--------------------------------------DESIERTO. REAL ACADEMIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA--------------------------------------
desierto, ta.
(Del lat. desertus).
1. adj. Despoblado, solo, inhabitado.
2. adj. Dicho de una subasta, de un concurso o de un certamen: Que no ha tenido adjudicatario o ganador.
3. m. Lugar despoblado.
4. m. Territorio arenoso o pedregoso, que por la falta casi total de lluvias carece de vegetación o la tiene muy escasa.
clamar en el ~.
1. loc. verb. coloq. predicar en desierto.
predicar en desierto, o en el ~.
1. locs. verbs. coloqs. Intentar, infructuosamente, persuadir a quienes no están dispuestos a admitir razones o ejemplos.
Fuente | Autor :
http://lema.rae.es/drae/?val=DESIERTO-----------------------------------------------DESIERTO. ENCICLOPEDIA CATÓLICA-----------------------------------------------
Las palabras hebreas traducidas en la Biblia de Douay por “desierto” o “silvestre”, y usualmente interpretadas por la Vulgata como desertum, “soledad”, u ocasionalmente eremus, no tienen el mismo tono de significado que la palabra en español desierto. La palabra silvestre, que se usa más frecuentemente que desierto para nombrar la región del Éxodo, se aproxima más cercanamente al sentido del hebreo, aunque no lo expresa del todo. Cuando hablamos del desierto nuestros pensamientos son naturalmente llevados a tales lugares como el Sahara, un gran desierto de arena, incapaz de vegetación, imposible como lugar de residencia para el hombre, y donde no se halla ser humano excepto cuando marcha de prisa a través de él tan rápido como puede. Ninguna de esas ideas está unida a las palabras hebreas para desierto. En hebreo se usan principalmente cuatro palabras para expresar la idea:
-----1 "Midbar"
-----2 `Arabá
-----3 Horbah
-----4 Jeshimon
-----5 Desiertos Bíblicos
”Midbar”
MDBR, midbar, la palabra más general, proviene de la raíz DBR dabar, “llevar” (ganado a pastar) [cf. alemán Trift de treiben]. Por lo tanto entre otros significados de midbar está el de extensiones de pastos para los rebaños. Así en Joel 2,22: “los bellos parajes del desierto brotan”, o literalmente “ya reverdecen los pastizales del desierto”. Así, también, el desierto no estaba necesariamente inhabitado. Así en Isaías 42,11 leemos: “Alcen la voz el desierto (midbar) y sus ciudades, las explanadas en que habita Quedar”, o más bien, "los pueblos que habitan en Quedar”, no es que hubiese en el desierto ciudades habitadas por una población estable. Los habitantes eran en su mayoría nómadas, pues el desierto no era un lugar regularmente cultivado, como los campos y jardines de los distritos civilizados ordinarios. Más bien era una región en la que había pastos, no ricos, pero suficiente para las ovejas y cabras, y más abundante después de la temporada de lluvias. El desierto se consideraba también como la morada de bestias salvajes---leones (Eclesiástico 13,19), asnos salvajes (Job 24,5), chacales (Mal. 1,3), etc. No estaba fertilizado por corrientes de agua, sino que habían fuentes (Gén. 16,7), y en algunos lugares había cisternas para recoger agua de lluvia. Midbar es la palabra usada generalmente en el Pentateuco para el desierto del Éxodo; pero en las regiones del Éxodo se distinguen varios distritos como el desierto de Sin (Éx. 16,1), el desierto de Sinaí (Éx. 19,1), el desierto de Sur (Éx. 15,22), el desierto de Sin (zin) (Núm. 13,21), etc. Además, se utiliza para otros distritos, como en Palestina occidental para el desierto de Judá (Jueces 1,16), y de nuevo en el este para el desierto de Moab (Deut. 2,8).
