Nuestra Señora de Araceli
Descripcion del santuario
A seis kilómetros al Sur de Lucena, en la eminencia de la Sierra de Aras, se alza el Santuario de Maria Santísima de Araceli, Patrona de Lucena y del Campo Andaluz.
Una carretera conduce a través de feraces olivares y agrestes y pintorescos paisajes serranos desde la ciudad de Lucena hasta la explanada del Santuario, a 863 metros sobre el nivel del mar.
El panorama desde el privilegiado balcón natural que es la Sierra de Aras, situado en centro geográfico de Andalucía, es extraordinario. Tierras de cinco provincias andaluzas y más de treinta pueblos se muestran a los ojos del visitante.
Ante esta magnífica visión escribió el premio Nobel don Camilo José Cela: El vagabundo, antes de entrar en Lucena, prefirió verla -en compañía de todo lo que desde allí se ve-, subido al santuario de Araceli, la atalaya de uno de los más bellos paisajes españoles. El vagabundo, desde su alto mirador, se sintió poderoso como nunca y también vagamente feliz. El andar por los caminos brinda, de vez en vez, gozos que no podrían comprarse con dinero.
Desde la altura de la Sierra de Aras, Córdoba, Jaén, Granada, Málaga, Cádiz y Sevilla parecen ofrecer sus tierras, sus dilatados horizontes a la Patrona del Campo Andaluz.
El Santuario consta de dos partes bien diferenciadas: la iglesia con sus dependencias, y la hospedería, donde antaño vivían los capellanes y hermanos sirvientes de Nuestra Señora. Una escalinata conduce desde la explanada exterior hasta la iglesia que ostenta una sencilla fachada de piedra con tres arcadas de medio punto con cierres de forja, siendo la central, la puerta de acceso al pórtico. Cuenta asimismo con una espadaña angular y dos huecos para campanas. Los canteros Juan Navajas y Toribio de Bada fueron los artífices de estos elementos arquitectónicos.
Desde el pórtico se accede al templo a través de una portada de jaspes polícromos, rojos, blancos y negros, muy en la tradición artística dieciochesca del sur de la provincia de Córdoba.
La iglesia es de planta basilical con tres naves cubiertas con bóveda de medio cañón; la central, decorada con pinturas al fresco de motivos barrocos en azul, blanco y dorado, se separa de las laterales mediante tandas de arcos sobre columnas dóricas de jaspe de la propia Sierra de Aras; sobre las columnas se hallan pinturas con efigies de doctores de la Iglesia o santos especialmente devotos de la Virgen.
En el arco toral, sobre una bancada de elaborados jaspes rojos, una magnífica verja realizada en 1746 por el artesano local Antonio García, con el bronce de los cañones del castillo de Aguilar, separa la nave del crucero. Éste se centra con una magnífica cúpula semiesférica, prolijamente decorada con yeserías de motivos vegetales, entre los que aparecen angelitos y símbolos marianos que se extienden por los propios pilares que la sustentan, por las pechinas, y por la bóveda del presbiterio. La labor de talla de esta obra fue realizada por el artista natural de la ciudad malagueña de Antequera Antonio de Rivera en 1722. El Santuario cuenta con tres retablos.
El principal, que sirve de fondo al altar mayor y enmarque a la imagen de Nuestra Señora, y dos laterales, en los brazos del crucero.
El retablo principal, de madera tallada, dorada y policromada, fue realizado en 1695 por el maestro montillano Acisclo Manuel Muñoz, con la colaboración de Francisco Hurtado Izquierdo, Leonardo Antonio de Castro y Jerónimo y Teodosio Sánchez de la Rueda, todos ellos figuras destacadísimas del barroco andaluz. Consta de dos cuerpos, el principal con una sola calle en cuyo centro, enmarcada por bellas columnas salomónicas decoradas con pámpanos, se encuentra la embocadura del camarín de la Virgen. Un entablamiento, partido en múltiples secciones, con un espléndido broche central de talla, da paso al remate, de medio punto, con un lienzo que representa al Espíritu Santo entre cabezas de ángeles, todo ello centrado entre un frontón partido e involutado.
