por 16769 » Jue Oct 04, 2012 10:19 am
Buen Día, aquí dejo algunas aportaciones y comentarios referentes a la Lección No. 7. Gracias.
La noción de "Música Sacra", o Música Sagrada ha sufrido una evolución significativa; es importante comprenderla con exactitud, para evitar confusiones. San Agustín (que vivió a fines de los 300 DC.) ya distinguía la "música eclesiástica" (música culta que se podía utilizar eventualmente en la Iglesia) y el "canto eclesiástico", cuya primer cualidad no era la artística, sino el ser "apto" para cumplir la función litúrgica que se espera de él.Siglos más tarde, a finales de la Edad Media, de ese canto eclesiástico se deriva el cantus llanus conocido como el canto gregoriano, y el cantus figuratus conocido como el canto polifónico.La Iglesia Católica adopta el término en la segunda mitad del siglo XIX.
La noción es muy reciente, y surge como oposición a la teatralización de la música usada en las celebraciones litúrgicas, sobre todo en Austria y Alemania. La "Heilige Musik", (música sagrada), originalmente era una "purificación" de la música litúrgica. Entre los principios de esta corriente tenemos, la diferencia radical de la música profana o "del mundo", que no es apta para los ritos sagrados; y el canto gregoriano y la polifonía de Palestina, que se puede considerar sagrado y apto. Pío X en su Motu Propio de 1903 decía que "una composición para la Iglesia será tanto más sagrada y litúrgica cuanto se acerque más en su desarrollo, inspiración y sabor a la melodía gregoriana".
El criterio para definir si es sacra o no era la similitud con el canto gregoriano. Más tarde Pío XII. en su Instrucción "De Música Sacra" de 1958, amplía considerablemente la noción: "por música sagrada se entiende: el canto gregoriano, la polifonía sacra, la música sagrada moderna, la música sacra para órgano, el canto popular religioso y la música religiosa" (No.4),
El Concilio Vaticano II ha conservado el término de Música Sacra, pero dándole un contenido muy diferente, cuando en la Constitución de la Liturgia aparece que: "la música sagrada será tanto más santa cuanto esté en conexión más estrecha con la acción litúrgica, ya sea expresando con mayor delicadeza la oración o fomentando la unanimidad, ya sea enriqueciendo de mayor solemnidad los ritos sagrados" (S.C. 112). Este concepto se identifica plenamente con lo que San Agustín entendía por "canto eclesiástico".
La "Noción de Música Sagrada" no es tan antigua como suele pensarse. De hecho sus orígenes están en una corriente de reacción llamada "Cecilianismo" (En honor a Santa Cecilia) contra la "teatralización" y excesiva dramatización que los compositores de finales del siglo XVIII pero sobre todo conforme avanzaba el XIX empezaron a imprimirle a sus obras con textos usados en la liturgia.
Entonces es un término que, en este sentido, y a mi modo de ver muy comprensible, nace como contraposición, y puede definirse naturalmente por "eliminación" , y por "lo que no es" sin menoscabar el rigor científico. La Música sagrada entonces será aquella que está purificada de "elementos teatrales", la que no es teatral, la que no aplica su peso expresivo en la dramatización y el espectáculo, la que no busca el fin estético en sí mismo, o la catarsis al estilo griego.
Visto en sentido "positivo", el género más puro, más despojado de connotaciones profanas, sensuales y/o dramáticas (aunque pueda atribuírsele alguna en el pasado a sus contemporáneos o antecesores) que, por sobre todas las cosas, se le descubre totalmente al servicio del texto litúrgico, y que sujetándose a él y a su profundo significado (teológico-celebrativo-encarnación del Misterio celebrado), adopta formas melódicas, construcción lineal armónica, y ritmo y aire en un justo medio entre la expresividad y el drama, es el Canto Gregoriano.
Se hallan en grado sumo estas cualidades en el canto gregoriano, que es, por consiguiente, el canto propio de la Iglesia romana, el único que la Iglesia heredó de los antiguos Padres, el que ha custodiado celosamente durante el curso de los siglos en sus códices litúrgicos, el que en algunas partes de la liturgia prescribe exclusivamente, el que estudios recentísimos han restablecido felizmente en su pureza e integridad.
Por estos motivos, el canto gregoriano fue tenido siempre como acabado modelo de música religiosa, pudiendo formularse con toda razón esta ley general: una composición religiosa será más sagrada y litúrgica cuanto más se acerque en aire, inspiración y sabor a la melodía gregoriana, y será tanto menos digna del templo cuanto diste más de este modelo soberano.
Gracias, Saludos.