`Arabá
`RBH, derivado de la raíz “'arab”, "estar árido", es otra palabra para desierto, la cual parece expresar más de una de sus características naturales. La palabra significa una estepa, una planicie desértica; y transmite la idea de una extensión de país árida, improductiva y desolada. En pasajes poéticos se utiliza en paralelismo con la palabra midbar. Así en Isaías 45,1: "Que el desierto [midbar] y el sequedal se alegren, regocíjese la estepa ['arabah] y florezca como flor”, cf. también Jer. 17,6, etc. Aunque la Los Setenta a menudo traduce la palabra por eremos, a menudo utiliza otras variantes, como ge dipsosa y elos. La Vulgata emplea las palabras solitudo, desertum. Muy a menudo la palabra “'arabah” tiene meramente un sentido geográfico, así se refiere a la extraña depresión que se extiende desde la base del Monte Hermón, a través del valle del Jordán y el Mar Muerto, hasta el Golfo de Acabá. Así, también, están las estepas de Moab (Núm. 22,1), la llanura de Jericó (Josué 4,13), etc, en referencia a los distritos desolados relacionados con estos lugares.
Horbah
CHRBH (chorbah), se deriva de la raíz CHRB harab, “dejar yermo”, y es traducida en Los Setenta por las palabras eremos, eremosis, eremia. En la Vulgata se hallan las variantes ruince, solitudo, desolatio. En el Salmo 102(101),7 aparece una extraña traducción. La palabra en griego es oikopedon y en la Vulgata domicilium; y el pasaje en que ocurre la palabra es traducido en la Biblia de Douay: “Soy como un cuervo nocturno en la casa”. San Jerónimo, sin embargo, en su traducción del Salmo directamente del hebreo, emplea la palabra solidudinum, la cual parece más correcta: “Soy como un cuervo nocturno del yermo”. El lexicón de Gesenio da como el primer significado de horbah “sequedad”; luego como segundo significado “una desolación”, “ruinas”. Una combinación de estos sentidos parece haber sido la razón por la cual en los libros poéticos la palabra se usa como desierto. La palabra conlleva la idea de ruina o desolación causada por tierras hostiles, como cuando Dios dice de Jerusalén (Ezequiel 5,14): “Haré de ti una desolación”; o cuando el salmista, refiriéndose al castigo infligido por Yahveh dice (Sal. 9-10,7): “Se consumen los enemigos, todo es desolación por siempre”.
Jeshimon
YSHYMUN (jeshimon), derivada de YSHM, jasham, "estar desolada". Era considerado como un lugar sin agua, así en Isaías 43,19: “Pongo ríos en el desierto [jeshimon]. Era un yermo, un lugar inculto. En los pasajes poéticos se usa como paralelo de midbar, cf. Deut. 32,10; Sal. 78(77),40 (heb.): “Cuántas veces le provocaron en el desierto [midbar], y le irritaron en aquellas soledades [jeshimon]!” Frecuentemente se usa para designar la tierra inculta del Éxodo. Además de esos usos, parece que cuando se usa con el artículo a menudo ha asumido la fuerza de un nombre propio. En tales casos se refiere a veces al desierto del Éxodo (cf. Sal. 78(77),40; 106(105),14---heb. etc.). Parte de la tierra yerma cerca del Mar Muerto es llamada el jeshimon; y al noreste del mismo mar hay un lugar llamado Bet Hayesimot (cf. Núm. 33,49), donde se dice que acamparon los israelitas al final del recorrido. Estas son las principales palabras usadas para desierto en la Biblia. Sin embargo, hay otras menos frecuentes, sólo una o dos de las cuales se puede mencionar aquí: tal como tohu, usada en Gén. 1,2: “la tierra estaba vacía”. En Deut. 32,10 se usa en paralelismo con midbar, y en el Salmo 107(106),40 se refiere directamente al desierto. Otra palabra es çiyyah, la cual significa literalmente sequedad, pero se refiere a veces al desierto; así 'areç çiyyah, "tierra de sequía", o "desierto" (Oseas 2,5).