En los muros laterales del presbiterio dos grandes y bellísimos marcos de talla dorada, bajo sendos pabellones, muestran los lienzos de la Natividad y la Epifanía, ambos del pintor y arquitecto lucentino Leonardo Antonio de Castro y Hurtado.
Los retablos laterales son de menor categoría. Ejecutados en torno a 1735 probablemente por Francisco José Guerrero, están advocados a San José y a Santa Bárbara.
La antesacristía está presidida por un lienzo que representa una de las caídas de Jesús, ante María y San Juan; frente a él, en una hornacina, se encuentra un busto del historiador lucentino y devoto aracelitano don Fernando Ramírez de Luque.
La sacristía conserva una magnífica cajonera de nogal, tallada en 1714 por Martín de Luna, así como diversos lienzos al óleo entre los que destacan un Ecce Homo y un San Onofre, ambos del siglo XVII; asimismo, dentro de una urna, una bella imagen de Nuestra Señora del Tánsito, del siglo XIX, procedente del convento de Santa Clara.
Desde la antesacristía, a través de una puerta de magnífica labra, que preside la imagen de un Cristo de la Expiración se accede al antecamarín, repleto de exvotos que testimonian algunos de los favores logrados por intercesión de Nuestra Señora. Preside este ámbito, en un altar portátil de delicada talla barroca y espejos embutidos, un lienzo de Jesús Crucificado, obra de Leonardo Antonio de Castro.
Una puerta, decorada con delicadas tallas de carácter vegetal, da acceso a la pieza del camarín de la Virgen, dividido en dos partes cupuladas y separadas por un arco toral.
La parte anterior es la más antigua. Fue construida en los años finales del siglo XVII y alberga bajo su cúpula ovalada la imagen de María Santísima de Araceli, alzada sobre un trono de talla dorada y jaspe, con ángeles turiferarios y querubines, que al igual que los ángeles lampadarios que se encuentran en las cuatro esquinas de la pieza, son obra del escultor y retablista local Pedro de Mena y Gutiérrez.
Pinturas de bellísimos ángeles músicos y cantores, a los que acompañan grupos de angelitos que portan símbolos mariológicos, decoran la cúpula, cuyas pechinas muestran escenas de la vida de la Virgen, entre festones y guirnaldas de flores. Esta pieza, entelada, está recubierta con multitud de relicarios, cornucopias y otros motivos barrocos, así como algunas pinturas murales con las escenas de la Anunciación y la Visión del Emperador Constantino.
Contribuyen a la decoración del conjunto cuatro urnas, dos de ellas conteniendo reliquias de san Plácido y san Victoriano, donación del lucentino Fray Alonso de Jesús Ortega, General de la Orden Hospitalaria a mediados del siglo XVIII; y otras dos con las imágenes de un Niño Jesús de la Humildad y un San Juanito.
Un retablo, complemento del principal de la iglesia, enmarca la boca del camarín, entre altos pedestales que sustentan pares de columnas salomónicas, sobre cuyos capiteles corintios se levanta el entablamento, partido y decorado con dentellones y ovas. En el rompimiento se encuentra un escudo con una maría. Decoran el intradós abocinado del arco, dos bellos espejos holandeses del siglo XVII.
