por Carlos64 » Mié Oct 02, 2013 2:23 pm
Pregunta 1: ¿A qué se refiere el texto cuando habla de vergüenza cósmica?
Tal como en cierta medida adelanté cuando respondí en el tema anterior (27, La desnudez original y la vergüenza), el pecado original en tanto desconfianza inducida en el don de Dios trajo consigo una ruptura esencial entre la humanidad y la creación. De un estado original de armonía entre el hombre y el mundo material (natural) creado por Dios, se pasó a un estado en que el mundo es percibido como hostil y entra en un conflicto perenne con la humanidad. Este conflicto se expresa a través de la necesidad del sufrimiento (cansancio, dolor) para obtener del mundo lo necesario para la subsistencia y para dar a luz a la vida en medio del mundo, y su esencia radica en que el hombre en su corporeidad pasa a estar sometido, en una condición de indefensión (inerme, inseguro) al determinismo ciego e implacable de la naturaleza y a sus leyes, incluida la muerte. Ahora bien, lo crucial aquí es entender que esta percepción del mundo como hostil, que bien puede expresarse como la pérdida del paraíso, brota desde el interior mismo del hombre en vista de que éste toma conciencia de que su cuerpo ha dejado de ser la expresión o signo de su persona en medio del mundo,lo que equivaldría a decir que su cuerpo ya no expresa en realidad lo que él/ella es en su sentido trascendental en tanto imagen de Dios. Es decir, que la percepción del mundo como un entorno distorsionado que nos amenaza y nos lleva a la muerte va precedida por una experiencia interior, personal, que consiste en que se ha perdido la capacidad (la inocencia necesaria) para poder contemplarse a si mismo o misma con inocencia y genuina alegría, siendo así que la mirada inocente hacia la propia realidad en tanto corpórea se ha visto sustituida por la triple concupiscencia, en particular la concupiscencia del cuerpo.
En suma, la vergüenza cósmica viene a ser esa experiencia del sí mismo (de la humanidad particularizada en cada persona) como contrapuesto a un mundo que le es hostil, le somete y le lleva a la muerte, teniendo al mismo tiempo la conciencia de que ese mundo alguna vez, antes del pecado, era bueno en tanto reflejo de la Bondad infinita a la que se traicionó. El hombre se siente escindido y enfrentado a la naturaleza que alguna vez le acogió (se ve desnudo ante el mundo), y siente vergüenza de esta escisión que es fruto de su libre (aunque inducida por el engaño) opción por la desconfianza en el don divino.
Pregunta 2: ¿Qué significado tiene la frase: El hombre tiene pudor del cuerpo a causa de la concupiscencia. Más aún, tiene pudor no tanto del cuerpo, cuanto precisamente de la concupiscencia: tiene pudor del cuerpo a causa de la concupiscencia.
Cito: "El corazón humano guarda en sí al mismo tiempo el deseo y el pudor. El nacimiento del pudor nos orienta hacia ese momento, en el que el hombre interior, “el corazón”, cerrándose a lo que “viene del Padre”, se abre a lo que “procede del mundo”. El nacimiento del pudor en el corazón humano va junto con el comienzo de la concupiscencia -de la triple concupiscencia según la teología de Juan (cf. 1 Jn 2, 16), y en particular de la concupiscencia del cuerpo. El hombre tiene pudor del cuerpo a causa de la concupiscencia. Más aún, tiene pudor no tanto del cuerpo, cuanto precisamente de la concupiscencia: tiene pudor del cuerpo a causa de la concupiscencia."
Vuelvo a citar: "La concupiscencia bíblica, como deducimos de 1 Jn 2, 16, indica el estado del espíritu humano alejado de la sencillez originaria y de la plenitud de los valores, que el hombre y el mundo poseen “en las dimensiones de Dios”."