Desiertos Bíblicos
Se puede decir aquí una palabra los principales desiertos mencionados en la Biblia. Tal vez el más interesante es el del Éxodo. En el Pentateuco esta región es tratada en su conjunto como "el desierto", pero, por regla general, se hace referencia a partes especiales como el desierto de Sin, el desierto de Sinaí, el desierto de Cadés, en el desierto de Parán. Se han escrito libros para debatir la geografía de esta región. Baste decir que comprende el terreno sobre el que los israelitas viajaron desde el cruce del Mar Rojo hasta su llegada a la Tierra Prometida. Nosotros no entramos en la cuestión planteada por los críticos modernos en cuanto a si la geografía del Éxodo tenía diferentes significados en diferentes partes del Pentateuco. El desierto de Judá, también juega un papel importante en la Biblia. Se encuentra al oeste de la “'arabah”, del Jordán y el Mar Muerto. A él pertenecen los desiertos de Engadí, el de Técoa y el de Jericó, cerca de la ciudad del mismo nombre. Al este de Palestina están los desiertos de Arabia, de Moab, y el desierto de Idumea, cerca del Mar Muerto. Se nos dice (Éxodo 3,1) que Moisés alimentó a los rebaños de Jetró, y los llevó a las partes interiores del desierto. Este desierto estaba en la tierra de Madián, cerca del Mar Rojo, y en ella estaba el Monte Horeb, que San Jerónimo dice era el mismo que el Sinaí. El desierto al que David huyó de Saúl (cf. 1 Samuel 23,14) fue el desierto de Zif, que se encuentra al sur del Mar Muerto y de Hebrón. San Juan el Bautista vivió y enseñó en el desierto de Judea, al oeste del Jordán y el Mar Muerto, cerca de Jericó. Por último, la escena de la tentación de Cristo (Mateo 4,1-11), de la cual San Marcos añade (1,13): "Estaba con las fieras", fue más probablemente en el “'arabah” al oeste del Jordán, pero esto es sólo especulación.
Bibliografía: SMITH, Historical Geography of the Holy Land (Londres, 1897); CHEYNE, Encyclopedia Biblica (Londres, 1899); HASTINGS. Dict. of the Bible; VIGOUROUX, Dict. de la Bible.
Fuente: Howlett, James. "Desert (in the Bible)." The Catholic Encyclopedia. Vol. 4. New York: Robert Appleton Company, 1908.<
http://www.newadvent.org/cathen/04749a.htm>.
Traducido por Luz María Hernández Medina.
Fuente | Autor :
http://ec.aciprensa.com/wiki/Desierto#.UmVOxoyFCUk--------------------------------------------------DESIERTO. DICCIONARIO BÍBLICO--------------------------------------------------
Traducción del :
1. heb. midbâr, “lugar”, “silvestre”, “pastura”, “desierto” (1 S. 17:28; Sal. 65:13; etc.); en síntesis, una región amplia y llana, adecuada para el pastoreo del ganado. El Desierto de Judea es una región árida, montañosa, entre el cordón central de montañas y el Mar Muerto y el Jordán inferior 314 (Jue. 1:16).
2. heb. arâbâh, “región árida”, “desierto”, (Am. 6:14; Is. 33:9; Jer.2:6; etc.). Con el artículo identifica el Arabá y el valle del Cedrón (najal hâ-Arâbâh), una plaincie que se extiene por muchos kilómetros al sur del Mar Muerto.
3. gr. érmos, “desierto”, “pastura”, “región silvestre”. Ninguna de esta palabras se refiere exclusivamente a una extensión de arena sin vida, sino en general a una región deshabitada y no cultivada, donde viven animales silvestres. También tiene un sentido figurado: indican privación, esterilidad, desolación (Is. 14:17; Os. 2:3; etc.). Vocablos sinónimos para “desierto” son: heb. tôhû, “vacío”; heb. tsîyyâh, “tierra árida”; heb. jorbâh, “desolación”, “ruina”; gr. ermía.