La parte posterior del camarín, traspasado el arco toral, revestido por una decoración barroca de placados de talla y una gran corona real, está cubierto por una cúpula semiesférica, decorada con yeserías, pinturas de festones de frutas y flores, y espejos. En sus pechinas, aparecen los tres arcángeles y el ángel de Paraiso junto a textos alusivos. Los muros de este espacio, decorados por el pintor levantino Tomás Ferrer en 1762 están recubiertos de pinturas de ángeles guerreros que, con sus brillantes corazas, sus espadas flamígeras, sus coloristas cimeras, montan guardia a la Patrona. Por doquier aparecen cartelas con textos bíblicos o doctorales sobre la figura de la Virgen, confirmándose Ella, desde hace siglos como "el Honor de nuestro Pueblo."
http://4.bp.blogspot.com/_Jv76Q-4-QR8/S ... MG1463.JPGNUESTRA SEÑORA DE ARACELI, ESPAÑA ( 2 DE MAYO)
La advocación tiene su origen por el año 500 en Italia y llega a España un milenio después. La pérdida y hallazgo de la imagen luego de una tormenta estableció el lugar del santuario. El santuario está en la cima del cerro de Aras a 6 kms de Lucena. Es conocida por sus intercesiones ante las rogativas por falta de agua y por las pestes... ... Lucena es una localidad de la provincia de Córdoba, Andalucía, España, capital de la comarca de la Subbética Cordobesa. Se encuentra situada a 67 kilómetros de la capital de provincia, Córdoba. Su nombre proviene de Eliossana (del hebreo Elí hosanna, Dios nos salve), nombre con el cual fue llamada originalmente por los judíos, mientras que los musulmanes la denominaban como al-Yussana. Nuestra Señora de Araceli es la Patrona de Lucena aunque no es originaria de allí sino de Roma. ALTAR DEL CIELO Nuestra Señora de Araceli es una advocación singular de la Virgen, muy antigua, que nace no de una aparición ni de una imagen, sino de un santuario edificado el año 595 en Roma sobre el solar en que existió el templo de Júpiter Capitolino en la cima del monte Capitolio. Por eso el primer nombre de este santuario, dedicado desde su fundación a la Virgen, fue el de Santa María del Capitolio. Pero pronto el pueblo le mudó el nombre. Edificado en la cima más alta de Roma, a la que había que subir por una larga escalinata a la que llamaban scala coeli (escalera del cielo) llamaron al templo Ara Celi, el altar del cielo. Miguel Ángel rehizo esta escalinata de 160 escalones en consonancia con el estilo del templo, convirtiéndola en una obra de arte y en un muestrario del antiguo esplendor romano: recuperó de las basílicas de los Julios, de los baños y de los palacios, grandes bloques de piedra, algunos con inscripciones, con los que construyó los escalones. La iglesia es de estilo heterogéneo, pues está edificada con restos de antiguos edificios romanos, por lo que hay en él columnas de granito de los palacios imperiales, mosaicos, capiteles y objetos de orfebrería de templos y termas, relieves griegos, y toda clase de materiales nobles recuperados de las ruinas del imperio. Araceli se trata de un nombre compuesto de dos palabras latinas: ara y coeli. Ara es sinónimo de altar. Es un altar más pequeño, destinado a libaciones y súplicas. Es más que el altar sobre el que se ofrecen los sacrificios, aquel ante el cual se reza y en el que se depositan las ofrendas. En el cristianismo se denomina con este término la piedra consagrada que se encaja en el centro del altar y que constituye su núcleo y su centro litúrgico. Es el ara, en resumen, una piedra sagrada destinada a la liturgia. Coeli es el genitivo de coelum y significa "del cielo"; los romanos llamaban caelum a la bóveda celeste, al firmamento, que consideraban morada de los dioses y héroes, representados por las estrellas y las constelaciones. Ara celi es la piedra sagrada mediante la cual nos mantenemos en comunicación con el cielo. Como nombre común la palabra araceli significa en español "fundamento sobre el que se asienta algo", "cima", "meseta".. LA LLEGADA