La concupiscencia en su triple acepción, pero sobretodo en lo que hace al cuerpo, guarda estrecha relación con el desequilibrio interior entre el cuerpo y el espíritu introducido por el pecado en la experiencia humana. A raíz del pecado, el cuerpo no se eleva a Dios junto con el espíritu u hombre interior, sino que procura imponer su propia ley (su propia humillación a la condición ya mancillada del hombre que ha traicionado el don) y se rebela. Es el "hermano asno" de San Francisco de Asís, la dimensión de cada persona que procura satisfacer sus deseos y necesidades sin importar si esta satisfacción es contraria (inconciliable con) a esa otra dimensión que nos impele a elevarnos en busca de la trascendencia que sólo podemos hallar verdaderamente en Dios. Esta contradicción cuerpo-espíritu, constante en la historia humana, implica que la unidad esencial del hombre se ha roto, esa unidad que es ante todo la sencillez original en la que el hombre como un todo, en su realidad corpórea y en su corazón, vive en la armonía plena para consigo mismo, con el otro y con su Hacedor. Unidad que es también el cimiento fundamental para la constitución de la persona humana en el plan divino, y que ve con las dimensiones que usted, Dra. Calva, bien señala como auto posesión y autodominio: el hombre poseyéndose a sí mismo en el sentido de que su yo interior domine al cuerpo para la elevación de su ser pleno, íntegro, a Dios.
De todo esto se deduce que el cuerpo en sí mismo no es malo. Lo malo es esa separación que el pecado ha introducido entre el cuerpo y el espíritu y que ha convertido al cuerpo en sujeto del pecado. Esto quiere decir que la vergüenza lo es en relación a este cuerpo en tanto separado, rebelde, sometido a su propia concupiscencia, a su propia dinámica-estado de pérdida del sentido original. El pudor se dirige a esta nueva experiencia distorsionada de lo que el Hacedor nos dio como realidad humana en medio de la naturaleza. La concupiscencia es esa distorsión que afecta al sentido original, inocente, de nuestro cuerpo desde su más hondas raíces, y esta experiencia despierta en nuestro corazón el sentido del pudor. Sentimos vergüenza del cuerpo y nos los ceñimos a causa de esta distorsión que es, a la vez, una separación y una rebeldía.
Pregunta 3: Explica el doble significado del Pudor.
El pudor, en tanto vergüenza nacida del pecado, indica la condición de pérdida de la gracia como pérdida de la inocencia y de la pureza que corresponden, ambas, al sentido original de nuestra humanidad según el designio divino, expreso en la fórmula bíblica "a nuestra imagen y semejanza". Así, el pudor tiene una connotación de amenaza porque pone en evidencia lo que nos separa del don de Dios y nos lleva a la experiencia de la separación de Dios (conocimiento del bien y del mal como desconfianza en el Amor), desfigurando radicalmente en nosotros lo que éramos antes del pecado. El pudor entonces nos amenaza porque señala a la triple concupiscencia que nos marca y nos separa del designio divino. En este sentido, un pudor sin posibilidad de redención puede aplastarnos en la culpa, tal como posiblemente le sucedió a Judas Iscariote, quien se suicidó aplastado por ésta. .
Pero también el pudor nos sirve de defensa contra esta triple concupiscencia. En cierto sentido, el pudor puede equipararse a la llamada de la conciencia moral que nos urge a hacer caso al hombre interior y buscar a Dios. Es la alarma que nos pone en actitud de defensa contra el pecado que nos acecha. Y es, sobretodo y desde la perspectiva de la bienaventuranza de Cristo, un atisbo, un resquicio quizás, un reflejo, aunque débil, de ese mismo hombre interior al cual apela el Señor con su ética humana y al mismo tiempo divina, en el cual reside, oculta por el lastre del pecado pero genuina por el don de la gracia divina, la imagen y semejanza de Dios que cada uno y una de nosotros es y que el divino Maestro nos interpela a vivir como condición filial para con el Padre y que nos hace posible merced a la unción del Espíritu. Si bien el pudor está muy lejos de agotar el alcance de la ética de la bienaventuranza, es un paso necesario a la misma por su relación con la humildad necesaria para poder recibir el don de la misericordia de Dios.
El Señor la bendiga, Doctora.
Discípulo de Cristo por amor del Padre y unción del Espíritu. Miembro de la Iglesia por gracia divina. Amar a Jesús es mi mayor alegría.
Dios te salve, María, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.