En en AT tambien se emplea el término heb. yeshimôn, “Desierto árido”, que algunos eruditos tradujeron como Jesimón.
A. De acuerdo con Nm. 21:20 y 23:28 sería un Desierto ubicado en el etremo nordeste del Mar Muerto.
B. Pero 1 S 23:19, 24 y 26:1, 3 se refiere al Desierto que estaba cerca de Zif y Maón, en el cual David se escondió de Saúl. Se lo podría ubicar al sudeste de Hebrón como yendo hacia el Mar Muerto. Otros eruditos piensan que Jesimón es simplemente otro nombre para el Desierto de Judá.
En la Biblia y en este Diccionario se mencionan los siguientes desiertos: Beerseba, Bet-avén, Cademot, Damasco, En-gadi, Etam, Gabaón, Judá (Judea), Maón, Moab, Parán, Shur, Sin, Sinaí, Tecoa, Zif y Zin.
Fuente | Autor :
http://www.wikicristiano.org/diccionari ... /desierto/--------------------------------------------------DESIERTO DE JUDEA.TURÍSTICO--------------------------------------------------
El Desierto de Judea limita con las Montañas de Judea al oeste y con el Mar Muerto al este. Se considera un desierto relativamente pequeño, que abarca sólo unos 1,500 kilómetros cuadrados, pero contiene muchas reservas naturales fascinantes, enclaves históricos, monasterios y paisajes primitivos que lo convierten en un lugar interesante y único que visitar.
El Desierto de Judea ofrece innumerables vistas sobrecogedoras siempre cambiantes. Montañas, cortados y colinas cretáceas junto a mesetas, cauces fluviales y profundos cañones. Este desierto lo atraviesan a todo lo largo y ancho diversos ríos que han excavado gargantas de hasta 500 metros de profundidad. Algunos de estos ríos llevan agua todo el año y crean oasis como los de Nahal Arugot, Nahal Prat y Nahal David. Los antiguos cortados de la vertiente oriental del desierto se elevan hasta una altura de 300 metros sobre la costa del Mar Muerto, y al pie se hallan las reservas naturales de Ein Gedi y Einot Tzukim.
El desierto de Judea está próximo a Jerusalén y su población es relativamente escasa. Los pocos asentamientos que hay allí se establecieron en su perímetro. Este desierto es conocido por su accidentado paisaje, que a lo largo de la historia ha dado cobijo y ocultado a rebeldes y zelotes, y ha proporcionado soledad y aislamiento a monjes y eremitas. En tiempos de los macabeos (hace unos 2,000 años) se construyeron en el desierto grandes fortalezas como Massada y Horkenya. Durante la gran rebelión contra Roma, la última batalla de los judíos zelotes se libró en Massada, y en tiempos del Segundo Templo vivieron aquí miembros del culto del Desierto de Judea.
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Hace varias décadas se descubrieron aquí los Rollos del Mar Muerto ocultos en una caverna de Qumrán, documentos que permitieron arrojar luz acerca de la Biblia y del periodo en el que se escribieron. Merece la pena visitar el Parque Nacional de Qumrán para ver los restos arqueológicos del asentamiento judío que hubo allí.
Los rebeldes judíos no fueron los únicos que vivieron en el Desierto de Judea. En la época bizantina (hace unos 1,500 años) vivió allí una orden monástica especial conocida como Laura, que basaba su modo de vida en el aislamiento y la soledad totales. Los magníficos monasterios que pertenecieron a los monjes de esta orden se construyeron en los riscos y en las grietas de las rocas creando pequeñas cámaras individuales y cúpulas para las reuniones de los días de oración.
Se han construido muchos monasterios en el Desierto de Judea. Algunos de ellos siguen activos, mientras que los de Mar Saba, Mar Jirias y otros están deshabitados y sólo quedan sus ruinas.