DE LA VIRGEN A ESPAÑA Según la tradición, la imagen de la Virgen de Araceli llegó a Lucena desde Roma en 1562, año en que don Luis Fernández de Córdoba, VIII alcaide de los Donceles y II Marqués de Comares viajó hasta allí junto al hidalgo Juan de Onieva. Habiéndose quedado prendado de la madonna de Aracoeli, que los franciscanos veneran en la basílica capitolina del mismo nombre, encargó una imagen para traerla a Lucena, cabecera de su señorío. Embarcó en Civitavecchia a primeros de abril, arribando a Alicante el día 12 del mismo mes. Con fecha 25 de abril, el cortejo que portaba la imagen de la Virgen entró en tierras lucentinas. A llegar al lugar conocido como "Primera Cruz", se desencadenó una terrible tormenta. Las caballerías se dispersaron, perdiéndose en la espesura de la sierra de Aras, entre ellas la que llevaba la imagen de Nuestra Señora, siendo encontrada al día siguiente por los criados del marqués, en la cima del monte, en el lugar donde se halla emplazado el calvario que sirve de culminación al viacrucis de jalona la subida al Santuario. Entendiéndose en estas circunstancias un designio divino, se construyó allí una pequeña ermita en la que inmediatamente comenzó a recibir culto la venerada imagen. La escultura tiene una altura de 160 cms. y muestra a Nuestra Señora vestida con una hermosa túnica de color carmesí, posando sus pies sobre una nube con cabezas de querubines. Desde el siglo XVII y siguiendo la moda de aquella época la imagen se viene vistiendo con ricos mantos y adornos. En 1613 su Santidad Paulo V concedió a los cofrades de Nuestra Señora de Araceli bula de indulgencias, ratificada y ampliada por posteriores pontífices. La extensión de la devoción aracelitana corrió paralela a las mejoras artísticas y estructurales del Santuario a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Deseosos de alcanzar de las autoridades el reconocimiento del Patronato sobre la ciudad de Lucena -evidente desde los primeros tiempos de la llegada de la bendita imagen-, en 1792 el Ayuntamiento, el Clero y el pueblo solicitaron y lograron del diocesano de Córdoba, don Antonio Caballero y Góngora la ratificación del mismo: la del Rey, don Carlos IV, se logró poco después, en 1808; pero las acontecimientos en que se vio envuelta España prácticamente durante la mitad del siglo XIX dilataron el logro de la ratificación del Patronato por parte del Romano Pontífice, lo que se alcanzó de S.S. Pío IX el 14 de marzo de 1851, sancionando mediante su autoridad apostólica este Patronato, siendo desde entonces Patrona Única de la ciudad de Lucena. Ya en el siglo presente, a partir de 1910 se iniciaron las gestiones tendientes a lograr de la Santa Sede la Coronación Canónica de la venerada Imagen. Muy avanzados los trámites, y ya elaborados las coronas de la Virgen y su Bendito Hijo, así como el manto blanco, la Guerra Civil impidió la culminación del proceso. Este se reinició hacia 1945 alcanzándose del Papa Pío XII la implorada gracia de la Coronación el 7 de marzo de 1947. Así, el 2 de mayo de 1948, con grandiosa solemnidad, presidiendo el cardenal Segura, arzobispo de Sevilla, con la asistencia del arzobispo de Granada y los obispos de Córdoba, Cádiz y Jaén, y representando al Jefe del Estado el ministro de Agricultura, fueron coronados el Niño Jesús y María Santísima de Araceli. Un grupo de lucentinos residentes en Sevilla fundaron en 1944 una Hermandad en honor de la Patrona de Lucena y del Campo Andaluz. Esta Hermandad tiene su sede canónica en la iglesia de San Andrés. El escultor Castillo Lastrucci quedó comisionado para hacer una copia de la imagen original, con el rasgo emotivo de que después no quiso cobrar nada por su trabajo, en recuerdo de su madre, que llevaba el nombre de Araceli. Haciéndose eco de los deseos de los labradores, el entonces obispo de Córdoba, fray Albino Menéndez-Reigada la proclamó en 1954 Patrona del Campo Andaluz, sobre el que Maria Santísima