en madera policromada de regular tamaño. No sobresale por la finura de sus rasgos, pero es devota y tiene indudable parecido con su gemela de Copacabana. De pie, sostiene al Niño en su brazo izquierdo y la consabida candela y el canastillo en el derecho. Sobresale el amplio manto y el vestido, riquísimamente bordados.
En 8 de setiembre de 1946 se realizó la solemne coronación canónica de la imagen, precedida de una asamblea mariana en Ayacucho, a la que siguió un Congreso Mariano realizado en torno al mismo santuario.
La popularidad de esta devoción determinó que se extendiera rápidamente a otros valles. Existen réplicas de la Virgen de Cocharcas, por ejemplo, en el distrito de Sapallanga, en Huancayo, así como en Orcotuna. También en Lima hay un templo de esta advocación, cuyo origen data de tiempos virreinales, situado en el Jr. Huánuco, en Barrios Altos.
Obras consultadas.-
• Mons. Enrique Pélach y Feliu, Nuestra Señora de Cocharcas, Editorial Andina, Abancay, 1972.
• P. Rubén Vargas Ugarte S. J., Historia del Culto de María en Iberoamérica y de sus imágenes y santuarios más celebrados, Madrid, 1956.
• José de la Riva-Agüero y Osma, Paisajes Peruanos, Instituto Riva-Agüero de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Lima, 1995.
BOLIVIA
SANTUARIO MARIANO DE LA VIRGEN DE LA PEÑA
LA VIRGEN DE LA PEÑA
Es necesario aclarar, que “La Virgen de la Peña” no es una imitación de advocaciones existentes en España . De hecho, su nombre auténtico es “Nuestra Señora de Yariguarenda”, nombre que se le debe a los antiguos pobladores aborígenes de estos lugares. Tal es así que, el Paraje conocido como Yariguarenda se denomina en realidad “Santa María de Yariguarenda”, por la presencia de la Virgen.
Cabe también resaltar que en estas tierras benditas, aún no se habían establecido correctamente los límites entre Argentina y Bolivia. Por este hecho existe en Bolivia una devoción muy grande a la Virgen de la Peña.
En el Santuario, por ser un santuario mariano, se rinde culto a la Madre de Dios tanto en las fechas que la liturgia establece para las celebraciones de la Virgen como en la fecha propia de la Virgen de la Peña los 3º domingos de agosto y de cada mes.
Pero hay otras formas de rendir homenaje a la Virgen que la piedad popular ha establecido desde sus costumbres religiosas: el rezo del santo rosario; el encendido de velas a la Virgen; el traer promesas o exvotos; el dejar ofrendas como cortes de cabellos, prendas, insignias, flores; el caminar descalzos y subir el cerro, etc.
Llamamos Fiesta Mayor de la Virgen de la Peña a la que se celebra en el mes de agosto.
Previo a la Fiesta, se realiza la novena en donde se invita, según la acostumbre, a diversas comunidades de la zona, tanto parroquiales como capillas.
Para esta Fiesta concurren miles y miles de peregrinos provenientes de todas partes: de pueblos vecinos, de Bolivia, Paraguay, Uruguay, y de distintas provincias de Argentina. En la celebración del Centenario en agosto de 2004, se ha recibido peregrinos provenientes de Venezuela.
También en el mes de diciembre, para la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, la imagen peregrina de la Virgen de la Peña desciende a Tartagal acompañada por peregrinos a caballo y de a pie. Pero esta vez, es el pueblo de Tartagal quien da la bienvenida a la Virgen que desciende del cerro para visitar a sus hijos. Esta peregrinación es preparada por los lugareños del Paraje de Yariguarenda, quienes ponen sus carros y los adornan conformes a la costumbre del lugar, ya que la Madre va a visitar a su pueblo vecino. En Tartagal, decíamos, es recibida por el mundo católico que adorna sus calles donde la Virgen comienza su recorrido y es allí donde tiene lugar la Fiesta del pueblo. A su llegada se celebra la misa en las calles por la innumerable multitud que se encuentra expectante para recibir la Sagrada Imagen de la Virgen. Luego de permanecer unos días en Tartagal y haber visitado a las parroquias, algunos lugares e instituciones, la imagen es devuelta al Santuario.
Una nueva peregrinación se realiza para su regreso, donde el Santuario ya ha sido preparado para recibir nuevamente a miles y miles de peregrinos provenientes también de todas partes para rendir culto a la Virgen. Esta, se la denomina Fiesta Menor, por ser la segunda en el año.
En el Santuario se celebran todas solemnidades y fiestas del calendario litúrgico, mas las novenas de navidad y san Francisco.
Expresiones del Culto
Cuando se llega al Santuario para las Fiestas de la Virgen, los peregrinos acuden a las confesiones y celebraciones de las misas que se ofrecen a lo largo del día como gesto de conversión.
Los peregrinos, acostumbran a consagrar (aquí dicen “apromesar”) los niños bajo la protección de la Virgen. Los padres, llevan a los pies de María a sus niños apenas nacen y piden para sus hijos la bendición maternal de la Virgen, para que todo peligro se aleje de ellos y puedan crecer sanos y en la gracia de Dios. Esta forma de consagración, es una de las expresiones de fe y devoción más bella que se realiza en el Santuario. Pasado un tiempo, existe la costumbre de vestir a los niños consagrados a María con vestimentas semejantes a la ornamentación de la Imagen. Los niños, son conducidos luego hacia la Peña Santa, quienes deberán subir por sí solos, aunque acompañados por sus padres. Es una manera de dar gracias a la Virgen por su protección. Los niños de 5 años que fueron consagrados a la Virgen, ofrecen sus primeros cortes de cabellos luego de habérselos dejado crecer hasta esta edad.
También se “apromesan” personas mayores que llegan por vez primera al Santuario. Se “apromesan” las jovencitas vírgenes dejando sus hermosos corte de cabellos trenzados a los pies de la Imagen o en el cerro. Todo promesante deberá subir a la Peña Santa al menos una vez en la vida.
Una gran variedad y ricas expresiones corpóreas, gestuales y simbólicas, caracteriza la piedad popular de los peregrinos que vienen al Santuario a rendir culto a nuestra Madre.
Algunos llegan descalzos y suben la Peña Santa de este modo, otros entran al templo de rodillas.
La mayoría trae una ofrenda a la Virgen como flores, mercadería o ropa para los hermanos más pobres, cirios, exvotos, cabellos, fotografías o alguna pertenencia personal.
En estos momentos existen dos imágenes de la Virgen de la Peña. Una, la más antigua, es la Virgen peregrina, que visita muchos lugares de la diócesis y que convoca de una manera especial a los pobladores de cada lugar. Nuestro hermano país del Paraguay, ha solicitado la visita de la imagen de la Virgen, por lo que se está trabajando en ello.
La otra imagen preside el Santuario y solo se saca de la urna que la resguarda, el día de la Fiesta de agosto.