Cerca de este desierto y de sus monasterios se encuentra uno de los lugares más importantes de la Cristiandad, el lugar del río Jordán donde Jesús fue bautizado por Juan el Bautista. Según la tradición cristiana, las aguas del río Jordán son sagradas, y muchos peregrinos llegan aquí para sumergirse en ellas (este lugar se trasladó posteriormente al punto donde el Jordán sale del lago Kinneret, ya que es de más fácil acceso).
Fuente | Autor :
http://www.goisrael.es/Tourism_Spa/Tour ... esert.aspx---------------------------------------------EL DESIERTO DE JUDÁ, DESIERTO HABITADO---------------------------------------------
Durante el prolongado verano el paisaje al este de Jerusalén se presenta áspero, reseco, tórrido, como de colinas calcinadas por el sol oriental y roídas por una erosión secular, sedientas de agua, sin el arraigo, el alivio y la sombra de una sola planta mayor. Predominan a lo lejos los tonos rojizos y de cerca los rosáceos y blancuzcos. Un punto negro que se mueve señala una cabra pastando, y uno mayor inmóvil, la tienda de beduinos tejida con pelo del mismo animal. Imposible parecería a primera vista dar con un establecimiento humano estable y formal.
El macho cabrío despeñado en el desierto
Sin embargo, aquí las señales de vida son tan permanentes como los episodios y las historias del Viejo o del Nuevo Testamento que presenciaron y evocan. Entre los salientes al sur del mesón del Buen Samaritano, destaca el llamado Zuk en hebreo, el Muntar de los 520 metros que en días despejados permite divisar las fortalezas del Herodiun al SO, del Alexandreiun al NE., del Hircaniun por delante. Hasta su cima era arrastrado el chivo expiatorio en el día del Yom Kippur, el de la Expiación de Israel: "Hecha la expiación del santuario... presentará el macho cabrío vivo; pondrá Aarón sus dos manos sobre la cabeza del macho cabrío vivo, confesará sobre él todas sus culpas, todas las iniquidades de los hijos de Israel y todas las transgresiones con que han pecado y los echará sobre la cabeza del macho cabrío, y lo mandará al desierto por medio de un hombre designado para ello. El macho cabrío llevará sobre sí todas las iniquidades de ellos a tierra inhabitada, y el que lo lleve lo dejará en el desierto" (Lv 16,20-22).
"¡Lleva nuestros pecados y desaparece!" le gritaban los fieles cuando le arrastraban fuera de Jerusalén. Los de la comitiva disponían de agua y de alimentos en los diez puestos o hitos del trayecto. Llegados a la altura de Muntar, empujaban al macho cabrío y lo despeñaban. La Mishná refiere que antes de alcanzar la mitad de la pendiente estaba destrozado.
Siglos después y dentro ya de la Era Cristiana, la emperatriz Eudoxia levantaría sobre igual altura la torre que facilitaría aquellos coloquios con S. Eutimio por los cuales ella se reintegraría a la fe del Concilio de Calcedonia, el del 451. De esa misma torre se serviría otra lumbrera del desierto, S. Sabas, para construir el cenobio que en el año 510 confió a su discípulo Juan Escolanos. Una hoguera retransmitía desde el Muntar a los eremitorios y lauras circundantes el anuncio que otra proclamaba en el Olivete: ¡Cristo ha resucitado!
"Flores de Cristo" pueblan el desierto de Judea
Porque, ¿quién lo esperaría?, el Señor convertirla lo escabroso en llano, la tiniebla en luz, guiando a los ciegos por senderos que ignoran, por caminos que no conocen (Is 47,16). El inhóspito desierto de Judá se puebla a partir del momento en que el cristianismo emerge de las catacumbas y antes incluso. Dícese que S. Hilarión, nacido en Gaza, fundó el primer eremitorio de Palestina allá por el 311, cuando él contaba 21 años. Lauras y monasterios fueron precedidos por anacoretas como el penitente de Ain Fara, S. Jaritón, antes de que, con la paz de Constantino, erigiera esa laura - nominalmente "desfiladero", barranco-, 14 kms al NE. de Jerusalén, y después la de Duka, sobre el Monte de las Tentaciones, y la de Suka, al oriente de Tecoa, la patria de Amós.