de Araceli ejerce desde hace siglos su benéfico patrocinio. ALGUNAS INTERCESIONES DE LA VIRGEN Además del milagro de su llegada, han quedado registrados algunos otros generalizados, como el del día 2 de abril de 1589, en que como consecuencia de la gran necesidad de agua, y en rogativa para que Nuestro Señor la enviase por mediación de su intercesora, la Virgen de Araceli, en sesión municipal el ayuntamiento de Lucena "acordó el postrero día de pascua se vaya por Nuestra Señora de Araceli y se traiga en procesión y se ponga en la iglesia del Señor San Mateo de esta villa y se le hagan nueve fiestas". A dicha procesión de recibimiento se invitó a las comunidades de frailes dominicos y franciscanos, y a las cofradías del Santísimo Sacramento, de Nuestra Señora de la Asunción, de la Caridad, de la Nuestra Señora de la Cabeza; la de Nuestra Señora de la Paz, de la Inmaculada Concepción, de las Benditas Ánimas del Purgatorio, de la Virgen de la O, de Nuestra Señora de la Soledad y del Dulce Nombre de Jesús. El 9 de enero de 1600, habiéndose tenido noticia de la existencia de epidemia de peste en Málaga, Granada y Antequera, el Cabildo municipal de Lucena acordó que "para conservar la buena salud de esta villa y librarla de las enfermedades de peste de que están tocados algunos lugares de la Andalucía, se hagan decir y celebrar por este cabildo, nueve misas cantadas solemnemente a las nueve festividades de nuestra Señora la Virgen Santa María Madre y Señora nuestra, desde el miércoles venidero veintiocho a las seis horas de la mañana y se vayan prosiguiendo hasta que estén acabadas". LAS FIESTAS Las fiestas en honor a la Virgen, comienzan, cuando Ésta, es bajada en Romería el penúltimo domingo de Abril, desde su Santuario, erigido en la cima de la Sierra de Aras, y con un recorrido de unos 6 km. en los que mediante Santeros, una parte del camino, y el Pueblo, la otra, procesionan a la Patrona, hasta llegar a la ciudad, donde la aguardan la Aracelitana Mayor, y su corte de honor, que la acompañarán hasta San Mateo, lugar donde normalmente reside la imagen hasta su subida de nuevo al Santuario. Las fiestas siempre han de coincidir con el primer domingo de Mayo. Comienzan el Viernes, con el Pregón Aracelitano, y continúan el Sábado, con la ofrenda de flores, en la que la mayoría de los lucentinos participan, y en las que la Aracelitana Mayor y sus damas ataviadas con el traje típico lucentino adornan el altar de la Virgen con miles de flores. La fiesta continúa el domingo, en la que la Patrona es procesionada por las calles de Lucena por santeros, todo un honor y orgullo para éstos, pues son sólo treinta y seis los elegidos. Mientras la Virgen avanza un sinfín pétalos de flores son lanzados a su paso, al tiempo que el pueblo canta su Himno. Una vez que la Imagen se acerca a su templo, miles de cohetes y fuegos artificiales, inundan el cielo de ruido y colorido. La Virgen vuelve a ser subida a su Santuario, el primer domingo de Junio, para lo cual, y de la misma forma que es bajada, los santeros y el pueblo la procesionan, hasta llegar a la cima de la Sierra de Aras, donde reside normalmente. SANTUARIO DE NUESTRA SEÑORA DE ARACELI Situado en la cima de la Sierra de Aras, prácticamente en el centro de Andalucía, a seis kilómetros de Lucena, dominador desde sus 863 metros de altitud de un amplísimo panorama sobre tierras de cinco provincias andaluzas: Málaga, Córdoba, Sevilla, Granada y Jaén, y en días claros, la costa marroquí. Es un impresionante santuario barroco que guarda la imagen de la patrona de Lucena, Nuestra Señora de Araceli. Juan Moyano, regidor de la entonces villa de Lucena, en unas curiosas anotaciones que se conservan, escribe que el año de 1600 empezaron las obras de construcción de un nuevo Santuario, más capaz para la cada vez mayor devoción de los fieles a Nuestra Señora, que se construyó en el punto culminante del monte, en el lugar donde durante siglos estuvo emplazada