La fe de Jesús 1. LA CIENCIA DE JESÚS .- Hasta no hace muchos años pensaban los teólogos que Jesús durante su vida terrena lo sabía todo, lo pasado, lo presente y lo futuro; conocía todas las ciencias, todas las técnicas, todos los inventos que se iban a realizar a través de la historia. Conocía personalmente a todas las personas del mundo, sus problemas y sus pensamientos. Decían que Jesús no ignoraba nada y que cuando durante su vida demostraba no saber algo era solamente porque él disimulaba para poder así enseñarnos.
En estos últimos tiempos, en los que tanta gente se ha dedicado a estudiar la Biblia, hemos sabido aceptar en su profundidad la realidad que muestran los Evangelios: que Jesús fue un hombre completo, y que, como todo hombre, él no lo conocía todo, y, por consiguiente, estuvo siempre en actitud de búsqueda y de aprendizaje, y tuvo dudas en su caminar, crisis y tentaciones.
El que Dios quisiera hacerse hombre completo, con todas sus consecuencias, es una de las asombrosas maravillas de su amor hacia nosotros.
Jesús, como hombre, tenía que poder crecer en sabiduría y tenía que tomar sus propias opciones con libertad y dolor. El tomó sobre sí todas las consecuencias de su encarnación, así como, la ley de la maduración humana; y todas las consecuencias de nuestro pecado, la ignorancia y las tentaciones; sólo que él jamás pecó (Heb 4,15). Si no fuera así, su pasión y su muerte no hubieran sido verdaderas.
Jesús vivió una humanidad con mucha más profundidad que cualquiera de nosotros. Y encontró como lo más íntimo de sí mismo al propio Dios. Jesús se sabe unido al Padre con una intimidad total y desconocida para nosotros. En su vida y en su conducta no hay otra razón de ser que, el Padre y su actitud constante de búsqueda de Dios.
Los evangelistas presentan a Jesús compartiendo el saber cultural de sus contemporáneos. No tienen miedo en afirmar que
"Jesús iba crecido en ensaber, estatura y en el favor de Dios y de los hombres" (Lc 2,52). Jesús pregunta con frecuencia para enterarse de lo que no sabe; ignora el día del juicio; sufre tentaciones; duda del camino a seguir; cambia de modo de proceder; pide que la muerte se aleje de él. Nada de ello se presenta como fingiendo, sino totalmente real.No hay razón alguna para negar que aprendio realmente de sus padres, de su pueblo, de su cultura. Aunque él transformará y dará una profundidad insospechable a toda la gran riqueza de su pueblo.
Jesús aprende continuamente nuevas cosas y hace nuevas experiencias que le sorprenden, siempre a partir de las ideas de la cultura de su pueblo.
A veces, como todo humano, crisis de identificación: dudas de quién es él y qué debe hacer; aunque todo ello envuelto en una profunda fe en la voluntad providente del Padre.
Tuvo que reconocer que el Reino de Dios, por causa de la dureza del corazón de sus oyentes, no llegaría tan rápidamente como él había pensado al principio de su predicación.
Todo esto se explica algo dentro del misterio sabiendo que Jesús tenía una conciencia humana distinta a la conciencia del Verbo de Dios. Si las dos conciencias fueran la misma, el Verbo estaría dirigiendo siempre la realidad humana de Jesús, que se convertiría entonces en algo meramente pasivo. La conciencia humana de Jesús no era como un doble de la conciencia divina. En realidad su autoconciencia humana se relacionaba con Dios en una distancia de criatura, con libertad, obediencia y adoración, lo mismo que cualquier otra criatura humana, aunque con una profunda conciencia de cercanía radical respecto a Dios.
Creer que el Jesús histórico conocía todo, sería confundir su vida terrena con su vida gloriosa de resucitado. No se pueden atribuir al Cristo terreno cualidades que son sólo del Cristo glorioso.
Jesús tuvo durante su vida momentos de particular claridad y experiencias de profundidad inaudita y de una apertura única al misterio de la creación y la vida. El recibió como regalo de Dios el conocimiento profético necesario para llevar a cabo su misión. Como revelador, tuvo un conocimiento totalmente único del misterio de Dios y de su plan de salvación. Jesús hombre, vivía con Dios en una proximidad y una amistad insospechadas hasta entonces.
Resumiendo: Cristo en su experiencia terrena tenía dos clases de ciencia: Un saber adquirido en relación con la cultura de su época, y un conocimiento profético, como don de Dios, que le capacitaba para cumplir a la perfección su misión de revelador del Padre. El campo del conocimiento profético estaba delimitado por el de esta misión suya.