La penetración en el desierto de Judá seguirá los cauces accidentados y estrechos de los wadis y la efectuarán de norte a sur y de oeste a este, primero Eutimio, Teotisto y sus discípulos y después Sabas, Teodosio y los suyos. Diez mil anacoretas y cenobitas se concentraron en Jerusalén para testimoniar ante el Patriarca Juan su fe calcedonense. Siete años más tarde, en el 523, fallecería S. Sabas a los 93 años de edad, archimandrita de todas las lauras y "luz de toda la Tierra Santa", además del "más fuerte baluarte de la fe católica" en ella. Por dos veces compareció en la corte imperial de Constantinopla, una para defender la ortodoxia ante el emperador Anastasio, otra para conseguir del emperador Justiniano la exención de impuestos a los súbditos de Palestina arruinados por el levantamiento de los samaritanos. El fue quien más contribuyó a poblar de penitentes las soledades de Judea: "Si de veras quieres hacer del desierto una ciudad, quédate aquí". Las "flores de Cristo" que según S. Jerónimo constelaban en sus días todo el desierto, se propagarán y agrupadas serán jardines en los torrentes y en los valles, en las estepas y en las fortalezas.
Lauras y monasterios de ayer y de hoy
La laura que S. Eutimio fundó en el año 428, auxiliado por la tribu árabe y nómada de Sahel a la que convirtió, fue desenterrada quince siglos más tarde, entre 1928 y 1929. Queda entre Khan el-Hatrur y el saliente del Muntar y se la denomina Khan el Ahmar o del Buen Samaritano. Convertida en cenobio o monasterio para el año 481, y desempeñada esa misión con los que entonces descendían al Jordán, ha encontrado otro buen samaritano en el Ministerio de Cultos de Israel. Éste fue quien libró los restos del monasterio de Eutimio, ya "in extremis" cuando lo tenían entre sus garras las excavadoras de una fábrica de plásticos. Más tarde, en 1979, los restos óseos de varios centenares de monjes víctimas de los persas en la invasión del 614, fueron descubiertos en una cripta subterránea por el arqueólogo griego Yonnis
Namaris.
Más afortunada ha sido la laura de Koziba fundada en el 470 por 5. Juan de Tebas, el Kozibita. Adosada a las paredes maestras, a los ciclópeos muros del wadi Kelt, con un pequeño oasis de verdor a sus plantas, fue reconstruida y habitada a partir de 1878 por monjes del Patriarcado Griego Ortodoxo de Jerusalén. A este lugar, cercano a la Jericó herodiana, se adscribió desde antiguo, la memoria de 5. Joaquín, padre de la Virgen. La iglesita de la Theotocos o Madre de Dios de Koziba será una de las más antiguas con esa advocación.
Al igual que este cenobio, los de S. Teodosio y de S. Sabas, en el paralelo de Belén, mantienen vigente la extraordinaria atracción monacal del desierto de Judá. El primero reunió en vida del fundador más de 400 monjes de procedencias y lenguas diversas. Hoy es como una pincelada de arte y de color en los umbrales del desierto. Venera el sepulcro del santo fundador en la gruta inicial, la que según tradición que justificó Teodosio de Petra, su biógrafo, sirvió de refugio a los magos cuando regresaron a Oriente.
Es más roqueña y está mucho más fortificada, la Gran Laura que S. Sabas edificó por el año 483 sobre el flanco occidental del torrente Cedrón, perseverante hasta el día de hoy. Algunas de sus dependencias, excavadas parcialmente en la roca, se elevan 150 m. por encima del torrente. Fortín de la piedad oriental, ofrece insoslayablemente las trazas de un baluarte singular. Relicarios de acendrada devoción son la celda y el sepulcro de 5. Juan Damasceno. El Sto. Tomás de Aquino del Oriente fue monje en este monasterio y en él falleció el 4 de diciembre del año 749. Los restos de S. Sabas, restituidos por Venecia, descansan desde octubre de 1965 en un altar de la capilla principal de esta Laura Madre, presidida por él durante medio siglo.