una atalaya militar construida para controlar la frontera entre el reino cristiano de Castilla y el musulmán de Granada. El 8 de septiembre de 1603 se inauguró el nuevo templo con una solemne función religiosa. Arquitectónicamente se constituye como un templo de tres naves con crucero. La nave central que alberga un coro es más ancha y elevada que las laterales comunicándose con ellas por medio de series de cuatro arcos de medio punto sobre columnas toscanas de jaspe de aguas meladas. El interés de esta iglesia radica no obstante en la cúpula sobre pechinas y en el tramo de bóveda, de medio punto con lunetos, que cubre el presbiterio. En estos espacios la densidad decorativa oculta casi totalmente los elementos puramente constructivos, derramándose amplia y generosamente fuera de la media naranja a través de las pechinas y los arcos torales y descendiendo por los pilares que sustentan el ámbito. El camarín de María Santísima de Araceli se organiza en dos tramos de sentido longitudinal respecto al eje del templo, separados por un arco toral de medio punto y ambos distanciados en el tiempo por menos de un siglo. El primer tramo y más antiguo se puede fechar en el último decenio del siglo XVII. De planta rectangular, en sus lados mayores se sitúan la boca del camarín, abierta al retablo mayor y exornada con otro retablo interior, y el arco toral que marca la separación con el segundo tramo. Los parámetros de los arcos torales de medio punto se cubren con un zócalo de azulejos valencianos de la época, telas preciosas, lienzos, imágenes, esculturas y relicarios. Las obras del segundo tramo del camarín se iniciaron en 1752. De planta también rectangular en este espacio se abren tres vanos que corresponden a dos ventanas y a la puerta de acceso. El ámbito se cubre con una cúpula sobre pechinas agallonadas, en cuyos fondos aparecen textos bíblicos relacionados con la Virgen. Bajo las pechinas y como prolongación descendente de éstas, en cada rincón se sitúan sobre sendas repisas los tres arcángeles y el ángel custodio. El Retablo Mayor presenta dos partes: la externa, de cara a los fieles, y la interior, hacia el camarín. Exteriormente y en sentido vertical, el retablo presenta una sola calle, en cuyo centro se encuentra el gran hueco o boca del camarín, rematado en un medio punto sobre el que se halla una tarja de rizadas hojas doradas y policromadas. Frente a la imagen de Nuestra Señora de Araceli, sobre dos altos pedestales se levantan paredes de columnas salomónicas con capitel corintio y decoración de pámpanos. Los elementos decorativos de la cornisa son idénticos a los del retablo mayor; sin embargo, en el ático, los elementos sustentantes están constituidos por dos pilastras que enmarcan un cuadro con una reproducción de la Sábana Santa de Turín. En cuanto a los retablos laterales, los de San José y Santa Bárbara están realizados en madera jaspeada y dorada. En las calles laterales, sobre repisas, las imágenes de San Joaquín y Santa Ana. Las andas de la Virgen son de plata en su color y sobredorada. Estas andas están constituidas por cuatro columnas muy esbeltas. Culmina el conjunto con una cúpula semiesférica que descansa sobre las cornisas. Esta cúpula calada, culmina con un remate de jarrón con cruz. El pedestal de la Virgen se utiliza para colocar la imagen de Nuestra Señora en su Camarín es de madera tallada y dorada, con inclusión de taracea, se divide en dos cuerpos; el primero, de planta mixtilínea, se apoya sobre cuatro patas en forma de volutas y se decora con remates de esferas y pináculos elaborados en el jaspe de aguas meladas de la Sierra de Aras, así como con esculturas de angelitos que portan palmas. El cuerpo superior se apoya en el primero por medio de cuatro soportes en forma de S con decoración de rocallas y espejos embutidos, presentados en su frente dos hermosos ángeles turiferarios, con doradas corazas y cimeras. Es obra del lucentino Pedro de Mena en 1759.