2. LA FE DE JESÚS.- ¿Tuvo fe Jesús? A algunos les cuesta admitir que Jesús tuviera fe, porque piensan que él veía siempre a Dios, como los bienaventurados del cielo. Sin embargo, la respuesta a esta pregunta nos va a llevar a un conocimiento más profundo del mismo Señor Jesús, y al mismo tiempo nos va a enseñar el valor de nuestra propia fe.
Jesús es el auténtico creyente en Dios, que promueve entre los hombres una nueva fe. Es el hombre total porque ha sido el creyente total.
En el Nuevo Testamento no se habla expresamente de la fe de Jesús, no hay duda de que en numerosos pasajes se le atribuye una actitud de fe.
Dice la carta a los hebreos:
"Corramos con constancia en la competición que se nos presenta, fijos los ojos en el pionero y consumador de la fe, Jesús" (Heb 12,2). Según este texto, Jesús es presentado como el modelo perfecto de los creyentes, el que ha llevado la fe a la plenitud de la perfección, experimentándola en su propia vida, en una situación humanamente muy dura, al tener que elegir entre el gozo y la cruz, pasando por encima de la ofensa y el desprecio. Jesús es el modelo perfecto de la fe perseverante: él ha tenido que luchar hasta el final para dar toda su perfección a su actitud de creyente.
Jesús es el primero de los creyentes, "el pionero", en cuanto que los demás hemos de recorrer su mismo camino en la misma actitud. El recorrió nuestro camino de fe como modelo y precursor. Y lo recorrió como nosotros en la oscuridad de la tierra; y desde ella practicó la esperanza y la obediencia en medio de la contradicción y de súplicas y lágrimas. Pero su hastío y su miedo fueron superados por la fe y transformados en amor. Por eso él es el primero de los creyentes.
San Pablo considera a Cristo como el primero de los resucitados, el hermano mayor en la gloria, Hebreos lo considera como el primero que ha vivido ya como resucitado en la historia por haber vivido plenamente la fe.
Creer en Jesús es fundamentalmente creer en lo que él creyó y esperar la liberación que él esperó y alcanzó. La fe de Jesús enfrenta al hombre con la realidad
"Dios" en la que creyó y con los dioses oficiales a los que se opuso tenazmente. Por su humanidad Jesús es el camino para llevar a los hombres a creer en Dios como él creyó y a ser de Dios como lo fue él.
San Marcos dice: que en cierta ocasión en la que los discípulos no habían podido curar a un niño epiléptico, Jesús protesta diciendo:
"¡Gente sin fe! ¿hasta cuándo tendré que estar con ustedes?, ¿hasta cuándo tendré que soportarlos?". Y ante la petición del padre que le dice: "Si algo puedes, ten lástima de nosotros", Jesús le replicó: "¡Qué es eso de 'si puedes'! Todo es posible para el que tiene fe" (Mc 9,19.22-23). Y en seguida curó al niño.
Jesús, fundamenta su
"poder" en la fe que le anima. El es el que cree con fe ilimitada. Por eso puede curar al niño, porque
"todo es posible para el que tiene fe". La fuerza con la que él actúa es la fuerza de Dios, que anida en todo hombre que tiene fe en él.
Fe aparece aquí en el sentido bíblico de confianza en Dios. Y en esta línea es la que podemos afirmar que Jesús tuvo fe, verdadera fe, la fe plena en el sentido total de la Biblia.
En los Evangelios sinópticos aparece la fe como confianza absoluta en la omnipotencia de Dios en situaciones humanamente desesperadas (Mt 9,1-8; Mc 5,21-43; 10,46-52; 7,24-30; Mt 9,27-31; Lc 17,11-19; etc.). Para San Juan la fe es una entrega total confiada en la persona de Jesús. Según San Pablo la fe está íntimamente ligada a la actitud de obediencia (Rm 6,16-17; 15,18) y a la confianza (Rm 6,8; 2 Cor 4,18; 1 Tes 4,14). En la carta a los Hebreos (c.11) la fe es la certeza de una realidad que no se ve, a la que va ligada la firme confianza en la promesa de Dios y la obediencia fiel del hombre a Dios.
Esta actitud fundamental, que en la Biblia se llama fe, es ciertamente la actitud que define lo más íntimo, lo más personal y típico de Jesús. El se entrega incondicionalmente a su Padre Dios y acepta sus planes en absoluta docilidad, confianza y abandono, aun en los momentos de mayor obscuridad. Jesús superó siempre toda tentación de apoyarse en sí mismo o en los demás por medio de su fe-confianza, por su abandono total en el Padre.
La fe de cualquier persona, como la de Jesús, se tiene que realizar en la confianza, en el abandono en manos de Dios y muchas veces en la oscuridad y en la soledad de la cruz. Creer es lo mismo que aceptar a Jesús, pero no de cualquier manera, sino precisamente en su actitud de creyente en medio del dolor.Tomado del Capitulo 1 de: Cristología de Jesús.