Una visita a cualquiera de los treinta cenobios identificados, más una ojeada a los Evangelios, bastan para sentirse tan centrados como, pongamos por caso, en las recién restauradas ruinas de Corozaín. Los eremitas cristianos afrontaron espontáneamente aquella espada del desierto (Lam 5,9) que curtió al pueblo de Dios.
El "Desierto", término evangélico
Nadie como ellos siguieron y honraron los pasos de Jesús por el desierto. Es término con entidad evangélica propia, que en singular y en plural, como substantivo o adjetivo, aparece no menos de 34 veces en el Evangelio. Incluso los desiertos del Sinaí y de la Arabia Pétrea obtienen sus menciones. El primero al invocar en Cafarnaún los interlocutores de Jesús y Jesús mismo, el maná que los padres comieron en el desierto (Jn 6,31.49). El segundo al emplear Jesús como antitipo de sí mismo la serpiente de bronce alzada por Moisés en el desierto (Jn 3,14-15). Prescindiendo de los espacios desiertos cercanos a Cafarnaún y a otros poblados de Galilea, Jesús, los Apóstoles y las muchedumbres que les seguían se dirigieron varias veces a los lugares desiertos no cultivados y no habitados, sitos en la banda oriental del Lago de Tiberíades.
Ya en Judea, quedan al suroeste de Jerusalén "Los desiertos en que vivió (Juan Bautista) hasta el día de su manifestación a Israel"(Lc 1,80). Se trata de lugares solitarios, empinados, elegidos por el Precursor y no alejados de Aim Karem. En ellos le 'fue dirigida la palabra de Dios" (Lc 3,2) para proclamar la llegada del Reino desde otras zonas desérticas, esto es, no habitadas permanentemente y situadas al oriente, tras el pasillo verde del Jordán, más allá del palmeral de Jericó y más acá de las dunas movedizas por encima del Mar Muerto.
El desierto evangélico lo constituyen propiamente los cientos, los miles, de colinas entrelazadas en el páramo estepario erosionado, agrietado, desolado, estéril, vasto. Descienden de los montes de Judea a las vegas del Jordán y se prolongan desde las alturas de Efrén hasta perderse después de Dimona en el Neguev. Se le calculan unos 80km. de N. a 5. y de 20 a 25 de E. a O. Mateo nombra expresamente a este desierto y el cuarto evangelista concreta la región septentrional que lo limita (Mt 3,1; Jn 11,54).
Un buen número de referencias evangélicas a estas olas petrificadas por la insolación y la aridez, corresponden a los asomos últimos de este peculiarísimo páramo al Valle del Jordán. En general, el desierto de Jesús coincide con el de Judá. A éste se dirigió, "conducido por el Espíritu para ser tentado por el diablo" (Mt 4,1). En él permaneció durante "cuarenta días". A él habrá de retirarse al ser perseguido a muerte, igual que lo fueran Moisés, David, Elías. Ningún otro Cristo, ningún nuevo Mesías verdadero, volverá a manifestarse partiendo de este desierto de Judá. Lo anticipará a sus discípulos el propio Jesús: Aunque os digan: He aquí que el Cristo está en el desierto, no vayáis allá" (Mt 24,26).
Jesús pasó y repasó por el desierto de Judá
Sitúa S. Lucas (10,30-38) la parábola del Buen Samaritano inmediatamente antes de que Jesús penetrara en la aldea y en la morada de las hermanas Marta y María. El camino ascendente hacia Jerusalén impulsó al doctor de la Ley que, con la inquisición sobre la identidad de su prójimo, motivó la parábola y aplicación.
