por Rogeqro » Vie Ene 15, 2016 8:35 pm
¿Por qué llamamos a la Eucaristía "Misterio de Fe”?
La Eucaristía no son ideas bonitas, no son discursos demostrativos. Es un Pan que se ofrece, una Sangre que se derrama y limpia, una Presencia que conforta y consuela. Y esto fue Cristo durante su vida aquí, en la tierra, y hoy, en la eucaristía, en cada Sagrario. Y, mañana, en el cielo.
Jesús siempre exigió la fe en la Eucaristía. Sólo con la fe y desde la fe, comulgando obtendremos los frutos que Él nos quiere dar. Si no, sólo recibimos un trozo de pan, pero sin ningún fruto.
¿Por qué la Eucaristía es un acto de amor?
Así como una madre alimenta a su propio hijo con su misma vida, de su mismo cuerpo y con su misma sangre, así también Dios nos alimenta con el cuerpo y la sangre de su mismo Hijo Jesucristo, para que tengamos vida de Dios, y la tengamos en abundancia. Y al igual que esa madre no se ahorra nada al amamantar a su hijo "no sea que me quede sin nada”, así también Dios no se ahorra nada y nos da todo: cuerpo, alma, sangre y divinidad de su Hijo en la eucaristía.
¡El amor es entrega y donación! Y en la Eucaristía, Dios se entrega y se dona completamente a nosotros. En el momento de la Comunión se hospeda en nuestra alma y se hace uno con nosotros. No es Él quien se transforma en nosotros; sino nosotros en Él. ¡Qué misterio de amor! ¡Qué diálogos de amor podemos entablar con Él!
Podemos concluir, que la esencia de Dios es Amor y si Jesús es Dios y está en la Eucaristía, por lo tanto es el Amor mismo en esencia y en plenitud quien se nos da en cada Eucaristía.
¿Por qué se ha perdido la virtud de la esperanza entre los hombres?
Porque esta virtud (de la esperanza) es atacada por dos enemigos:
Presunción: consiste en esperar de Dios el cielo y todas las gracias necesarias para llegar a Él sin poner de nuestra parte los medios que nos ha mandado. Olvidamos que además de bueno, es serio, justo y santo. Presumimos también de nuestras propias fuerzas, por soberbia, y nos ponemos en medio de los peligros y ocasiones de pecado.
Desaliento y desesperación: Harto tentados y a veces vencidos en la lucha, o atormentados por los escrúpulos, algunos se desaniman, y piensan que jamás podrán enmendarse y comienzan a desesperar de su salvación. "Yo ya no puedo”. Cayendo muchas veces en los pecados contra el Espíritu Santo, porque consideramos que es más nuestra fuerte nuestra desesperanza, que el cumplimiento de las promesas que el mismo Dios nos ha dicho. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán. Mc. 13,31