Pregunta: "¿Qué dice Cristo de(quienes) han elegido conscientemente el celibato o la virginidad por el reino de los cielos?"
Primero que nada, Cristo distingue a estas personas categóricamente, de manera que no se las confunda con los eunucos que lo son por razones congénitas o naturales, ni con los que lo son por razones socialmente infringidas como la castración. Hay dos elementos claves de distinción: se trata de personas que "se hacen a sí mismas eunucos" (optan por el celibato) de forma voluntaria, y además lo hacen por el reino de Dios. Un célibe que no lo sea por esta última razón, aunque haya elegido libremente ser célibe, no corresponde a la clase de célibes a las que Cristo hace referencia ante sus discípulos.
El Señor Jesús enfatiza en este caso la finalidad espiritual, o sobrenatural, de quienes han tomado voluntaria y libremente esta elección. El celibato o la continencia voluntarios por el reino de los cielos viene a ser una elección que se toma con el fin de una más profunda, intensa y particular consagración al reino de Dios. Y, en el plano de nuestra experiencia histórica, en la que el estado más común es el matrimonial, esta continencia viene a significar una renuncia activa y conlleva un esfuerzo particular; en ambos casos, se asiste a la vivencia de un significado del cuerpo, desde un punto de vista teológico, completamente novedoso en relación a toda la historia de la salvación anterior a Cristo. EL ethos cristiano del cuerpo toma fuerza de forma particular, y si se quiere se expresa de modo más escatológico, en la continencia a la que se refiere el Redentor.
La historia de la Iglesia permite apreciar que la finalidad sobrenatural de esta continencia voluntaria ha fructificado de diversos modos. La ingente multiplicidad de carismas eclesiales a lo lago de los últimos veinte siglos, expresos en la multitud de obras espirituales y humanas de la Iglesia, nos señala la riqueza espiritual de la Iglesia, uno de cuyos principales insumos sin duda alguna ha sido la consagración al reino de los cielos llevada a la dimensión corporal humana a través del celibato libre por el Reino de Dios.
Dios la bendiga.