A la principal declaración mesiánica de Jesús se debe el texto más explícito sobre el paso y repaso de este desierto de Judá por Jesús: "Y se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había comenzado a bautizar" (Jn 10,40). De nuevo remontará ese desierto con ocasión de la muerte y resurrección de Lázaro, el hermano de Marta y María (in 11,6-7). La postrera y definitiva subida a Jerusalén será registrada expresamente por los tres sinópticos, limitándose Juan a darla por efectiva al reanudar su relato a partir de la llegada a Betania (Jn 12,1).
Que la marcha siguió el camino usual entonces entre Jericó y Betania resalta en Lucas particularmente. "Caminaba (Jesús) el primero subiendo hacia Jerusalén "(Lc 19,28). Como el camino más corto es el que, después de atravesar el wadi Kelt costea en un principio la margen derecha del mismo, ese camino se tiene por cierto que seguiría. El peregrino cristiano no olvida esta última peregrinación por el desierto de Judá del Isaac efectivo. Si el Bautista bajó al Jordán para anunciar el Reino de los Cielos, el Cordero de Dios subió a Jerusalén para confirmarlo e instaurarlo. La Víctima Expiatoria de la Nueva Alianza ascendía voluntariamente, a diferencia de las del Antiguo, forzadas y renuentes. Las direcciones eran contrarias y diversos los valores. Las víctimas del Testamento Viejo desaparecían en el desierto; la del Nuevo, alzada sobre una piedra desechada por los canteros jerosolimitanos, atraerá hacia sí cuanto ha sido creado y perdurará hasta hoy: Stat crux dum volvitur orbis, reza el lema cartujano.
Mirad, subimos a Jerusalén
Por S. Marcos consta la disposición psicológica de los discípulos en esta subida. Estaban como atónitos, sorprendidos, maravillados, porque "Jesús caminaba delante de ellos'; se les adelantaba. Ellos, en cambio, "le seguían con miedo" (Mc 10,32). Al ánimo y decisión de Él seguía el titubeo y temor de los discípulos, por más que el final cruento, inmediato, predicho por Tomás el Gemelo antes de iniciarse la subida anterior (Jn 11,16) habría de verificarse únicamente en el Hijo del hombre. Los tres sinópticos registran que entonces acaeció la tercera predicción expresa de la Pasión "a los Doce, tomándoles aparte". Esta confirmación en solitario debió dejarles más atónitos todavía. "No entendieron nada de esto; no entendieron lo que les había dicho", insiste Lucas sin osar interpretar la reacción interior de los Apóstoles (Lc 18,31-34). Lo que resulta comprensible: La gloria del Unigénito venía irradiando sobre ellos luego de tres años junto a Jesús y acababa de iluminarles en Jericó. Ninguna predicción adversa aminoraba en sus ánimos el resplandor de esa gloria - la del Padre, en la carta a los Hebreos durante la vida misma de Jesús y antes de su Pasión. De ahí que a continuación y en igual subida y camino, Mateo y Marcos, sin interrumpir las respectivas narraciones, presenten a la madre de los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, postrándose ante Jesús para pedirle "que estos dos hijos míos se sienten uno a tu derecha y el otro a tu izquierda en tu reino" (Mt 20,20-28). Puesto que los dos Boanerges consintieron en la actuación de su madre y corroboraron la petición con sus propias respuestas, sabedores como estaban de la reciente predicción de Jesús, alentaba en ellos la fe en el triunfo y glorificación del Maestro, tanto vivo como muerto, antes de la Pasión y después de ella. Juan corroboraría su sinceridad una semana después sobre el Gólgota. Santiago la probaría al beber, el primero de los Apóstoles, el cáliz del martirio, catorce años más tarde.
En el aire de estas soledades, en los silencios de estas colinas, prendidos han quedado el aliento de Jesús y el jadeo de sus Apóstoles.
Fuente | Autor :
http://www.elalmendro.org/epsilon/tierra/tierra004.htm | Braulio Manzano, Tierra Santa, Julio-Agosto (1992), 175-181